27 jul 2012

Felipe Calderón y Luis H. Alvarez: "Corazón indígena"

Al participar en la presentación del libro "Corazón indígena: Lucha y esperanza de los pueblos", el Presidente Calderón identificó a Luis H. Álvarez como “el que ha constituido uno de los puentes más poderosos de solidaridad y vinculación con las comunidades indígenas de México
En el Centro Cultural Bella Época de la Colonia Condesa, el Presidente dejó en claro que no es posible, desde luego, entender este grado de compromiso de don Luis Álvarez sin ver su propia trayectoria de vida. "A mí me parece que don Luis es el constructor de la transformación democrática de México", reiteró.


La intervención completa del Presidente Calderón en la presentación del libro de Luis H. Álvarez
Gracias, Director.
Muy querido don Luis Álvarez.
Estimado doctor Francisco Valdés Ugalde.
Doctor Roger Bartra. Es un honor, también.
Don Juan Pedro, doctor Viqueira.
Muy estimados y apreciados invitados especiales.
Familiares y amigos de don Luis.
Amigas y amigos:
Agradezco mucho, don Luis, que me haya invitado para participar en la presentación de este libro, de Corazón Indígena: Lucha y Esperanza de los Pueblos Originarios de México.

Y celebro, además, que sea en esta magnífica librería, que se ha abierto, del Fondo de Cultura Económica, una editorial que ya tiene tres cuartos de siglo jugando un papel medular en la historia cultural y literaria de México y de Hispanoamérica.
 Y felicito a todos los que participaron en este proyecto editorial, desde luego, a don Luis, a quienes han sido responsables de la edición, de la corrección, del diseño.
 Quiero reiterar lo que ustedes saben. Para mí, don Luis ha sido un maestro, un amigo, un compañero, casi un segundo padre para mí, en muchas cosas, si no un segundo padre, por lo menos un padrino, en otras, en el mejor sentido de la palabra.
 Y sé que toda su vida ha sido un hombre comprometido con las mejores causas, ha predicado siempre con el ejemplo. Y si algún día, con lámpara de Diógenes quisieran buscar un hombre honesto en México, piensen en Luis Álvarez.
 Pero, en particular, este libro, de Corazón Indígena, nos revela una verdadera transformación de don Luis. Y él un poco la describe en el libro y es, realmente, su encuentro con los indígenas.
Y su encuentro, vamos a llamarlo universal. De hecho, él mismo describe que su único encuentro había sido, realmente, con los rarámuris, a los que, como bien, atinadamente señala, se les conoce mejor como tarahumaras, en esa muy mala costumbre de poner el nombre colonizante a diversos pueblos. Lo mismo les pasaba a mis paisanos, a los purépechas, que eran conocidos como tarascos, hasta hace muy poco, que, finalmente, reivindicaron su nombre originario.
Y el encuentro de don Luis con los indígenas, provoca una transformación que se ve en todo el libro, se trasmina en el libro, provoca una transformación en don Luis. Y yo me atrevo a decir, que también el encuentro con don Luis provoca una transformación en los indígenas, en particular en algunas, como en muchas comunidades zapatistas, me atrevo a decir que una buena mayoría, y provoca una transformación, también, entre los pueblos indígenas de México.
No es posible, desde luego, entender este grado de compromiso, de don Luis Álvarez, sin de ver su propia trayectoria de vida.
 A mí me parece que don Luis es el constructor de la transformación democrática de México.
 Así como he dicho y sostengo que Carlos Castillo fue el teórico, el intelectual de la transición democrática, don Luis Álvarez fue el práctico, el apóstol de la transición democrática en México, fue y lo está siendo, lo ha sido. Y me parece, también, que fue en buena medida, está siendo, el que ha constituido uno de los puentes más poderosos de solidaridad y vinculación con las comunidades indígenas de México.
