Según los “genios” de la seguridad y la inteligencia del gobierno federal, habría llegado el fin de los intocables. ¿Será?
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
Excélsior, 7 de junio de 2011
Dicen los estrategas de seguridad e inteligencia del gobierno federal que ya está en marcha un cambio fundamental en la lucha contra el crimen y el narcotráfico. ¿Y cuál es ese cambio? Dicen que se trata de un conjunto de acciones encaminadas a revertir la percepción social del miedo y la impunidad.
Así, en poco tiempo se difundirá en forma masiva la información de que, como resultado de la lucha frontal contra el crimen, se han debilitado y atomizado los cárteles de las drogas. La idea es que la sociedad conozca la realidad sobre el debilitamiento de los grupos criminales, al grado de que hoy no existe un solo cártel con el poder que llegaron a tener en 2006.
Pero, además, los estrategas de seguridad e inteligencia también dicen que el gobierno federal busca crear entre la percepción ciudadana —lo que los especialistas conocen como el imaginario colectivo— la certeza de que la impunidad no se puede convertir en una cultura del fatalismo violento. Es decir, que llegó el tiempo de acabar con los intocables, estén donde estén: en la política, la empresa o entre los criminales.
A partir de ese nuevo paradigma —de que la lucha contra el crimen no es sólo la persecución de los delincuentes, sino la creación de una Policía Federal confiable, además del abatimiento de culturas inaceptables como la impunidad— se pretende explicar la detención de Jorge Hank Rhon, el poderoso empresario del juego, presunto autor intelectual de la muerte del periodista Héctor Félix —del semanario Zeta—, y del político vinculado en presuntas actividades criminales.
Es decir, el mensaje que estaría enviando el gobierno federal con la captura de Jorge Hank Rhon es que, si no se tolerará la impunidad de las mafias del crimen, tampoco se permitirá la impunidad de políticos y empresarios. En pocas palabras, que según los “genios” de la seguridad y la inteligencia del gobierno federal, habría llegado el fin de los intocables. ¿Será?
Y, en efecto, es muy probable que ese sea el mensaje que el gobierno federal pretende enviar con la detención y posterior consignación de Jorge Hank Rhon. Pero resulta que existe un pequeño problema —peccata minuta que resulta difícil de tragar para los ciudadanos de a pie—: que muy pocos, si no es que nadie, se creen el cuento de la denuncia ciudadana, del pitazo en la detención del “hijo travieso” del otrora poderoso Profesor Hank. ¿Y por qué pocos o nadie creen esa versión?
Por puro sentido común: porque a Jorge Hank lo pudieron haber detenido la semana pasada, el año pasado, el quinquenio pasado, la década pasada… por los mismos presuntos delitos que hoy lo tienen como indiciado ante la PGR.
Pero a la versión poco creíble de que Hank Rhon fue detenido como resultado de una denuncia ciudadana, se suma otro aserto que pretende convencer a los ciudadanos de que el presidente Felipe Calderón “ni se enteró” de la detención de Hank. En los dos casos se trata de versiones poco o nada creíbles para los ciudadanos de a pie. ¿Por qué? Por una razón elemental. Porque, entre “los hombres del Presidente”, todos saben que en la administración de Felipe Calderón, y en la residencia oficial de Los Pinos, “no se mueve una hoja de la administración” si no lo autoriza el Presidente.
Pero, en el otro bando, el de Jorge Hank Rhon, las mentiras “también se pusieron a peso”. Resulta que el indiciado, su abogado y su esposa quieren convencer a los ciudadanos de que nadie en la casa del empresario del juego conocía una pistolita ni de agua; que no gustan de la cacería, que los guaruras siempre portaban las armas escondidas, que todas las armas tienen licencia para portarlas, que los guaruras no fueron detenidos en flagrancia —cuando alardeaban de lo que siempre alardearon: que eran intocables— y, claro, se ampararon en la especie vendedora del “compló”, de que “las armas fueron sembradas”.
Está claro que, entre la autoridad federal y el detenido, alguien miente. ¿Quién miente? Sólo falta que mañana salgan con el gastado “¡usted disculpe!”, y que la ejemplar lucha contra la impunidad de políticos, empresarios y hombres de poder resulte como el parto de los montes: un ratoncito. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Por cierto, confirmó el PRI de Baja California que Peña Nieto se negó a asistir sólo a dos campañas de gobernadores estatales. La de Hank Rhon y la de Eruviel Ávila… y a propósito de elecciones, golpazo que le recetó la Corte a Marcelo Ebrard, al echar abajo su reforma que prohibía la creación de nuevos partidos en el DF. Era una reforma con dedicatoria.
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