6 dic 2015

"La amenaza del terrorismo es real pero la superaremos", dice Obama

"La amenaza del terrorismo es real pero la superaremos", dice en un discurso a la nación
El retrato del simpatizante yihadista en Estados Unidos
JOAN FAUS / YOLANDA MONGE Washington/El País, 6 DIC 2015 - 21:24 CST
En una inusual elocución desde el Despacho Oval, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defendió la noche de este domingo su actual estrategia contra el Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) como la más adecuada para “destruir” al grupo yihadista. Pero admitió que, tras el tiroteo de California, es necesario tomar nuevas medidas que hagan más difícil que se repita un ataque de ese tipo en el país sin que eso suponga entrar en una espiral de miedo.

Con una actitud seria y didáctica, Obama buscó mandar un mensaje de calma al pueblo estadounidense después de que dos simpatizantes yihadistas -que no tenían vínculos con organizaciones y no estaban siendo investigados- mataran el miércoles a 14 personas en un centro social a las afueras de Los Ángeles. Es el peor atentado en EE UU desde el 11-S en 2001.
El tiroteo obliga a Obama a explicar y justificar su estrategia contra el ISIS más de un año después de iniciarse los bombardeos contra el grupo yihadista en Irak y Siria. Le fuerza también a tratar de revertir las críticas de que carece de estrategia y actúa a remolque de los acontecimientos. Y a poner en contexto a la opinión pública a los 14 años de que se iniciara la llamada guerra contra el terrorismo islamista.