No es el caso hablar de su trayectoria y de sus lides, se conocen. Simplemente doy testimonio de cómo abrazó la causa indígena, y el libro más o menos habla de, hace todo un recorrido de este encuentro de Luis Álvarez con, no diría con las comunidades indígenas, sino con su propio corazón indígena.
El capítulo más prolijo, quizá, el que a mí me gustó más es el primero, el de Ya basta indígena, y que inicia con la propia irrupción zapatista del 1 de enero de 1994. Es donde está, precisamente, el capítulo que el doctor Valdés, la anécdota que el doctor Valdés acaba de describir, precisamente, y que no reproduzco, porque ha sido ampliamente conocida, en el que paga cochi. Y empieza con una narración muy, muy enriquecedora. Recupera los textos indígenas, los textos del Subcomandante Marcos, el Sub, como le dice don Luis aquí.
Recupera, por ejemplo, las diversas declaraciones. Y hay cosas, realmente, interesantes. También, parte del anecdotario. Una que me involucra y que yo tengo que corregir. Narra don Luis, por ejemplo, que en diciembre de 1994, el recién ingresado a la función pública, el doctor Zedillo, Presidente de México, me había hablado a mí. A la sazón, yo era Secretario General del PAN.
Pero en aquel diciembre de 1994, pasadas las elecciones presidenciales, donde Diego Fernández de Cevallos fue candidato, y me alegra mucho verlo por aquí, entre la concurrencia, y me alegra por muchas razones después de, entre otras cosas, por una ausencia que nos dolió mucho. Y que, por cierto, también, se cita en el libro. También voy a hacer referencia probablemente a ella.

Dice que el doctor Zedillo me llamó a mí, en diciembre, para proponerme o para plantearme si el Partido Acción Nacional podría colaborar, precisamente, con un esfuerzo que intentaría, de intermediación o de diálogo, con el zapatismo.
Y aquí la primera precisión, porque el libro de don Luis dice que me llamó para que si yo le consultara a don Luis, qué le parecería hacer eso. En realidad, la versión es que nos llamaron y dije: Voy  consultar con el PAN. Y yo, el primero que se me ocurrió fue preguntarle a don Luis, efectivamente, y así fue, porque me siento muy orgulloso, también, de esa iniciativa.
Y por qué me hablaron a mí. Porque decía, en aquel diciembre, Carlos Castillo se había ido a un viaje muy largo con sus hijos, que le había prometido a sus hijos, pensando en que habían pasado las elecciones, el proceso electoral, la toma de posesión, y ya como que iban a estar más cansadas las cosas.
 Entonces. Por eso que yo era Secretario General del PAN, entra en funciones de Presidente. Coyunturalmente me tocó eso. Me tocaron varias cosas, a grado tal, por cierto, que un día, no había entonces ni messenger de BlackBerry, ni muchas cosas que se usan hoy.
 Un día Carlos Castillo me habla a dos, tres días y me dice: Cómo te va. Cómo te ha ido. Alguna novedad.
 No, acá bien. Bien, en general. El peso se devaluó, seguramente ya te enterarás de esto, terriblemente hace unos días. El Popocatépetl está a punto de hacer erupción. Y, efectivamente, al día siguiente hizo erupción, en aquél diciembre.
 Se hizo una Comisión de Diálogo con los zapatistas y la está presidiendo don Luis Álvarez. Pero fuera de eso, no ha pasado nada por aquí.
Así empieza este recorrido. Y don Luis aceptó. Y en el texto hay una frase que ustedes la encontrarán recurrentemente, que es la identidad que siente don Luis con las causas de justicia de las comunidades indígenas y del zapatismo.
 Por ejemplo, cuando reproduce la primera comunicación del EZLN, precisamente, en la toma de la cabecera municipal de San Cristóbal de las Casas, cuando habla, precisamente, de que ellos se están reivindicando, por lo que pedimos tu participación de seguir apoyando este plan del pueblo mexicano, que lucha por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz.
