FELIPE
CALDERÓN | EXPRESIDENTE DE MÉXICO
- “Hubo abusos en la guerra contra el narco; pero fue la excepción, no la regla”
El
exmandatario mexicano sostiene que sin el combate al narcotráfico partes del
Estado habrían sido tomadas por el crimen
JAN
MARTÍNEZ AHRENS México 1
El País, 15 SEP 2014 - 23:37 CEST
Felipe
Calderón Hinojosa, de 52 años, presidente de México entre 2006 y 2012, pasará a
la historia como el hombre que desató la mayor ofensiva contra el crimen
organizado que el país recuerde. Una guerra abierta y en todos los frentes, que
acabó con 70.000 muertos, el narcotráfico fracturado y un reguero de
acusaciones de malos tratos y torturas. Calderón admite que hubo abusos, pero
solo como excepción, y sostiene que sin este combate partes fundamentales del
Estado habrían sido tomadas por el crimen. En defensa de su legado acaba de
publicar Los retos que enfrentamos (editorial Debate), donde alerta de la
fragilidad institucional de México.
P.
Con la experiencia adquirida, ¿qué cambiaría usted en su estrategia de
seguridad?
P.
¿Qué habría pasado con México sin su estrategia?
R.
El crimen organizado hubiera capturado amplios segmentos de la vida pública de
México, municipales, estatales y federales. Se habría generado una captura del
Estado. No hubiera sido total, porque el país tiene una vida pública y
democrática suficientemente fuerte, pero cuando actuamos ya apenas quedaba
tiempo.
P.
Habla de la fragilidad institucional mexicana y, en su libro, entre otros, pide
una depuración del sistema judicial.
R.
Tenemos una muy buena Suprema Corte y esa es una ventaja que debemos
aprovechar. El presidente Zedillo hizo un buen relevo, muy sano para el Poder
Judicial. Pero se requiere un esfuerzo de revisión y depuración de magistrados
federales en todo el país y, por supuesto, de jueces locales.
P.
¿Se debe esta debilidad al altísimo nivel de impunidad de México, donde solo un
3% de delitos acaba en condena?
R.
Hay tres factores. Uno, obedece a la fragilidad de las instituciones. Cuando
llegué a la presidencia me encontré que una buena parte de agencias de
seguridad y de justicia, léase ministerios públicos, policías y jueces en
muchos casos, estaban erosionados por la corrupción. El segundo factor es que
el cumplimiento de la ley implica riesgos que no todos los gobernantes quieren
asumir. Y el tercero radica en que la comisión de delitos es abrumadora
respecto a la capacidad institucional del Estado. Llega un momento, en
determinadas ciudades, en que es tal el número de delitos, y tan pequeña y
frágil la autoridad, que esta no tiene la capacidad operativa ni técnica ni
económica para hacerlos frente. Llega un momento en que se colapsa la propia
institucionalidad y eso exacerba la impunidad.
P.
¿Qué le parece que su partido haya apoyado las reformas del PRI que éste le
negó a usted?
R.
Me parece bien que el PAN, ya en la oposición, haya decidido adoptar una
estrategia de cooperación constructiva. No cabe duda de que hay una notable
voluntad y capacidad política en el Gobierno, pero, sin duda, el verdadero y
más notable cambio en México ha sido la disposición de la oposición para hacer
los cambios estructurales que fueron regateados a los dos gobiernos anteriores.
P.
¿Ve usted al presidente del PAN, Gustavo Madero, de presidente de México?
R.
No, no lo veo.
P.
¿Por?
R.
No se me había ocurrido.
P.
¿Y a Margarita Zavala [esposa de Calderón]?
R.
De ella preferiría no comentar mucho.
P.
¿Y a Peña Nieto cómo le enjuicia?
R.
Para ser un expresidente responsable, prefiero no hacer comentarios sobre un
sucesor, pero le deseo lo mejor.
P.
Cuando el PAN llegó al poder en 2000, era el partido anticorrupción; hoy ya no
se percibe así. ¿Qué ha pasado?
R.
Desgraciadamente, tiene razón. Y eso duele muchísimo. La gran mayoría de
militantes del PAN son gente honesta. Pero hay representantes con nombre y
apellido, algunos de ellos lamentablemente aún dirigentes del PAN, que han
incurrido en claros actos de corrupción que el partido debiera investigar y
castigar. A mi juicio, aún no lo ha hecho, y mientras no lo haga seguirá
cargando un estigma en los antípodas de toda nuestra historia. El PAN debe ser
nuevamente identificado como el partido de la honestidad ciudadana y de la vida
pública. De momento y mientras esto no ocurra, no lo es.
P.
¿Eso requiere un cambio en la dirección del PAN?
R.
Por lo pronto requiere que esas acciones se investiguen y se castiguen, y que
se remueva de los cargos directivos del partido a quienes han cometido esos
actos evidentes de corrupción, y que siguen ahí.
“El
crimen organizado ha encontrado estructuras totalmente débiles y ha tomado
posesión, sin resistencia, de pueblos y ciudades importantes”
P.
