6 jun 2016

Las columnas políticas hoy, 6 de junio de 2016....

 Las columnas políticas hoy, 6 de junio de 2016....
Bajo Reserva/El Universal

Las sonrisas de Manlio y Anaya
 Los líderes del PRI y del PAN se declararon ganadores y ellos mismos hicieron un retrato hablado de sus resultados en 12 elecciones a gobiernos estatales. El priísta Manlio Fabio Beltrones habló la noche del domingo de tener una sonrisa amplia y el panista Ricardo Anaya dijo que su sonrisa era de oreja a oreja. Nos hacen notar que, como nunca antes en la historia moderna de las elecciones, los dirigentes y los candidatos de ambos partidos salieron a festinar sus “triunfos”, a dar el primer golpe mediático. El emblemático fue el de Veracruz: los primos hermanos Yunes tomaron los micrófonos y las redes sociales para proclamarse vencedores de la elección. Luego le siguieron los dirigentes de los partidos, quienes hicieron cuentas en números. Beltrones dijo que tenía 10 en la bolsa; Anaya mencionó que guardaba entre 5 y 6 en la buchaca. ¿La sonrisa de ambos se mantendrá conforme avancen los conteos oficiales?
 Todos ganan
 En la elección 2016 todos ganan y nadie pierde… pero la ley dice que sólo uno puede gobernar. Los presidentes de partidos, el priísta Manlio Fabio Beltrones, el panista Ricardo Anaya, el perredista Agustín Basave y el morenista Andrés Manuel López Obrador se dijeron ganadores en Veracruz, estado que bien podrían dividir en tres regiones para gobernar por pedacitos, nos comentan. Lo cierto es que el panista Miguel Ángel Yunes Linares va adelante en la contienda. Pero el mal del que no sabe perder se repitió en otras entidades como Oaxaca, Sinaloa, Chihuahua Tamaulipas y Tlaxcala. A ver cómo lo resuelven, quizá si hacen gubernaturas rotatorias de dos o tres años cada una, según el número de punteros.
 Evaluación presidencial del 5 de junio
 El presidente Enrique Peña Nieto tendrá tiempo esta semana para revisar la película de las elecciones, y eventualmente encontrar una “piedrita en el zapato” del jefe del Ejecutivo federal, como decía Ernesto Zedillo acerca del EZLN, que en aquel tiempo lo hacía caminar a brinquitos. Nos dicen que la “piedrita” podría ser la iniciativa de matrimonio igualitario, de la que se agarraron los grupos conservadores. El presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones Rivera, tuvo que dejar sueltos a los legisladores y candidatos como conviniera a sus posiciones locales, mientras que obispos y arzobispos desataron la furia contra el mexiquense y sus candidatos. ¿Quién pagará los platos rotos?
 ¿Qué pasó en la elección CDMX?
 Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la Ciudad de México, y Agustín Basave, presidente del PRD, ven un buen resultado en el proceso en la capital del país. Don Miguel Ángel estuvo atento al desarrollo de la jornada electoral y quedó muy satisfecho con el proceso histórico. En su equipo comentaron que tuvieron que pasar 192 años y 152 gobernantes en la capital del país, antes de que esto ocurriera. Don Agustín dijo en la trasmisión de televisión de EL UNIVERSAL que “el vaticinio de que el PRD iba a ser barrido y Morena iba a arrasar”, nomás no se cumplió. Solamente faltaría preguntar ¿quién se hará responsable por el factor del abstencionismo que rebasó el 70 por ciento en la ciudad más grande del mundo?
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EL CAMINO DE LA DEMOCRACIA | Editorial El Universal
La jornada electoral de este domingo en 14 estados del país se desarrolló con apenas unos incidentes menores; de manera general se puede afirmar que fue un proceso con saldo blanco, en el que la ciudadanía cumplió y acudió a emitir su voto —en unas entidades en mayor proporción que otras— para elegir a sus próximos gobernantes.
 Pero quienes incurrieron en los mismos vicios que han caracterizado a los últimos procesos electorales fueron candidatos de uno y otros partidos, los cuales, imbuidos de espíritu triunfalista (¿o para generar confusión?) salieron a declararse ganadores de los comicios en sus respectivos estados. Ante la guerra de cifras no oficiales, el Instituto Nacional Electoral tuvo que demandar un alto a la “irresponsable” autoproclamación de victorias.
 Después de campañas en las que las propuestas fueron borradas por las acusaciones de desvío de recursos, pederastia, infidelidades, además de insultos y descalificaciones, anoche los candidatos se anticiparon a cualquier resultado oficial y se declararon ganadores, hecho que en nada contribuye al ambiente político de respeto que debe prevalecer en cualquier justa electoral.
 En varios estados, por ejemplo, a dos o tres minutos de concluido el proceso los candidatos de los partidos PRI y PAN-PRD salieron a protagonizar otras batallas de declaraciones triunfalistas que nada aportaron para el desenlace civilizado de una justa política.
 Lo que la ciudadanía ha demandado por años es que partidos y aspirantes acepten sus derrotas basadas en los resultados oficiales.
 La ley por supuesto que les proporciona herramientas para proceder ante irregularidades que hayan sido detectadas y están en su derecho de acudir al tribunal electoral para exigir la limpieza del proceso. La normatividad es muy clara en las obligaciones que deben cumplir los postulados a cualquier cargo de elección. La reposición de las elecciones en Colima, celebradas a principio de este año, es una muestra de que se puede confiar en la autoridad. Sin embargo, la presentación de evidencias será fundamental para no tratar únicamente de descalificar por descalificar.
 Cualquiera que sean los resultados, los candidatos y sus partidos deben aceptarlos y en caso de impugnarlos la ley les marca detalladamente cuáles son los pasos que se deben seguir para iniciar el proceso de reclamación. Ese es el camino que la democracia mexicana necesita.
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FRENTES POLÍTICOS/Excelsaior
I.Es normal. Todos se sienten ganadores. Omar Fayad se proclama triunfador en Hidalgo; Alejandro Murat y Pepe Toño dicen haber vencido en Oaxaca; en Veracruz, los Yunes levantan la mano. Y candidatos del PRI y del PAN se arrebatan a declaraciones el triunfo en Tamaulipas. Así es la costumbre de los discursos al cierre de casillas. Lo que no es normal es que los PREP no funcionen. Tan caro nos cuesta la democracia en México para que los ciudadanos no podamos consultar los resultados. Esto sólo ayuda al río revuelto. A estas alturas, en las primeras horas de la madrugada de hoy, hay, más o menos, unos 20 o 25 nuevos gobernadores electos. Al paso que vamos, no va alcanzar el territorio nacional. ¿Y los votos, apá?