Don Luis agrega poco más adelante: Me percaté de que esas eran, esencialmente, las demandas con las que llevé a cabo mi campaña para la Presidencia de la República, a finales de los años 50.
Y estas demandas, que pudieran sonar genéricas, de trabajo, techo, tierra, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz, claramente son las que acompañan las aspiraciones de don Luis en su vida y, claramente, son el marco que él aborda, precisamente, para abrazar esta causa zapatista.
 Se rescata, entonces, esta primera parte en el primer capítulo, que más o menos termina hacia la reforma constitucional, ya con el Presidente Fox. Ese es el segundo capítulo, donde habla de una firme voluntad de paz.
Habla, también, cómo se orquestó, se articuló la marcha del zapatismo a la Ciudad de México, y la reforma constitucional. Y termina con el rechazo, ya mencionado aquí, del Comandante Marcos, del Subcomandante Marcos y la dirigencia zapatista, a las reformas constitucionales, y el distanciamiento con el Gobierno en ese, que tuvo que ver con don Luis.
Un capítulo tercero, que es fundamental, que habla de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, que don Luis presidió, a petición y encargo mío, y que estoy convencido, amigas y amigos, más que, se recogen de manera muy interesante los distintos aspectos o políticas públicas que ha habido en relación a los indígenas, desde las primeras etapas de los 20 hasta los 40. Esta etapa en que se hablaba de superar los problemas indígenas en una concepción muy integradora, muy, casi, arrolladora o excluyente de las comunidades indígenas mismas.
Esta idea, por ejemplo, de alfabetización de las comunidades sobre la base de casi prohibir la utilización de sus propias lenguas, con tal de lograr su perfecta culturización al castellano y otras, hasta otras evoluciones. Varias evoluciones durante décadas. Todas acompañadas por un común denominador, que era la corrupción y el abuso sobre la bandera de los pueblos indígenas. Luego la llegada de, la presencia de PRONASOL, hasta el alzamiento zapatista.
Y yo creo que sí viene una época distinta, y lo puedo decir, no porque me toque ser Presidente en ello, sino, porque hubo alguien como don Luis, que estuvo al frente de estas cosas.
Y creo que es muy difícil imaginar si ha habido, no sólo una cantidad mayor de recursos destinados a comunidades indígenas y, particularmente, en Chiapas. Sino hubo un campeón, un gestor, un abogado, un apóstol, como don Luis Álvarez, que se dedicó a que esos recursos llegaran a las comunidades indígenas.

 Y que su presencia fue fundamental para que hubiera hoy un gran hospital indígena en San Cristóbal de las Casas, por ejemplo. Lo mismo que varias clínicas y hospitales pequeños en Ocosingo, en las Margaritas y en otras partes.
Y que implicó que a esas comunidades indígenas que, como ya se mencionó aquí, pagaron, sufrieron, lo que a mi juicio fue un error, la instrucción recibida de no aceptar ningún apoyo gubernamental. Fue el corazón indígena de don Luis el que fue a abrir el corazón indígena de los indígenas, para que aceptaran lo que era suyo.
En una parte, en ciertos capítulos muy emocionantes que se describen, y que trataré de referirme a ellos un poquito más adelante. Y es don Luis, entonces, el que transforma esa realidad, porque entonces con él empieza a llegar lo que le corresponde, y que son las políticas públicas que, con sus deficiencias, resultan las más eficaces para sacar de postración y marginación a mucha gente.
Por ejemplo, el Programa de Oportunidades. Es la primera vez que lo reciben esas comunidades, y donde el problema era, que incluso como los zapatistas en algunas regiones habían prohibido, incluso, registrar a sus hijos, a los niños, no había actas de nacimiento para poder incorporar a los niños y a las mamás a los programas, por ejemplo. Llega, precisamente, el Seguro Popular. Llegan los apoyos de proyectos productivos, conducidos por las propias comunidades zapatistas.
