8 feb 2010

Zacatecas

Columna PLAZA PÚBLICA/ Miguel Ángel Granados Chapa
Monrealismo zacatecano
Publicado en Reforma, 8 de febrero de 2010;
Por esos días de febrero, hace 12 años, Ricardo Monreal Ávila dejó el PRI para ser postulado candidato al gobierno de Zacatecas por el PRD. Tras derrotar a su anterior partido, Monreal se incorporó al nuevo y desde entonces su persona, su familia y sus intereses dominan la escena política en aquella entidad. A tal punto priva el monrealismo en Zacatecas que puede asegurarse que una persona allegada al actual senador por el Partido del Trabajo gobernará ese estado a partir de este año, cuando concluya el mandato de Amalia García. Sea que gane las elecciones el aspirante sostenido por el PRD, sea que el triunfo corresponda al candidato del PRI en ellos se advertirá la huella de Monreal.
El abanderado perredista, Antonio Mejía Haro, llegó a ese partido desde el PRI del brazo de Monreal y durante 3 años formó parte de su gabinete, como secretario de Desarrollo Agropecuario. El aspirante tricolor, Miguel Alonso Reyes, hizo un recorrido semejante: llegó al PRD con Monreal, de quien fue secretario particular, pero no lo acompañó en su tránsito al PT, sino que prefirió retornar al PRI después de 11 años de su ausencia. Tan bien recibido fue que lo han hecho candidato a gobernador. Va de la mano, en una singular coalición, con el PT, dominio actual de la familia Monreal en Zacatecas.
Esta paradójica situación deriva del enfrentamiento entre la gobernadora Amalia García y Monreal mismo, iniciado por la decisión de este último de convertir a su estado natal en su feudo particular. A pesar de que la propia Amalia García fue el enlace que le permitió ser acogido como candidato en el PRD en 1998, lo que implicó la autopostergación de la tesonera militante de izquierda, Monreal no vaciló en estorbar su propósito de sucederlo. Se opuso a que ella fuera candidata en 2004, cuando pretendió enfilar hacia esa posición a su secretario de Gobierno, hoy senador, Tomás Torres Mercado. Como ya para entonces Monreal había ganado un sitio de gran proximidad con Andrés Manuel López Obrador, el entonces jefe de Gobierno del DF resultó sumado a la pretensión monrealista contraria a Amalia García, y ella debió vencer la reticencia del tabasqueño hasta lograr su apoyo.
El que ella ganara la gubernatura no significó que Monreal abandonara sus afanes hegemónicos. Más todavía, acrecentó su fuerza al estrechar su relación con López Obrador tras la declaración formal que hizo Presidente a Felipe Calderón. Como senador perredista, y a despecho de la posición de su coordinador Carlos Navarrete, abanderó la toma de la tribuna en el Senado para impedir la aprobación inmediata de la reforma energética enviada hace casi dos años desde Los Pinos. En diciembre de 2008, cuando quedó en riesgo la fracción del PT en el Senado, por no mantener el número mínimo de sus integrantes, Monreal transitó a la bancada petista sin abandonar el PRD, pero más pronto que tarde su estrategia zacatecana lo hizo incorporarse de plano al PT, de cuya dirección nacional recibió carta blanca para actuar en Zacatecas como cuadrara a sus intereses. Aprovechó para ese efecto el hueco dejado por el diputado José Narro Céspedes, líder petista por antonomasia en su estado natal, que por desavenencias con Alberto Anaya se fue de ese partido hacia el PRD, que lo hizo legislador federal el año pasado.
En esa condición, la familia Monreal encabeza el petismo. Su hermano Saúl es el coordinador estatal de ese partido, mientras que David, hermano también de Ricardo, alcalde de Fresnillo postulado por el propio PT, figuró en una escaramuza en que pretendidamente sería apoyado por el PRI, aliado al partido de que forma parte, para proyectarlo a la gubernatura. Aunque el PRI está de capa caída en esa entidad, conserva todavía la mínima fuerza que le permite recibir y no ofrecer la adhesión del PT, por lo que David Monreal declinó a favor de Alonso Reyes; es decir, el Partido del Trabajo -como hizo hace seis años en Oaxaca, con Ulises Ruiz- apoya al candidato tricolor.
Mejía Haro es el candidato perredista para desazón de la izquierda zacatecana que esperaba de Amalia García el impulso a una candidatura de esa línea, a la que ella misma ha pertenecido y no el que se le atribuye haber ejercido en beneficio del ex priista y monrealista que cuenta con el apoyo formal del PRD. Raymundo Cárdenas, encarnación de esa antigua tradición de lucha, que también fue parte del gobierno de Monreal pero dista de pertenecer a su corriente, es el principal afectado. Se niega hasta ahora a admitir la postulación de Toño Mejía, como la propaganda llama al candidato del PRD. Achaca a la gobernadora haberlo impuesto y se prepara, a fin de eludir el riesgo de apoyar al candidato priista de Monreal, a confeccionar un programa que su corriente propondrá a los candidatos, para que se comprometan a aplicarlo, que en última instancia es lo que le importa.
Nacido en Juchipila el 10 de junio de 1957, Mejía Haro es médico veterinario zootecnista, egresado de la facultad respectiva de la Universidad Autónoma de Zacatecas, plantel de que fue dos veces director. Emigrar del PRI al PRD le valió ser diputado local, luego federal y finalmente senador, cargo del que pidió licencia al concluir el periodo ordinario de sesiones de diciembre pasado. Sin romper con Monreal, se le reputa distanciado de él y encuadrado en el equipo de la gobernadora, que a la postre ha triunfado, al menos dentro del PRD, sobre Monreal. El territorio que este controla disminuirá si el PRI pierde por tercera vez.
Cajón de Sastre
No cabe desdeñar el gesto político del gobernador José Reyes Baeza Terrazas de trasladar los poderes (él decide por los tres) de Chihuahua a Ciudad Juárez. Los habitantes de esa ciudad, todos, no sólo los accionistas y ejecutivos de las empresas maquiladoras cuya seguridad está en permanente riesgo; y no sólo los empresarios de todo tamaño que son víctimas de extorsión (practicada hasta por agentes policiacos), sino la gente común, todos, demandan actos de autoridad legalmente fundados y llevados adelante que les devuelvan la tranquilidad, y nada mejor que realizar esos actos en el terreno mismo donde son necesarios. Pero si se recuerda que hace casi un año, el 22 de febrero de 2009, el propio gobernador fue blanco de un atentado donde murió uno de sus guardianes, sería grave que el Ejecutivo añada su propio riesgo a los de la ciudad-mártir.

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