9 jul 2017

Crece la presión para que se juzgue al cardenal Rivera



Revista Proceso  # 2123, 9 de julio de 2017
Crece la presión para que se juzgue al cardenal Rivera/Rodrigo Vera, reportero.
Aun cuando Hugo Valdemar, vocero de Norberto Rivera Carrera, dice que la denuncia interpuesta contra el cardenal ante la Procuraduría General de la República por solapar a curas pederastas es inconsistente y no prosperará, los promotores de la querella tienen confianza en que se ponga fin a la larga impunidad del purpurado. Además, en la plataforma Change.org circula una carta dirigida al presidente Enrique Peña Nieto y al procurador Raúl Cervantes para que pidan al denunciado abrir los expedientes de sus 15 curas acusados de  abusadores.

Ante la denuncia penal que el pasado 2 de junio se interpuso contra el cardenal Norberto Rivera Carrera, por encubrir a 15 sacerdotes presuntamente pederastas de la Arquidiócesis Primada de México, la Procuraduría General de la República (PGR) abrió el expediente DF/05541/2017, el cual turnó a la Dirección General de Control de Averiguaciones Previas para su evaluación jurídica.
Mientras tanto, la semana pasada se comenzó a impulsar la querella en internet a través de la plataforma Change.org, dedicada a defender causas sociales y la cual –hasta la tarde del jueves 6– ya había conseguido 30 mil firmas de apoyo.
El exsacerdote Alberto Athié Gallo, quien interpuso la denuncia, espera que la PGR realmente investigue el caso y castigue por fin al purpurado, para así acabar con la impunidad de que ha gozado en lo que llama su larga trayectoria delictiva de más de 30 años.

Athié comenta:
“Esperemos a ver qué hace la PGR. Sería un verdadero hecho histórico si realmente castiga a Norberto, quien lleva muchos años protegiendo a sacerdotes pederastas; desde que era obispo de Tehuacán, en los ochenta. Pero ha salido impune gracias a la complicidad de las autoridades civiles mexicanas.”
–¿Su denuncia podría verse como el más reciente intento por acabar con la impunidad del cardenal?
–En efecto, pues ni siquiera es la primera denuncia penal interpuesta contra él y sus pederastas protegidos. Hay otras denuncias anteriores a la nuestra… y Norberto ha logrado zafarse de todas.
Cita como ejemplo la denuncia que, en 2006, se puso contra el cardenal en la Corte de Los Ángeles, California, por proteger a su sacerdote Nicolás Aguilar. Y también la que al año siguiente se presentó ante la procuraduría de la Ciudad de México contra el párroco Carlos López Valdez, un pederasta de su arquidiócesis recién encarcelado y al parecer también encubierto por Norberto.
Prosigue Athié:
“El cardenal tiene una larga trayectoria delictiva, un largo historial de impunidad gracias a su relación con el poder. Por eso creemos que ahora ya le pidió al procurador General de la República y al mismo presidente Peña Nieto que desechen nuestra denuncia.”
–El cardenal Rivera renunció al cargo de arzobispo el pasado 6 de junio, ¿fue deliberado que ustedes lo denunciaran en vísperas de su renuncia?
–Por supuesto. Nosotros nos dijimos: “Se acerca la renuncia de Norberto, vamos a denunciarlo ya, no vaya a ser que después nos digan que ya no es responsable de la arquidiócesis y nada se puede hacer contra él”. Esto nos hubiera creado problemas, porque se le fincarían responsabilidades no como arzobispo, sino como cualquier individuo.
“Por otro lado, nuestra demanda se sustenta en declaraciones hechas por el propio cardenal, pues él mismo confesó que denunció ante el Vaticano a 15 sacerdotes suyos por presuntos delitos de pederastia. Estuvo obligado a hacerlo ante la justicia mexicana y sin embargo no lo hizo. Los encubrió.”
El 19 de diciembre del año pasado, durante una conferencia de prensa en la que abordó el tema de la pederastia sacerdotal, Rivera Carrera dijo:
“Yo no he protegido absolutamente a ningún pederasta. De hecho, aquí en la arquidiócesis al menos unos 15 sacerdotes han recibido no solamente el juicio, sino sentencias que afortunadamente no tenemos que dar nosotros.
“Aquí tenemos que hacer la investigación, se manda toda la documentación a la Doctrina de la Fe, en Roma, y el santo padre es quien ha tomado las decisiones en esos casos tan dolorosos, porque sí han sucedido aquí en México.”
El cardenal no mencionó los nombres de sus 15 sacerdotes acusados en Roma, ni precisó cuántos de ellos resultaron culpables; tampoco dijo si informó a los padres de los niños vejados.