Ya desde el 94, el 70 y Más. Muchos programas de vivienda, precisamente, en comunidades zapatistas y programas de piso, que les permitieron aligerar un poco su enorme y su centenaria o secular postración.
Algunas cosas que me parece muy interesante mencionar en el texto del libro, de algunos de sus capítulos. Cuando el EZLN, por ejemplo. Los distintos rechazos del EZLN a las propuestas del Gobierno, pero también el rol que juegan ciertos actores políticos muy relevantes. En todo este largo proceso de negociación, que tiene un fruto muy valioso, que es la paz, aunque no se haya concluido, finalmente en acuerdos definitivos. Finalmente, los zapatistas sí invocan que ellos, en el momento que asumieran un compromiso de paz, lo cumplieron, y dejaron de disparar.
Pero, por ejemplo en capítulos iniciales y hacia el final, hace don Luis un análisis del rol de la CONAI, y, por ejemplo, del Obispo Samuel Ruiz. Y por ejemplo, algunas partes interesantes, que vale la pena aquilatar.
 Dice: En diciembre. Habla del 94 mismo. Samuel Ruiz hizo ayuno de unos cuantos días, como una forma de obligar al Gobierno a regresar al diálogo suspendido durante la Presidencia de Salinas.
Por cierto, no fuimos pocos los que vimos una actitud protagónica en él.
Primero. No podíamos creerlo, pero a medida que lo observamos nos pareció más interesado en sobresalir que en colaborar en la pacificación.
 En ese tenor, recuerdo que cuando lo visité, vi que había dispuesto la exhibición ostentosa, sumamente ostentosa, de un cuadro que lo representaba a él junto a Fray Bartolomé de las Casas.
 Creo que una persona más modesta hubiera tenido recato en mostrar esa alegoría.
 Y un poco narra, más adelante, lo que ocurrió en el primer diálogo con los zapatistas y la primera, la COCOPA original o la COCOPA histórica, que menciona el propio don Luis.
Narra la escena aquella, histórica, además, porque es muy sabrosa la plática que hace don Luis de cómo fue conociendo a los zapatistas y a la comandancia del EZ.
Él y otros integrantes de la COCOPA histórica, como le llaman, o los Cocopos, que eran, precisamente, don Luis, Heberto Castillo, a quien el propio don Luis invita y convence de que forme parte de la COCOPA; Jaime Martínez Veloz y otros más.
Dice: Los comandantes delegados del EZ, principalmente el jefe de la delegación, David, y quienes, además, intervinieron en la exposición de sus puntos de vista, Tacho y Moisés, al principio de la discusión, expresaron no entender el lenguaje de la delegación gubernamental, dando pie para que Samuel Ruiz interviniera como exponente de los temas que se abordaban en las pláticas con Marco Antonio Bernal, que era a la sazón representante del Gobierno, y su compañero, Gustavo Iruegas.
A medida que avanzó el debate, las intervenciones del Obispo se hicieron más y más frecuentes, al grado de que, al poco tiempo, todos los planteamientos tenían que ser explicados por él, llegándose al extremo de que los mismos puntos de vista expresados por David y Tacho en un castellano perfectamente entendible, eran traducidos por el Obispo Ruiz a los delegados de Gobernación.
 Este método insólito estando frente a frente las dos partes, el Gobierno Federal y el EZ, la instancia mediadora actuaba como si ambos estuvieran a cientos de kilómetros.
Termina esa parte cuando acuerdan los Cocopos que ya estaban aislados de los del EZL por los círculos de ONG’s que estaban ahí, acuerdan un método increíble: que cualquiera que tenga un contacto cercano con cualquier dirigente del EZ, le diga que por favor quieren un diálogo directo con ellos. Y así ocurre. Llegan a ese acuerdo.
Y, de repente, el primero, que no lo veo por aquí, pero, le mando un saludo muy cordial, Rodolfo Elizondo, que también formaba parte de la COCOPA original o histórica. Dice: Al que primero se le presentó la oportunidad fue a Rodolfo Elizondo, quien tuvo que estirar el brazo para darle un jalón en el hombro a Tacho, y decirle que buscábamos un diálogo directo.
