Los
asesinatos de cristianos/Tahar ben Jelloun, escritor, miembro de la Academia Goncourt
Publicado en LA VANGUARDIA,
07/01/11.
Cada
vez que Al Qaeda comete un asesinato en el mundo, perpetra un crimen contra el
islam, un crimen contra la humanidad. Desde octubre, esta organización ha
decidido atacar a ciudadanos árabes en países árabes pero cuya religión no es
el islam. Sean cristianos de Iraq, que eran más de un millón en 1980 y que hoy
no son más de 636.000 (el 2% de la población), o coptos de Egipto, que suponen
el 10% de la población total, se han convertido – como así lo ha declarado un
comunicado de Al Qaeda-en “objetivos legítimos”, hombres y mujeres cuya sangre
es lícito que sea derramada. Así lleva a cabo la guerra contra el islam y los
musulmanes esta organización de la que no se conoce ni su jefe ejecutivo, ni su
sede, ni su objetivo final.
Matar
a cristianos que rezan, como ocurrió el 6 de noviembre en la catedral siriaca
católica de Nuestra Señora en Iraq (58 muertos y 67 heridos), hacer estallar un
coche bomba ante una iglesia copta en Alejandría la noche de San Silvestre (21
muertos y un centenar de heridos) no puede tener más que un objetivo:
desencadenar una guerra civil entre cristianos y musulmanes como ocurrió en
Líbano desde el año 1975. La estrategia de Al Qaeda busca cualquier cosa que
suponga desgarrar, crear problemas y verter sangre de la población árabe. De hecho
esta organización criminal desencadenó primero la guerra contra Occidente, pero
ahora está cometiendo la mayoría de sus masacres en países musulmanes.
Expertos
de todo el mundo intentan descubrir qué secretos objetivos se ocultan tras esta
estrategia mortal. Pero no encuentran nada preciso, nada verificable. Todo lo
que se sabe es que no actúa por casualidad, que sus crímenes están
planificados, bien preparados y que permanece activa en numerosos países. Se
sabe que estados como Pakistán, Irán y Afganistán tienen una complicidad
objetiva con Al Qaeda. Pero ello es muy difícil de probar.
El
terrorismo que enarbola la bandera musulmana es una empresa que pretende hacer
de todo musulmán en el mundo un “terrorista en potencia”. El pasaporte árabe,
el nombre musulmán, el rostro oriental, son inmediatamente sospechosos en los
aeropuertos. Incluso cuando se viaja con un pasaporte de la Unión Europea y se
tiene nombre árabe, uno es mirado con sospecha. Eso me ocurre con frecuencia en
mis viajes. Pero me he acostumbrado y ya no me molesta. Por el contrario, cada
vez maldigo a los criminales de Al Qaeda que han manchado la reputación del
mundo islámico, convirtiéndolo en sinónimo de intolerancia y violencia.
El
islam no sólo reconoce y respeta a las otras religiones monoteístas, sino que
ordena a los musulmanes reconocer y celebrar a los profetas que precedieron a
Mahoma. Así, cada musulmán tiene el deber de respetar a Abraham, a Moisés y a
Jesús del mismo modo que a Mahoma, designado por Dios como el último de los
profetas, el que cierra el ciclo de la profecía. Incluso admitiendo que al
principio de la expansión del islam Mahoma hizo la guerra a los judíos y a los
cristianos. Pero era un contexto distinto, vinculado a la historia de una época
en que el islam no era aquello en que se ha convertido hoy. Los que en la
actualidad atacan a inocentes que están rezando traicionan la orden coránica y
participan en la falsificación del mensaje de Dios. Pero ¿quiénes son estos
“bárbaros”, como los ha llamado Benedicto XVI?
¿Quién
los financia? ¿Quién planifica sus crímenes?
Curiosamente,
aunque Sadam era un tirano sanguinario, nunca jamás atacó a los cristianos que
vivían en su país. Un número importante de judíos han vivido en paz en el mundo
árabe, al menos hasta 1967, cuando se produjo la guerra de junio entre Israel y
los países árabes. Pero mucho antes, desde 1948, Alejandría, como Damasco y
Bagdad se vaciaron de sus judíos. Todos marcharon a Israel o a cualquier parte
del mundo. Esos países se empobrecieron por el exilio de esta comunidad. Eso
es, aparentemente, lo que busca hacer Al Qaeda con los cristianos. Cientos de
cristianos iraquíes ya han pedido exiliarse en países de Europa. El exilio es
una herida, un desgarro cruel en la vida de familias que vivían en paz y que,
para salvar la piel, son obligadas a dejar su tierra natal, su vida, sus casas.
Hoy
en día es cada vez más difícil ser musulmán. Hay vergüenza y cólera, impotencia
y rabia. ¿Qué hacer? Los estados árabes deben tomar conciencia del mal infinito
que esta organización hace sufrir al mundo árabe-musulmán. Hay que reaccionar,
unir todos los esfuerzos y declarar una guerra a los que manipulan el islam y
cometen crímenes atroces en su nombre.
Les
toca a los gobiernos de Bagdad y de El Cairo proteger a sus ciudadanos de
confesiones no musulmanas. Si no reaccionan con vigor, todo el futuro del mundo
árabe estará secuestrado por la intolerancia y la brutalidad asesinas.
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