9 may 2011

¿De qué códigos habla Javier Sicilia?

"Quiero pedir la renuncia del Secretario de Seguridad Pública (Garcia Luna) . Queremos oir un mensaje del Presidente de la República con esa renuncia diciendo que sí nos oyó", Javier Sicilia
Al escuchar su petición, las miles de personas reunidas en zocalo (lleno a la mitad) le respondieron: "¡Fuera Calderón!", "¡Fuera Calderón"!, "¡Muera Calderón!", "¡Muera Calderón!". Sicilia los detuvo: "Que no muera, no queremos más muertos, no más odio, pedimos la renuncia (del titular de la SSP) para evitar más violencia", explicó.
¿De qué códigos habla Sicilia, de pactar con los grupos criminales?
Columna Razones/Jorge Fernández Menéndez
“Ya párenle, cabrones”
Excélsior, Lunes, 09 de Mayo de 2011
La marcha convocada por Javier Sicilia resultó, en su contenido y definiciones, una movilización, altamente ideologizada, de un movimiento que está planteando una salida que está enfocada, centralmente, más allá del gobierno, a un cambio de régimen y sistema político. Los enemigos no son los delincuentes sino los gobernantes. Sicilia lo dijo con toda claridad en su intervención en la UNAM. El escritor le pidió a las autoridades que se detengan. “Les pido, dijo, que le paren, que vuelvan a sus códigos, ya párenle, cabrones, estamos en una guerra, está bien, pero nosotros no somos sus enemigos, no nos maten. No estamos pidiendo que nos cuiden, simplemente estamos pidiendo que nos respeten, qué les hemos hecho, nosotros no estamos en guerra”, agregó.
El señor Sicilia tiene todo el derecho del mundo a pedirle a las autoridades que le paren y que “no los maten”. Pero da la casualidad que al hijo de Sicilia lo mataron los criminales, no las fuerzas de seguridad, los que están en guerra contra la ciudadanía son los grupos criminales, no las autoridades. Se entiende que el señor Sicilia considere que él no está en guerra, pero resulta que es padre de una de las víctimas de esa guerra. Y su dolor es muy respetable, como el de cualquiera que haya sufrido una pérdida similar (y sabemos cómo es ese dolor), pero es terrible que le pida a las autoridades que “no nos maten”, que “vuelvan a sus códigos”, que “le paren”. ¿Son las autoridades las que han provocado esta oleada de crímenes que sufrimos?, ¿de qué códigos habla Sicilia, de pactar con los grupos criminales?, ¿por eso le pide a las autoridades que “le paren”?
Lo que hay detrás, y es legítimo, aunque sea un error político mayúsculo, es una propuesta que se liga con los grupos más radicales del espectro político (y con muchos intereses que no tienen nada que ver con el radicalismo, pero que están haciendo un cálculo electoral basado en la desestabilización, lo que los puede convertir en aprendices de brujo). Y eso se demuestra con las seis exigencias planteadas por los organizadores que, en caso de ser rechazadas o incumplidas por el gobierno, los llevarán a convocar a “acciones de resistencia civil y pacífica” para lograr el cumplimiento de este “suelo”, que consideran es mínimo para “la reconstrucción de la nación”.
Las seis exigencias: verdad y justicia, detención de autores materiales e intelectuales de crímenes; poner fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana; combatir la corrupción y la impunidad; combatir la raíz económica y las ganancias del crimen; la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social; democracia participativa, mejor democracia representativa y democratización en los medios de comunicación.
Nadie puede estar en contra de la detención de los autores materiales e intelectuales de los crímenes cometidos, sin embargo, para eso se requiere precisamente una estrategia de seguridad que dicen que debe ser suprimida, reemplazándola por un enfoque de seguridad ciudadana, que si lo entendemos bien, con base en las declaraciones que hicieron los organizadores el viernes, pasa por mecanismos de autodefensa civil; nadie puede estar en contra de luchar contra la corrupción y la impunidad, pero difícilmente se puede hacerlo asumiendo que las instituciones “están podridas” y al país “se lo va a llevar la chingada”. Lo que necesitamos son mejores instituciones, no enviarlas al diablo. No se puede estar apelando a la autodefensa ciudadana y amenazando con insurgencias civiles y pensar que así se pueden fortalecer las instituciones de seguridad que son las que deben defender a la ciudadanía y estar al servicio de ella.
La tesis de la democracia participativa es una vieja muletilla de cierta izquierda (que coincide en ello con las derechas radicales) que se utiliza como alternativa a la democracia política real: pero resulta que siempre termina siendo utilizada por líderes supuestamente carismáticos que se plantean suplantar la democracia con la “participación”.
La marcha a la que asistimos este fin de semana es una demostración legítima de un movimiento político cuya agenda se aleja de la agenda de seguridad, y que quiere construirse como una alternativa a los partidos, ubicada a medio camino entre el ya descontinuado zapatismo (su ruta fue casi la misma de aquella marcha encabezada por Marcos hace ya más de diez años) y la Morena de López Obrador. Yo me quedo con los que sí han estado luchando durante años por la seguridad, la justicia, las instituciones y el castigo a los delincuentes, como Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace, entre otros muchos, miles, que no están apostando a una “reconstrucción del país” ni a la “resistencia civil”, sino a una democracia efectiva, basada en instituciones fuertes y representativas, con un sistema de seguridad y justicia basado en leyes eficientes y para todos.

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