Sorprendido por esa petición inesperada, Tacho dijo que lo consultaría con sus compañeros. Horas más tarde nos dio una respuesta elocuente por sí misma: Aceptamos reunirnos con ustedes, pero sin el Obispo. Se estableció así, la llamada vía paralela que consistió en el diálogo directo entre la COCOPA y el EZLN, para construir acuerdos que allanaran la negociación.
Hace un recuento don Luis, también, y muy justo, de la labor social y del compromiso que el propio Samuel Ruiz había hecho durante décadas, precisamente, en la Diócesis de San Cristóbal y equilibra estas cosas, pero son datos interesantes que nos pueden ayudar a entender este difícil momento que se había vivido.
 Hay muchas otras cosas. A mí, en lo personal, el propio libro tiene la honestidad intelectual de citar otros ensayos que hablaron del zapatismo en aquél tiempo, desde muchos que escribieron, el propio Martínez Veloz, La Grange, con aquél de la genial impostura. Muchos ensayos, por cierto, los aquí presentes que describieron el momento.
Habla de la identidad que sentía con Marcos, porque las pláticas empiezan cuando supo, o de la presunta identidad de Sebastián Guillén Vicente, supo que era de Tampico, narra, estoy seguro, que con emoción, don Luis, que, precisamente, Marcos nació en el Hospital de la Beneficiencia Española de Tampico, que es justo donde nació Blanca Magrassi, aquí presente, y eso, seguramente, es un elemento de identidad fuerte y poderosa para don Luis, conociéndolo.
Y que, por cierto, cuando él era Alcalde de Chihuahua, en el 83, invitó a un grupo de empresarios pequeños y medianos, los convocó como Alcalde, y don Alfonso Guillén Guillén, a la sazón, padre de Marcos, asiste a Chihuahua a invitación de don Luis y dice: Me pareció un hombre a la par, sencillo y amable, y, también, se identifica con Marcos.
 Y, seguramente, usted nos dirá, don Luis, pero, también, platicaron de esas cosas en eso.
 Y, una última anécdota, de esta parte que me gusta mucho, aparte de la del pagas cochi, que me parece sensacional. Otra cosa de propaganda que no puedo omitir, pero dice: Por otro lado, me comentó que cuando nuestras conversaciones se iniciaban, me comentó que él había estado en mítines panistas, y lo dijo en tono de simpatía.
Y cuando nos tomamos una foto, dice: Me puso el brazo sobre los hombros como lo hacen los cuates en la prepa. Dice don Luis.
 Y, efectivamente, esa foto es famosa, de Marcos abrazando a don Luis. Y, yo creo, que lo abrazaba con el cariño que sentimos mucho con él.
 Les iba a decir una. Voy a decir dos cosas más.
 Uno. Primero. La anécdota.
 Una tarde, después de una de las discusiones sobre usos y costumbres que había tenido lugar en San Andrés, me tocó acompañar a la comandancia zapatista en una ambulancia de la Cruz Roja. Iba con Marcos y Tacho. En ese momento pasó al lado de la camioneta un matrimonio tzotzil. La mujer iba atrás cargando leña y el hombre iba adelante, tan campante.
 Y, entonces, volteé hacia Marcos y le dije: Esos son los usos y costumbres que tenemos que respetar.
 Él contestó: Ahí te hablan, Tacho.
 La anécdota no es irrelevante, porque pone al descubierto uno de los equívocos más nocivos defendidos por el EZLN. La idealización de las formas de convivencia y autogobierno indígena, no todas defendibles.
 Por cierto, citan ahí mismo a Juan Pedro Viqueira, aquí presente, que es una cita, Juan Pedro, que yo creo que me parece muy importante. Es muy larga y muy buena, y la recomiendo. Por favor, compren el libro.
