13 feb 2014

Nueva carta a Maduro/Otto J. Reich/ Retrospectiva


Nueva carta a Maduro/Otto J. Reich fue embajador de EE UU en Venezuela, subsecretario de Estado de ese país para el Hemisferio Occidental y asesor del Consejo Nacional de Seguridad en la Casa Blanca.
El País | 27 de marzo de 2013:
Señor Maduro: Por este medio respondo a sus más recientes acusaciones. No se preocupe, no es molestia; usted siga inventando y yo seguiré contestando.
No, Sr. Maduro, yo no tuve nada que ver con el cáncer que mató a Hugo Chávez, ni tengo la más mínima intención de agredir al Sr. Henrique Capriles (ni ningún otro ciudadano de su país), ni he contribuido dinero a la campaña de Capriles, ni lo he recaudado, ni he saboteado o planeo sabotear algún objetivo en su país. Esas alegaciones de su parte solo pueden tener dos explicaciones: o Ud. no conoce la verdad, o no sabe distinguir entre mentira y verdad. Ud. dirá cual es.
A pesar de que en EE UU nadie de importancia lo toma en serio a Ud. o a su llamado gobierno, quiero ejercer el derecho de defenderme. No solo porque en mi país tengo esa libertad, pero pienso, tal vez inocentemente, que al contestarle a Ud. abogo por muchos venezolanos que no pueden escudarse de las mentiras, insultos y abusos de su gobierno, como puedo yo.

