La Picota eran columnas de piedra sobre las que se exponía a los reos y las cabezas o cuerpos de los ajusticiados por la autoridad civil. La pena de exhibición en la picota aparece ya legislada en el siglo XIII, en el libro de Las Partidas, de Alfonso X, considerándose la última de las penas leves a los delincuentes para su deshonra y castigo.
Las columnas políticas, hoy 9 de septiembre de 2015
Las columnas políticas, hoy 9 de septiembre de 2015
Bajo Reserva/ El Universal
Del #YaMeCansé al #NoVoyaSalir
Nada de salidas en falso. Del #YaMeCansé al #NoVoyaSalir a responder al informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, es la definición del ex procurador general de la República Jesús Murillo Karam. Sus colaboradores más cercanos han enviado el mensaje de que don Jesús no va a salir a medios a defender la “verdad histórica” de su investigación sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El también ex secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, cargo en el que duró apenas unos meses, ha defendido en privado el curso de sus indagatorias y no hay un tema que le apasione más desde hace casi un año. Sin embargo, nos dicen, no hay manera alguna de que salga a responder a los señalamientos y las conclusiones de los investigadores del GIEI, nos comentan.
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FRENTES POLÍTICOS/EXcelsior
I.Los héroes. Como reveladores de la verdad absoluta, integrantes de la Comisión de Especialistas Independientes visitaron ayer la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa para informar a los padres de los 43 jóvenes desaparecidos sobre su investigación. A Claudia Paz, Francisco Cox y Carlos Martín Beristáin los recibieron con collares de flores de cempasúchil. Pura tradición. Una pena, en cambio, que los expertos, los estudiosos del caso, desaprovecharan la ocasión para informar a los padres, por ejemplo, ¿quién mandó esa noche a sus hijos a Iguala?, ¿por qué nunca se investigó a José Luis Hernández Rivera, director de la normal? y, bueno, si no los cremaron en Cocula, ¿por qué diablos no los están buscando?, ¿de verdad creen que no politizan el caso? Un poquito de pudor.
II.El poder del mal. La noche de Iguala no deja de ser noticia. A casi un año de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, lejos están de acabarse las investigaciones. Los peritajes confirman que los únicos responsables fueron José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda, su esposa. Lograron posicionar su imperio delincuencial en la región cuando fungió como edil e inclusive grupos rivales le exigieron la plaza. Su involucramiento con el crimen organizado está plenamente confirmado. En 2013, La Familia le secuestró a la suegra para, a cambio de recuperarla, quitarlo del camino y que les entregara el territorio que ya tenía dominado. ¿Y de Ángel Aguirre, el entonces gobernador, ya nadie se acuerda?
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¿Será?/ 24 Horas...
La desmemoria de Zambrano
El presidente de la Cámara, Jesús Zambrano, propuso la creación de una fiscalía para investigar el caso Ayotzinapa. No es mala idea, siempre y cuando la investigación incluya a quienes llevaron a la alcaldía de Iguala a José Luis Abarca, uno de los principales sospechosos de la desaparición de los normalistas. Y es que fue precisamente Zambrano quien, como dirigente del PRD, “vendió” en dos millones de pesos la candidatura a los Abarca, según testimonios de perredistas guerrerenses. A lo mejor le anda fallando un poco la memoria a don Jesús, pero le da rienda suelta a la imaginación con sus propuestas. ¿Será?
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TEMPLO MAYOR/Reforma
AUNQUE todo indica que el mayor damnificado por las nuevas revelaciones en el Caso Ayotzinapa es el ex procurador Jesús Murillo Karam, otros políticos también están tragando gordo.
ES EL CASO del flamante presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano.
EL CARPETAZO que dio la PGR le permitió al ex dirigente perredista “superar” el asunto -como diría el clásico- y meterse de lleno a la grilla parlamentaria.
PERO ahora que las investigaciones se reabren y podrían ir por derroteros no explorados, su nombre pinta para salir de nuevo a la palestra, lo que complicaría su gestión al frente de la Mesa Directiva de San Lázaro.
PORQUE ni modo que ya nadie se acuerde de la cercanía de “Los Chuchos” con el ex alcalde de Iguala José Luis Abarca, señalado por la desaparición de los 43 normalistas, quien está preso por delincuencia organizada.
EN LA POLÍTICA no sólo hay pragmatismo, idealismo, radicalismo, liberalismo o tecnocratismo… también existe ¡el veletismo!
