3 nov 2008

El patriarca Nasrallah Boutrous

Entrevista con el cardenal y patriarca maronita Nasrallah Boutrous Sfeir
ROMA, lunes 3 de noviembre de 2008 (
ZENIT.org).-
Entrevista concedida a la agencia Zenit al finalizar el Sínodo de los Obispos.
-En sus palabras al Sínodo habló de la esperanza, una esperanza ligada tanto a la presencia de los cristianos en el Líbano como al diálogo interreligioso dentro del país. ¿Cuáles son los elementos reales y concretos de esta esperanza?
-Antes que nada, somos creyentes. Quien es creyente tiene esperanza y debe cuidar la virtud de la esperanza, así como la virtud de la fe. No es posible para nosotros tener una confianza en la esperanza de modo directo. Estamos en Oriente desde el el inicio del cristianismo y si seguimos estando es por voluntad de Dios.
Naturalmente, la situación ha cambiado. Los años pasados, quizá, eran más difíciles que los actuales. Durante quinientos años buscamos protección bajo la presencia turca y, a pesar de todo, los maronitas y los cristianos conservaron un único rostro de Oriente. Seguimos viviendo tiempos difíciles y nadie lo puede negar. Muchos emigran y van a países lejanos. Están en Australia, Sudáfrica, Estados Unidos y en los países árabes, como Qatar, donde estuvimos en mayo pasado.
La situación es cada vez más difícil para los jóvenes, sobre todo en estos días. Adquieren conocimientos de alto nivel, obteniendo diplomas y certificados, pero no encuentran un trabajo. Deciden así ir a otro país, ya sea cercano, como los árabes, o lejano, como Estados Unidos y otros. Quien emigra a un país cercano quizá un día vuelva a casa, pero quien va a un país lejano difícilmente vuelve.
-Durante la Asamblea General del Sínodo, se habló del papel de los laicos en la comprensión y profesión del Evangelio. ¿Qué programa piensa realizar la Iglesia Maronita para que estas decisiones y estas propuestas no se queden sólo en palabras?
-Naturalmente, los laicos tienen un papel en la obra de la Iglesia y en la relación de la fe, pero no es posible decir, en este momento, qué instrumentos utilizaremos para implicar a los laicos. Este argumento merece una reflexión y una solución con la implicación de los obispos con motivo de la reunión general.
-Los cristianos de Oriente Medio sufren, especialmente en el Líbano, en Irak y en Tierra Santa. ¿Podemos hablar de Iglesia perseguida o de la parte perseguida de la Iglesia en general? ¿Cuál es su mensaje para la Iglesia de Occidente y qué papel puede jugar en esta situación?
-La Iglesia es la misma en todas partes, tanto en Oriente como en Occidente. El hecho de que los cristianos en Oriente afronten dificultades no es nuevo. Como ya se ha dicho, los cristianos han pasado nada menos que quinientos años bajo los turcos, sin poder profesar libremente su fe, y todavía hoy subsiste esta realidad. Se habla de emigración. Los fieles emigran, sin saber si esta situación cambiará o quedará invariable. Hay un proverbio que dice: "Dios no cambia a la gente hasta que no cambia el ánimo de la gente". Sentimos una gran tristeza por los cristianos del Líbano, divididos entre sí. Deberían unir su facciones y asumir una única posición. Todavía hoy, entre ellos, hay quien sostiene que es una situación útil, pero las divisiones no han servido nunca para nada.
-¿Cómo prevé que influirá el Sínodo de los Obispos sobre los cristianos y sobre su situación en Oriente Próximo?
-l Sínodo tiene un buen impacto en los cristianos. Todo el Sínodo está tratando de reagrupar las distintas realidades cristianas y conducirlas hacia la profesión de la fe. La fe es algo que nos invita al temor de Nuestro Señor, y quien teme a Nuestro Señor actúa según sus mandamientos, y se esfuerza en consolidar la relación con El y con el prójimo. No hay fe sino en el amor al prójimo. Si no hubiera amor al prójimo, la fe no sería sincera.
-En sus intervenciones en el Sínodo, afirmó que la situación de los cristianos en Líbano está siendo cada vez más difícil, con una reducción de su número año tras año. ¿Ha dirigido un mensaje a los poderosos del Líbano y del mundo para evitar que siga deteriorándose una situación que el país experimenta desde hace cuarenta años?
-El mensaje que lanzamos desde el Líbano es el mismo mensaje que lanzamos desde aquí. Invitamos a todos los cristianos a la armonía, a la comprensión, a la ayuda y a la asistencia recíproca. Lamentablemente, la situación actual es diversa de la que nos auguramos. Los libaneses están divididos dentro de su etnia, por motivos externos. Dentro del pueblo, hay quien está de parte de un país y quién de parte de otro. Esto lleva a aumentar las divisiones y hace más difícil la vía para alcanzar un acuerdo.
-"Volved al Líbano aunque sea por unos días". Estas son las palabras que ha dirigido a los libaneses de Roma. ¿Cómo es posible que los cristianos expatriados que han construido una nueva vida en el exterior respondan a esta invitación? ¿Es posible que vuelvan a vivir en Líbano sin arruinar todo lo que han construido? ¿Qué garantías tienen, dadas las condiciones actuales de Líbano?
-No les estamos invitando a una vuelta definitiva al Líbano sino a visitarlo como si visitaran otro país. Por un mes, por ejemplo, como sucede aquí en Roma. Hemos visto a muchos visitantes llegar a Roma e invadir las calles y plazas. Podrían ir al Líbano, su país de origen, por unos días, dado que, como he dicho, las condiciones no permiten una vuelta definitiva.
-Sabemos que la postura del patriarca es tenida en gran consideración en el Líbano. ¿Sobre qué basa sus intervenciones y las entrevistas que concede? ¿En qué se fundan sus decisiones y cómo se presenta?
-Nos basamos, antes que nada, en Dios, que nos ha invitado a cumplir esta función. Nos basamos además en la verdad que comunicamos abiertamente a las personas. Entre estas, hay quién se indigna y quién se alegra. No tenemos intención de fastidiar o hacer feliz a alguien, más bien decimos la verdad sin tomar ninguna posición.
-Las elecciones en el Líbano están en boca de todos. ¿Cómo se dirigen al elector cristiano? ¿En qué debe basar sus decisiones y sus preferencias?
-El elector libanés, como el de cualquier país democrático, debe orientarse a favor del interés del país. Debe expresar la preferencia por la persona que sirve al interés general antes que al privado. Si el candidato sigue esta vía, será la justa, si en cambio busca sólo el interés personal no será ciertamente una cosa buena.
Por Tony Assaf, traducido del italiano por Nieves San Martín

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