Con ocasión del Miércoles de Ceniza, día de comienzo de la Cuaresma, Benedicto XVI presidirá la Estación cuaresmal en la Basílica romana de Santa Sabina en el Aventino, antigua basílica, construida en el siglo V en el lugar donde, según la tradición, vivía la santa matrona romana Sabina, fue entregada por el papa Honorio III a santo Domingo de Guzmán, como sede de la orden dominica en Roma.
La costumbre de celebrar en Cuaresma la Misa “estacional” se remonta a los siglos VII-VIII, cuando el Papa celebraba la Eucaristía asistido por todos los sacerdotes de las iglesias de Roma, en una de las 43 basílicas estacionales de la Ciudad.
Tras una oración inicial, comenzada la Procesión de una iglesia a otra mientras se cantaban las Letanías de los Santos, y se concluía con la celebración de la Eucaristía.
Al final de la Misa, los sacerdotes tomaban el pan eucarístico (fermentum) y lo llevaban a los fieles que no habían podido participar, para indicar la comunión y la unidad entre todos los miembros de la Iglesia.
La imposición de las cenizas era un rito reservado al principio a los penitentes públicos, que pedían ser reconciliados durante la Cuaresma. Con todo, por humildad y reconociéndose necesitados de reconciliación, el Papa, el clero y después todos los fieles quisieron con el paso del tiempo recibir también las cenizas.
La Estación Cuaresmal indica la dimensión peregrinante del pueblo de Dios que, en preparación a la Semana Santa, intensifica el desierto cuaresmal y experimenta la lejanía de la “Jerusalén” hacia la cual se dirigirá el Domingo de Ramos, para que el Señor pueda completar – en la Pascua – su misión terrena y realizar el designio del Padre.
Tras una oración inicial, comenzada la Procesión de una iglesia a otra mientras se cantaban las Letanías de los Santos, y se concluía con la celebración de la Eucaristía.
Al final de la Misa, los sacerdotes tomaban el pan eucarístico (fermentum) y lo llevaban a los fieles que no habían podido participar, para indicar la comunión y la unidad entre todos los miembros de la Iglesia.
La imposición de las cenizas era un rito reservado al principio a los penitentes públicos, que pedían ser reconciliados durante la Cuaresma. Con todo, por humildad y reconociéndose necesitados de reconciliación, el Papa, el clero y después todos los fieles quisieron con el paso del tiempo recibir también las cenizas.
La Estación Cuaresmal indica la dimensión peregrinante del pueblo de Dios que, en preparación a la Semana Santa, intensifica el desierto cuaresmal y experimenta la lejanía de la “Jerusalén” hacia la cual se dirigirá el Domingo de Ramos, para que el Señor pueda completar – en la Pascua – su misión terrena y realizar el designio del Padre.
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