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TRASCENDIÓ/Milenio
Que el presidente Enrique Peña Nieto tuvo que disculparse con los organizadores de la comida de los 300 líderes porque cuestiones de agenda privada le impidieron llegar, a pesar de ser uno de los invitados especiales.
Cuentan que el mandatario y su equipo estuvieron analizando los puntos que se tocarán en la próxima reunión con los padres de los normalistas de Ayotzinapa, que puede llevarse a cabo el jueves o el viernes de esta semana.
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EL ASALTO A LA RAZÓN/Carlos Marín
Milenio
Una bandera de muladar
Diputados y senadores que medran desde la oposición (adversarios mucho más del sentido común que del priato), sin sustento legal o ético alguno, se apresuran a exigir la “comparecencia” o “que se castigue” a los responsables de la investigación que conduce al basurero de Cocula.
Con Jesús Murillo Karam como principal objetivo, su linchamiento mediático agravia el honor de más de un centenar de peritos y especialistas mexicanos en múltiples disciplinas, pero no solo de la PGR, sino de los institutos de Biología y Geología de la UNAM, así como del Mexicano del Petróleo.
Para vergüenza de esos legisladores, en dos o tres días vienen conociéndose informaciones clave y opiniones calificadas que ponen en entredicho el punto que, aunque quizá sea de lo menos importante, sin duda es el más escandaloso del estudio de los expertos de la CIDH.
El menos importante porque en ese muladar u otro sitio fueron quemados los cuerpos de muchos o todos los desaparecidos y nada indica que uno solo de los 43 esté vivo.
Y lo más escandaloso es que un basurero se vuelva otra bandera política… para el puro desmadre.
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MENTIRA HISTÓRICA: ¿Y LOS ABARCA?/Ricardo Rocha
El Universal,
Más allá de quién tiene la razón, en cualquier país civilizado la discusión sería vergonzante: ¿Los quemaron o no? ¿Los enterraron o no? ¿Los torturaron o no? ¿Los mataron o no? ¿Dónde están sus cuerpos?
En un nuevo episodio de la infamia, vinieron de fuera para decirnos que somos unos ineptos, unos mentirosos o unos asesinos. Ya casi un año de la noche horrenda del 26 de septiembre en Iguala. Y todavía no hemos podido respondernos qué fue lo que pasó con los 43 jóvenes normalistas.
El “Informe Ayotzinapa” de 425 páginas, con la investigación alternativa realizada por el grupo de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, echa por tierra la mal llamada Verdad Histórica que hace meses proclamó el entonces procurador Jesús Murillo Karam. En éste, se denuncian numerosas omisiones, inconsistencias e ineptitudes en la investigación original de la PGR. Pero además, algunas de sus primeras conclusiones son francamente estremecedoras:
—La sospecha de que al menos uno de los camiones tomados por los estudiantes contenía droga camuflajeada por el cártel de los Guerreros Unidos, lo que explicaría la persecución y la saña brutal que originó seis asesinados a sangre fría, 20 heridos, más los 43 normalistas desaparecidos.
—Hubo nueve acciones a lo largo de esa noche en las que en diferentes momentos y con roles diversos, participaron en las agresiones o como cómplices observadores, policías municipales, estatales, pero también federales y hasta soldados del Ejército. A propósito, se descarta que los de Ayotzinapa pudieran haber sido confundidos con delincuentes.
—Pero lo más impactante ha sido la conclusión de que la supuesta quema de cuerpos en el basurero de Cocula fue imposible. O sea que nunca se realizó, según estableció la PGR en su Verdad Histórica. Los datos son escalofriantes: para incinerar los 43 cuerpos se requerían 30 mil kilos de madera o 13 mil 300 llantas ardiendo durante 60 horas.
Por supuesto que la pregunta obligada es ¿si no fueron incinerados, dónde están? Así que ante la falta de evidencias, me atrevo a afirmar que dos de los que saben qué pasó en esas horas negras están en manos del gobierno federal desde hace meses: el entonces alcalde de Iguala José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda. Ambos ejercían como caciques de horca y cuchillo en Iguala, donde hasta el principal centro comercial les pertenecía. Nada ocurría que no supiesen. El comandante del 27 Batallón, José Rodríguez Pérez, estaba al lado de ella en su fiesta del DIF la noche del horror. Luego, usted lo recuerda, los Abarca desaparecieron y estuvieron prófugos durante semanas; por algo sería. ¿Alguien puede creer que desde que fueron capturados en el DF el 4 de noviembre de 2014, no han aportado nada al esclarecimiento de la verdad en este caso del oprobio? ¿O será que lo revelado por los Abarca es tan terrible que el gobierno ha preferido acallarlos en una versión de Aburtos 2015?