“La amenaza terrorista ha evolucionado hacia una nueva fase”, dijo Obama en su tercer discurso televisivo -de apenas 15 minutos- desde el Despacho Oval de la Casa Blanca en sus siete años de presidencia. La mayor amenaza ahora son terroristas potenciales mezclados entre la población y que pueden actuar en solitario inspirados pero no coordinados por grupos externos.
“Sé que tras tanta guerra, muchos estadounidenses se preguntan si nos enfrentamos a un cáncer que no tiene cura inmediata”, reflexionó el presidente, para justo después mandar un mensaje de firmeza: “La amenaza del terrorismo es real pero la superaremos”, dijo. “Prevaleceremos siendo fuertes e inteligentes, resistentes e implacables”.
Los objetivos del discurso
Obama decidió el viernes impartir el discurso porque consideró que los ataques en París a mediados de noviembre y en San Bernardino la semana pasada han acentuado la preocupación ciudadana sobre la amenaza terrorista. El objetivo de la elocución era “dar un paso atrás y proveer contexto” ante los “miedos reales y legítimos” que puedan tener los ciudadanos, según explicó un alto cargo de la Administración en una rueda de prensa previa al discurso.
El Despacho Oval -desde donde Obama solo había hablado a la nación en dos ocasiones- se consideró el lugar adecuado de la Casa Blanca para transmitir, según el alto cargo, la “seriedad” con la que el Gobierno aborda el desafío yihadista.
Obama pretendió hacer pedagogía sobre la estrategia de Estados Unidos contra el Estado Islámico y su capacidad propagandística. “Esta es la amenaza, el enfoque, esto es lo que debemos hacer y esto es lo que no debemos hacer”, dijo la fuente en referencia a los objetivos del discurso presidencial.
Obama no anunció ningún viraje sustancial de estrategia, sino cambios puntuales con la mirada puesta en la amenaza de yihadistas en EE UU. Defendió endurecer los controles a los ciudadanos de países aliados que pueden viajar sin visado -uno de los autores del tiroteo residía legalmente con un visado- y limitar las comunicaciones yihadistas en Internet.
También instó al Congreso a restringir las ventas de rifles, como ha pedido en los últimos años tras cada tiroteo masivo. “Tenemos que hacerles más difícil matar”, dijo. Syed Farook, de 28 años, y su esposa, Tashfeen Malik, de 27, usaron dos rifles y dos pistolas en su asalto en San Bernardino. Todas las armas fueron compradas legalmente.
Pero Obama marcó límites. En un reproche implícito a las propuestas de algunos candidatos republicanos a sucederle, defendió que no se puede caer en una cultura de miedo colectivo ni de estigmatización de la comunidad musulmana porque, adujo, eso iría en contra de los valores estadounidenses. "La libertad es más poderosa que el miedo", dijo a la vez que pidió a los líderes musulmanes en EE UU redoblar los esfuerzos para frenar la atracción extremista. 
El presidente también se distanció del pasado, de las llamadas guerras contra el terrorismo en Afganistán e Irak que él prometió terminar cuando accedió a la Casa Blanca en 2009. Esgrimió que un despliegue masivo de tropas, como en la década pasada en Irak, sería contraproducente porque alimentaría la radicalización y la insurgencia del ISIS. “La estrategia que estamos usando ahora -bombardeos, fuerzas especiales y trabajando con fuerzas locales que están luchando para recuperar control de su propio país- es cómo lograremos una victoria más sostenible”, alegó.
 Un antes y un después para Obama
Con el discurso de este domingo, se acabó la presidencia de Barack Obama. Al menos como se había conocido hasta ahora. Se acabó porque el presidente tendrá que dedicar hasta su último aliento a que de aquí a poco más de un año, cuando otro mandatario ocupe ya la Casa Blanca, Estados Unidos no sufra un par de ataques más como el de San Bernardino. Se acabó el Obama dedicado a dejar un legado, ya sea el de la reforma sanitaria, la inmigración o por supuesto el control de armas. El presidente lleva cinco días dedicado a replantearse la estrategia antiterrorista, aquella que ahora asume que el terrorismo duerme tranquilo en casa.
 Lo que se avecina es desconocido. No se trata de una amenaza externa. Es la posibilidad de que existan más seguidores del ISIS, armados hasta los dientes, dispuestos a irrumpir en la santidad de una fiesta de trabajo de Navidad y dejar más de una decena de cadáveres. “Estamos en una fase completamente nueva de la amenaza del terrorismo global y en lo que se debe hacer para defender la seguridad de la patria”, ha dicho el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson.
 En un país en el que se puede adquirir un arma, casi cualquier tipo de arma, con bastante facilidad, las autoridades van a tener que confiar en la máxima tan a menudo repetida estos días: “Si ve algo, diga algo”. Y aún así, se quedarán cortos, porque nadie, ni familiares ni vecinos, pudo ver a los supuestos yihadistas californianos que vivían en la casa de al lado. De momento, tanto fuerzas federales como locales tienen puestos en marcha programas que animan a familias y amigos a que señalen a quienes se están radicalizando o creen que están siendo reclutados para el yihadismo.
 San Bernardino marca un antes y un después en la presidencia de Obama. El hombre que puso fin a las guerras de Irak y Afganistán -al menos en número de tropas americanas implicadas en ellas- tenía en su haber que EEUU no había sufrido un ataque yihadista de importancia en su territorio desde el 11-S.