II.Madrugadores. Para eso sí están buenos. Para decir que sus respectivos partidos vencieron. Ya se reparten el pastel electoral. Tras varias semanas de campañas sucias, tanto los partidos como el INE están listos para preparar una reforma electoral que beneficie a todos. Con propuestas negras salen perdiendo los institutos políticos, las instituciones y la ciudadanía. Tan es así que la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales recibió 575 correos electrónicos y mil 464 llamadas telefónicas de posibles delitos electorales. Es decir, van dos mil 39 denuncias recibidas por la Fepade. Más las que se sumen. Es una prueba de que las trampas electorales difícilmente saldrán del vocabulario democrático.
III.El despreocupado. En un comunicado, la delegación Cuauhtémoc negó que hubiera reparto de materiales o despensas para promover el voto en favor de Morena, como acusaron fuentes perredistas de la capital. De acuerdo con funcionarios delegacionales, las bodegas y estacionamientos de la demarcación fueron cerrados desde el pasado viernes y no se utilizan para apoyar al hermano de su delegado. Su jefe, Ricardo Monreal, no estuvo en la delegación ni en la Ciudad de México, sino que se trasladó a Zacatecas para seguir el desarrollo de la campaña en ese estado, donde su hermano David es el candidato de Movimiento Regeneración Nacional. Sorprendidos se mostraron en redes sociales: esos viajes de Monreal no los tiene ni Obama, diría El Peje.
IV.No pegó. Las casillas en la Ciudad de México, a pesar de haber sido instaladas en su totalidad, no tuvieron la afluencia esperada. Los votantes apenas se acercaron, lo que algunos capitalinos atribuyen a falta de información sobre la elección de la Asamblea Constituyente. En su mayoría quienes asistieron a las urnas fueron mayores a los 40 años de edad. Muy pocos jóvenes acudieron a cumplir con esta obligación ciudadana. Y es que hace apenas dos semanas se comenzaron a difundir los pormenores de la elección. Y si a esto se le suma que los partidos políticos en la capital han perdido credibilidad, no hubo llenos ni multitudes para sufragar. Cuando el recuento electoral no castiga a partidos por la baja participación, las votaciones sólo sirven a la clase política. Son los ciudadanos los que pierden. Otra vez.
V.Desfronterizado. Rodrigo Medina, exmandatario de Nuevo León, y una decena de sus excolaboradores están en problemas. Aldo Fasci Zuazua, asesor jurídico del gobierno estatal en la Subprocuraduría del Combate a la Corrupción, solicitó colaboración para conocer si los exfuncionarios tienen inmuebles en otras entidades. Por el momento, 22 ya les fueron embargados. No quiso meterse mucho en las negaciones de Rodrigo Medina. La pandilla del exgobernador está acusada de peculado y ejercicio indebido de funciones, lo que habría provocado un daño patrimonial de tres mil 600 millones de pesos. Medina cree que se trata de una persecución política. La palabra es de la justicia. ¿Cárcel o más impunidad?
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TEMPLO MAYOR/ Reforma
TRAS la sorpresiva jornada electoral de ayer, queda claro que el 2018 ya no es lo que era.
UN MANOTAZO blanquiazul hizo saltar las piezas del tablero de ajedrez político rumbo a la próxima elección presidencial. Al arrebatarle al PRI las gubernaturas de Veracruz, Quintana Roo, Tamaulipas y Chihuahua, los panistas se reposicionaron.
Y TODAVÍA falta ver cómo se resuelven los comicios en Aguascalientes y Durango, que en la madrugada también parecían pintarse de azul y blanco.
CON ESTE resultado -más el triunfo en Puebla- crece la figura de Ricardo Anaya, quien también suspira por el 2018. Falta ver si logra un acuerdo con Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala, que seguramente hoy amanecen engallados.
POR OTRO LADO, también quedó que Morena llegó para quedarse. Si bien le faltó ganar alguna gubernatura, el lopezobradorismo logró ir más allá de los límites de la Ciudad de México y sacudir otros estados como Veracruz, Zacatecas y Oaxaca.
EL QUE no entrega buenas cuentas es Manlio Fabio Beltrones, pues el PRI sólo retuvo tres gubernaturas (Hidalgo, Tlaxcala y Zacatecas) aunque hay que reconocerle haber recuperado Oaxaca y Sinaloa.
Y DONDE tendrán que reflexionar mucho sobre sus posibilidades a futuro es en el PRD, dado que no ganaron nada por sí mismos, sino solamente de la mano de los panistas. Pareciera que México ahora tiene un tripartidismo… ¡de tres y medio partidos!
PRIMERO fue en Nuevo León, donde el independiente Jaime Rodríguez hace un año le arrebató la gubernatura al PRI.
Y AHORA a Tamaulipas también le tocó trasquilada tricolor, luego de que el panista Francisco García Cabeza de Vaca acabó con la racha de 86 años de gobiernos priistas.
HABRÁ QUE VER si se completa la ruta del Noreste en 2017, cuando -¡aaay, nanita!- tocará al PRI enfrentar elecciones en Coahuila, donde los Moreira han reinado en los últimos dos sexenios.
VISTO el cochinero generalizado en este proceso electoral, bien valdría preguntarle a los partidos políticos: ¿no sería más fácil crear un sistema que fuera parejo para todos?
PORQUE la intromisión de gobernadores, guerra sucia, uso de recursos públicos, compra de votos, no fueron exclusivos de un solo estado.
LOS PANISTAS de Veracruz se quejan de que Javier Duarte les hizo lo mismo que Rafael Moreno Valle a los priistas poblanos. Y los perredistas en Quintana Roo acusan a Roberto Borge de actuar como si fuera Valentín Maldonado, el delegado en Coyoacán. ¡Qué cosa!
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¿Será?/ 24 Horas
AMLO, el perdedor
De confirmarse las tendencias, en la jornada electoral de ayer hubo dos perdedores: Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal. A pesar de todos los recursos que canalizaron para la candidatura de David Monreal en Zacatecas, no ganaron. Y lo mismo le pasó en Veracruz al morenista Cuitláhuac García. Esto significa que, contrario a lo que muchos piensan, AMLO y su campaña del frijol con gorgojo no ha permeado en el interior de la República. ¿Será?
Fuerza focalizada
Uno de los grandes ganadores de la jornada de ayer fue el abstencionismo, sobre todo en la CDMX, donde se percibe que la gente nunca entendió a ciencia cierta qué se votaba. Eso sí, con la participación que hubo se confirma que la disputa en la capital está entre Morena y el PRD. Aunque lleva la delantera el partido que dirige Martí Batres. ¿Será?
Mensaje contra el odio
De gira por Washington, DC, la secretaria de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu, participará esta semana en el Foro Global del Comité Judío Americano, donde dictará una conferencia ante más de dos mil 500 líderes de esta comunidad, provenientes de 70 países. El objetivo es fortalecer los vínculos con un pueblo que fuera víctima de la “retórica del odio”, justo en el momento en que Donald Trump ha sembrado un discurso similar en su camino hacia la Casa Blanca. ¿Será?
