17 mar 2014

Cuatro cárteles, en guerra por el botín mexiquense


Cuatro cárteles, en guerra por el botín mexiquense/José Gil Olmos
Revista Proceso # 1950, 16 de marzo de 2014
Lo dijo una víctima de la ciega violencia que asuela al Estado de México: acudir a un bar en ciertos municipios de esa entidad equivale a jugar ruleta rusa. En el diagnóstico coincide el Cisen, que en un reporte –confirmado por otras instancias federales– describe cómo varias organizaciones delictivas están desgarrando la entidad que no pudieron pacificar ni Enrique Peña Nieto ni su sucesor en la gubernatura, Eruviel Ávila. No por otra razón fue cancelado el concierto de rock Hell and Heaven 2014.
 Al entrar a ciertas colonias de municipios mexiquenses como Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, Ecatepec, Ixtapaluca, Chalco, Tultitlán, Chimalhuacán, Los Reyes la Paz y Toluca se corre el riesgo de quedar en medio de una batalla entre Los Caballeros Templarios, Los Zetas, La Familia Michoacana, el Cártel de Jalisco Nueva Generación y los remanentes de la organización de los hermanos Beltrán Leyva.

 “Ir a un bar por la noche en Nezahualcóyotl (y en cualquiera de esos municipios) equivale a jugar a la ruleta rusa”, dice la gente. Descripciones como ésta se incluyen en un documento del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) de la Secretaría de Gobernación.
 La pesadilla de la ruleta mexiquense empezó en el gobierno de Enrique Peña Nieto y continúa en el de Eruviel Ávila. Es una de las épocas más violentas en la historia de la entidad: en ocho años se cometieron casi 3 mil asesinatos y por lo menos cuatro cárteles se disputan abiertamente 33 de los 125 municipios; ahí secuestran, extorsionan, asesinan, roban, cobran “impuestos” a todos los comercios y tienen sometida a la autoridad, desde los alcaldes hasta los policías municipales.
 El Estado de México es la entidad más poblada del país, con más de 15 millones de habitantes, de los cuales más de dos tercios se concentran en la Zona Metropolitana del Valle de México. En esta franja fronteriza con el Distrito Federal también se agudiza la lucha de los cárteles del crimen organizado.
 Esa explosiva situación fue la causa principal de que se cancelara el Hell and Heaven Fest 2014, un par de conciertos de rock metalero anunciados para el sábado 15 y el domingo 16 en las instalaciones de la Feria de Texcoco. Los organizadores montaron todo un dispositivo de transporte y diversiones alternas, además de invitar a “más de 80 bandas” (musicales), entre ellas Kiss y Guns N’ Roses.
 De acuerdo con funcionarios federales, se detectó que ese festival, con una asistencia prevista de 80 mil personas, podría ser aprovechado por grupos criminales para cometer un atentado, por lo cual el gobernador negó el permiso para realizarlo y de pasada le propinó un raspón mediático a la presidenta municipal de Texcoco, Delfina Gómez, de Movimiento Ciudadano.
 Juan Carlos Guerrero, vocero de los organizadores, informó que no pudieron conseguir otra sede en 10 días, así que tuvieron que cancelar el espectáculo, con una pérdida de 150 millones de pesos.
 Según documentos de los gobiernos mexiquense y federal, desde 2008 La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Guerreros Unidos, el Cártel de Jalisco Nueva Generación, los Beltrán Leyva y Los Zetas arreciaron la lucha por controlar el territorio de la entidad (Proceso 1892).
 En agosto de 2013, el secretario de Seguridad Ciudadana, Salvador Neme, reconoció que ahí operaban La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, Los Zetas y el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero afirmó que eran “pequeños grupos” y que no causaban graves problemas.
 El mismo mes Neme fue sustituido por Alonso Ríos. Un conteo del periódico Reforma realizado del 29 de agosto de 2013 al 28 de febrero de 2014 permitió documentar 273 ejecuciones en la entidad, un promedio de 45.5 por mes. El año pasado la pugna entre grupos criminales cobró la vida de 2 mil 221 personas. Pero el primer bimestre de 2014 ha sido el más sangriento desde 2008, con 130 ejecuciones.
 También se incrementaron otros delitos, como secuestros, extorsiones y feminicidios, así como asaltos a transeúntes, autos y camiones de carga y robos en ­motocicleta.
 Desde el año pasado, de acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), Guerrero, Chihuahua, Nuevo León, Jalisco y el Estado de México eran las entidades más violentas del país, pues en el primer trimestre de 2013 los cinco sumaron 38% de los 6 mil 204 homicidios registrados a nivel nacional.
