Mensaje del Presidente Felipe Calderón
México, D.F., 11 de noviembre del 2011
Señoras y señores:
Con profunda pena, con muchísimo dolor, he tenido conocimiento esta mañana del fatal accidente en el que perdió la vida el Secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, y otros siete servidores públicos ejemplares.
José Francisco, o Blake, como le llamábamos todos los que le queríamos, y que somos muchísimos, era, ante todo, un gran mexicano. Un gran mexicano que amó profundamente a la Patria, y que la sirvió hasta el último instante de su vida.
Nacido en un barrio popular de Tijuana, de familia humilde y trabajadora, desde joven se involucró en la lucha por el cambio en México, a través del Partido Acción Nacional. Participó, como un buen soldado raso, en la elección que llevara al triunfo a Ernesto Ruffo, en 1989.
Y aunque lo conocí casi desde entonces, tuve oportunidad de valorar su enorme sagacidad e inteligencia, su compromiso con el trabajo y con el esfuerzo, su alegría franca y su gran patriotismo, cuando fuimos compañeros en la Cámara de Diputados, en el año 2000.
Él posteriormente sería Coordinador Parlamentario en el Congreso de su natal Baja California y, después, Subsecretario de Gobierno en Baja California, hábil, firme y, a la vez, conciliador, pero finalmente le invité a ser Secretario de Gobernación, cargo que desempeñó con entrega absoluta, con entrega generosa, constructiva y, sobre todo, con una lealtad a toda prueba. Lamento profundamente su partida.
En el momento en que el helicóptero fue localizado y confirmada su muerte por elementos del Estado Mayor Presidencial y Fuerza Aérea, que arribaron primero al lugar, y una vez que giré instrucciones a los Secretarios del Gabinete de Seguridad y al de Comunicaciones y Transportes, me trasladé a su domicilio particular, para darle la noticia personalmente a su querida familia, a Gloria, su esposa, y a sus hijitos: Gloria y José Francisco.
He encargado al Secretario de Comunicaciones que integre un equipo de trabajo con los expertos más calificados en el mundo, para investigar las causas del accidente.
Es mi deber decir, sin embargo, que el helicóptero estuvo siempre resguardado en el Hangar del Estado Mayor Presidencial, donde recientemente había recibido mantenimiento de rigor, y aunque el piloto, según se sabe, contaba con suficiente pericia, las condiciones de nubosidad que prevalecían, precisamente, a esa hora, en el trayecto que el Secretario recorrería rumbo a Cuernavaca, a un evento con servidores públicos de procuración y administración de justicia de los estados, hacen pensar, ciertamente, en la probabilidad de un accidente.
No obstante, se agotarán exhaustivamente todos los indicios que rodean a esta fatal circunstancia, los cuales están debidamente resguardados desde ahora.
He encargado personalmente al Secretario de Comunicaciones y Transportes, que organice esta minuciosa investigación, para conocer, con precisión, las causas de este lamentable hecho. Las investigaciones, desde luego, serán exhaustivas y contemplarán todas las posibles hipótesis.
Como siempre, el Gobierno Federal actuará con toda transparencia y mantendremos informada a la sociedad y a la opinión pública de manera puntual, objetiva y oportuna, sobre los avances de esta investigación.
Hoy, México ha perdido a un gran patriota, el Gobierno Federal a un magnífico Secretario de Gobernación, y yo he perdido a un entrañable amigo. También falleció, por desgracia, mi tocayo, Felipe Zamora, Subsecretario Jurídico de la Secretaría de Gobernación, un joven y brillante abogado sinaloense, de ideas y convicciones profundísimas y admirables, a quien conocí, prácticamente, desde que él era un niño, en el Partido Acción Nacional. Un luchador por la vida y por los derechos humanos, Felipe Zamora fue, a pesar de su corta edad, un hombre extraordinariamente comprometido con México.
Descanse en paz, con mis sinceras condolencias a su esposa e hijos, y a sus padres, el querido Esteban Zamora, y a todos su hermanos.
Falleció también el Director General de Comunicación Social de la misma dependencia, José Alfredo García Medina, el querido Tijuano, que colaborara conmigo en la campaña presidencial y hasta el año pasado, muy cercanamente, en la Presidencia de la República.
Murieron, también, la Secretaria Técnica de la Oficina del Secretario, Diana Miriam Hayton Sánchez, el Mayor René de León Sapién, del Estado Mayor Presidencial, que cuidaba a Blake; el Teniente Coronel Felipe Bacio Cortés, piloto del helicóptero, el teniente Pedro Ramón Escobar Becerra; y el Sargento Segundo Jorge Luis Juárez Gómez. Estos tres últimos, miembros de la Fuerza Aérea y miembros del Estado Mayor Presidencial, también.
Expreso mi más sentido pésame a las familias y a los deudos de los servidores públicos que fallecieron en estos hechos, y mi apoyo absoluto en estos momentos tan difíciles.
Los acompañamos en su dolor. Y todos nuestros pensamientos y oraciones están, ahora, con ustedes.
Blake no era sólo un servidor público ejemplar. Era un mexicano ejemplar, honesto, trabajador, leal, patriota y comprometido con las mejores causas de México.
Espero sinceramente que, donde esté ahora, tenga la justa recompensa que merecen los hombres justos como él. Lo deseo, también, para Felipe, para José Alfredo y para todos los que fallecieron.
En tanto nombro a un nuevo Secretario de Gobernación, en uso de mis facultades, una vez pasados estos difíciles momentos, quedará Encargado del Despacho el Subsecretario del ramo, Juan Marcos Gutiérrez, tal y como dispone la ley.
Como me ocurrió, paradójicamente, con Juan Camilo Mouriño, a Blake también lo extrañaré y necesitaré mucho.
Pienso en ellos y, más allá de la enorme amistad que, por cierto, que a los tres nos unía, pienso, especialmente, en los ideales que compartimos, en las poderosas razones que llevaron a todos ellos a dar un sí sin ambigüedades ni titubeos a México, un paso al frente en el servicio a la Patria.
Y me convenzo que la mejor manera de honrar su generosidad y su lealtad, y su amor a México, es no fallándoles en el esfuerzo, en el que me apoyaron y siguieron, y no desmayar. Antes bien, redoblar la lucha por la construcción de un México mejor.
Sé que tenemos que ser fuertes y avanzar con mayor vigor aún, en lograr hacer de nuestro México un país digno de los hijos de todos nosotros.
Con ellos compartía y comparto el ideal de un México mejor, de un México más seguro, donde impere el Estado de Derecho, y donde cada mexicana y mexicano puedan ejercer, con plenitud, su libertad.
Un México justo, un México libre, un México democrático. Un México y un ideal, al que ofrendaron sus vidas sin la mezquindad y la soberbia, hoy, por cierto, tan abundante en la vida pública, y que nunca pudo ni siquiera tentarlos.
Así que, seguiremos redoblando con vigor y afán, luchando por el México en el que José Francisco Blake, Felipe Zamora, José Alfredo García, y todos los que se nos han adelantado, han creído y por el que han luchado.
Mi Gobierno seguirá informando con puntualidad, objetividad y transparencia, como he dicho, a todos ustedes, el avance de los acontecimientos y de las investigaciones.
Gracias por su atención..
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