5 mar 2008

Mouriño: de “mortal”… a casi muerto

Columma Itinerario Político/Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 5/03/2008;
Mouriño: de “mortal”… a casi muerto
El mito creado desde Los Pinos ya perdió su calidad de “todopoderoso”. Pronto puede perder todo lo demás
Otra vez los amarillos le apuestan al circo político y mediático con fines de renta político-electoral
El pasado jueves 17 de enero titulamos el Itinerario Político de esa fecha así: “Mouriño: ya es mortal”. El domingo 20 regresamos al tema con una interrogante: “Mouriño: ¿delfín o carnada?”.
En el primer caso dijimos que el único mérito que mostraba el recién nombrado secretario de Gobernación era el de “ser amigo” del Presidente, que no creíamos en un sucesor adelantado y que no podía perderse de vista que, “en términos reales, Juan Camilo Mouriño fue echado de la gloria y llevado como uno más de los mortales del gabinete… en donde ya no podrá meter las manos en todo, porque su nuevo cargo tiene límites y responsabilidades, y porque la suya será una gestión sometida al desgaste natural de los aciertos y errores, de la crítica y losresultados”.
Luego señalamos que contra lo que ocurrió en todo el primer año, cuando despachó en las sombras de la casa presidencial, a partir de su nueva responsabilidad, “enfrentará la realidad, vivirá el rigor de los resultados y la eficacia, padecerá la guerra por la sucesión y los golpes bajos… y frente a esa realidad, el joven Mouriño parece verde para ocupar la casona de Covián; un puesto que si bien forja carreras, también destruye aspiracionespolíticas”.
En el segundo caso dijimos que contra lo que muchos suponían, eran muchos los indicios de que cuando en la casa presidencial se le dio al señor Mouriño “el doble estatus de ‘hombre del Presidente’ y ‘presidenciable’”, en realidad lo que se intentaba era dotarlo de los instrumentos políticos para alcanzar resultados, eficacia y, por supuesto, reformas. Para eso se le hizo aparecer como el todo poderoso e interlocutor privilegiado. “Pero en caso contrario, de no dar resultados, le pasará lo mismo que a Francisco Ramírez Acuña, porque al Presidente lo que (le) interesa son resultados”.
Pues bien, el señor Juan Camilo Mouriño no rebasa aún los primeros dos meses de su gestión al frente de la gobernación del país, cuando ya fue tocado “por el beso del diablo” —es decir, por la denuncia pública del mesías opositor—, lo que es suficiente y concluyente para que una buena porción de la opinión pública y de los fanáticos extremos del partido amarillo lleven al señor Mouriño al cadalso de los juicios mediáticos. Y por supuesto que esos juicios mediáticos ya emitieron su veredicto.
Sí, sin saber siquiera el contenido de los documentos dados a conocer por el legítimo, sin entender por qué no se presentó una denuncia formal contra el secretario de Gobernación, lo cierto es que para esos sectores sociales que siguen agraviados por el cuento del fraude, el señor Mouriño es el nuevo “villano favorito”, el símbolo “de la escandalosa corrupción” del régimen de Felipe Calderón y la mayor evidencia de las “perversidades de la derecha rapaz”.
Para efectos políticos, el señor Mouriño ya fue indiciado, juzgado y encontrado culpable, y no sólo por los amarillos y su mesías, sino también por los tricolores. En efecto, el señor Manlio Fabio Beltrones, el poderoso jefe de los senadores y presidenciable del PRI se subió a la ola especulativa —siempre rentable para fines políticos— y le recomendó al presidente Calderón que explique a los mexicanos la presunta o real ilegalidad en la que habría incurrido su secretario de Gobernación, el señor Juan Camilo Mouriño.
En términos pragmáticos —y más allá de que el señor Mouriño sea o no culpable de los supuestos delitos por los que se le acusa—, lo cierto es que el misil que con fines políticos lanzó desde la plaza pública el señor legítimo contra el secretario de Gobernación resultó altamente efectivo, ya que el obús le arrancó el doble estatus de ‘hombre del Presidente’ y ‘presidenciable’. Eso achicó al señor Mouriño no sólo a su calidad de mortal del poder, sino que lo aproxima a la muerte política. Por lo pronto, el mito creado desde Los Pinos ya perdió su calidad de todopoderoso. Y muy pronto puede perder todo lo demás.
Pero contra los que suponen que el gobierno de Calderón enfrenta la mayor crisis de su corta vida, lo cierto es que el escándalo adquiere una doble vertiente: de “comedia y tragedia”. Y es que mientras los amarillos arman la escandalera, en tanto lanzan a Mouriño a las fieras para el regocijo del respetable, los propios perredistas se niegan a presentar la denuncia a las instancias institucionales respectivas —la PGR o la Función Pública— y se quedan en la ridícula creación de una comisión legislativa que —de risa loca— “investigará a Mouriño hasta sus últimas consecuencias”. ¿Qué quiere decir lo anterior?
Que otra vez los amarillos le apuestan al circo político y mediático con fines precisamente de renta político-electoral. Pero vamos por partes. ¿Qué significa que los amarillos decidan crear una comisión en las cámaras de Senadores y Diputados? Primero que no cuentan con la información contundente sobre la comisión de un delito. Y segundo, que es más rentable tener de manera permanente la guillotina de la comisión legislativa sobre la cabeza del gobierno de Calderón, para efectos políticos, para la presión y hasta el chantaje. ¿Por qué no acudir a la PGR o a la Secretaría de la Función Pública? Porque la guerra es política, no por la justicia. La justicia es lo que menos interesa a los amarillos, a los azules o a los tricolores. Y mientras tanto, ya tenemos nuestra respectiva dosis de veneno, polarización y odio.
Pero además, el dardo lanzado contra Mouriño resultó de tal eficacia que, de manera paralela, se armó un debate sobre si fue correcta o no la estrategia de “control de daños”. Que si Mouriño cometió un error al responderle al mesías, que si fue correcto que saliera a defenderse, que si debió ser más agresivo o, en el extremo, que si no tiene nada que decir, que mejor se quede calladito.
Lo cierto es que sin importar si son correctas las estrategias de “control de daños”, y más allá de que tenga o no razón el denunciante tabasqueño, lo cierto es que los señores Calderón y Mouriño nos deben a los ciudadanos en general no una explicación, sino una investigación, aclaración, deslinde y, en su caso, castigo o exoneración de Mouriño, quien, les guste o no, ya recibió el “beso del diablo”.
aleman2@prodigy.net.mx

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