Señala Athié:
“Estas declaraciones del cardenal son un alarde de impunidad porque prácticamente nos está diciendo: ‘Miren señores, soy intocable, me doy el lujo de encubrir a mis sacerdotes pederastas y aun así la justicia mexicana no me llama a cuentas’. Y así es. La PGR debió por lo menos citarlo a declarar, pero no hizo nada. Precisamente esta complicidad de las autoridades nos orilló a presentar nuestra denuncia.”
Denuncias concretas
Presentada por Athié, José Barba, Arturo Jurado y Saúl Barrales, entre otros, la denuncia asegura que el cardenal “tuvo conocimiento pleno, íntegro e indubitable de la comisión de presuntos hechos ilícitos perpetrados por al menos 15 sacerdotes adscritos a la arquidiócesis a su cargo, consistentes en la realización de abominables actos pederastas”.
Y sobre el hecho de que el cardenal sólo llevara a sus sacerdotes a juicio en los tribunales vaticanos, dice la denuncia penal:
“De ninguna manera se justifica argumentando que se llevaron a cabo procedimientos propios del derecho eclesiástico o derecho canónico, pues se trata de actuaciones encuadradas en un derecho extranjero que no tiene validez jurídica alguna dentro del sistema de derecho positivo vigente en los Estados Unidos Mexicanos.”
Luego señala que Norberto “tenía la obligación” de cumplir con el artículo 12 bis de la Ley de Asociaciones Religiosas, donde se estipula:
“Los ministros de culto… deberán informar en forma inmediata a la autoridad correspondiente la probable comisión de delitos, cometidos en ejercicio de su culto o en sus instalaciones. Cuando se cometa un delito en contra de niñas, niños o adolescentes… deberán informar esos mismos hechos en forma inmediata a los tutores o a quienes ejerzan la patria potestad de aquellos.”
De ahí que, prosigue la denuncia, “el cardenal Norberto Rivera Carrera incurrió en una injustificada omisión jurídica, de la cual incontrovertiblemente le resulta una presunta responsabilidad penal por encubrimiento de hechos reconocidos por él mismo como tipificatorios de ilícitos penales”.
En la parte de sus “petitorios”, la denuncia le pide directamente al procurador Raúl Cervantes que ordene la “apertura de la carpeta de investigación”, y requiera cuanto antes la “comparecencia del acusado”, para “practicar las diligencias ministeriales que sean necesarias”.
Ante esta denuncia contra su titular, la arquidiócesis de México emitió un comunicado el 4 de junio en el que informa:
“Una vez que sea notificado el sr. cardenal, dará puntual respuesta, como siempre lo ha hecho ante la justicia civil. El arzobispo de México es respetuoso de las leyes civiles, siempre ha respondido a ellas, no es la primera vez que es demandado. Sin embargo, en ningún caso le han podido fincar responsabilidades penales, por el simple hecho de que no ha cometido las faltas que le imputan.”
Deslindes
Mientras que el vocero del cardenal, Hugo Valdemar, declaró a los medios que la denuncia “no prosperará (porque) no tiene pies ni cabeza”. Su único propósito –dice– “es crearle ruido al cardenal y presionar al Papa para que acelere su renuncia”.
Indicó que, para empezar, la denuncia no debió presentarse en la PGR, pues el delito de encubrimiento de abuso sexual no es delito federal. Y abundó Valdemar:
“No tendría que ir a la PGR y desde ahí ya está viciado todo, porque quien la interpuso sabe que no puede meterla ahí. La procuraduría la va a rechazar… Son métodos mañosos, son personas que no les interesa la verdad, sino simplemente golpear al cardenal.”
Por su lado, Joaquín Aguilar, quien en 2006 demandó al cardenal en la Corte de Los Ángeles y hoy coordina en México la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés), comenta:
“No creo que la PGR llame a cuentas a Norberto. Debemos tener los pies puestos en la tierra; el cardenal siempre ha tenido la protección de las autoridades mexicanas.”
Siendo niño, el hoy dirigente de SNAP fue abusado por Nicolás Aguilar, párroco de Rivera Carrera cuando éste era obispo de Tehuacán. Lejos de denunciarlo, Norberto decidió enviarlo a la arquidiócesis de Los Ángeles en 1987, donde siguió delinquiendo impunemente.
Y fue precisamente por encubrir al padre Nicolás que Joaquín Aguilar decidió denunciar al cardenal ante la Corte de Los Ángeles, pues comprendió que las autoridades mexicanas no le harían nada. Pero esta denuncia en el extranjero no prosperó porque, alegó esa Corte, el abuso contra Joaquín Aguilar se cometió en México, fuera de su jurisdicción. No pudo determinar la inocencia o culpabilidad del cardenal.