 Según New America, una organización de investigación de Washington, desde el 11-S ha habido 45 muertos dentro de las fronteras de EEUU debido al terrorismo islamista. New America cita 48 personas como las asesinadas por actos de terror motivados por supremacistas blancos o la extrema derecha.
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Obama cambiará su plan terrorista tras el ataque de San Bernardino
El presidente de Estados Unidos reabre el debate entre privacidad y seguridad, el control de ciertas comunicaciones y la venta de software encriptado
YOLANDA MONGE Washington
El País, 6 DIC 2015:
Se acabó la presidencia de Barack Obama. Al menos como se había conocido hasta ahora. Se acabó porque el presidente tendrá que dedicar hasta su último aliento a que de aquí a poco más de un año, cuando otro mandatario ocupe ya la Casa Blanca, Estados Unidos no sufra un par de ataques más como el de San Bernardino. Se acabó el Obama dedicado a dejar un legado, ya sea el de la reforma sanitaria, la inmigración o por supuesto el control de armas. El presidente lleva cinco días dedicado a replantearse la estrategia antiterrorista, aquella que ahora asume que el terrorismo duerme tranquilo en casa.
La Casa Blanca anunciaba el sábado que el presidente comparecería a las ocho de la tarde del domingo, en horario de máxima audiencia, para informar a los estadounidenses sobre los pasos que la Administración está tomando para mantener al país seguro. Desde el pasado jueves, cuando Obama dejó abierta la posibilidad de que se estuviese ante un acto de terrorismo, a este domingo, solo han pasado tres días y sin embargo el hombre que aparecerá sentado tras su mesa del Despacho Oval es ya otro estadista.
Si el pasado jueves Obama estaba sumido en el pesimismo que impregnan las brutales cifras que estadísticamente se traducen en una matanza a tiros al día, es una posibilidad más que probable que el mandatario ya supiera que la pista que seguía el FBI era la del terrorismo islámico. El de San Bernardino no parecía un tiroteo masivo más. Algo no cuadraba. Por lo que Obama dejó abiertas todas las puertas y declaró que “podría tener que ver con terrorismo”. “Pero no sabemos”, matizó.
Ya se sabe. En la noche del domingo, el presidente declararía, según extractos del discurso avanzado por la agencia Reuters, que Estados Unidos continuará usando “todos y cada uno de los poderes con que cuenta para destruir al Estado Islámico”. Con esa declaración quedaba claro que, de momento, se reabrirá el debate de la seguridad versus la privacidad, el control de ciertas comunicaciones y la venta de software encriptado al que se opone el Gobierno.
Lo que se avecina es desconocido. No se trata de una amenaza externa. Es la posibilidad de que existan más seguidores del ISIS, armados hasta los dientes, dispuestos a irrumpir en la santidad de una fiesta de trabajo de navidad y dejar más de una decena de cadáveres. “Estamos en una fase completamente nueva de la amenaza del terrorismo global y en lo que se debe hacer para defender la seguridad de la patria”, declaró el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson.
Estados Unidos continuará usando “todos y cada uno de los poderes con que cuenta para destruir al Estado Islámico”
En un país en el que se puede adquirir un arma, casi cualquier tipo de arma, con bastante facilidad, las autoridades van a tener que confiar en la máxima tan a menudo repetida estos días: “Si ve algo, diga algo”. Y aún así, se quedarán cortos, porque nadie, ni familiares ni vecinos, pudieron ver a los supuestos yihadistas californianos que vivían en la casa de al lado. De momento, tanto fuerzas federales como locales tienen puestos en marcha programas que animan a familias y amigos a que señalen a quienes se están radicalizando o creen que están siendo reclutados para el yihadismo.
San Bernardino marca un antes y un después en la presidencia de Obama. El hombre que puso fin a las guerras de Irak y Afganistán -al menos en número de tropas americanas implicadas en ellas- tenía en su haber que EEUU no había sufrido un ataque yihadista de importancia en su territorio desde el 11-S. Según New America, una organización de investigación de Washington, desde el 11-S ha habido 45 muertos dentro de las fronteras de EEUU debido al terrorismo islamista. New America cita 48 personas como las asesinadas por actos de terror motivados por supremacistas blancos o la extrema derecha.
El escenario que ahora se intuye es nuevo y muy volátil. Obama debía conjurar en la noche del domingo el temor de sus ciudadanos de estar durmiendo con el enemigo. Según adelantaba ayer la Casa Blanca, “el presidente ofrecerá una actualización sobre la investigación en curso sobre el ataque trágico en San Bernardino” y además “discutirá de manera amplia la amenaza de terrorismo, incluyendo la naturaleza de la amenaza, cómo ha evolucionado y cómo derrotarlo”.
Tendrá que hacer mucho más. Tendrá que garantizar que todo lo anterior se realizará sin claudicar en los valores, sin crear Guantánamos o estigmatizando a una parte de la población, como ya ha ofrecido quien mejor va situado en las encuestas de cara a la nominación republicana para 2016, Donald Trump. El presidente al que San Bernardino cambió el rumbo asegurará, según la Casa Blanca, “su compromiso inquebrantable con la justicia, la igualdad y la libertad” para prevalecer sobre “los grupos terroristas que utilizan la violencia para avanzar una ideología destructiva”. Sea.


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