7 nov 2017

¿Osorio Chong el bueno? Los calambres sucesorios de Peña Nieto/Juan Bustillos.

Impacto, Martes 07 Noviembre, 2017
Columna SÓLOPARAINICIADOS
Los calambres sucesorios de Peña Nieto/Juan Bustillos.
Sobrará tiempo a los inmiscuidos para sufrir; evidente disfrute de titular del Ejecutivo federal
¡SELFIE, SELFIE! Quien se mueva no sale en la foto
Durante los tres meses de lucha por los votos en 2018, antes de junio, sobrará tiempo a los inmiscuidos en la sucesión para sufrir, pero por lo pronto el Presidente Peña Nieto disfruta acalambrando a Miguel Osorio Chong, Aurelio Nuño, José Antonio Meade, José Narro y, claro, a Enrique de la Madrid.

Ya he dicho que el secretario de Hacienda está en todas las sopas o es arroz de todos los moles; lo mismo le gritan “¡Presidente!” en la reunión de la escuela de cuadros del PRI en Sinaloa que las mujeres priístas lo vitorean, con entusiasmo, en el Estado de México, pero sin llegar al extremo de sonrojarlo con  rimas como aquella de “¡Enrique, bombón, contigo hasta el colchón!”.
A Meade, los astros se le han ido alineando como no queriendo la cosa, como si todo fuera obra de una casualidad harto casual. Todo demasiado fácil.
Lo mismo Enrique Ochoa Reza le confecciona un traje a la medida, reformando los estatutos del PRI, que él mismo se coloca de frente al pelotón confesando a los senadores que siendo secretario de Hacienda del panista Felipe Calderón votó por el priísta Enrique Peña Nieto, pero lo realmente interesante pasa cuando la cargada parece encabezarla el Presidente.
Ocurrió en Palacio Nacional, en la reunión de Peña Nieto con unos 70 “líderes de opinión” para explicar los montos y alcances de la reconstrucción de lo destruido por los sismos de septiembre pasado y los tiempos para conseguirlo.

Llegó al salón “Adolfo López Mateos” de Los Pinos acompañado por buena parte de su gabinete, entre ellos los cuatro que, según Emilio Gamboa, están en la lucha por la candidatura presidencial del PRI.
A su arribo se dedicó a saludar a reporteros, sesudos analistas, politólogos graduados en las mejores universidades del mundo y a las estrellas de la radio y la televisión; lo curioso fue que mientras Osorio, Narro y Nuño ocupaban sus lugares en el presidium se hizo acompañar solamente por Meade para estrechar las manos de sus ilustres invitados.
Al finalizar el evento, como él mismo animó a la opinión publicada a preguntarle lo que le viniera en gana, a manera de despedida le pregunté ¿qué nos quiso decir al hacerse acompañar por el secretario de Hacienda en el saludo maratónico mientras el resto de aspirantes esperaba atónito en el lugar asignado por el Estado Mayor Presidencial (EMP)?
Se hizo el sorprendido; me preguntó si, en efecto, Meade seguía sus pasos, y en respuesta y despedida, sonriendo y moviendo de izquierda a derecha el rostro, me dio una palmada en el hombro, exclamando: “¡Ay, Juan!”.
Sólo quien no sabe cómo caminan las cosas en torno a un Presidente podría suponer que  Meade se arrojó de espontáneo al ruedo para robar el toro a Peña Nieto y saludar a la opinión publicada sin que nadie le recomendara ocupar su lugar en el espacio al lado de sus pares. Si lo hizo fue porque se lo ordenaron.
En cualquier caso, el resultado fue que él se sintió en la gloria mientras a sus competidores los paralizaba el calambre presidencial.
Me dirán que son detalles que valen madre y que sólo sirven para entretener a ociosos como este escribidor; es probable, pero el viernes pasado ocurrió otro de estos detalles de Peña Nieto que alguna intención tienen. O ninguna.
Acudió a Tula, Hidalgo, al Montaje de la Torre Fraccionadora de la Planta de Coque; fue recibido por el gobernador Omar Fayad y lo acompañaron el presidente del Consejo de Administración de Pemex, Pedro Joaquín Coldwell, el director general de la empresa, José Antonio González Anaya, y el líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps. También se integró en la comitiva, ¡cómo no!, José Antonio Meade, en su calidad de miembro del Consejo, pero hubo otro personaje ajeno a la industria petrolera, Miguel Osorio Chong.
El propio Presidente se esforzó por singularizar la presencia del secretario de Gobernación: “Le pedí (que) me acompañara a su tierra porque sé que… así me van a recibir de mejor manera y así me va a dar entrada el Estado de Hidalgo”.
Fue un detalle cordial porque Osorio es presidenciable priísta, fue gobernador de Hidalgo y fue el primer personaje de su talla en decirle a Peña Nieto que se la jugaba con él cuando el entonces gobernador del Estado de México sopesaba ir en busca de la candidatura presidencial; también encabeza a los priístas en las encuestas.
Tengo por ahí un hermano que me dirá que ya me dedico al periodismo ficción, pero la leyenda urbana dice que hace tiempo el Presidente metió en la hielera a Osorio a raíz de su incursión en redes sociales para emparejarse de alguna manera con Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Anaya, usufructuarios de la publicidad electrónica de sus partidos políticos para promover sus aspiraciones.
Leyenda  o no, fuentes cercanas a Los Pinos, como dijera el clásico, me confirmaron que uno o dos meses atrás, después de una larga plática, el Presidente sacó de la hielera a su secretario de Gobernación, cruzaron los antebrazos y ahora la relación es igual o mejor que en los viejos tiempos; de hermanos, pues.
Dirán algunos que con la invitación del viernes, Peña Nieto sólo siguió el consejo de un sabio hidalguense, Guillermo Rossell de la Lama, en el sentido de restañar heridas. “Que nadie se quede lastimado”, habría dicho el ex gobernador de Hidalgo cuando se disponía a dejar el puesto.
Es probable, pero hubo otro detalle de Peña Nieto que sólo IMPACTO captó. En un momento del evento, el Presidente decidió que el grupo se tomara una selfie.
¿Para el recuerdo? Usted sabrá, pero el chiste es que Osorio Chong sacó su teléfono, estiró el brazo y con su aparato captó la escena: En primer plano, el Presidente y él; en segundo, Fayad, González Anaya, Romero Deschamps y Coldwell, y en tercero Meade.
Se dirá, y con razón, que sólo fue una ocurrencia de Peña Nieto, que ni él ni el EMP asignaron los lugares a quienes posaron para la foto y que, en todo caso, no estaban los 70 “líderes de opinión” para preguntar sobre sucesión, pero lo cierto es que la selfie fue tomada en el anuncio más importante de Pemex de los últimos años y en la tierra del secretario de Gobernación, a la que fue invitado porque, según el Presidente, era la mejor manera para ser bien recibido en la entidad; más aún, para que “le dieran entrada”.
Si tuviera oportunidad de ver al Presidente le preguntaría qué nos quiso decir con esa selfie y con la presentación que hizo de Osorio en Tula porque si con Meade acalambró a los otros aspirantes en la reunión con los “líderes de opinión”, con Osorio quizás acalambró al secretario de Hacienda en el encuentro con los petroleros.
Una foto, alegan los clásicos, dice más que mil palabras.
Igual se especuló cuando Luis Videgaray subió a su Twitter la fotografía que se tomó con Meade en Miami, presumiendo que llevan caminando 30 años.
Luis, la verdadera fuerza al interior de Los Pinos, ya tiene candidato, dijimos.

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