 Paralelamente, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal ubicó a los municipios mexiquenses de Naucalpan, Ecatepec, Cuautitlán Izcalli, Cuautitlán y Chalco entre los más violentos del país durante 2013, con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
 De acuerdo con un reporte del Cisen fechado el pasado 17 de febrero, los dos cárteles michoacanos, el CJNG y Los Zetas siguen su “feroz disputa” por el control del tráfico de las drogas y otras actividades ilícitas en la zona. También se advierte que la confrontación “ha arrojado hasta la fecha decenas de muertos, heridos y desaparecidos”.
 Según esa información “interna”, de los sietes grupos criminales que hace un par de años desgarraban la entidad, sólo quedan cuatro, y de éstos La Familia Michoacana aparenta ser el más fuerte, sobre todo en la zona metropolitana.
 Es evidente que la violencia no cede en 2014: desde los primeros meses se han encontrado cadáveres quemados o colgados de puentes peatonales,  personas asesinadas en restaurantes y bares, así como negocios de toda clase acribillados o cerrados por no pagar cuotas a la delincuencia.
Territorio en jirones
La Familia Michoacana es el grupo criminal con más presencia en el Estado de México, pese al debilitamiento que ha registrado en los últimos meses, indica el citado reporte del Cisen.
El año pasado, un documento confidencial del gobierno mexiquense señalaba que esa organización, surgida en 2006, operaba en 54 municipios, pero el informe del organismo federal de inteligencia señala que ahora se limitan a 18: Amatepec, Coacalco, Chalco, Coyotepec, Cuautitlán, Huehuetoca, Ixtapaluca, Luvianos, Metepec, Nextlalpan, Tejupilco, Teoloyucan, Tepotzotlán, Tlatlaya, Tonatico, Toluca, Valle de Chalco y Zumpango.
En el documento se explica que ese repliegue de La Familia Michoacana se debe al embate de otra organización: “En la mayoría de estos municipios mantiene una sangrienta disputa principalmente con Los Caballeros Templarios, quienes de manera paulatina les han ido arrebatando el control de la mayoría de las plazas”.
Otro factor del debilitamiento de La Familia Michoacana en los últimos meses fue, a decir del Cisen, el abatimiento o la detención de varios de sus líderes, entre quienes se cuenta a Jesús Salazar, El Tuzo, considerado el cabecilla de este cártel en la entidad, que fue muerto por militares y policías federales el pasado 10 de enero. Otro encargado de los “negocios” del cártel en todo el estado, Juan Carlos Muñoz Vargas, El Pariente, fue detenido el 12 de agosto de 2012, y el jefe de la plaza en Toluca, Martín Zacarías Pedro, El Jarocho, cayó en manos de la policía en febrero de 2013.
Pablo Jaimes Castrejón, La Marrana, abatido por el Ejército el 4 de agosto del año pasado en la ranchería Ojo de Agua, municipio de Luvianos, también fue jefe del cártel en el estado.
La segunda fuerza criminal en la entidad son Los Caballeros Templarios, quienes predominan sobre todo en la zona sur, colindante con Michoacán y con el Valle de Toluca: la capital mexiquense, Metepec, Lerma, Zinacantepec, Tejupilco, Luvianos, Ixtapan de la Sal, Sultepec, Amatepec, Ixtapaluca, Chalco, Valle de Chalco, Tlataya y Tonatico.
Según el informe, los templarios chocaron con La Familia Michoacana sobre todo en el sur y el oriente de la entidad, y han ganado terreno a pesar de su debilitamiento actual –dicen los agentes– por las acciones del gobierno federal en Michoacán. Pero sin duda, añade, “siguen teniendo el control de las plazas mencionadas” en el Estado de México.
El Cisen identifica a Pablo Magaña Serrato, La Morsa, como el jefe de Los Caballeros Templarios en el Estado de México y lo describe como “uno de los (cabecillas) más sanguinarios, ya que ha ordenado y participado directamente en la ejecución de cientos de rivales de otros grupos delictivos, así como de agentes de diversas corporaciones policiacas y de elementos de las Fuerzas Armadas”.
Indica que antes de ser el encargado regional de Zitácuaro y del Estado de México, La Morsa fue el jefe de plaza de Uruapan y encabezó el atentado del 14 de junio de 2010, en Zitácuaro, donde murieron 12 agentes de la Policía Federal.
Magaña Serrato fue protagonista de otra pifia del gobierno de Felipe Calderón: en 2011 la Procuraduría General de la República anunció su captura, pero la autoridad tuvo que reconocer que el delincuente se fugó de una casa de seguridad en Zitácuaro.