Por más cátedras
Nos comentan que entre la comunidad científica y tecnológica que encabeza el titular del Conacyt, Enrique Cabrero, fueron bien recibidos los anuncios recientes del presidente Enrique Peña, pues pese al difícil entorno económico, instruyó a seguir promoviendo el Programa de Cátedras para Jóvenes Investigadores con el fin de llegar a dos mil cátedras en 2018, diseñar un programa de estímulos fiscales que incentive la inversión privada en investigación y desarrollo experimental y seguir ampliando la infraestructura científica y tecnológica. ¿Será?
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Lenguas Viperinas/LSR
LAS MALETAS DEL senador del PAN, Fernando Yunes, concentraron varias horas la atención de la jornada electoral de este 5 de junio. Y el contenido de las mochilas aún no se conoce. Resulta que en Coatzacoalcos fue detenido en su camioneta el legislador, quien es el hijo del abanderado del PAN-PRD a la gubernatura, Miguel Ángel Yunes Linares. Él argumentó que fue una acción de intimidación, pero la autoridad veracruzana dijo que fue retenido para una revisión de rutina, por lo que le pidieron abrir las maletas que llevaba, pero se negó y entonces fue trasladado ante la PGR en donde lo liberaron inmediatamente. Nos aseguran que por órdenes de su padre, se fue a encerrar a su casa.
EL PRI ECHÓ TODAla carne al asador o mejor dicho, al Time Line de Twitter, durante la jornada electoral del 5 de junio. Ayer fue evidente que desde temprana hora se impulsaron hashtags como #YoVotéPRI y #MéxicoDecidióPRI. Más entrada la tarde en la red social Twitter también se observó una estrategia para impulsar etiqueta con los nombres de los candidatos que pretendían posicionar como ganadores. Otro partido que logró posicionarse y eso por un incidente inesperado fue el PAN, con la etiqueta #yunes, por la detención del senador Fernando Yunes, hijo del candidato del PAN a la gubernatura de Veracruz, Miguel Ángel Yunes. PRD y Morena prácticamente no aparecieron en los temas más mencionados de las redes.
EN EL TRIBUNAL Electoral de Poder Judicial de la Federación (TEPJF) ya se alistan para recibir las impugnaciones de las 14 elecciones de este domingo. Nos dicen que es probable que las definiciones, en al menos cuatro estados, tarden varios días, por lo que ya están en contacto de los equipos de abogados de prácticamente todos los partidos políticos con los magistrados. Acabó la carrera electoral, pero inició la guerra de los abogados.
Lun, 06 de Junio de 2016
MORENA NO PIERDE la oportunidad de hacer campaña a favor de su virtual candidato a la elección presidencial de 2018, Andrés Manuel López Obrador. Y es que el rostro del tabasqueño apareció ayer hasta en las acreditaciones que el comité ejecutivo nacional repartido entre reporteros que acudieron a sus conferencias de prensa. El gafete, el cual tuvieron que devolver, tenía impresa la cara del político y detrás de esta el nombre del partido.#`
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Columna Alhajero/Martha Anaya
24 Horas
El “regalito” de Duarte
¡Imposible!, por lo visto, que Javier Duarte no hiciera de las suyas el día D. Según supimos, la idea de detener la camioneta en que viajaba el senador del PAN, Fernando Yunes –con un par de mochilas “sospechosas”- fue del mismísimo gobernador de Veracruz.
Y ahí comenzó el tango de dimes y diretes que ocupó no sólo buena parte de la sesión del órgano electoral veracruzano a lo largo del día, sino que provocó reacciones a nivel nacional: lo mismo de la Fepade que del presidente del Senado, Roberto Gil Zuarth; y por supuesto se convirtió en la comidilla en las mesas políticas.
Las reacciones fueron variadas. Hubo quienes no pararon de reír ante las distintas escenas del senador negándose a bajar de la camioneta –ni siquiera cuando la remolcaron- y menos de permitir que la policía revisara las dichosas maletas. Los memes no tardaron en circular con el hijo de Miguel Ángel Yunes abrazado a las maletas.
Otros –incluidos algunos estrategas de la campaña del priista Héctor Yunes Landa– pensaban que el incidente afectaba la elección y aumentaba las posibilidades de que se fuera a judicializar (que es la apuesta de Acción Nacional, según los priistas).
 Y lo que los puso todavía más de malas fue el papelón de que ni la Fepade, ni la delegación de la PGR querían recibir la camioneta y al eminente pasajero blanquiazul porque, argüían, se trataba de un senador de la República y no lo podían detener.
 Así que la camioneta –con el senador y sus maletas– se pasó las horas en el estacionamiento de la subdelegación de la PGR hasta que a las siete de la noche fue liberada y despedida a huevazos al salir del lugar, cortesía del insigne jarocho al mando de la entidad.
El pronóstico de Fidel Herrera.- El ex gobernador veracruzano no podía perderse estos comicios, ¡faltaba más! Sobre todo si uno de los contendientes más fuertes es uno de sus más acérrimos enemigos: Miguel Ángel Yunes Linares, quien ahora busca la gubernatura por la alianza PAN-PRD.
Pero Fidel Herrera Beltrán, déjenme contarles, andaba de lo más optimista la noche previa a la elección. Recibía llamada tras llamada a su celular, reportándole de distintos rumbos del estado qué tan listos estaban para la elección.
El ex mandatario sonreía. Nos presumía una chamarra roja (color priista) y una camiseta verde (color del PVEM en el que ahora milita su hijo) y preguntaba: “¿Qué tal la combinación, eh?”.
En la sala de su casa, con un té de por medio, Fidel nos hizo un recuento distrito por distrito –con nombre y apellido de cada uno de los principales contendientes– de quién podría ganar.
La historia podría resumirse así: donde el PRI no gana –sea porque se lo lleve el PAN o Morena– es normal que quede en segundo lugar. Y eso, junto con los tres puntos de ventaja que da normalmente la movilización de la estructura tricolor, es suficiente para que Héctor Yunes Landa gane.
Su pronóstico: 31 puntos para Héctor Yunes (PRI), 27 para Miguel Ángel (PAN-PRD) y 24 para Cuitláhuac García (Morena).
En un rato sabremos qué tanto acertó, porque hasta ahorita –antes del cierre de esta columna– unos y otros se han declarado vencedores.
Gemas: obsequio de Cuitláhuac García, candidato de Morena a la gubernatura de Veracruz: “Ya le dije a Héctor (Yunes) que es un traidor a la patria”.
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Teléfono Rojo/José Ureña/ 24 Horas
Días después: euforias, llantos y tribunales
Los resultados de las votaciones van en otra parte, en la nota del día.
A partir de ellos será fácil imaginar el comportamiento a asumir en las próximas horas y, tal vez, meses por cada una de las fuerzas políticas en liza, pero no cambiará respecto a procesos anteriores.
El cuadro será el siguiente:
Partidos y candidatos ganadores magnificarán sus victorias con enfoques específicos y declaraciones triunfalistas en todos los espacios mediáticos. 
