25 ene 2012

Chao Beatriz

 Desbandada de legisladores.
En la última sesión de la Comiisión Permanente de este miércoles 25 de enero de 2012, solicitaron licencias para separarse del cargo, y buscar un escaó los siguientes legisladores:
Marcela Guerra Castillo;  Felipe Cervera Hernández, Arturo Zamora Jiménez, Manuel Humberto Cota Jiménez, Olivia Guillén Padilla, Eviel Pérez Magaña, Francisco Alejandro Moreno Merino, José Francisco Yunes Zorrilla, Julián Nazar Morales, Clara Gómez Caro, Sofía Castro Jorge Arana Arana, Óscar Román Rosas González, David Penchyna Grub, Omar Fayad Meneses, Salvador Caro Cabrera, Claudia Ruiz Massieu Salinas, Aarón Irizar López, Fernando Morales Martínez, Roberto Armando Albores Gleason, Ana Estela Durán Rico, Joel González Díaz, Isaías González Cuevas, Rodolfo Dorador Pérez Gavilán y Beatriz Elena Paredes Rangel. 
De todos ellos la única que hizo uso de la palaba para des´pedirse, y buscar la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México es la diputada Beatriz Paredes Rangel, dijo:
"Compañeras y compañeros legisladores, señor Presidente de la Comisión Permanente aprecio el que me haya otorgado el uso de la palabra.
Durante más de 30 años he tenido la oportunidad de ser una acuciosa observadora del Poder Legislativo mexicano, protagonista en ocasiones. Soy una convencida de la necesidad de un mayor equilibrio entre los Poderes y de la necesidad del robustecimiento de la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
La vida me regaló el privilegio de haber presidido el Congreso de la Unión en tres ocasiones: en 1979, en 2001 y en 2002. Presidí también la Cámara de Diputados en la LIII Legislatura y el Senado en la LVII Legislatura, la vida y la solidaridad de mis correligionarios.
Se integrante de la primera legislatura que aplicó la reforma política, de la que registró el dolor y la indignación que causó el sismo de 1985 en el Distrito Federal, y vivir en toda intensidad la primera legislatura de la alternancia, me permitió comprender la evolución de la política mexicana sus claroscuros y paradojas, a veces sus retrocesos y reafirmar mi vocación reformadora y demócrata.
En todo momento, como diputada de trinchera o como coordinadora parlamentaria descubrí que en el Congreso palpas el pulso de la nación, percibes la enfermedad y la grandeza de la patria, conoces en el caleidoscopio que es el recinto parlamentario, todos los rostros, las emociones, escuchas todos los acentos y tonos regionales, descubres la fraternidad y camaradería que construyen aun en la diferencia y el antagonismo estéril que paraliza.
Aprendí, sobre todo, a escuchar la razón del otro, a no evanecerme en mis soliloquios y a tratar de encontrar la razón que conviene a todos. Reafirme mi convicción federalista al mirar nuestra heterogeneidad en este entramado multicultural, diverso y plural que es el Congreso de la Unión.
Descubrí que es en el Poder Legislativo donde las decisiones calan hondo en el modelaje de la sociedad y en la perspectiva histórica. No es el poder para satisfacer las ambiciones o disfrutar del boato de los poderosos. Es el poder para que con humildad y oído abierto, con capacidad de escuchar y generar afinidades mayoritarias o consensos, sea posible trascender. Es el poder de los pares, de los diferentes, pero iguales.
De esta LXI Legislatura me enorgullece especialmente haber participado en dos grandes reformas constitucionales que se significarán en el tiempo y calificarán el registro de nuestro cuerpo colegiado.  La reforma al artículo 3o. constitucional que establece la obligatoriedad del Estado de impartir la educación media superior y la reforma al artículo 1o. del Título Primero y diversos artículos constitucionales que elevan a rango en nuestra Carga Magna la obligatoriedad del Estado mexicano de acotar todos sus actos e interpretaciones jurídicas a la plena vigencia de los derechos humanos, considerando el derecho internacional.
Sin menoscabo de las demás tareas legislativas, ambas reformas definen esencialmente esta Legislatura como progresista y humanista.
Señoras y señores, vengo del estirpe indígena de un pueblo que se gobernó por un consejo plural, que la historia reconoce como el Senado Tlaxcalteca. Me formé con un político, Emilio Sánchez Piedras, quien fue líder de la mayoría en la XLIV Legislatura, acompañando al presidente López Mateos, de ahí mi vocación parlamentaria.
Aprecio la conducción de quienes en su momento fueron mis coordinadores parlamentarios. Don Luis M. Farías, Eliseo Mendoza Berrueto, María de los Ángeles Moreno, Rafael Rodríguez Barrera, Francisco Rojas Gutiérrez. Aprecio la presencia del coordinador de nuestra bancada en el Senado de la República, Manlio Fabio Beltrones.
Agradezco el apoyo de mis colaboradores, tanto personales como en las comisiones, y de ése numeroso equipo de la Cámara, paladines del Legislativo que se entregan incansablemente para que fluyan las legislaturas.
Las Cámaras han sido para mí, siempre, oportunidad de hacer amigos. De aprender conceptos de los más sabios, de deslumbrarme con los más ingeniosos debates, de saber en lo profundo de mi conciencia que sólo la ética pública y la honradez política dan jerarquía al quehacer parlamentario.
He consolidado grandes afectos, amistades con mis correligionarios desde luego, y también con quienes enarbolan otras banderías políticas. Finalmente todos tenemos algo en común; creer que la política es el instrumento privilegiado para cambiar la realidad, para que devenga en más justa; creer que la ley es producto de la civilización humana, encauza sus contradicciones  e intereses  y logra, mediante la norma, enmarcar su convivencia donde todos quepan y se respeten todos.
Probablemente ésta será mi  última intervención ante el  Congreso, ahora a través de su Comisión Permanente, tiene el propósito de presentar mi solicitud de licencia al cargo de diputada federal. Solicito atentamente, señor presidente, acuerde el trámite que corresponda.
Agradezco a todos ustedes su solidaridad, su aprecio, su compañerismo en las identidades y en los debates y las contradicciones. Agradezco a la vida enormemente el haber vivido a plenitud la realidad del Poder Legislativo mexicano. Gracias.

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