¿Considera que el 5% de crecimiento económico para México es suficiente para
alcanzar un crecimiento sostenible?
R.
Si lo logramos, por supuesto que sí, aunque obviamente sería deseable alcanzar
tasas mayores y México tiene ese potencial. Sin embargo, para alcanzar cuando
menos ese 5% e incluso rebasarlo necesitamos, por una parte, que se implementen
las reformas que ha aprobado el país en el último año. Y por el otro, México
tiene que convertirse en un verdadero país de leyes. El hacer vigente a
cabalidad el Estado de Derecho en México es la mayor asignatura pendiente que
tenemos los mexicanos desde hace décadas. La seguridad pública y jurídica, la
transparencia, el abatimiento de la corrupción, todos son temas que se
lograrían alrededor del Estado de Derecho, y con ello vendría un enorme impulso
a la economía.
P.
¿Cuál es su opinión sobre el nuevo aeropuerto?
R.
Me parece muy importante. En Los retos que enfrentamos describo que durante
toda la administración fuimos trabajando para superar los obstáculos que
hicieron que el Gobierno anterior abortara ese proyecto. Trabajamos hasta
lograr una docena de dictámenes técnicos: aeronáuticos, hidráulicos,
geológicos, ambientales... Incluso compramos muy discreta y sigilosamente miles
de hectáreas alrededor del sitio para evitar los conflictos por tierras que se
generaron antes. Íbamos a proceder a abrir una serie de licitaciones por el
diseño arquitectónico, la ingeniería, la construcción y la operación. Dado que
el último de los dictámenes fue terminado en abril de 2012, el anuncio iba a
ser pasadas las elecciones, cosa que no hicimos porque nos pareció sensata la
petición del equipo de transición de dejarlo a la siguiente Administración. Me
alegra que los proyectos hayan avanzado y ahora se presente.
P.
A usted le tocó vivir la mayor sacudida económica de las últimas décadas;
intelectualmente, qué reto fue más difícil: ¿la crisis de 2008 o la guerra
contra la criminalidad?
R.
Definitivamente, la lucha por la seguridad. Y vaya por delante que la crisis
económica fue dramática. Recuerdo informes que registraban caídas trimestrales
del PIB a velocidades del 10% negativo. La economía sufría un infarto. Pero lo
resolvimos rápidamente; en un año recuperamos crecimiento. Pero todo eso
palidece respecto a lo que viví durante seis años en materia de criminalidad.
Fue un desafío constante.
P.
¿Legalizaría el cultivo y la venta de la marihuana?
R.
Eso debe debatirse. Necesitamos un análisis mucho más serio de las
consecuencias sociales y económicas de esos fenómenos, antes de tomar una
decisión. Pero sí creo que debe revisarse urgentemente, y debe hacerse a nivel
global.
P.
¿Pero el prohibicionismo no ha traído más problemas que beneficios a México?
R.
Aquí hay otro problema que no es de drogas. El crimen organizado ha encontrado
estructuras totalmente débiles y ha tomado posesión, sin resistencia, de
pueblos y ciudades importantes. La fragilidad institucional ha permitido que,
por la fuerza, partes de México comenzaran a estar en manos de ellos. Y ese es
el problema, más allá de la droga. Forman verdaderos gobiernos y eso es lo que
hay que combatir. Afortunadamente les hicimos frente y los empezamos a
expulsar. Falta mucho, pero no lograrán su objetivo nacional. La buena noticia
es que en México peleamos. No sé que habrá pasado en otros países de
Centroamérica o en Venezuela.
P.
¿México tiene cura, entonces?
R.
Yo me veo como el médico de pueblo que diagnostica un cáncer y, tras aplicar
quimioterapia y radioterapia, cura al paciente. No faltará quien diga que
estaba mejor antes del tratamiento, que ahora está calvo y le duele todo el
cuerpo… Pero la culpa no es del médico. México tiene cura y un gran futuro, en
parte por lo que está haciendo el actual Gobierno con la cooperación del PAN, y
en parte por cosas que hicimos en años que fueron muy, muy difíciles. Pero
falta fortaleza institucional y ahí México se juega su futuro. La fortaleza
institucional es el Estado de Derecho y la democracia. Si fortalecemos nuestras
instituciones con legalidad y democracia, podremos ver con mucho mayor
optimismo el futuro.
P.
¿De qué se arrepiente?
R.
El arrepentimiento es parte de una herencia cultural que recibimos de los
españoles y no sé cuánto se lo tenemos que agradecer... Hubo cosas buenas y
cosas que pudieron ser mejores. ¿Qué pudo ser mejor? Pues la reconstrucción
institucional del país, que es la solución a la inseguridad pública, el más
grave de nuestros problemas. Quizá debería haberse hecho con mucha mayor fuerza
y anticipación. Pero, en general, no me gusta el verbo arrepentir.
P.
¿Sigue sin poder dormir?
R.
Ahora duermo mejor, relativamente mejor. Tengo menos problemas en qué pensar.
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