Los perdedores llorarán sus derrotas con denuncias de anomalías y delitos electorales conocidos: compra de votos, alteración del padrón, uso público de recursos en campañas…
 Pero al final serán siete magistrados electorales, bajo la presidencia de Constancio Carrasco, quienes atenderán quejas e impugnaciones y deberán dar la razón a unos o a otros.
 La interpretación de la voluntad popular por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
 Sólo uno o dos estados a salvo
 El escenario quedó listo desde las campañas.
 Durante los meses previos a las votaciones de ayer entrevisté a autoridades electorales y dirigentes partidistas sobre cómo avizoraban los días siguientes al 5 de junio.
 Los magistrados electorales, me dijo uno de ellos, “estamos convencidos que al final de cuentas casi todos los resultados para gobernador caerán a la Sala Superior y debemos estar preparados para tomar decisiones”.
 -¿Cuáles, por ejemplo?
 -¿Cuáles no? –me refutó-; si acaso uno o dos estados no.
 Con base en las tendencias, era fácil imaginar a Hidalgo y tal vez Puebla o Sinaloa, donde las ventajas de los punteros eran claras, respectivamente, para el priista Omar Fayad, el panista Antonio Gali y el priista Quirino Ordaz.
 Sin embargo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ya prepara impugnaciones por el proceso en Puebla no tanto por los números finales, sino por lo desigual de la contienda para su candidata Blanca Alcalá.
 Ya se analizan las anulaciones
 Si esas previsiones resultan, hablamos de 10 gubernaturas en manos de la justicia.
 Con una salvedad:
 Puede haber quejas debidamente sustentadas y con gravedad suficiente para llevar a la anulación.
 Ya se verán los términos de los recursos interpuestos, pero dé por descontado: la autoridad judicial ha registrado anomalías suficientes para repetir este fenómeno vivido hasta ahora por dos estados en la era moderna: Tabasco y Colima.
 En 2000 se dio la primera sorpresa cuando el TEPJF desconoció el triunfo del priista Manuel Andrade y convocó a elecciones extraordinarias.
 Resultado: en 2000 ganó con ocho mil votos y en 2001 superó con 16 mil al perredista Raúl Ojeda Zubieta.
 En 2003 pasó lo mismo con Colima y repitió en 2015 porque al entonces gobernador Mario Anguiano se le pasó la mano para obstaculizar al priista José Ignacio Peralta.
 Por coincidencia, Andrade condujo la segunda victoria de Peralta.
 Y por coincidencia, Andrade podría ser el ganador de cinco gubernaturas: dos suyas, las de Peralta y, si se confirma, la de Mauricio Góngora en Quintana Roo.
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ITINERARIO POLÍTICO | Ricardo Alemán
Milenio
Mentirosos del voto
Lo habíamos pronosticado. Todos por igual, sean políticos, líderes de partidos, candidatos y hasta fanáticos —de todos los colores—, recurrieron al engaño descarado y la mentira procaz, luego de la jornada electoral de ayer domingo.
Y es que en una suerte de milagro de la “multiplicación de los triunfos”, la noche de ayer todos se dijeron ganadores, nadie aceptó la derrota y, en todos los casos, convocaron a los medios para cantar pingües victorias que no probaron, más allá de su dicho, el voluntarismo y la mitomanía electoral.
La política y las elecciones convertidas en groseros actos de fe, donde no hay lugar para la honestidad y —donde lo importante—, parece ser engatusar al electorado con supuestas victorias que nadie prueba; como si las elecciones se ganaran con encuestas y alarde de victorias imaginarias.
Pero el problema no solo son los mentirosos de la política y sus mentiras del voto. No, el verdadero problema está en la sociedad, en votantes y electores. ¿Por qué aceptamos las mentiras electorales y a los mentirosos del voto?
La respuesta la saben todos, porque casi todos vivimos del autoengaño político y electoral; porque más que el engaño y la mentira de los políticos, los ciudadanos creemos nuestras propias mentiras y nuestro engaño, al extremo de que justificamos y hasta aplaudimos a nuestro partido preferido, líder adorado, o candidato enamorado si se vale de la mentira y el engaño para ganar.
La victoria lo justifica todo; la mentira y a los mentirosos.
Por eso, la noche de ayer pocos repararon en el absurdo mostrado por los líderes del PRI, Manlio Fabio Beltrones; del PAN, Ricardo Anaya, y del PRD, Agustín Basave, quienes reclamaron triunfos como si hubiesen estado en juego más de 20 gobiernos estatales.
Y es que según Beltrones, el PRI se alzó con 10 victorias, a pesar de que hasta anoche solo tenía certeza en cuatro gobiernos estatales; Hidalgo, Sinaloa, Zacatecas y Oaxaca.
Según Anaya, el PAN tenía seguros tres triunfos; Puebla, Tamaulipas y Veracruz y peleaba Durango, Chihuahua y Aguascalientes. Lo cierto, sin embargo, es que solo tiene seguros Puebla y Tamaulipas.
Según Basave, el PRD ganaría Tlaxcala, Quintana Roo, Durango, Veracruz, Oaxaca y Ciudad de México.
Y según los voceros de Morena, el partido de AMLO habría ganado Veracruz, Zacatecas y la Ciudad de México.
¿Quién miente? ¿Por qué el engaño vulgar?
Pero es peor si vamos a cada entidad. Los Yunes en Veracruz; Héctor y Miguel Ángel —del PRI y PAN–PRD, respectivamente—, se dicen ganadores, lo mismo que el abanderado de Morena, Cuitláhuac García. ¿Quién miente?
En Tamaulipas, el panista Francisco Cabeza de Vaca y el priista Baltazar Hinojosa, reclaman la misma victoria. ¿Quién miente?
En Chihuahua ocurre algo similar: Javier Corral y Enrique Serrano se dicen ganadores. ¡Alguno nos engaña! Y en la misma situación están en resto de los estados, donde no existe un solo demócrata, de esos cuya cultura democrática los lleve a reconocer la victoria de la democracia y del adversario.
Y está claro que el PRI será el partido con más victorias y con más votos en la elección de ayer, pero se antoja difícil que llegue a los 10 triunfos; es cierto que el PAN tiene dos victorias y que pelea otras dos, pero también habría perdido dos gobiernos actuales, Sinaloa y Oaxaca.
Y podrán decir misa el PRD y Morena, pero lo cierto es que su división los llevó al fracaso y a la posible extinción en el caso de los amarillos.
Ya conocemos las mentiras. Hoy conoceremos a los mentirosos del voto.
Al tiempo.
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EL DESENCANTO DEMOCRÁTICO | Rafael Cardona
La Crónica
Las elecciones son hasta ahora algo demasiado costoso como para no darse cuenta de la necesidad de cambiarles el modelo.
