22 ago 2016

¿Qué hace que una película sea buena?…: La promesa

 Propongo que a la expectativa que crea una película en su público objetivo la llamemos la promesa de la película.
¿Qué hace que una película sea buena?/Jaime Rosales, director de cine
ABC, 22 de agosto de 2016
A todos nos ha pasado. Un amigo nos recomienda una película. Nos dice: tal película es estupenda, es muy interesante o es muy divertida. O lo que sea. Tienes que ir a verla. Nosotros le hacemos caso. A la media hora abandonamos la butaca. Nos acordamos de nuestro amigo. Qué raro, yo pensaba que fulano tenía buen gusto. Ya no me fiaré más de él. ¿Qué ha pasado? ¿Era buena o mala la película? Los que piensan que sobre gustos no hay colores ahí tienen su respuesta. Vamos a intentar ir un poco más allá.
 El público es soberano. Todo espectador tiene siempre razón en todos sus juicios y en todas las películas. No hay excepción. Si una película ha causado un impacto en alguien esa película es buena. Por lo menos para esa persona. Lo que se trata de averiguar es si se pueden establecer criterios para distinguir el trigo de la paja. Averiguar si se puede determinar lo que hace una película mejor que otra en términos menos subjetivos.
 Las películas son el resultado de un diseño bastante complejo. Interviene mucha gente y se toman muchas decisiones. Todas las películas nacen con unas intenciones y no siempre son las mismas. Los responsables de su creación las conocen más o menos veladamente pero las conocen. El director y el productor las conocen. Los actores y los técnicos también. Esas intenciones se relacionan con un público. Nadie hace una película para sí mismo. Toda película se hace para ser vista por un público. Propongo que a la expectativa que crea una película en su público objetivo la llamemos la promesa de la película.

 La promesa de la película es algo que está incrustado en todo el proceso de fabricación y que se relaciona con la expectativa del público. Una promesa legítima puede ser entretener, divertir. Es la promesa asociada a las comedias y a las películas de acción. Otra puede ser concienciar o denunciar. Es la promesa de las películas sociales o políticas. Hay películas que intentan denunciar y entretener. Hay muchas promesas posibles.
 La elección de los actores, el tipo de historia, el género, el nivel de la producción, todo absolutamente todo tiene que ver con la promesa. Todo gira en torno a la promesa y todo alimenta esa promesa en un movimiento doble hacia adelante y hacia atrás. Se parte de una promesa y se llega a una promesa.
 Veamos que hace que una película sea mala para un espectador. Pueden ser dos cosas. La primera que la película, aunque fiel a una promesa clara en todos sus aspectos, no tenga suficiente calidad. Es el caso de una comedia que no tiene gracia o un thriller que no tiene ritmo. Es mala para su público objetivo. Esa película no contó con el favor de las musas y salió mal. No hay mucho más que decir al respecto. El segundo motivo no tiene que ver con la calidad. Es un problema de comunicación. Un problema de marketing. No se transmitió adecuadamente la promesa. La película puede tener calidad, pero se encuentra con un espectador que buscaba otra cosa. Ese espectador no saldrá satisfecho. Su juicio será negativo y posiblemente no recomiende la película o lo haga con reservas. Esa película tiene un problema en la comunicación de su promesa.
 Volvamos a la cuestión de la bondad de una película. Yo creo que una buena película es aquella que cumple satisfactoriamente con su promesa. De este modo, puede haber una muy buena película gamberra –como el primer Torrente, de Santiago Segura, por ejemplo– y una muy buena película sesuda –como Elephant, de Gus van Sant– que parten con promesas muy diferentes. La primera prometía divertir y lo consiguió; la segunda prometía aportar un punto de vista profundo un tema social y también lo consiguió. Ambas películas son buenas. Son igualmente buenas aunque eso no quiera decir que sean igual de buenas. En mi opinión, Elephant es superior aunque Torrente es, en su género, una obra excelente. Ambas películas tienen una promesa bien definida, bien comunicada y cumplen satisfactoriamente con la expectativa generada por esa promesa. ¿Por qué es Elephant superior a Torrente? Porque la promesa de Elephant es más ambiciosa. Con su película sobre el repugnante agente secreto, Segura no espera reinventar nada. Su película está diseñada para conquistar un público y lo logra de manera sobresaliente. En su película sobre la matanza en un instituto norteamericano, Gus van Sant propone una reflexión sobre la violencia. Plantea preguntas de difícil respuesta. Es certero en el retrato de los personajes y de las situaciones. Todo eso haría de la película una buena película. Pero va más allá. Gus van Sant da un salto en el vacío. Busca de manera más o menos consciente reinventar formas. Se arriesga a la catástrofe total. En eso su película, su promesa, es ambiciosa. Eso marca la diferencia entre una buena película en su género –Torrente– y una película importante –Elephant–.
 Una película importante es aquella que cambia el rumbo del cine. Cuidado, no solo hay películas importantes en géneros sesudos. Hay películas importantes en todos los géneros. Así, Psicosis, de Hitchcock, es una película importante, como lo es Pulp Fiction, de Tarantino; Star Wars, de Lucas; La aventura, de Antonioni; A bout de souffle, de Godard, o Toy Story, de John Lasseter. Después de cada una de estas películas algo no fue ya nunca más lo mismo. Algo cambió en el medio para siempre. En efecto, cuando aparece una película importante no solamente cambia el género en el que se enmarca, se produce un seísmo que afecta a toda la cinematografía en su conjunto.
 De toda película se esperan dos cosas: que se defina claramente en torno a una promesa y que satisfaga la expectativa inherente a esa promesa. Es lo mínimo aunque no por ello es algo fácil. El público es exigente y tiene razón en serlo. En algunos casos se produce un milagro infrecuente. Cada cierto tiempo aparece una obra maestra que abre un rumbo nuevo. La obra nos deja maravillados y nos reconcilia con todo lo humano. En este mundo de frecuentes decepciones todavía nos queda la revelación artística como experiencia de lo sublime. Una película importante cambia nuestras vidas.
 Mientras aguardamos a que esas obras maestras sigan llegando, esperemos encontrarnos con un buen puñado que cumplan con sus promesas. Me permito recomendar Al oeste de los railes, de Wang Bin. Indudablemente una obra maestra.

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