Ahora se anuncia un nuevo encuentro del presidente Peña Nieto con los padres de los normalistas y una tercera investigación “con expertos del más alto nivel”, donde supuestamente se incluirían los del GIEI de la CIDH. A ver si es cierto. Pero si se valen sugerencias, no se hagan bolas: interroguen a los Abarca.
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Alhajero/Martha Anaya
24 Horas..
#SIN CONFIANZA NO HAY GOBIERNO.- Chulada de imagen la de los senadores panistas: En filita (alrededor de una docena, empezando por su coordinador en funciones), frente a las cámaras y micrófonos de los reporteros, con un cartel a la altura del pecho y esta leyenda: #SIN CONFIANZA NO HAY GOBIERNO.
La etiqueta provenía de las consecuencias del informe de los expertos independientes sobre Ayotzinapa. Pedirían la conformación de una comisión internacional, tipo la que opera en Guatemala, para dotar de credibilidad el reencauzamiento de las investigaciones.
–¿Se trata de golpear al Presidente?–, preguntó un reportero.
–No necesitamos agregar un solo golpe al Presidente de la República –atajó Corral–. Peña se golpea solo.
GEMAS: Regalito del rector de la UNAM: José Narro: “México necesita la verdad sin ningún adjetivo; la verdad no admite adjetivo y lo que México demanda y requiere es realmente la verdad”.
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Ilegal y hasta delictivo el informe de “expertos”/Ricardo Alemán
EL Universal
El “informe” de los “expertos” “independientes” se sustenta –sobre todo en los dos temas más controvertidos–, en meras especulaciones.
Está claro que el gobierno mexicano solicitó la intervención de la CIDH para esclarecer el crimen de normalistas en Iguala, lo que confirma la debilidad del Estado.
Es claro que el grupo de expertos tienen el aval de la CIDH para encontrar la verdad en la desaparición de los jovenes, lo que habla del descrédito de los expertos mexicanos en la materia.
Pero lo que no queda claro son las facultades legales que ampararon entrevistas e interrogatorios a testigos y actores de los hechos –motivo de una averiguación previa–, que realizaron los “expertos” foráneos.
¿Con qué fundamentos legales –nacionales y/o internacionales–, los “expertos” o “peritos” recabaron las testimoniales? ¿Qué valor jurídico tiene la prueba testimonial en un dictamen pericial como el del GIEI? ¿Con qué facultades actuaron y actúan “expertos” y/o “peritos” de la GIEI, que en los hechos asumieron facultades de Ministerio Público o Juez?
Para empezar, se debe aclarar que todo peritaje es un dictamen que se sustenta en consideraciones y conclusiones. Y si el peritaje no se ajusta a reglas legales y principios internacionales, sus consideraciones y conclusiones son irrelevantes.
Además, todo dictamen pericial –independiente de su naturaleza o materia–, no se sustenta ni se puede sustentar en la prueba testimonial o en declaraciones. La testimonial –por su propia naturaleza jurídica–, no es congruente con la pericia, la ciencia o la técnica a que está sujeta toda prueba pericial.
Y viene a cuento porque en el “informe” de “expertos” y/ o “peritos” “independientes” del GIEI, más del 90% de las valoraciones son producto de entrevistas a testigos, de especulaciones, interpretación de hechos, recortes de prensa, supuestos, creencias y hasta rumores. ¿Y eso qué significa?
1.- Que tomar declaraciones de personas, especular o dar por ciertos rumores, no es científico y tampoco tiene rigor técnico.
2.- Que los dictámenes y conclusiones –como los elaborados por el GIEI– a partir de esas deficiencias, carecen de toda eficacia probatoria y no resisten la sana crítica inherente al análisis de la prueba pericial.
3.- Que si esas declaraciones no tienen sustento científico o técnico, menos tienen valor probatorio para autoridad alguna; sea la Suprema Corte, un Tribunal Colegiado, Tribunal Unitario, tanto del Fuero Federal como del Fuero Común. Y menos para una instancia internacional.
4.- La prueba testimonial, es decir la declaración de personas –en el ámbito penal–, se rinde ante el ministerio público y/o el juzgador y toda declaración de carácter judicial debe rendirse ante esas autoridades.
5.- Toda persona que intervenga con el carácter de perito en un procedimiento judicial debe constreñirse a lineamientos y principios determinados por la prueba pericial de la materia que se trate.