Imposible todavía conocer resultados definitivos de los abroncadas elecciones de ayer. Si antes las elecciones debían esperar la conformación de Colegios Electorales para llegar a su culminación en los hechos, ahora quedan siempre las instancias judiciales; es decir, la decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuyo prestigio, por cierto, no ha crecido en los últimos meses, dada su confrontación teórico jurídica frente al Instituto Nacional Electoral. Cada quien ha interpretado la ley de acuerdo con su saber y su entender y el divorcio ha sido evidente y riesgoso, dicen los más.
 Las elecciones son hasta ahora algo demasiado costoso como para no darse cuenta de la necesidad de cambiarles el modelo.
 Los partidos subvencionados, las carretadas de dinero por fuera del subsidio estatal; las aportaciones privadas; el disimulo de las autoridades en el dispendio de obsequios o sobornos, como se les quiera ver, en tiempos de campaña; las campañas mismas, su extensión, su duración, su insoportable presencia en los medios machacones e imaginariamente equilibrados; la justicia de un reparto injusto de tiempos en la radio y la TV; la “espotización” del pensamiento político, cuya naturaleza lo debería alejar de la factura comercial; y en general toda esta mecánica casi de contienda deportiva, son cuestiones frente a las cuales algo se debe hacer.
 Durante mucho tiempo se creyó haber encontrado la piedra filosofal cuya oportunidad nos iba a abrir las puertas de una jamás vista decencia política.
 Si construíamos la democracia con una amplia participación ciudadana desde la mecánica electoral misma, si los votos iban a ser libremente emitidos, limpiamente contados y genuinamente considerados para darle legitimidad a quien ostentara cargos públicos, todo lo demás vendría por consecuencia y añadidura. Se apostó por la “ciudadanización” sin darse cuenta (o sin querer darse cuenta) de un factor evidente: los ciudadanos también construyeron —los mismos—, la fórmula de los partidos y sus estructuras.
 El problema quizá radique en el fracaso de esa idea: poner a los ciudadanos aleatoriamente insaculados en el pale de administradores electorales temporales, es decir, en jefes de casilla, revisores y fugaces burócratas de la contabilidad del sufragio, no garantiza nada. Mucho menos se ofrece garantía alguna cuando los consejeros electorales viven (en teoría) al margen de las fuerzas en pugna y contienda.
 Y si durante algunos momentos de esplendor, en concreto la elección por cuya alternancia llegó a la presidencia Vicente Fox, el Instituto Federal Electoral funcionó correctamente (sin dejar de ser por ello caro y oneroso), el truculento mecanismo de presión por el cual fue extinguido tras el dudoso resultado del 2006, echó abajo sus méritos originales.
 Pero no es el problema nada más del Instituto Nacional Electoral o los órganos locales.
 El problema consiste en las ligas entre la administración pública y la política electoral. Por obvia razón los gobiernos provenientes de partidos políticos desean prolongar sus dominios. No sólo por una lógica necesidad de continuismo en sus programas y formas de actuar, sino apara afianzar el dominio de grupos y tendencias ideológicas, pero principalmente (y ésta es la causa real) negocios y beneficios.
 Y quien dice negocios y beneficios dice también corruptelas y operaciones dudosas.
 Por eso hoy vemos cómo horas antes de la contienda se observan en todas partes brotes violentos. No son esas expresiones efecto de la disputa ideológica, sino del afán de dominio y amedrentamiento de los ciudadanos.
 Tiros y bombas molotov en Zacatecas y Veracruz, donde hasta una cabeza humana fue arrojada cerca de donde se instalaría una casilla en Emiliano Zapata; roces con la fuerza pública en Hidalgo, ataques a autobuses con acarreo de militantes en Sinaloa, reparto de tinacos y despensas en la Ciudad de México, brotes violentos en los lejanos municipios de Chihuahua.
 Pero sea como sea mañana amaneceremos con mil 819 cargos renovados en 14 entidades del país. La capital de la República habrá elegido a sesenta diputados fundadores, cuya obra (diría el cursi) trascenderá el tiempo y nos dará una primera y esplendorosa Constitución, lo cual le vamos a untar gozosamente al queso de nuestras ilusiones.
 Doce nuevos gobernadores entonarán el cántico de la transformación de sus estados y la justicia para sus antecesores, lo cual quizá ocurra en uno o dos casos, más por venganza menos por justicia. También se nos presentarán casi mil nuevos presidentes municipales en otros tantos ayuntamientos cuya condición, sea cual sea, no cambiará en su trienio.
 Los jilgueros nos hablarán (o gorjearán) sobre la importancia de la jornada ejemplar y democrática, y las cosas, en poco tiempo, volverán a ser como siempre, como antes.
 Y con los resultados en la mano, con la nueva distribución del poder encima del tapete verde del juego ambicioso de la política, comenzará la lucha feroz y marrana por la presidencia nacional. Sólo quedan seis meses de este año y los tórridos semestres por venir del 2017, cuya faz ya se dibuja horrible.
 Al menos para la pelea feroz y la navaja en los espolones. Lo veremos.
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GUERRA DE CIFRAS: ENTRE LA PERCEPCIÓN Y LA MENTIRA | Salvador García Soto
El Universal
Si el 2016, como tanto se dijo, fue ensayo del 2018, podemos respirar, pero también preocuparnos. Respirar porque los escenarios de violencia que auguraba el tono estridente y sucio de las campañas políticas no se cumplieron y si bien no fueron las jornadas color de rosa que veía Peña Nieto —por episodios de violencia armada en Tamaulipas y Veracruz— tampoco las incidencias afectaron el desarrollo normal de las 14 elecciones y hubo casos, como Oaxaca, que rompieron el pronóstico de comicios violentos. Pero al mismo tiempo, hay motivos para preocuparse: hasta anoche la confusión reinaba en más de la mitad de los estados en disputa y, sin esperar resultados oficiales, los dos grandes bloques en disputa —PRI y sus aliados contra PAN-PRD— se declaraban ganadores en al menos siete estados en los que llegaron a la votación empatados y así se mantenían anoche, con diferencias mínimas de tres a cinco puntos entre el primero y el segundo lugar.
 Esos estados, que anoche vivían una auténtica guerra de cifras, son: Veracruz, Aguascalientes, Quintana Roo, Chihuahua, Tlaxcala, Oaxaca, Durango y Tamaulipas. Sólo en tres estados se veían hasta anoche ganadores claros: Puebla, donde el panista Antonio Gali aventajaba con casi 10 puntos; Sinaloa, donde el priísta Quirino Ordaz tenía ventaja que parece irreversible, e Hidalgo, donde el priísta Omar Fayad también lideraba con amplia ventaja en todas las encuestas. Salvo esas, el resto de las entidades tenían anoche dos “ganadores” y la lucha mediática incluía cifras triunfales de uno y otro lado: Manlio Fabio Beltrones, quien decía que el PRI llevaba ventaja “en 10 elecciones”, sin precisar cuáles, y Ricardo Anaya que celebraba “un número histórico de gubernaturas para el PAN” y hablaba de “tres estados ganados” y otros arriba, y hasta Agustín Basave se subía al carro del triunfalismo asegurando victorias del PRD en Tlaxcala, Oaxaca y Quintana Roo, los dos últimos en alianza.