 Pero una cosa que me parece fundamental, a propósito de la idealización, dice: La idealización, que es una forma de desconocimiento. La idealización de la realidad política de los indígenas, ha conducido la teoría de que ellos cuentan con un sistema de Gobierno de origen prehispánico que garantiza la resolución de conflictos, la armonía, la justicia y la igualdad en la comunidad, a partir de principios, no sólo diferentes, sino superiores.
 Y en general, para decir que no es así. Hay conflictos, y no hay armonía y hay injusticia como lo hay, creo, que en cualquier sociedad. Y que una parte importante de resolver los problemas de injusticia con los indígenas, también, es romper el prejuicio de que hay una cierta armonía prestabilita, precisamente, de origen indígena.
 Mis últimos comentarios.
 Otras cosas, porque se han comentado en prensa, y creo que una vez que ya lo ha escrito don Luis en su libro. Creo que por las razones que él considera convenientes, vale la pena comentar.
Es el tema de la salud del Comandante Marcos, o el Subcomandante Marcos, que aparte, como se sabe, tiene, honestamente, muy buena prosa y muy buen verso. Hay algunas cosas que a mí me han gustado mucho.
Y como ésta es una sesión literaria, me voy a permitir leer algunas, pero una me gustó, precisamente, que es del 1 de enero del 96, dos años después, cuando hacen una Declaración de la Selva Lacandona, la cuarta, y que plantea la construcción del Frente Zapatista de Liberación Nacional.
Escribe una cosa interesante. Dice: No morirá la flor de la palabra. Podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, pero la palabra que vino desde el fondo de la historia, de la tierra, ya no podrá ser arrancada por la soberbia del poder.

 Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos, moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los demás, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quien se niega es el regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida, para todos la luz, para todos todo. En fin.
 Y lo digo porque esto no me dirá la palabra y podrá morir el rostro oculto de quien la nombra hoy, tiene que ver, precisamente, con ese debate que se hizo en la prensa.
 Primero. Efectivamente, don Luis cita a Jaime Martínez Veloz, que lo aborda en el Aeropuerto de Chiapas, lo jala, digamos, a una esquina. Jaime Martínez Veloz, ex Cocolo original, era representante del Gobierno de Chiapas en la COCOPA bajo el gobierno actual, y según la cita de don Luis, interesante, es, dice: Su amigo Marcos está muy enfermo, tiene cáncer y necesita ayuda. Eso lo cita Jaime Martínez Veloz.
Poco después, también en justicia para el propio Marcos. Hay que decir que el propio Marcos desmiente, y lo cita libros adelante, el libro de don Luis, con un texto pequeñito que, también, creo que en justicia vale la pena leer, para equilibrar.
 Dice Marcos adelante, a propósito de otra reunión, y a propósito de los rumores sobre su enfermedad, dice: Lamento, con pesar, que con mi firma y la fecha en que se estampa, contradiga los rumores hechos, twitters, noticieros, comunicados gubernamentales sobre mi estado de salud, aunque hay que decirlo, eso de la enfisema y del cáncer pulmonar provocó que ya no me manden más tabaco, lo que sí es una clara maniobra contrainsurgente. Así que, es oficial, no tengo eso que dicen que tengo, o no todavía, así que, no tengan pena y manden tabaco.
Lo relevante para mí en esto, más que el tema de la salud o no, que el propio Marcos lo desmiente, y más que la versión de Martínez, es que a partir de ese momento, y yo creo que por la tenacidad de don Luis, que era como una gota de agua perforando rocas, hubo un cambio en las comunidades zapatistas que se decidieron a aceptar masivamente, o muchas de ellas, apoyos del Gobierno.
Ya no sólo era la labor de don Luis, que lo había ido a ver, porque don Luis se iba sin escoltas, sin equipo, etcétera, y entraba casi caminando, o quizá con un chofer atropellador de cochis a las comunidades, iba caminando y les abría el corazón. Alguna vez hasta agredieron su vehículo ahí, en San José, en un municipio.