Sin embargo, Joaquín Aguilar relata que hoy son las víctimas estadunidenses del padre Nicolás quienes empiezan a denunciar al cardenal en ese país. Revela a Proceso:
“Actualmente, ocho víctimas del padre Nicolás ya denunciaron al cardenal Rivera ante la Corte Superior de California. Todas son estadunidenses. Y allá fueron abusadas en los años ochenta.”
–¿Cómo responde el cardenal a esta oleada de denuncias en su contra?
–Él, por lo pronto, ya se amparó. Incluso un juez de México determinó que el litigio se hiciera por la vía diplomática. De manera que el conducto es la Secretaría de Relaciones Exteriores. Pero esta dependencia bloquea las notificaciones de la Corte estadunidense y despliega una serie de artimañas para proteger a Norberto.
–¿SNAP brinda apoyo legal a estas víctimas estadunidenses?
–Más bien aquí en México las estamos apoyando en labores de gestoría, ya que ellas tienen allá a sus abogados defensores. Incluso en este momento analizan la posibilidad de que el litigio se lleve por una vía distinta a la de la cancillería. Es duro aceptarlo, pero así es; Norberto tiene la protección del aparato de Estado. Lo comprobé cuando me vi orillado a denunciarlo desde el extranjero… Y hoy también. Por eso, no creo que prospere la nueva denuncia contra él ante la PGR.
El optimismo de Athié
Esta probabilidad fue bien calculada por Athié y los demás denunciantes, quienes llevan años luchando para que se haga justicia a las víctimas de la pederastia sacerdotal. Tienen mucha experiencia en el tema. Su abogado es Raúl Jiménez Vázquez, presidente de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos.
Presto a emprender una ardua y larga batalla legal, Athié adelanta su estrategia:
“Mire, nosotros sabemos muy bien quién es Norberto y los ardides que utiliza. No sólo es encubridor de sacerdotes pederastas; ya escaló un nivel más alto. Hoy se ha convertido incluso en defensor de otros obispos encubridores, como el de San Luis Potosí, Jesús Cabrero, a quienes les proporciona asesoría legal a través de su abogado Armando Martínez.
“Y si la PGR bloquea nuestra denuncia, acudiremos a la Suprema Corte de Justicia. En paralelo, pondremos una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, entre otras acciones. Nuestro objetivo es agotar todas las instancias nacionales. En caso de que nuestra denuncia no prospere en México, nos iremos a los tribunales internacionales.
–¿A qué tribunales acudirían?
–Principalmente al Tribunal Penal Internacional de La Haya. Incluso ya empezamos a armar un expediente muy completo sobre los actos de encubrimiento de Norberto, con miras a presentarlo en ese tribunal. Desde ahora nos preparamos para lo que venga.
En el ámbito internacional Athié también tiene experiencia: hace años gestionó en el Vaticano denuncias contra el pederasta Marcial Maciel. Hoy incluso se dedica a documentar y presentar casos de abusos ante el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, en Ginebra.
Comenta el exsacerdote:
“Este comité de Naciones Unidas determinó, en un informe de 2015, que el Estado mexicano muestra una ‘grave negligencia’ para defender a su niñez de este tipo de abusos. Y en efecto, el más claro ejemplo es Norberto, quien por cierto fue un acérrimo defensor de Marcial Maciel. Ningún otro obispo mexicano, con la complicidad del Estado, ha solapado a tantos sacerdotes pederastas como él. ¡Ninguno!”
–Para el vocero del cardenal, su denuncia sólo intenta presionar al Papa Francisco para que le acepte la renuncia a Norberto lo más pronto posible. ¿Qué dice usted al respecto?
–A nosotros no nos interesa si el Papa le acepta o no la renuncia. Eso es asunto interno de la Iglesia. Pero sí nos interesa el hecho de que, cuando se tiene un cargo de responsabilidad y se delinque, entonces aumenta la pena, según estipula el Código Penal Federal. Por eso lo denunciamos siendo todavía arzobispo.
–¿Podría el cardenal perder su impunidad al dejar el cargo?
–Ya lo veremos, ya lo veremos. Finalmente, los delitos se siguen persiguiendo al abandonar los puestos de responsabilidad… Ahí están los ejemplos de Javier Duarte y Roberto Borge, actualmente presos por delitos que cometieron siendo
gobernadores.
Por lo pronto, y con el fin de que se castigue en México al cardenal sin recurrir a las instancias internacionales, en la plataforma Change.org ya se le está pidiendo al presidente Peña Nieto y al procurador Raúl Cervantes que el cardenal sea llamado a declarar, con prontitud y transparencia, en las instalaciones de la PGR, y que se le obligue a presentar los expedientes eclesiásticos que abrió a sus 15 sacerdotes acusados de pederastia.