 La única declaración sensata de la noche la daba el presidente del INE, Lorenzo Córdova, quien llamaba a todos los partidos, ante los duelos mediáticos y de encuestas, a esperar los resultados oficiales que comenzaron a marcar tendencias más o menos claras hasta pasada la medianoche de ayer.
 Sobre la participación del electorado, otra de las incógnitas por el ruido de las campañas, en general se vieron elecciones concurridas en varios estados. Chihuahua, Tamaulipas y Quintana Roo reportaron filas para votar en varios momentos del día, mientras que en el resto de los estados la afluencia fue regular, así que es de esperarse una participación en porcentajes típicos de comicios estatales, por arriba del 50%, con grados variables de abstencionismo por entidad. El único caso donde la gente no salió a votar, y se observaron escenas lamentables de casillas vacías a lo largo del día, fue en la Ciudad de México. La complicada elección de la Asamblea Constituyente no entusiasmó a los capitalinos, con todo y bombardeo publicitario y una costosa inversión de más de 200 millones de pesos en su organización; la lluvia y el debut de México en la Copa América dieron la puntilla a una elección que podría incluso ser descalificada por uno de los partidos más fuertes que contendieron en ella: Morena.
 Ese sería el principal motivo de preocupación que arrojan los comicios de ayer, como antesala del 2018: que en la cerrada competencia que se veía hasta anoche en buena parte del país —y que es casi seguro que se repetirá en la elección presidencial— la irresponsabilidad y falta de madurez de los actores políticos, sumado a escenarios de votación altamente competida, con diferencias mínimas, podrían llevarnos a vivir, en la próxima sucesión presidencial que ya está en marcha, un escenario de conflictividad, descalificación y desconocimiento de los resultados, como el que anoche se veía en varias entidades, y como el que ya conocimos los mexicanos en la compleja elección del 2006 con el apretado triunfo de Felipe Calderón, desconocido por Andrés Manuel López Obrador y luego legitimado por el PRI.
 Para colmo, los protagonistas de aquella noche aciaga del 2006 están otra vez en la escena de la sucesión 2018: López Obrador, como el único candidato seguro, Felipe Calderón, como promotor y estratega de su esposa Margarita Zavala, y hasta Manlio Fabio Beltrones, hoy dirigente y aspirante no declarado por el PRI.
 La pregunta sería, si nos atenemos al ensayo, si así de confuso e incierto será el 2018: ¿tendremos también dos ganadores por la Presidencia la noche de la elección?
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Columna Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Excelsior
Ahora, a trabajar el 2018
El único que tiene definido su escenario es AMLO, beneficiado por cientos de miles de spots gratuitos y su proselitismo.
Un día después de las elecciones de 1997, Vicente Fox anunció su intención de buscar las elecciones presidenciales, con una estrategia que le permitió, en el 2000, derrotar por primera vez al PRI en siete décadas.
Mientras Fox construía su candidatura (y su triunfo), en el tricolor se inició un proceso complejo y difícil, que en realidad había iniciado mucho antes, con la 17 asamblea del partido que le había puesto “candados” a las candidaturas, mismos que obligaban para ser candidato a tener, antes, un puesto de elección popular. Era la respuesta de un sector del priismo al presidente Zedillo y parte de un pulso que llevó a ese partido a tener siete presidentes nacionales en seis años y que dejó fuera a los personajes con los que Zedillo tenía mayor afinidad, como Guillermo Ortiz y José Ángel Gurría.
Ello obligó al PRI, en lugar de buscar una candidatura única, a iniciar un proceso interno en el que Francisco Labastida tuvo que confrontarse en una lucha durísima, e inútil, con Roberto Madrazo. No le alcanzó para ganar, pero sí para debilitar la candidatura de Labastida. Cuando concluyó el proceso interno, Fox tenía en las acusaciones y golpes que había proporcionado Madrazo todos los argumentos para su campaña contra Labastida.
Seis años después, el empeño de Madrazo por ser candidato frustró otros intentos en el priismo, quizás el más importante, la opción de Enrique Jackson. Con Madrazo en la boleta y nuevamente dividido, el PRI tuvo la peor elección de su historia, relegado a un lejano tercer lugar. En esos comicios, López Obrador ya había construido su candidatura desde el GDF, deshaciéndose, con buenas y malas artes, de rivales internos como Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles, mientras que Felipe Calderón desoyó la advertencia del entonces presidente Fox para que no adelantara tiempos (en realidad para que le diera tiempo a su gallo, que era Santiago Creel) y se lanzó por una candidatura que terminó colocándolo en Los Pinos. Hoy Margarita intenta algo similar.
En el 2012 los papeles se invirtieron. Mientras López Obrador, como hasta ahora, seguía adelante con una campaña que había iniciado en el año 2000, el PAN no supo definir su candidato y la elección interna lo dejó terriblemente desgastado, con pocos recursos y muy dividido. El PRI preparó desde tiempo atrás a Peña Nieto. Manlio Fabio Beltrones, el único que buscó la candidatura, muy rápido la dejó de lado para sumarse a Peña. Esa ausencia de desgaste interno explicó en buena medida el triunfo del PRI.
Pasados estos comicios, de los que no tenemos cifras certeras, confiables, al momento de escribir estas líneas, el PRI, el PAN y el PRD tendrá que definir qué quieren hacer, cómo y con quién. Como desde el 2000, el único que tiene definido su escenario es López Obrador, beneficiado en esta ocasión por cientos de miles de spots gratuitos y su proselitismo: él ha sido el candidato real en las campañas más importantes para Morena,  como Veracruz.
En el PRI, el único precandidato que verá su futuro enlazado con los comicios de ayer es Manlio. Claro que será importante para el presidente del PRI ver cuántos estados ganaron y cómo, pero también en una visión de futuro lo es saber cuál es el piso electoral desde el que puede operar el PRI.
Los tres precandidatos que son miembros del gabinete tendrán una afectación indirecta, partiendo precisamente de la lectura que se le dé a ese piso electoral. Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Gobernación, es un priista con todo el peso y la actitud partidaria. Llegará con un triunfo abrumador en su tierra Hidalgo y evitará el desgaste en otros temas y territorios. Es un hombre de partido, pero se ha mantenido relativamente alejado (en términos públicos) de las disputas internas y no veo que los resultados modifiquen su camino.
 José Antonio Meade, titular de Sedesol, representa la otra cara: es un funcionario talentoso y con buenos números en cuatro secretarías de Estado, en dos sexenios diferentes. Es una opción si ese piso electoral resulta muy bajo. No es militante del PRI y es la figura que más se acercaría a un candidato independiente impulsado por el priismo como para formar un frente en torno suyo.
