9 jun 2014

Reunidos los tres “hermanos”: la fuerza del gesto inédito


Todo comenzó a las 18:10 horas, cuando el pontífice recibió al presidente israelí en la Casa de Santa Marta.
Reunidos los tres “hermanos”: la fuerza del gesto inédito
 Un analisis de Tornielli sobre el encuentro por la paz promovido por el papa Francisco con Peres, Abu Mazen y Bartolomeo
 ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
Vatican Insider, 9 de junio de 2014
“Existen gestos que me salen del corazón, en aquel momento...”. Así el Papa Francisco respondió a quienes hace dos semanas le preguntaban como nació el homenaje con el beso en la mano a los supervivientes de la Shoa en Yad Vashem. Y es este el modo en que a Bergoglio le vino la idea de reunir para rezar a los responsables de los dos pueblos, el israelí y el palestino, durante el breve viaje en Tierra Santa del pasado mes de mayo. El sueño no se pudo realizar entonces, pero el Papa no renunció, e invitó a su casa a Simón Peres y Abu Mazen.

 La invocación a Dios para que conceda la paz en Tierra Santa se ha desarrolló ayer por la tarde en el Vaticano en un nuevo gesto inédito. Juan Pablo II, después del 11 de septiembre, invitó a Asís a los líderes de las distintas religiones. Pero no pudo rezar en el mismo lugar que se combatía. Más que las palabras, que en cualquier caso son significativas, lo que más ha llamado la atención de la ceremonia en el jardín triangular con la Cúpula de fondo, han sido los silencios, los participantes, las imágenes. Algo realmente “potente”, ha comentado el portavoz del presidente Peres. Una celebración cuidada con todo detalle por el Custodio de Tierra Santa, el padre Pierbattista Pizzaballa, dando igual espacio a las tres religiones profesadas por quien vive en Israel y Palestina. Las tres oraciones distintas, sin confunsión, pero acompañadas por tantos creyentes en todo el mundo, todos espiritualmente presentes al lado de los cuatro ancianos que han plantado un pequeño olivo, símbolo de la paz y planta emblemática: son necesarios muchos años antes de que pueda dar los primeros frutos.
 Un gesto inédito, el de ayer por la tarde, también para los cristianos. Unidos en el abrazo entre Francisco y el Patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomeo, ambos en el centro de la escena al momento del saludo final de la paz. Una minoría, la cristiana, cada vez más reconciliada en su interior, que puede jugar un papel clave en la pacificación entre israelíes y palestinos.