Pero él, con la paciencia del resistente civil que, como él señala, también, en el libro: La resistencia civil no es claudicación ni pasividad, la resistencia civil, como las enseñó él a muchos, la no violencia no supone pasividad, más bien propone las virtudes contrarias a ella, como la entereza, la diligencia, la constancia y el dominio personal. Y con resistencia civil y con no violencia, don Luis abrió las comunidades zapatistas.
 Y, a partir de eso, y quizá coincidentemente con el rumor éste de la enfermedad, las comunidades se abrieron. Hay un pasaje, que es el último que recomiendo, y perdón por la extensión en el uso de la palabra, donde cita una reunión que hay entre don Luis, los zapatistas, representantes del Gobierno, y habla uno de los líderes zapatistas, Porfirio, excombatiente del EZ, en Ocosingo, cercano a Marcos, que da lectura a un texto de las juntas de buen Gobierno, y dice:
Don Luis Álvarez, Presente:
 El levantamiento armado zapatista que tuvo lugar el 1° primero de enero del 94, fue por los agravios que ha sufrido la población indígena de todo el país, no sólo de Chiapas.
 Declaramos la guerra al mal Gobierno por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Es decir, las mismas demandas de aquél 94.
 No hemos claudicado en nuestra lucha hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo, hasta alcanzar un país libre y democrático.
 Pero, también, somos conscientes de que llevamos más de 16 años de resistencia pacífica, donde los hombres y mujeres indígenas de los municipios autónomos han demostrado, con gran valentía y entusiasmo, que sabemos cómo gobernarnos y poner en marcha la autonomía de los pueblos.
 Los comités de las juntas de buen Gobierno, nos han pedido que acudamos con ustedes para que puedan recibir apoyos de proyectos que no son dádivas, sino derecho de todos los mexicanos. Y, respetando el mandar obedeciendo, hemos accedido a establecer un vínculo de comunicación con ustedes, para hacer llegar esos apoyos a la población en resistencia.
A partir de entonces y, sobre todo, a partir de entonces, el apoyo Federal, por mediación de don Luis, por conducto de don Luis, de Xavier Abreu aquí, presente; de la Comisión de Pueblos Indígenas, la SEDESOL generó un importante apoyo social a las comunidades más marginadas que habían quedado segregadas de ese apoyo.
Termino diciendo que valdría la pena hacer un recuento de lo que ha significado el movimiento zapatista en los estándares de vida de Chiapas, si ha habido cambios o no en salud, si ha habido cambios o no en educación, si ha habido cambios o no en el nivel de ingreso, si ha habido cambios o no en la calidad de vida de la gente.
Yo pienso que sí, pero, no pienso, sé. Pero lo que pido es una honesta remisión a los datos más objetivos que ustedes puedan encontrar.
Por lo pronto, hoy, Chiapas ya no es el estado con mayor marginación y mayor pobreza del país; por lo pronto,  hoy, Chiapas, ya tiene cobertura universal de salud y muchas cosas que, quizá, eran inimaginables en aquel día del levantamiento, de 1994.
Don Luis, amigos, cambió, a partir de su encuentro con los indígenas, no sólo con los zapatistas, y no sólo con los tzeltales y los tzotziles, o con los lacandones, sino, a partir de ese encuentro con más de 60 etnias en todo el país, del cual fue un apóstol y un abanderado, ha sido y es en todos estos años.
Pero, sobre todo, ha sido una luz que ha cambiado la realidad de las comunidades zapatistas, no a partir de las armas, como originalmente ellas vendían, sino, a partir de la fuerza de los no violentos, de la fuerza de los pacíficos, como dice el Evangelio, del cual, si queda alguno entre nosotros, ese hombre fuerte de la paz se llama don Luis Álvarez y tenemos el privilegio de tenerlo con nosotros.
 Muchas gracias, por invitarme, mi querido don Luis.