El tercer grupo que disputa el territorio mexiquense es Los Zetas. El reporte del Cisen precisa que tras la muerte de Arturo Beltrán Leyva en diciembre de 2009 y la captura al año siguiente de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, Gerardo Álvarez Vázquez, El Indio, y Carlos Montemayor, El Charro, quienes controlaban la mayoría de los municipios del Valle de México y otros, esa banda reforzó su operación, principalmente en los municipios de Atizapán de Zaragoza, ­Cuautitlán Izcalli, Coacalco, Ecatepec, Huixquilucan, Naucalpan, Nezahualcóyotl, Nicolás Romero, Tlalnepantla, Tultitlán y la zona norte, colindante con el estado de Hidalgo. En esta última “tiene el control absoluto del trasiego de la droga y otras actividades ilícitas”.
Informa que, como puede apreciarse por los municipios donde actúan,  Los Zetas mantienen una cruenta batalla con La Familia Michoacana, con células remanentes de la organización de los Beltrán Leyva y recientemente con el CJNG.
Sobre el cártel jalisciense, el informe indica que desde hace meses empezó a incursionar principalmente en los municipios del Valle de México ante el resquebrajamiento del conformado por los hermanos Beltrán Leyva; pero observa que su avance se detuvo por dos factores: el rompimiento de su alianza con el Cártel de Sinaloa para frenar a Los Zetas y la reciente escisión que originó la creación del grupo La Corona, integrado por exoperadores del capo Nacho Coronel que actúan ya en Jalisco, Michoacán y Colima.
Finalmente, el reporte del Cisen señala que en el Valle de México siguen activos exintegrantes de los Beltrán Leyva y del Cártel del Centro, organizaciones muy disminuidas.
A merced de los sicarios
A las 2 de la madrugada del domingo 16 de febrero, Verónica Lucero Méndez Díaz celebraba su cumpleaños 23 con su esposo, Mario Francisco Sánchez, en el bar Davis Coffe Karaoke de la colonia Benito Juárez, municipio de Nezahualcóyotl, cuando irrumpió un grupo armado.
Tras un estallido, el establecimiento se llenó de humo y los maleantes comenzaron a disparar a los clientes. Verónica y Mario Francisco fallecieron y cuatro personas quedaron heridas. Apenas el viernes 14 otro bar de esa colonia sufrió un atentado.
Los familiares de la pareja asesinada pidieron justicia y apoyo al gobierno de Eruviel Ávila porque se quedaron huérfanos su hija de seis años y su bebé de un año y medio. El padre de Verónica, Víctor Aurelio Méndez, recriminó la violencia: “Aquí en Neza ir a un antro es jugar a la ruleta rusa”.
Este municipio está en primer lugar de ejecuciones, con 68 en los tres primeros meses del año. Le siguen Ecatepec (66), Naucalpan (38), Toluca (35), Tlalnepantla (32) y Cuautitlán Izcalli (24), en cifras de la Secretaría de Seguridad Ciudadana estatal.
La ruleta rusa siguió girando. El 19 de febrero, en el municipio de Texcoco, un tiroteo de policías contra ladrones dejó un muerto; el 26 se hallaron dos personas ejecutadas en un hotel de Cuautitlán Izcalli; el 28 apareció un hombre colgado de un puente peatonal en Ecatepec; ese día fue el más sangriento del año, con 13 asesinatos en cuatro municipios.
El 2 de marzo el gobernador reconoció que la entidad padece por la  inseguridad y afirmó que no bajaría la guardia en su esfuerzo de reducir los índices de violencia.
Al día siguiente la ruleta apuntó al exsecretario del municipio de Otumba, Antonio García Sánchez, y a su hijo Jair Antonio, quien estuvo preso por querer robar la nómina del programa Oportunidades de Nopaltepec; y la noche del 9 de marzo, a siete personas en bares de Chicoloapan y La Paz. Todos ellos murieron.
“Esto les va a pasar chapulines. Sigues: Moreno, Vato y tu Chispa. Atee… Empresa: Fam Michoacana” (sic), decía uno de los mensajes en tinta negra que los sicarios dejaron afuera del bar Las Chelitas, de Chicoloapan.
 En medio del desastre, la Secretaría de Seguridad Ciudadana anunció que la federación dotará a la entidad con 11 mil cámaras de video para los 46 municipios donde se reportan más delitos. También ofreció diseñar una estrategia de control en transporte público.
 Pero los encargados de permisos mercantiles de Chalco, Valle de Chalco y Nezahualcóyotl reconocieron públicamente que 30% de los negocios en sus municipios están bajo el control del crimen organizado, que les exige cuotas de entre 2 mil y 20 mil pesos semanales. Los conductores de la Ruta 36 del transporte público que va del municipio de Los Reyes La Paz a Chalco tienen que entregar cuotas de 15 mil a 20 mil pesos mensuales al Movimiento Templario, que a cambio les da una calcomanía amarilla con las letras “MT” para demostrar que ya pagaron la “protección”.

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