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Defendió hasta el delirio al abusador Maciel/
RODRIGO VERA
Revista Proceso  # 2123, 9 de julio de 2017
En 1997, cuando los medios de comunicación empezaron a ventilar los abusos sexuales cometidos por Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, el cardenal Norberto Rivera Carrera encabezó de manera automática “la estrategia de protección y encubrimiento público” del implicado.
Las denuncias eran “totalmente falsas”; “inventos creados y pagados” para “golpear injustamente” a su amigo Maciel y se daban, dijo el cardenal, en el marco de un “gran complot para atacar a la misma Iglesia y al Papa Juan Pablo II”.
Así describe Alberto Athié la campaña del purpurado a favor de Maciel en el libro Norberto Rivera, el cardenal del poder, que editorial Grijalbo pondrá en circulación en los próximos días.
Ahí, en su colaboración titulada “Norberto Rivera o el tótem de la impunidad”, Athié agrega que, para defender a Maciel, el cardenal Rivera contó con el respaldo del mismo Juan Pablo II, del entonces nuncio apostólico Jerónimo Prigione, de poderosos empresarios mexicanos y hasta de la Presidencia de la República.
Eran los años en que un pequeño grupo de obispos aliados al poder político se aglutinaban en el llamado Club de Roma, liderado por el nuncio Prigione y del que Norberto era una de las cabezas más visibles.
Toda esa “maquinaria de protección” a favor del padre Maciel, prosigue Athié, se debía a que los Legionarios de Cristo tenían fuertes alianzas con la clase político empresarial mexicana y además aportaban fuertes sumas de dinero en el proyecto de Juan Pablo II para acabar con el comunismo soviético, sobre todo en su natal Polonia.
Athié detalla en el libro:
“Para liberar a Polonia… eran necesarios ingentes apoyos económicos y en ello, hoy sabemos, el padre Maciel fue uno de los que colaboraron más intensamente, con millones de dólares en efectivo: se trataba de la primera vez que lo veíamos emerger como un actor importante en el apoyo directo a la estrategia del Papa a favor de su amada Polonia”.
Por su lado, Maciel supo aprovechar muy bien la “personalidad mediática, carismática y autoritaria” de Wojtyla, quien implementó un “modelo de Iglesia autoritaria, clericalizada, protegida y hermética hacia adentro y valiente en contra de los enemigos de la fe hacia fuera”.
Fue Maciel “un personaje clave en toda la estrategia de expansión del modelo polaco del Papa Wojtyla”, la cual se dio en un “contexto de silenciamiento institucional de los miles de casos de pederastia clerical”.
De ahí que –refiere el libro–, durante el papado de Juan Pablo II la Legión fue la congregación con mayor crecimiento: contaba sólo con 100 sacerdotes cuando Wojtyla llegó al Vaticano, En 2005, cuando murió el polaco, ya tenía 800, más de 2 mil seminaristas repartidos en 124 casas de formación en todo el mundo, así como 20 mil empleados en su grupo económico Integer y activos valuados en 25 mil millones de euros.
Mientras tanto, en México era muy notoria “la mancuerna de poder entre el fundador de los legionarios, el cardenal Rivera y el nuncio Prigione”, al grado de que las visitas de Juan Pablo II a México eran “plenamente dominadas por Maciel”; él determinaba “quién asistía a sus actos privados”, o “quiénes se sentaban cerca o lejos del pontífice en los públicos”.
Sin embargo, tras la muerte de Juan Pablo II y ante las crecientes evidencias de los abusos sexuales de Maciel, “se empezó a derrumbar todo el edificio que habían venido construyendo desde Roma” para defender al pederasta.
En mayo de 2006, el Vaticano le ordenó llevar “una vida de oración y de penitencia, renunciando a todo ministerio público”. Pese a que no le abrió un proceso judicial, como muchos pedían, finalmente lo condenó al ostracismo, lo cual se festejó en todo el mundo.
Pero Norberto Rivera seguía defendiendo a su amigo y argumentando ante los medios:
“Todo lo que dicen de que fue condenado, de que fue impedido, etcétera, es puro cuento porque el documento sólo dice que lo invita a retirarse a la vida privada”.
Muy ufano, el cardenal aseguraba que para los legionarios “el padre Maciel siempre será su fundador y siempre un motivo de alegría saber que el padre sigue adelante”.
Dos años después, en enero de 2008, Maciel murió en Naples, Florida; tenía 87 años. En Norberto Rivera, el cardenal del poder, escribe Athié, que “el de Marcial Maciel fue reconocido como uno de los peores casos de pederastia y enlodó a toda la Iglesia, comenzando por su cercanía con varios Papas, en particular Juan Pablo II, contribuyendo a la mayor crisis del catolicismo en toda su historia, como lo reconoció el mismo Benedicto XVI”.
Para el cardenal Rivera, sin embargo, Marcial Maciel fue un sacerdote ejemplar.

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