6.- Si el perito no cumple con esos lineamientos, puede incurrir en delito, según el Código Penal Federal, en su articulo 247.
Lo curioso es que el “informe” de los “expertos” “independientes” se sustenta –sobre todo en los dos temas más controvertidos–, en meras especulaciones. ¿Y cuales son esos dos temas?
A.- El supuesto especialista, José Luis Torero dijo –sin hacer ninguna prueba científica, salvo su opinión–, que no era posible quemar en el basurero de Cocula los cuerpos de los 43.
B.- La ocurrencia del “quinto autobús” se basó –según el propio texto del informe–, “en testimonios de los alumnos y del chofer de la unidad, recabados por expertos”.
Es decir, se trata de un informe ilegal y hasta delictivo.
Así o más claro. Al tiempo.
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Iguala y Narvarte: no es represión, son drogas/Jorge Fernández Menéndez
Excelsior
Iguala y Narvarte: no es represión, son drogas
No fue la política, fue la droga. No fue la represión ni la venganza política, fueron los narcos. No fueron los poderosos, por lo menos, no los de la política nacional, fueron políticos locales y sicarios, unos pobres diablos que con placas o sin ella, pero siempre con armas, matan en un ejercicio cotidiano de impunidad.
Tanto en el caso de Iguala como en el del multihomicidio de la colonia Narvarte se montó una campaña argumentando que tanto los jóvenes de Ayotzinapa, así como el reportero gráfico Rubén Espinosa y las mujeres muertas en ese departamento capitalino, habían sido asesinados por el poder, responsabilizando a autoridades federales (y en el caso Narvarte a las de Veracruz) de falta de protección a las víctimas e, incluso, de estar directamente involucrados en los hechos. Cuando esas tesis propagandísticas se cayeron, se exigió que no se divulgara nueva información para “no victimizar” a las víctimas, pero en realidad para tratar de ocultar datos que se alejan de lo que consideran políticamente correcto porque daña sus intenciones reales.
En el caso Iguala, más allá de las contradicciones y supuestos del comité de expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, o de su perito José Torero respecto de si se incineraron o no los cuerpos de los jóvenes en el basurero de Cocula (una tesis que se contradice con los peritajes de un centenar de expertos nacionales e internacionales que trabajaron con la Procuraduría General de la República e incluso con la confesión de los asesinos materiales), lo cierto es que la conclusión que algunos manejamos desde un primer momento y que fue descalificada por quienes manipulan a los familiares o se dicen sus representantes, es que ese ataque tenía relación directa con el narcotráfico. Que si bien era verdad que la enorme mayoría de los jóvenes sacrificados no tenían relación con grupos criminales, la mayoría eran de primer ingreso, algunos de los líderes de Ayotzinapa sí la tenían con el grupo criminal de Los Rojos, rival de los Guerreros Unidos, el cártel en el que participaban el alcalde José Luis Abarca y su esposa, María de los Ángeles Pineda, al que respondían las policías de Cocula e Iguala.
Puede ser, como dice el informe que sea verdad que uno, varios o ninguno, de los autobuses que se robaron los estudiantes transportara droga del cártel de los Guerreros Unidos y por eso la virulencia de la reacción de sus sicarios. Eso se ha dicho desde que ocurrieron los hechos, es, simplemente una especulación, pero lo que sí es cierto es que los miembros de ese cártel estaban convencidos de que entre los estudiantes se escondía un comando de Los Rojos que quería asesinar a integrantes de Guerreros Unidos. Por eso los mataron. Y de eso son responsables tanto los de Guerreros Unidos, incluyendo el alcalde, su esposa y sus policías locales, como los dirigentes de Ayotzinapa que mandaron a los jóvenes al matadero. No fue un crimen político, fue un ajuste de cuentas de grupos criminales del que fueron víctimas muchos inocentes.
En el caso de la Narvarte, tampoco hubo ni represión ni persecución política ni violación a la libertad de expresión. No se vuelve a victimizar a las víctimas cuando se establece que, por lo menos, una de las mujeres asesinadas ejercía la prostitución y era dealer de drogas; cuando se sabe que esa joven tenía relación con, por lo menos, uno de los asesinos y que ella fue la que les permitió entrar al departamento. Que los asesinos fueron allí para tener relaciones con esa muchacha, y dicen que, también, con otra, pero, sobre todo, para recuperar droga que esa misma joven había recogido, dicen que se la había robado, en el aeropuerto. La mataron y también a las otras personas que se encontraron casualmente en el departamento, quienes no deberían haber estado allí.