Francisco ha querido poner una piedra en un proceso de negociación estancado, interrumpido después de la decisión de Abu Mazen de dar vida a un gobierno de unidad nacional con exponentes de Hamas, a la que ha seguido el anuncio por parte del premier israelí, Benjamín Netanyahu, de autorizar miles de nuevos asentamientos de colonos en Cisjordania. El obispo de Roma no ha actuado como político, ha invitado a los dos presidentes a rezar, como hombres de fe, bajo la sombra de la Cúpula de San Pedro. Las tensiones y los conflictos abiertos continúan siendo muchos. Tanto Peres como Abu Mazen se han referido en sus intervenciones a la unidad de Jerusalén como ciudad santa de sus respectivas creencias. Pero el presidente de Israel, cercano al fin de su mandato, ha reconocido también que la paz debe ser construida incluso “si eso significa pedir sacrificios o compromisos”.
 Francisco no ha ejercido de diplomático ni mediador. Pero ha dicho palabras muy claras sobre las demasiadas víctimas inocentes de la guerra y la violencia: “Es nuestro deber hacer que su sacrificio no sea en vano”. “Para hacer la paz –ha añadido-- es necesario coraje, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita coraje, valentía, para decir sí al encuentro y no al desencuentro; sí al diálogo y no a la violencia; si a la negociación y no a la hostilidad; si al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la mentira. Por todos estos motivos, es necesaria la valentía, gran fuerza de ánimo”.
 E invocar a Dios, alzar los ojos al cielo, no significa para nada renunciar al empeño de construir “artesanalmente”, cada día y con valentía, la paz. Haber rezado en el mismo lugar, con rabinos, curas e imam, con los representantes de los pueblos de Israel y Palestina, en el día en que los cristianos celebran Pentecostés –fiesta del Espíritu Santo que “es armonía” como siempre recuerda Bergoglio-- es una llamada a la responsabildad. La espiral del odio y de la violencia va destruida “con una sola palabra: 'hermano'. Pero para decir esta palabra –ha concluido Francisco-- debemos alzar todos la mirada al cielo y reconocernos hijos de un único Padre”.
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Rompamos la espiral del odio, implora el Papa a Peres y Abbas
Opinión de ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
Vatican Insider, CIUDAD DEL VATICANO
El Papa instó hoy a los presidentes de Israel y de Palestina a romper la espiral del odio en Medio Oriente y tener la valentía de decir sí a la negociación y no a la hostilidad, sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones. Shimon Peres y Mahmud Abbas protagonizaron junto a Francisco un encuentro histórico en el Vaticano, lleno de momentos sugestivos.
Todo comenzó a las 18:10 horas, cuando el pontífice recibió al presidente israelí en la Casa de Santa Marta. Ahí se reunió con él durante unos 20 minutos en privado. Luego tocó el turno a Abbas, con quien el líder católico también dialogó cara a cara.
En el ingreso de la residencia tuvo lugar el primer momento inédito, un abrazo entre los presidentes con Jorge Mario Bergoglio como testigo. A ellos se sumó el patriarca ecuménico de Constantinopla, el líder ortodoxo Bartolomé I. Todos juntos abordaron una sencilla camioneta blanca, a bordo de la cual recorrieron los Jardines Vaticanos hasta el prado donde tuvo lugar el acto de “invocación por la paz”.
Aquella escena fue sorprendente. Sentados en asientos enfrentados, parecieron dialogar como viejos amigos antes que líderes mundiales. Uno de los tantos gestos sin precedentes de una jornada que quedará estampada en los libros de historia. Otros de los momentos clave fue cuando los cuatro plantaron juntos un árbol de olivo.
Tras los diversos espacios de oración -de judíos, cristianos y musulmanes-, tomó la palabra el Papa. “Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no al doblez”, indicó.
Advirtió que el mundo es un legado recibido de los antepasados, pero también un préstamo “de nuestros hijos”, los cuales “están cansados y agotados por los conflictos y con ganas de llegar a los albores de la paz”. Estableció que esos mismos hijos exigen “derribar los muros de la enemistad” y tomar el camino del diálogo y de la paz, para que triunfen el amor y la amistad.
“Muchos, demasiados de estos hijos han caído víctimas inocentes de la guerra y de la violencia, plantas arrancadas en plena floración. Es deber nuestro lograr que su sacrificio no sea en vano. Que su memoria nos infunda el valor de la paz”, insistió.
Francisco reconoció que, para lograr la reconciliación, se necesita valor y “gran fuerza de ánimo”, la fuerza de perseverar en el diálogo a toda costa, la paciencia para tejer día tras día el entramado cada vez más robusto de una convivencia respetuosa y pacífica.
“La historia nos enseña que nuestras fuerzas por sí solas no son suficientes. Más de una vez hemos estado cerca de la paz, pero el maligno, por diversos medios, ha conseguido impedirla. Por eso estamos aquí, porque sabemos y creemos que necesitamos la ayuda de Dios. Hemos escuchado una llamada, y debemos responder: la llamada a romper la espiral del odio y la violencia; a doblegarla con una sola palabra: hermano. Pero para decir esta palabra, todos debemos levantar la mirada al cielo, y reconocernos hijos de un mismo padre”, dijo.
Por su parte el presidente de Israel, Shimon Peres, invocó una paz “entre iguales”. “Dos pueblos –los israelíes y los palestinos- desean aún ardientemente la paz. Las lágrimas de las madres y sus hijos están aún impresas en nuestros corazones. Nosotros debemos poner fin a los gritos, a la violencia, al conflicto. Todos nosotros tenemos necesidad de paz. Paz entre iguales”, afirmó.
Consideró que si todos persiguen la paz con perseverancia y con fe, la alcanzarán. Y ella durará gracias a los representantes de todos los credos y de todas las naciones. “Nosotros todos somos iguales ante el señor. Nosotros somos todos parte de la familia humana. Por ello sin paz nosotros no estamos completos y debemos aún cumplir la misión de la humanidad”, agregó.
Recordó que el libro de los libros de los judíos, la Torá, les impone el camino de la paz y les pide empeñarse en su realización. Por eso clamó para que la pacificación pueda alcanzarse “pronto”, aunque eso implique sacrificios o compromisos.
“Que la verdadera paz sea nuestra herencia, pronto y rápidamente. Esto significa que debemos perseguir la paz. Cada año. Cada día. Incluso cuando la paz parezca lejana, nosotros debemos perseguirla para hacerla más cercana. Nosotros podemos –juntos y ahora, israelíes y palestinos- transformar nuestra noble visión en una realidad de bienestar y prosperidad. Está en nuestro poder llevar la paz a nuestros hijos. Este es nuestro deber, la misión santa de los padres”, apuntó.
Luego el presidente palestino, Mahmud Abbas, imploró seguridad, salvación y estabilidad para su país. Insistió particularmente en defender a Jerusalén como parte de la Tierra Palestina, en congruencia con la posición de su gobierno.
“Te suplico, señor, en el nombre de mi pueblo, el pueblo de la palestina –musulmanes, cristianos y samaritanos- que desea ardientemente una paz justa, una vida digna y la libertad, te suplico, señor, de hacer el futuro de nuestro pueblo próspero y prometedor, con la libertad en un Estado soberano e independiente”, precisó.
Durante su mensaje citó palabras de Jesucristo y de Juan Pablo II, clamó porque Palestina sea una tierra segura para todos los creyentes y solicitó a Dios aliviar el sufrimiento de su pueblo.
“Oh señor, trae una paz completa y justa para nuestro país y a la región para que nuestro pueblo y los pueblos del Medio Oriente y el mundo entero puedan gozar del fruto de la paz, de la estabilidad y la coexistencia. Nosotros deseamos la paz para nosotros y nuestros vecinos. Nosotros buscamos la prosperidad y los pensamientos de paz para nosotros como para los demás”, sentenció.
Tras el plantado del olivo los cuatro: el Papa, Peres, Abbas y Bartolomé se dirigieron –a pie- al edificio de la Casina Pío IV, la sede de la Pontificia Academia para las Ciencias, ubicada a apenas unos metros. Allí sostuvieron un encuentro privado.

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