 Aurelio Nuño es el aspirante priista joven, sin una carrera partidaria fuerte, pero enarbola una carta, como la Reforma Educativa, que puede levantar una candidatura y dar un rostro nuevo. Es una suerte de posición intermedia entre Osorio y Meade, asumiendo que el primero, por lo menos hasta hoy, tiene una ventaja importante en las encuestas.
 Pero más allá de eso, el PRI, pasados estos comicios, tiene que decidir qué cartas pondrá sobre la mesa y cómo jugarlas. No se puede dar el lujo de repetir la experiencia de 2000 y 2006, porque incluso parte de un piso más bajo que en esos comicios. El tricolor, más que cualquier otro partido, debe comenzar a definir con quién y cómo competirá en el 18. Eso de que no son los tiempos es apostar contra sí mismo.
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2018, ¿como el 5 de junio?/ Raymundo Riva Palacio
Columna Estrictamente Personal
El Financiero, 
Las portadas de la prensa nacional e internacional no pudieron ser más elocuentes el domingo. Bombas Molotov en Veracruz y Zacatecas, violencia en Chihuahua, Hidalgo y Sinaloa, documentos apócrifos contra el PRD en Quintana Roo y contra el PRI en Zacatecas, nuevos videos y audios en YouTube que vinculaban a un candidato a gobernador con Los Zetas. La información sobre la jornada electoral del 5 de junio subrayó la violencia de la contienda. Denuncias en el Instituto Nacional Electoral donde se exigió la renuncia del secretario de Gobernación, decenas de detenidos por presuntos actos electorales en varios estados, dos incidentes de alto impacto que involucraron enfrentamientos de la policía con dos senadores panistas en Quintana Roo y Veracruz. Ningún suceso que afectara las elecciones en sí mismas, pero que el ensordecedor megáfono político magnificó como si hubiera crisis.
 Fue la síntesis de la regresiva democracia mexicana que se vio en las últimas semanas, que se desbordó por las 12 elecciones para gobernadores, cuya dinámica de confrontación obedeció a que este domingo se empezaron a marcar los territorios para las elecciones presidenciales en 2018. Las noticias del domingo son inconclusas en su mayoría y no permiten ver con claridad todo el escenario para dentro de dos años y medio. Pero en una primera aproximación, se puede argumentar que si la oposición quiere arrebatar al PRI la presidencia, tendrá que replantear su esquema de alianzas para estar en niveles competitivos.
 Para entender la ecuación habrá que responder las razones del porqué las expectativas de unos eran tan distintas a las confianzas de otros en estos comicios, que ya tienen reservada su cita en el Tribunal Electoral. ¿Cómo es posible que si el presidente Enrique Peña Nieto está reprobado en su aprobación en la mayoría de las 12 entidades en contienda, el PRI no fue apaleado? La aprobación del presidente estaba en los bajos 20 por cientos, razón por la cual los candidatos priistas lo escondieron de sus campañas. Su figura era negativa y los empujaba al fondo. Los gobernadores priistas locales no estaban mejor. En los nueve estados que gobiernan, el electorado quería que saliera del poder y hubiera alternancia; seis de cada 10 electores en cuatro de ellos reprobaban la acción del gobernador.
 Con este nivel de rechazo a los gobernantes priistas, varios estados en pugna debieron haber sido menos complicados para la oposición, pero no lo fueron. Tlaxcala es un ejemplo, donde las dos senadoras que contendieron por el PAN y el PRD son reconocidas por su fuerza y talento y, sin embargo, el PRI les hizo la vida imposible. Aguascalientes es otro caso, donde las estrellas alineadas para una recuperación del poder por parte del PAN se les descompusieron y estaba en el umbral del fracaso. Oaxaca terminó el día con una decepción para la oposición –sin que se pueda establecer la victoria de nadie–, por la confianza que tenía el aspirante de la coalición PAN-PRD de derrotar al PRI.
 La izquierda pudo arrasar en Tlaxcala y Oaxaca, pero la diáspora de sus fuerzas y la incapacidad para llegar a alianzas les impidieron cantar victoria el domingo por la noche. En Zacatecas sucedió algo similar, donde a lo largo de todo el día el candidato de Morena estuvo varios puntos detrás del candidato del PRI, toda vez que el PRD y el PT, sus aliados naturales, optaron por contender con otros compañeros de elección. Tamaulipas no puede verse bajo esta ecuación, porque el choque entre dos bloques políticos se definirá por cuál de los candidatos fue visto como el menos contaminado por la delincuencia. Veracruz sale de la norma de este domingo, por el fenómeno que se dio en el estado.
 El gobernador Javier Duarte se reunió en tres ocasiones con el jefe de Morena, Andrés Manuel López Obrador, para llegar a un acuerdo. Según personas que conocen los detalles de las reuniones, la propuesta fue apoyo a cambio de nada. Les convenía a ambos, le dijo Duarte a López Obrador, porque éste aumentaría su base electoral y él dividiría a la oposición. Como a López Obrador no le importaba ganar este domingo en ningún lado sino ampliar su territorio clientelar, el acuerdo cuajó. Lo que no esperaban quienes avalaron la iniciativa de Duarte era que la salvaje lucha entre los candidatos del PRI y la alianza PAN-PRD le abriera camino a un candidato mediano de Morena, que en el último tramo del cierre de las urnas podría arrebatarles, incluso, la victoria.
 Con la excepción de Durango, Hidalgo, Puebla, Sinaloa y si para el cierre de esta edición no cambian las tendencias en Quintana Roo, nadie podrá reclamar la victoria con certeza. Lo que sí podrán comenzar a revisar los estrategas electorales que tienen en el horizonte el 2018 es que la maquinaria electoral del PRI, por encima de sus propios líderes, le continúa aportando el músculo que los hace competitivos y evita derrotas que parecían inevitables. La fragmentación de la izquierda ayudó a Morena pero no colocará a López Obrador en el nivel de competencia si insiste en rechazar las alianzas. Para el PRD, este domingo es una gran lección que como están, pronto se volverán irrelevantes. Para el PAN, el mensaje está claro: si mantienen la conducción nacional como hasta ahora, la presidencia no se abrirá para ese partido en el próximo futuro. Es decir, si no cambian sus estrategias, habrá PRI por seis años más.
 Twitter: @rivapa
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 Segunda vuelta: ahora más que nunca/LEO ZUCKERMANN
Excelsior
Segunda vuelta: ahora más que nunca
El voto en México se está fragmentando como resultado del creciente rechazo del electorado a los partidos tradicionales y a las reglas que permiten ganar con un porcentaje mínimo de votos.
Hoy, después de las elecciones de ayer, resulta aún más urgente que se apruebe la segunda vuelta electoral en México. No sólo para resolver la creciente fragmentación del voto que hace posible que un candidato gane con menos de un tercio de los votos, sino como solución para atemperar los ánimos y ataques entre las distintas campañas, la mal llamada “guerra sucia”. Me explico.