Rubén Espinosa no vivía en ese departamento, había ido a pasar la noche con Nadia Vera y otro amigo, ellos se fueron en la mañana y Rubén decidió regresar con Nadia, quien supuestamente iba a ir a Cuernavaca a ver una oferta de trabajo, los dos se quedaron toda la mañana en la habitación; Alejandra, la mujer de la limpieza que había comenzado a trabajar en ese departamento hacía unos pocos días, pero que ya había trabajado con Nicole en otras viviendas, y cuyo esposo fue asesinado meses atrás, llegó cuando ya estaban adentro los asesinos; mataron a Nicole y a los demás los victimaron para que no quedaran testigos. El caso no tiene nada que ver con la política ni mucho menos con la actividad profesional de Espinosa, que hacía tiempo que estaba sin trabajo.
Fue un crimen brutal, sobre todo, contra Nicole, pero se relaciona, como buena parte de la violencia que está asolando al país desde hace años, con la droga y los grupos criminales que están detrás de ella. Una violencia que se basa en esquemas de crueles ajustes de cuentas pero que también en muchas ocasiones mata y abusa de inocentes o de quienes se encuentran en el lugar y el momento equivocados.
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JAQUE MATE/Sergio Sarmiento
Reforma
El quinto autobús
“No digas ‘He encontrado la verdad’ sino ‘he encontrado una verdad'”. Jalil Gibrán
“Nadie los mandó a Iguala”, afirma Francisco Cox, miembro del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), en una entrevista con Guadalupe Juárez de Radio Red. De hecho, el Informe Ayotzinapa narra cómo los normalistas estaban buscando autobuses para secuestrar el 26 de septiembre en Chilpancingo, con el fin de trasladarse a la manifestación del 2 de octubre en la Ciudad de México, cuando decidieron ir mejor a Iguala porque no habían logrado su propósito.
“Las actividades de boteo y de toma de autobuses han sido práctica tradicional de los estudiantes de diferentes escuelas normales de México”, señala el informe del GIEI. Estos robos o secuestros de autobuses “se habían llevado a cabo sin incidentes, represalias o sanciones legales”.
Si nadie mandó a los normalistas a Iguala, su propósito no podía ser el de interrumpir el informe de María de los Ángeles Pineda, la primera dama de Iguala. “Nosotros no estábamos enterados de que la tal señora estuviera haciendo un evento”, declara TC, uno de los normalistas sobrevivientes, citado en el informe.
En total los estudiantes se robaron cinco autobuses. Los trayectos fueron monitoreados por las autoridades a través del C4. Los autobuses llegaron a Iguala a eso de las 20:30 horas y posteriormente fueron atacados a balazos sin provocación por la policía, señala el GIEI.
El informe añade: “Los ataques que han sido documentados y analizados en este estudio muestran que el objetivo de la acción estuvo dirigido a no dejar salir los autobuses de Iguala…, cuando ya habían salido de la ciudad a no dejar que siguieran su camino… y cuando parecía que siguieran (sic) huyendo a acabar con cualquier posibilidad de huida…”.
¿Cuál fue la razón entonces del ataque violento que sufrieron los estudiantes en los autobuses robados así como el grupo de futbolistas llamado los Avispones que se trasladaban también en un autobús?
Los investigadores del GIEI señalan que han considerado y descartado varias opciones, entre ellas “la tesis oficial mantenida un tiempo de la confusión de los autores sobre la identidad de los normalistas… Sin embargo, a juicio del GIEI, ninguna de ellas explica el modus operandi ni el nivel de coordinación y violencia”.
El GIEI sugiere, en cambio, que la motivación del ataque está relacionada con “el quinto autobús, un Estrella Roja”. La PGR centró su investigación en cuatro de los autobuses y señaló que el quinto había sido destruido por los estudiantes, de lo cual el GIEI dice no hay pruebas. Este quinto autobús es para el GIEI un “elemento central del caso”. Ante las contradicciones entre las declaraciones del chofer y la ruta del autobús, los investigadores plantean que los normalistas podrían haber secuestrado un autobús que tuviera drogas ilícitas o dinero.
“El resto de las explicaciones posibles, como la confusión con un grupo del narco… o… la represalia por la toma de autobuses…, no explican (sic) la masividad, la reacción tan hostil y la generación de escenarios de violencia directa contra las personas y los autobuses, y por lo tanto no ayuda (sic) a entender los hechos producidos esa noche”.
