21 mar 2014

Una boda incómoda


·      Una boda incómoda  /Alfonso Navarro
El Universal, Viernes 06 de julio de 2001

COMO ladrón que entra por la ventana, la unión civil de Vicente Fox y Marta Sahagún sorprendió a la sociedad. Ni siquiera los rumores circunvolantes en torno de una relación sentimental entre ellos, ampliamente sospechada, había preparado los ánimos para recibir el impacto. De ahí en adelante, la cautela se ha instalado en los espacios de opinión. Me parece que tanto el pensamiento laico como el católico han quedado aturdidos, como si el uno y el otro hubiesen recibido un mazazo en la cabeza. ¿Cómo interpretar esta unión civil? ¿Qué significado político encierra? ¿Sus múltiples implicaciones podrán rasgar una sociedad mayoritariamente católica a la que pertenecen los esposados? Pienso que el tiempo develará el significado político si es que lo tiene de esa unión civil. Por ahora no faltan los que aventuran un torcimiento en la toma de decisiones del presidente Fox. Nada indica, sin embargo, que ello vaya a ocurrir. El tiempo lo dirá. En cuanto al pensamiento laico-jacobino, creo que poco tiene que decir más allá de señalar una evidente incongruencia entre los principios religiosos de los recién casados y su situación actual de carácter civil. Porque es claro que toda fe debe sobrepasar el simple conocimiento de un credo; exige congruencia de vida, implica una decisión libre y vital que muchas veces se nutre de sacrificio, en ocasiones de martirio. Tomás Moro lo ejemplifica.


Se podrá comprender, entonces, que el hecho se ha convertido en una incómoda realidad para la Iglesia católica y, desde luego, para muchos católicos que tratan de vivir congruentemente su fe. Me consta que muchos de ellos se sienten defraudados, sumidos en un amargo desencanto. A mí, en lo personal, la boda me causó cierta tristeza, una muda e inexplicable tristeza. A esa boda no le encuentro sentido desde ningún punto de vista, menos aún desde la perspectiva religiosa. ¿Y qué sentido se puede descubrir en las pasadas reiteraciones de fe por parte de ambos personajes, especialmente de Fox? La evidencia obliga a concluir que sólo fueron manipulaciones políticas de la fe católica. Ahora, por su privilegiada posición pública, su unión civil puede ser vista como "ejemplo a seguir" o como acto que merece total beneplácito según diversas encuestas. Total, "lo que sabe Dios, que lo sepan los hombre". ¿Cinismo, pragmatismo, sinceridad? Lo cierto es que la doctrina católica no se guía ni por encuestas ni por sentimentalismos ni por favoritismos. 
Basta leer las puntualizaciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe, difundidas por el Arzobispado de México. La citada congregación de la santa sede reitera a los católicos que la Iglesia, "fiel a la palabra de Jesucristo (`Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio` en Mc. 10: 11-12) afirma que no puede reconocer como válida esta nueva unión, si era válido el anterior matrimonio. Si los divorciados (católicos) se han vuelto a casar civilmente, se encuentran en una situación que contradice objetivamente la ley de Dios...". De lo anterior se desprenden varias conclusiones: primera, la doctrina que enseña la Iglesia católica no es un invento suyo o un as sacado de la manga. Se trata de un depósito de fe, de una hacienda espiritual recibida de su fundador Jesucristo. La Iglesia no puede mercar con ella ni despilfarrarla convenencieramente; debe preservarla y ofrecerla incólume. Tal y como lo hace. Segunda conclusión: la doctrina de la Iglesia no tiene carácter punitivo, castigador, ni discriminatorio hacia los divorciados vueltos a casar. Son ellos, como señala claramente el papa Juan Pablo II en su Familiaris Consortio , los que se apartan de la comunión eucarística ya que su estado y condición contradicen objetivamente la ley de Dios. En tercer lugar, es presumible un estado de pecado en los divorciados vueltos a casar. Sin embargo, como bien lo expresó el cardenal Rivera, ni el Papa ni la Congregación para la Doctrina de la Fe utilizan el término de "pecado". "En este sentido bien lo apunta el boletín del Arzobispado nadie puede juzgar o afirmar categóricamente que una persona se encuentre en ese estado".

Teniendo claras las ideas anteriores, no veo cómo o por qué los católicos podamos sentirnos defraudados, traicionados o tristemente desencantados. La fe exige una respuesta libre, generosa, independiente de los "ejemplos" provenientes del mundo de la política, de la farándula o de cualquier otro. Porque los cielos y la tierra pasarán, pero no las palabras de Cristo; sabemos que romper la indisolubilidad del matrimonio por otro tálamo siempre constituirá situación objetiva de adulterio. Al pan, pan; y al vino, vino. Cada cual asume libremente su fe o se la pasa... negándola en los hechos. Pero el juicio sólo corresponde a Dios.

navarroa@infosel.com

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