21 feb 2008

La hora de Raúl Castro


La hora de Raúl/ Carmelo Mesa-Lago, catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburg, autor de Economía y bienestar social en Cuba a comienzos del siglo XXI
Publicado en LA VANGUARDIA, 21/02/2008;
Ahora que Fidel ha renunciado a aceptar los cargos de presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe es seguro que el 24 de febrero Raúl será escogido para uno y probablemente ambos cargos. Su discurso del pasado 26 de julio prometiendo introducir “cambios estructurales” pero notando que “todo no puede resolverse de inmediato, no esperen soluciones espectaculares”, desató uno de los debates socioeconómicos más vivos bajo la revolución y ha levantado enormemente la expectativa de cambios entre la población. Raúl probablemente abrió el debate para generar presión del pueblo y los cuadros a fin de facilitar y legitimar los cambios necesarios, pero ha introducido muy pocos y de escasa importancia; ninguna reforma fue discutida durante la Asamblea Nacional el pasado diciembre donde él advirtió: “No somos magos”. La razón es la falta de poder institucionalizado de Raúl (que sólo ocupa sus cargos interinamente) con un Fidel vivo, aunque incapacitado, enviando sus Reflexiones a los medios de comunicación que podrían bloquear cualquier reforma importante. Su último mensaje concluye con palabras admonitorias: continuará sus Reflexiones, “un arma más del arsenal que se podrá contar. Tal vez se escuche. Seré cuidadoso”.
Raúl se enfrenta a serios problemas económicos internos agravados desde la recentralización lanzada por Fidel en el 2003. A pesar de la cifra oficial de crecimiento del 10,6% del PIB en los tres últimos años (la mayor de América Latina y similar a la china), los cubanos se quejan públicamente de que no ha habido una mejora en sus condiciones de vida. La inflación ha aumentado 11 veces desde 1989 y, a pesar de los incrementos de salarios y pensiones, el salario medio real (ajustado a la inflación) en el 2006 era un 75% inferior al de 1989 y las pensiones reales un 61%.
De 20 productos clave para consumo interno y exportación en el 2007, 14 estaban entre un 50% y un 96% por debajo del nivel de 1989. La minería tiene el mejor desempeño: la producción de gas natural aumentó 35 veces (aunque era muy pequeña en 1989), el petróleo cuatro veces y el níquel 62%, pero desde el 2003 la producción petrolera ha caído y la de níquel se ha estancado; la producción doméstica solo satisface un 40% de las necesidades internas de energía.
Bajo el “periodo especial” ha ocurrido un proceso de desindustrialización, así en el 2007 la producción de la mayoría de las manufacturas estaba muy por debajo de 1989: azúcar, 86%, y la zafra del 2007 fue la más baja en un siglo; acero, cemento, textiles, fertilizantes, zapatos y jabón entre un 50% y un 96% por debajo; electricidad por primera vez superior a 1989 pero por habitante igual, y los puros un 38% por encima. El peor desempeño ha sido en la agricultura: el número de cabezas de ganado, un 24% inferior a 1989; carne de vacuno, leche, arroz, huevos, tabaco en rama, cítricos y pescado y mariscos (los dos últimos, importantes exportaciones antes de la crisis) entre un 12% y un 71% por debajo; por el contrario, los tubérculos, un 117% por encima pero su producción cayó un 24% desde el 2004. Ha caído y mucho la autosuficiencia alimentaria forzando la importación de alimentos a un costo de 1,100 millones de euros en el 2007, y aún así insuficiente para satisfacer las necesidades. Raúl ha criticado este problema en sus discursos y en el 2007 aumentó los precios estatales pagados a campesinos y miembros de cooperativas por dos de sus productos (además de sufragar las deudas con ellos), con resultados positivos en la producción de ambos.
El valor de las exportaciones en el 2007 estaba un 30% por debajo de 1989, mientras que el valor de las importaciones fue un 18% superior, por lo que el balance de mercancías generó un déficit de 4.100 millones, más del doble del déficit de 1989. El número de turistas en el 2007 (2,2 millones) fue ocho veces superior al de 1989 y el ingreso bruto por turismo (1.500 millones) lo fue 13 veces, pero ambos estaban un 6-7% por debajo del 2005. El número de habitaciones se duplicó en el periodo pero sólo 46% están ocupadas (un declive de un 38% respecto del 2000) y el gasto promedio diario de los turistas descendió un 42%.
La deuda externa en divisas ascendió a 10.300 millones de euros en el 2006, 2.5 veces la deuda de 1989, y excluyendo la contraída con Rusia y Europa del Este antes de la crisis. La inversión bruta cayó un 47% en 1989-2007 y el número de empresas extranjeras se contrajo un 41% en 2002-2006; el Gobierno cubano ha cerrado varias de ellas y el ministro de Cooperación Económica Internacional ha declarado que sólo está interesado en grandes inversiones en sectores estratégicos.
La economía estaría aún peor sin la generosa ayuda otorgada por Chávez: un subsidio a las exportaciones de petróleo de 1.370 millones de euros en el 2007; el pago de 3.425 millones por médicos, paramédicos y maestros que trabajan en Venezuela; inversión y crédito por millones de euros incluyendo la terminación de la refinería de petróleo el año pasado y la construcción de una planta de ferroníquel que los chinos prometieron pero no cumplieron; y un 36% del volumen del comercio cubano. El enorme déficit en la balanza de mercancías fue en gran medida compensado con los pagos por servicios profesionales a Venezuela. Antes de que Chávez fuera derrotado en el referéndum, Fidel advirtió de las consecuencias desastrosas que dicho evento podría provocar. Para evitar la repetición de la crisis provocada por el colapso de la URSS, Raúl comenzó a buscar otros socios, como Irán y Brasil, pero sería muy difícil reemplazar a Venezuela si Chávez pierde el poder o los precios del petróleo caen por una recesión mundial.
La mejor opción de Raúl sería una reforma económica estructural gradual al estilo de China o Vietnam, comenzando con la agricultura y moviéndose a otras áreas, lo cual incrementaría los incentivos económicos y la producción mientras que el partido mantiene el control político. Por el contrario, si él implementa sólo cambios marginales o cosméticos no ocurrirá una mejora significativa y la frustración del pueblo aumentará. Es difícil concebir ese escenario.

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