No puede descartarse la hipótesis del GIEI. Ciertamente no es imposible. Pero tampoco hay ninguna prueba o siquiera un indicio de la presencia de droga o dinero en algún autobús secuestrado por los normalistas. De hecho, el quinto autobús no ha sido encontrado. La versión de la PGR tiene por lo menos el sustento de los testimonios de quienes participaron en los hechos.
No deja de ser curioso que los miembros del GIEI descarten tan a la ligera una hipótesis de la PGR basada en testimonios de los responsables y pidan en cambio que se adopte otra que, hasta ahora, no es más que una simple especulación.
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EN PRIVADO/Joaquín López-Dóriga
Milenio
Histórica, la verdad
Por aquí, explorando mis límites. Florestán
No sé en qué momento el entonces procurador general de la República, Jesús Murillo, afirmó en enero pasado que en la averiguación sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014, en Iguala, había llegado a la verdad histórica, como si encontrarla estuviese entre las atribuciones del Ministerio Público de la Federación.
Siempre he tenido claro el falso dicho de que verdad solo hay una. Acepto, claro, el concepto: verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos o una realidad, pero, insisto, que no es una sola, y menos tratándose de la histórica, que me parece la más endeble de todas.
Si recorremos ese abanico encontramos una gama tan amplia a partir de la verdad o la mentira, mayor ésta porque no tiene nada que ver con los hechos ni con la realidad; al contrario, es su falsificación, lo que le da posibilidades infinitas.
En el tema de la verdad tenemos una primera gran división: la subjetiva, que es la mía, siempre la mía y a veces solo la mía, y la objetiva, que es muy discutida por la ausencia, precisamente, de objetividad en el ser humano, profundamente subjetivo.
Pero también está la verdad ontológica y epistemológica; la verdad material y la formal; la verdad moral, científica, filosófica, lógica, universal; la verdad religiosa, jurídica, procesal; la verdad indeterminada, contingente, semántica, gramatical; la verdad metafísica, ética, existencial; la verdad revelada y la llamada verdad histórica que fue la que, entre todas, citó el entonces titular de la PGR, Murillo, para intentar dar por cerrado el caso de los 43 desaparecidos en Iguala.
Siempre he sostenido que de todas las verdades, las más frágiles son las religiosas, las objetivas y, sobre todo, las históricas.
Y es que esta última, aun sujetándose a patrones de registro, tiene un fallo central: la hace o dice quien tiene el poder o gana las guerras, lo que la convierte en manipulable y con el tiempo en la más endeble y rechazable.
Por eso, aún hoy, no alcanzo a entender por qué al resultado de una averiguación previa del Ministerio Público de la Federación se le dio categoría de verdad histórica.
Eso la hizo más frágil, más fácil de tirar que una verdad jurídica, que, creo, es lo que se buscaba y se sigue buscando hoy a casi un año de la desaparición en Iguala, de los 43 normalistas.
Y en eso seguimos atrapados.
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Columnas Sólo para Iniciados/ Juan Bustillos.
Impacto,
El carácter indomable de Murillo Karam
A Jesús le está lloviendo sobre mojado con las conclusiones del GIEI de la CIDH que han destrozado su ‘verdad histórica’
Jesús Murillo Karam fue de los pocos con el privilegio de escoger en qué posición quería servir al Presidente Peña Nieto.
Pidió la oficina de Marisela Morales y se la concedieron; lejos estaba de imaginar que tras la luna de miel (retirar cargos a militares procesados y censurar el uso excesivo del arraigo, por ejemplo) el mundo se le vendría encima.
Muchos buenos momentos ha tenido en su larga carga política. Me gusta recordarlo en un episodio que por obvias razones no presencié, pero que pintan su carácter independiente e indomable: con la candidatura presidencial vacante por la ejecución de Luis Donaldo Colosio, fue el único gobernador priísta capaz de sugerir al Presidente Carlos Salinas innovar el método de seleccionar al sustituto.
Nadie lo secundó, pero ahí queda aquella experiencia que debió servirle en 2005 cuando en el clima espeso por el enfrentamiento entre Arturo Montiel y Roberto Madrazo fue delegado del PRI en el Estado de México y coordinador de la campaña del candidato a gobernador Enrique Peña Nieto.
Se inauguró como procurador con el estallido en el sótano de un edificio de Pemex y ya entonces su sentido del humor le jugó una mala pasada ante periodistas el 4 de febrero de 2013, cuando para salir al paso de las versiones sobre terrorismo, dijo que en el contenido de una maleta misteriosa encontraron los objetos más peligrosos, fueron esos que tanto nos gustan a los varones, cosméticos de mujer.