Esta semana contesté sus alegaciones sobre un presunto envolvimiento mío o del gobierno de EE UU en el cáncer que terminó la vida el expresidente Hugo Chávez. No voy a repetirlo. Ahora, sobre Capriles.
No es la primera vez que Ud, como presidente encargado o candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) me ha acusado de estar conspirando contra la vida del candidato Henrique Capriles o de otros venezolanos. ¿Cómo se puede probar algo que uno no está haciendo? Primero, declarando lo siguiente:
Por este medio, una vez más, niego categóricamente sus absurdas acusaciones, y lo reto a que presente las “pruebas” que asegura tener en mi contra. Si no presenta pruebas fehacientes, Sr. Maduro, Ud. demuestra que sus acusaciones son falsas y maliciosas. Sobra señalar que la presunta víctima de la conspiración, Henrique Capriles, ha declarado públicamente que si algo le sucediera a él, lo consideraría a usted el responsable, y a nadie más.
Está muy claro que esta más reciente infamia en contra mía es parte de una cínica estrategia cuyo propósito es de distraer a los venezolanos del desastre que su partido socialista ha efectuado en sus 14 años de mal gobierno. Ya que Ud. no puede ganar las elecciones ofreciéndole pan a los venezolanos, debido a que el pan es uno de los muchos alimentos que faltan en las tiendas venezolanas, Ud. les ofrece circo.
Esa estrategia tiene cierto sentido, ya que Usted no puede defender un récord de corrupción oficialista sin precedentes, donde más de un trillón de dólares han desaparecido en 14 años; de alimentos importados que se pudren en los puertos mientras que madres venezolanas pelean entre si en el interior del país para poder comprar leche, pollo, arroz, frijoles, y otros alimentos básicos que antes eran abundantes y ahora han desaparecido; de fortunas ilícitas acumuladas por decenas de colegas suyos, de ministros, militares y empresarios favorecidos que viven lujosamente a la vista de la miseria en que han dejado en su país mientras que invierten sus respectivos cientos de millones en el exterior. Ud. no puede defender una era de gobernación que ha hecho a Venezuela uno de los diez países con mayor número de homicidios del mundo, el peor de América Latina, y uno que entrega su tesoro y su soberanía a una nación extranjera, la Cuba comunista, cuyo dictador General controla la seguridad estratégica e interna de Venezuela y decide personalmente quien la maneja, desde el Alto Mando Militar hasta los propios guardaespaldas suyos.
Usted afirma ahora que la CIA y el Departamento de Defensa de EE UU se han unido a la conspiración contra Capriles, y le solicita al presidente Obama “pararla.” La portavoz del Departamento de Estado, hablando en nombre de todo el gobierno, dijo lo siguiente: “Estados Unidos rechaza categóricamente las denuncias de que esté implicado en cualquier plan para desestabilizar al gobierno venezolano o para dañar a alguien en Venezuela”.
Sus acusaciones están tan lejos de la realidad que tenemos que preguntarnos cuál es su verdadero propósito, ¿qué es lo que oculta Ud. detrás de esta cortina de humo? Aquí se teme que podría ser que su Gobierno es el que planea eliminar a Capriles, como otros han sido eliminados al desafiar el monopolio “socialista” de poder e información. Como por ejemplo el Fiscal Danilo Anderson, ultimado mientras investigaba asesinatos políticos atribuidos a seguidores del entonces presidente Chávez.
¿Por qué nadie en Venezuela ha sido llevado ante la justicia por el asesinato de Anderson?
Sus denuncias también podrían estar diseñadas a socavar aún más la integridad del proceso electoral, el cual está tan polarizado y cargado en contra de la oposición que Henrique Capriles ha ganado la admiración de los demócratas del mundo por la valentía y patriotismo personificadas en su segunda candidatura a la presidencia en menos de un año. La única simpatía por el candidato oficialista viene de países como Irán, Cuba, Belarus, Rusia, Ecuador, Bolivia y otros países que han recibido multimillonarias “donaciones” de Venezuela.
Sus acusaciones son tan infundadas, Sr. Maduro, que el mundo le exige a las autoridades venezolanas garantizar la integridad física de Henrique Capriles porque conoce la capacidad de violencia de su gobierno. Por ejemplo, a una semana de las elecciones presidenciales del 2012 una caravana de Capriles fue atacada a balazos por activistas oficialistas, según testigos, donde murieron tres opositores.
Ud. dice que es el hombre indicado para guiar a Venezuela. Pero un hombre de verdad no manda a agredir o balacear a estudiantes indefensos que protestan por la igualdad de derechos políticos. Un hombre no enjaula o humilla a una jueza que padece de cáncer por el simple acto de cumplir con su deber profesional. Un hombre no permite que ciudadanos en huelga de hambre mueran por falta de atención, como ocurre en Cuba.
¿Sr. Maduro, con todos los recursos del estado venezolano a su disposición, no puede Ud. encontrar una acusación más original? El fallecido presidente Chávez hizo la misma falsa afirmación acerca de un complot para matar a Capriles en la campaña del año pasado, al igual que aseguró tener pruebas de varios intentos de asesinarlo a él mismo, pero nunca las hizo publicas. ¿Y ahora piensa que el mundo exterior le va a creer a Ud.?
A pesar de que su táctica no es original, yo acepto que Ud. no es tan torpe como lo aparenta. Con las elecciones programadas para el 14 de abril, en menos de un mes, cada día que los medios de comunicación se concentran en conspiraciones no existentes es un día menos que los venezolanos no escuchan que existe una alternativa viable de paz, honradez y prosperidad para Venezuela, y que no es el actual arbitrario y corrupto régimen.
Cada día que los venezolanos hablan de demonios extranjeros no hablan de la escasez de agua y electricidad, de harina pan y aceite de cocina, de jabón y pañales, de antibióticos e insulina, o de la destrucción de la infraestructura petrolera. Es un día menos para preguntarse cómo Caracas se convirtió en la tercera ciudad más violenta del mundo o sobre las 150,000 víctimas de homicidio de los 14 años del Socialismo del siglo XXI.
Es un día menos para que los venezolanos adivinen en qué su gobierno gastó mil veces mil millones de dólares. El socialismo ha gastado más dinero en los últimos 14 años de lo que Venezuela recibió en sus primeros 175 años de independencia. No es de extrañar, entonces, que China exige que Venezuela deposite todas sus reservas de oro en bancos chinos como colateral por el más reciente préstamo multibillonario, en dólares, solicitado por el gobierno suyo, uno que ellos saben está al borde de la quiebra.
Es transparente que con un pasado tan indefendible, Ud. necesita distraer al pueblo, por lo que ha optado por mecanismos favorecidos por demagogos de derecha y de izquierda: crear una gran mentira, una enorme distracción, y culpar a extranjeros para manipular el fervor nacionalista de la población con la esperanza de que se olviden de sus problemas, para comprar tiempo al igual que las próximas elecciones.
Esa estratagema no funcionó para los derechistas generales argentinos que invadieron las Islas Malvinas en 1982, y es de esperar que no funcione tampoco para los izquierdistas generales, ministros y funcionarios venezolanos.

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