El voto en México se está fragmentando como resultado del creciente rechazo del electorado a los partidos tradicionales y reglas que permiten ganar con un porcentaje mínimo de votos. En este contexto no es nada utópico pensar que el próximo Presidente gane con menos de un tercio de la votación nacional. ¿De verdad queremos esto? ¿Qué fuerza y legitimidad tendría un mandatario con el respaldo de uno de cada tres electores?
Hemos pasado de un sistema de tres partidos grandes y la morralla a uno de dos partidos medianos, cuatro más chicos y la morralla. Los dos medianos son PRI y PAN. Luego vienen cuatro más chicos: Morena, PRD, Verde y Movimiento Ciudadano. Y más debajo de ellos están Nueva Alianza, Encuentro Social y el PT. En este contexto de fragmentación, es posible que un candidato gane con muy pocos votos.
 En 2018, ¿queremos que nuestro jefe de Estado y del  gobierno federal, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, el que ejerce un presupuesto de más de cuatro billones de pesos al año, sea elegido con menos de un tercio de los votos que pueden equivaler, dependiendo de la participación, a uno de cada diez mexicanos inscritos en el padrón electoral? Desde luego que no. Para eso se inventaron las segundas vueltas: para darle mayor fuerza y legitimidad a los ganadores, sobre todo en sistemas presidenciales donde, a diferencia de Estados Unidos, el voto está fragmentado en más de dos partidos.
 Imaginemos que en 2018 el PRI-Verde lanza su candidato presidencial, el PAN al suyo, López Obrador va por Morena y el PRD no se le une y pone al propio. Además, por ahí, se lanza un candidato independiente. Existe la posibilidad, muy real, de que el ganador lo haga con menos de un tercio de los votos. Sin segunda vuelta, las encuestas se convertirán en el instrumento para que los electores decidan en una lógica de voto útil. ¿Queremos dejarle a los encuestadores, después de todo lo que ha pasado, esta tarea? ¿No convendría más que el voto se fraccione en una primera vuelta y sólo pasen a la segunda los dos candidatos con más votos (a menos que uno de ellos alcance cierto umbral o la diferencia entre el primero y el segundo sea sustancial)? Desde luego que sí. Es lo más racional para una democracia con creciente fragmentación como la nuestra.
 No sólo eso. Con la segunda vuelta se resolvería otro problema: el creciente enfrentamiento duro, ríspido, incluso ilegal, entre los partidos. Ya el senador priista Emilio Gamboa, el panista Roberto Gil y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se han pronunciado a favor de una nueva reforma electoral para prohibir la llamada “guerra sucia”. Por supuesto que no lo van a lograr impidiéndola en la ley. Lo que tienen que hacer es cambiar los incentivos para que los partidos no se den con todo. Y eso lo pueden obtener con la segunda vuelta porque los partidos serían muy respetuosos de no atacar a los adversarios sabedores que luego podrían necesitar de ellos en una probable alianza rumbo a la segunda vuelta.
 En fin. El problema es que ni el PRI ni López Obrador van a querer la segunda vuelta. Van a preferir jugársela a una sola vuelta para evitar que en la segunda se aglutine una posible coalición antipriista o antilopezobradorista. Eso es, quizá, lo que más le convendría a ellos, no al régimen democrático. Si de verdad pensaran en la salud de la República, ya estarían cambiando la Constitución para permitir la segunda vuelta. No lo van a hacer porque les interesa la salud de sus partidos. Por tanto, me temo que nos quedaremos sin segunda vuelta con el riesgo muy real de que el próximo Presidente gane con menos de un tercio de los votos y los partidos sigan dándose hasta con la cubeta.
 Twitter: @leozuckermann
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La sorprendente elección de ayer/ Pablo Hiriart
Uso De Razón
El Financiero,
Lo parejo de la elección en algunos estados donde debió ganar la oposición de calle, revela que el PRI todavía está vivito y coleando. Su fortaleza fue fuertemente zarandeada ayer, pero no se le da por muerto.
En cambio, la oposición mostró una debilidad que sorprende, pues el dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya, dijo que su partido había ganado cuando menos en tres estados.
Son estados grandes, es cierto, pero fueron pocos para como están las cosas en el país.
Tenemos, pues, que el principal partido de oposición sólo puede asegurar el triunfo en tres estados de doce. Se trata de un mal resultado para Acción Nacional, salvo que se confirmen los indicios que lo podrían dar como ganador en Chihuahua, Durango, Aguascalientes y Tamaulipas.
Con una baja aceptación de la gestión gubernamental, poca popularidad del presidente, inseguridad, mal humor social y el dólar casi a 19 pesos, el PRI ganó la mayoría de los estados. Estados pequeños, pero fueron muchos.
El PAN y PRD no fueron una alianza arrolladora como hace seis años, pues no ganaron donde fueron juntos contra el PRI, salvo, quizás, en Durango y por poco en Veracruz.
Morena tuvo un buen desempeño dada su novatez como partido, pero no fue la barredora que algunos analistas auguraban.
En Veracruz, Morena fue tercero, tal y como lo adelantó la encuesta de EL FINANCIERO, que algunos propagandistas calificaron de “cuchareada”.
Resulta alentador subrayar que lo negro de las campañas no tuvo su correspondiente en la jornada electoral de ayer domingo, pues la ciudadanía respondió con civilidad ejemplar y los incidentes de consideración se cuentan con los dedos de una mano.
Quizá la nota más fuerte en esta elección la representa el resultado en Veracruz, donde el PRI habría perdido por sólo dos o tres puntos.
En un estado endeudado, ensangrentado, dolido por el gobierno despótico de Javier Duarte, el electorado castigó al PRI. No había de otra
El PRI, con cifras impresentables en materia económica y en seguridad, tenía una misión imposible que era retener Veracruz.
La victoria contundente del PAN en Puebla es casi la única que ese partido puede presumir con holgura y sin alianza con el PRD. 
En Tamaulipas, donde siempre ha gobernado el PRI y se vive una crisis de seguridad desde hace largo tiempo, la moneda estaba en el aire.
Hasta anoche se contaba voto a voto sin resultado claro para nadie, aunque distintas encuestas de salida daban ventaja al panista García Cabeza de Vaca.
Chihuahua, donde hay un gobernador del PRI mal evaluado porque nunca pudo explicar cómo es que se hizo de un banco, la votación era cerrada y la casa de campaña del panista Javier Corral se abstuvo de festejar.
En síntesis, el PRI sigue ganando elecciones y es competitivo aun en estados donde ha gobernado mal. Pero ayer fue un mal día para ese partido.
Los electores pusieron su parte al acudir pacíficamente a las urnas a depositar su voluntad.
Ahora falta que los partidos estén a la altura del comportamiento ciudadano, que fue ejemplar, acepten los resultados, o impugnen y admitan el fallo del Tribunal.
Twitter: @PabloHiriart
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