Una broma similar, el 7 de noviembre de 2014, marcará injustamente su paso por la PGR: “Ya me cansé”, dijo a un reportero que después de 58 minutos de conferencia de prensa sobre la investigación de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, le preguntaba lo que a otros ya había contestado.
Hoy está fuera del gobierno después de una carrera exitosa en la que ha sido de todo, excepto diputado local, presidente municipal y de la República; la inició en 1971 como secretario del ayuntamiento de Tulancingo y se daba tiempo para impartir clases de historia universal y de México.
En plena desgracia política parecía tener oportunidad de ingresar al servicio exterior, que es la manera de premiar a un amigo, su caso, o de exiliar a quien no se quiere cerca, que fue el de Luis Echeverría, por ejemplo; sin embargo, si el plan persiste, difícilmente ocupará una embajada porque sería entregar su cabeza a senadores de izquierda y derecha; quizá un buen consulado que no requiera la aprobación de los padres de la patria. Por ejemplo, el Presidente Peña Nieto utilizó el mismo recurso con la maestra Morales, hoy cónsul en Milán.
A mi amigo Jesús le está lloviendo sobre mojado con las conclusiones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que han destrozado su “verdad histórica” sobre la calcinación de los restos de buena cantidad de los normalistas desparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014.
No será fácil para el gobierno revertir el efecto mediático y político de las conclusiones del GIEI y tengo la impresión de que sólo el Presidente considera sólida y profunda la investigación de Jesús y que en la PGR no hay interés ni capacidad para sostenerla.
Existe la promesa de que será convocado otro grupo de peritos para destrabar las contradicciones entre los expertos mexicanos y extranjeros, pero mientras los identifican y convencen de involucrarse en el infierno de un asunto tan manoseado, el ex procurador sufre las consecuencias de una reacción tardía del gobierno federal, como lo reconoció Peña Nieto.
Para escalar hasta la cúspide, Jesús debió superar problemas personales mayores que la embestida mediática que obligó su prematura jubilación como funcionario; no tengo duda que este trago amargo, amarguísimo no porque los expertos del GIEI pudieran tener razón y él errado al creer en sus expertos y en las declaraciones de los presuntos responsables de la masacre y calcinación en el basurero de Cocula, sino porque la miseria humana suele manifestarse en episodios como el que está viviendo.
Pero después de 43 años de convivir con políticos y periodistas (y ahora con las redes sociales), ¿qué otra cosa podía esperar?
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El Torero que conmocionó a México/Francisco Garfias
EXCELSIOR…
La recomendación nos la hicieron la tarde de ayer en la cafetería de Reforma, donde nos habían citado para aclarar las “dudas” que expusimos sobre la barbarie de Iguala.
Estas dudas se multiplicaron luego de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH manifestara su “convicción” de que los 43 de Ayotzinapa no fueron incinerados en el basurero de Cocula.
“Revisa la entrevista que Paola Rojas le hizo ayer, en Radio Fórmula, a José Torero”, pidieron.
Torero es el experto peruano del GIEI que, como cabeceó ayer Milenio Diarioen su primera plana, tumbó en 20 minutos la “verdad histórica” de Murillo Karam, basada en un trabajo de 100 peritos.
No hubo necesidad de buscar la entrevista. Nos facilitaron la transcripción.
Tenían interés en que revisáramos la parte donde Torero reconoce que es imposible determinar, después de tanto tiempo, si allí se incineraron “algunos cuerpos” (no los 43 desaparecidos) de los normalistas de Ayotzinapa.
Dijo al respecto: “El problema es que ha pasado ya tanto tiempo y la manera en la cual se ha manejado la escena del incendio, que es imposible determinar si hubo un incendio que, por ejemplo, incineró un cuerpo o dos cuerpos.
“A ese nivel es imposible concluir con la evidencia que existe hoy en día”, concluyó.
Incisiva, Paola Rojas le recordó que una investigadora estadunidense, la doctora Elayne Juniper, plantea que sí es posible que los cuerpos de los más de 40 estudiantes se hayan quemado hasta las cenizas. Juniper asegura que basta un periodo de entre seis y 24 horas para incinerar 43 cuerpos, y que no se necesita todo el combustible del que habló Torero para una pira de ese tamaño.
El peruano asevera que se requieren 30 mil kilos de madera, 13 toneladas de neumáticos y 60 horas de combustión.