*
Don Luis H. Álvarez durante la Presentación del libro Corazón Indígena
Muy estimado licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México.
Querida Margarita Zavala.
Muy amables integrantes de este presídium.
Señoras y señores:
El Libro Corazón Indígena, es testimonio de una de las experiencias más significativas en mi actividad política: la que se vincula con la resistencia y lucha de los pueblos originarios para preservar su cultura y hacer valer sus derechos.
La apertura a la democracia fue un objetivo que determinó mi decisión de involucrarme en el ámbito político, pese a la mala fama que tienen, tenían, quienes participaban en ese quehacer tan incomprendido, como necesario.
Teniendo oportunidades de las que otros habían carecido, me sentí obligado a aportar un grano de arena en el cambio que consideraba indispensable. Así fue como entré a la política.
Al conocer cada vez más el país, me di cuenta de que la marginación presenta distintos estadíos, desde la exclusión económica y social, hasta expresiones diversas de intolerancia.
Si muchos ciudadanos sentíamos lastimados nuestros derechos cívicos, qué podrían pensar o sentir los pueblos indígenas, que sobre sí cargaban siglos de discriminación y oprobio.
Muchos años habrían de pasar para que, en forma dramática, sus demandas de justicia se impusieran en la agenda política nacional.
Ese firme llamado a la conciencia, tuvo lugar con la irrupción del EZLN, el 1° de enero de 1994.
Por azar del destino, pronto me vi inmerso en el tema, el cual dio sentido a mis propios afanes y quehaceres.
Como Senador, fundé la Primera Comisión de Concordia y Pacificación, COCOPA, y, posteriormente, al ocurrir la transición democrática, fui Coordinador para el Diálogo y la Negociación en Chiapas.
En 2006, el Presidente Felipe Calderón, quien nos honra con su presencia, me dio la oportunidad de dirigir la CDI, en la que pude hacer extensiva a los diversos pueblos originarios del país la experiencia vivida en Chiapas. Eso marcó mi vida.
 Así, consta en las páginas de este libro Corazón Indígena, hechos relativos a esos episodios vividos con los pueblos originarios de México, a los que siempre tendré presentes en mi corazón y pensamiento.
 Señoras y señores:
México tiene por delante la gran tarea de construir y fortalecer su proyecto de Nación. Para ello, es indispensable el apuntalamiento de su democracia, con base en una política incluyente, que considere la pluralidad interna como riqueza y no como problema a resolver.
Ese problema debe hacer justicia a los pueblos indígenas, descendientes de los dueños originarios de lo que hoy es nuestro país.
Por lo tanto, el mejoramiento de sus condiciones de vida debe continuar como uno de los temas prioritarios para el Gobierno de la República y para la Nación en su conjunto, ya que el poder de la ciudadanía no sólo se mide en votos, sino, también, en su capacidad de diseñar políticas orientadas a su bienestar.
El reto, es ser ciudadanos de tiempo completo. Por ello, con su ejemplo de dignidad y de perseverancia, los pueblos indígenas nos recuerdan a todos que la lucha por valores democráticos es permanente y no admite claudicaciones.
Termino, recordando las palabras de Octavio Paz, en su libro El Laberinto de la Soledad, y cito: Quien ha visto la esperanza, no la olvida. La busca bajo todos los cielos y entre todos los hombres. Y sueña que un día va a encontrarla de nuevo, no sabe dónde, acaso entre los suyos. En cada hombre late la posibilidad de ser o, más exactamente, de volver a ser, otro hombre. Fin de la cita.
Yo he visto en las comunidades indígenas de nuestro país los rostros de hombres, mujeres, jóvenes y niños que no se rinden en su orfandad, ni se abandonan en su soledad.
He visto la manifestación visible de que la desesperación esperanzada de que habla Paz, está entre nosotros, y, con ella, la posibilidad de volver a ser otros. Mejores, por supuesto.
Muchas gracias.

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