“El problema con las declaraciones de los doctores es que están fuera de contexto. Son declaraciones que son, efectivamente, correctas y genéricas, a una manera de incinerar, pero que no son consistentes con la evidencia que se encontró en el basurero”, repuso el experto.
En otra parte de la entrevista, Torero señaló que el fuego que es capaz de generar ese tipo de incineración, hubiese dejado una serie de daños importantes en los troncos y la vegetación aledaña.
“Ninguna de esa evidencia existe. Por ende es imposible que un incendio de la magnitud descrita por los testimonios que se utilizan para la hipótesis de la PGR puede ser una hipótesis válida”, insistió.
Nuestro interlocutor, quien solicitó el anonimato, destacó que el experto peruano visitó el basurero de Cocula diez meses después de la barbarie.
Permaneció allí escasos 20 minutos. Ni siquiera tomó muestras. “En ese lapso ya te creció la yerba, los árboles. La vegetación se regeneró…”.
Y de plano lo descalificó: “Torero es especialista en prevención, no en incendios criminales”.
Otro aspecto que destacó nuestro interlocutor es el hecho de que ninguno de los 110 detenidos han sido liberados por vicios en su proceso.
“Si no hubo incineración, como algunos de ellos confesaron, eso significaría que no hay elementos para retenerlos, Tendrían que liberarlos”, recalcó.
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El Torero que conmocionó a México/Francisco Garfias
EXCELSIOR…
La recomendación nos la hicieron la tarde de ayer en la cafetería de Reforma, donde nos habían citado para aclarar las “dudas” que expusimos sobre la barbarie de Iguala.
Estas dudas se multiplicaron luego de que el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la CIDH manifestara su “convicción” de que los 43 de Ayotzinapa no fueron incinerados en el basurero de Cocula.
“Revisa la entrevista que Paola Rojas le hizo ayer, en Radio Fórmula, a José Torero”, pidieron.
Torero es el experto peruano del GIEI que, como cabeceó ayer Milenio Diarioen su primera plana, tumbó en 20 minutos la “verdad histórica” de Murillo Karam, basada en un trabajo de 100 peritos.
No hubo necesidad de buscar la entrevista. Nos facilitaron la transcripción.
Tenían interés en que revisáramos la parte donde Torero reconoce que es imposible determinar, después de tanto tiempo, si allí se incineraron “algunos cuerpos” (no los 43 desaparecidos) de los normalistas de Ayotzinapa.
Dijo al respecto: “El problema es que ha pasado ya tanto tiempo y la manera en la cual se ha manejado la escena del incendio, que es imposible determinar si hubo un incendio que, por ejemplo, incineró un cuerpo o dos cuerpos.
“A ese nivel es imposible concluir con la evidencia que existe hoy en día”, concluyó.
Incisiva, Paola Rojas le recordó que una investigadora estadunidense, la doctora Elayne Juniper, plantea que sí es posible que los cuerpos de los más de 40 estudiantes se hayan quemado hasta las cenizas. Juniper asegura que basta un periodo de entre seis y 24 horas para incinerar 43 cuerpos, y que no se necesita todo el combustible del que habló Torero para una pira de ese tamaño.
El peruano asevera que se requieren 30 mil kilos de madera, 13 toneladas de neumáticos y 60 horas de combustión.
“El problema con las declaraciones de los doctores es que están fuera de contexto. Son declaraciones que son, efectivamente, correctas y genéricas, a una manera de incinerar, pero que no son consistentes con la evidencia que se encontró en el basurero”, repuso el experto.
En otra parte de la entrevista, Torero señaló que el fuego que es capaz de generar ese tipo de incineración, hubiese dejado una serie de daños importantes en los troncos y la vegetación aledaña.
“Ninguna de esa evidencia existe. Por ende es imposible que un incendio de la magnitud descrita por los testimonios que se utilizan para la hipótesis de la PGR puede ser una hipótesis válida”, insistió.
Nuestro interlocutor, quien solicitó el anonimato, destacó que el experto peruano visitó el basurero de Cocula diez meses después de la barbarie.
Permaneció allí escasos 20 minutos. Ni siquiera tomó muestras. “En ese lapso ya te creció la yerba, los árboles. La vegetación se regeneró…”.
Y de plano lo descalificó: “Torero es especialista en prevención, no en incendios criminales”.
Otro aspecto que destacó nuestro interlocutor es el hecho de que ninguno de los 110 detenidos han sido liberados por vicios en su proceso.
“Si no hubo incineración, como algunos de ellos confesaron, eso significaría que no hay elementos para retenerlos, Tendrían que liberarlos”, recalcó.
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