Sínodo de la Familia 2014.
“Nosotros, los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo Sínodo…“
Ciento cincuenta y ocho padres sínodales de un total de 174 han aprobado el Mensaje final del Sínodo extraordinario sobre la familia, que concluye este domingo 19 de octubre en Roma.
El cardenal Ravasi fue el encargado de leer en la viernes por la tarde en el Aula del Sínodo el borrador del Mensaje. Después hubo un tiempo para las intervenciones libres sobre el mensaje, en gran parte de apreciación, aunque también hubo propuestas para retocar y mejorar.
Y esté sábado se ha presentando la versión revisada, se ha leído y ha sido aprobada por mayoría.
Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa, ha explicado el desarrollo del Sínodo en las últimas horas. Asimismo, ha indicado que esta mañana se ha leído el borrador de la Relatio Synodi.
Presentes también en la sala, estaban el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente de la Comisión para el Mensaje, el cardenal Oswald Gracias y el cardenal Raymundo Damasceno Assis.
Assis ha confirmado que "en esta primera etapa del Sínodo, no teníamos como objetivo llegar a conclusiones definitivas", sino solo indicar propuestas que realicen una agenda de trabajo para el Sínodo del 2015.
Durante la rueda de prensa también se ha puesto de relieve que "el balance de este Sínodo es absolutamente positivo".
Texto completo:
Ciento cincuenta y ocho padres sínodales de un total de 174 han aprobado el Mensaje final del Sínodo extraordinario sobre la familia, que concluye este domingo 19 de octubre en Roma.
El cardenal Ravasi fue el encargado de leer en la viernes por la tarde en el Aula del Sínodo el borrador del Mensaje. Después hubo un tiempo para las intervenciones libres sobre el mensaje, en gran parte de apreciación, aunque también hubo propuestas para retocar y mejorar.
Y esté sábado se ha presentando la versión revisada, se ha leído y ha sido aprobada por mayoría.
Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa, ha explicado el desarrollo del Sínodo en las últimas horas. Asimismo, ha indicado que esta mañana se ha leído el borrador de la Relatio Synodi.
Presentes también en la sala, estaban el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente de la Comisión para el Mensaje, el cardenal Oswald Gracias y el cardenal Raymundo Damasceno Assis.
Assis ha confirmado que "en esta primera etapa del Sínodo, no teníamos como objetivo llegar a conclusiones definitivas", sino solo indicar propuestas que realicen una agenda de trabajo para el Sínodo del 2015.
Durante la rueda de prensa también se ha puesto de relieve que "el balance de este Sínodo es absolutamente positivo".
Texto completo:
El Sínodo Extraordinario de los Obispos sobre la
Familia, convocado por Francisco y realizado desde el 5 de octubre,
presentó este sábado 18 de octubre día de San Lucas, hoy el “Mensaje de la Asamblea del Sínodo sobre los desafíos pastorales
de la familia en el contexto de la evangelización”, en el que abordan las
dificultades que afrontan las familias y el papel de la Iglesia en su
evangelización.
Los
Padres Sinodales, reunidos en Roma junto al Papa Francisco en la Asamblea
Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, nos dirigimos a todas las familias de
los distintos continentes y en particular a aquellas que siguen a Cristo, que
es camino, verdad y vida. Manifestamos nuestra admiración y gratitud por el
testimonio cotidiano que ofrecen a la Iglesia y al mundo con su fidelidad, su
fe, su esperanza y su amor.
Pensamos
también en las mujeres que sufren violencia, y son sometidas al
aprovechamiento, en la trata de personas, en los niños y jovenes víctimas de
abusos también de parte de aquellos que debían cuidarlos y hacerlos crecer en
la confianza, y en los miembros de tantas familias humilladas y en dificultad.
Mientras tanto, “la cultura del bienestar nos anestesia y […] todas estas vidas
truncadas por la falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de
ninguna manera nos altera” (Evangelii gaudium, 54). Reclamamos a los gobiernos
y a las organizaciones internacionales que promuevan los derechos de la familia
para el bien común.
Cristo
quiso que su Iglesia sea una casa con la puerta siempre abierta, recibiendo a
todos sin excluir a nadie. Agradecemos a los pastores, a los fieles y a las
comunidades dispuestos a acompañar y a hacerse cargo de las heridas interiores
y sociales de los matrimonios y de las familias.
***
También
está la luz que resplandece al atardecer detrás de las ventanas en los hogares
de las ciudades, en las modestas casas de las periferias o en los pueblos, y
aún en viviendas muy precarias. Brilla y calienta cuerpos y almas. Esta luz, en
el compromiso nupcial de los cónyuges, se enciende con el encuentro: es un don,
una gracia que se expresa –como dice el Génesis (2, 18)– cuando los dos rostros
están frente a frente, en una “ayuda adecuada”, es decir semejante y recíproca.
El amor del hombre y de la mujer nos enseña que cada uno necesita al otro para
llegar a ser él mismo, aunque se mantiene distinto del otro en su identidad,
que se abre y se revela en el mutuo don. Es lo que expresa de manera sugerente
la mujer del Cantar de los Cantares: “Mi amado es mío y yo soy suya… Yo soy de
mi amado y él es mío” (Ct 2, 17; 6, 3).
El
itinerario, para que este encuentro sea auténtico, comienza en el noviazgo,
tiempo de la espera y de la preparación. Se realiza en plenitud en el
sacramento del matrimonio, donde Dios pone su sello, su presencia y su gracia.
Este camino conoce también la sexualidad, la ternura y la belleza, que perduran
aun más allá del vigor y de la frescura juvenil. El amor tiende por su propia
naturaleza a ser para siempre, hasta dar la vida por la persona amada (cf. Jn
15, 13). Bajo esta luz, el amor conyugal, único e indisoluble, persiste a pesar
de las múltiples dificultades del límite humano, y es uno de los milagros más
bellos, aunque también es el más común.
Este
amor se difunde naturalmente a través de la fecundidad y la generatividad, que
no es sólo la procreación, sino también el don de la vida divina en el
bautismo, la educación y la catequesis de los hijos. Es también capacidad de
ofrecer vida, afecto, valores, una experiencia posible también para quienes no
pueden tener hijos. Las familias que viven esta aventura luminosa se convierten
en un testimonio para todos, en particular para los jóvenes.
Durante
este camino, que a veces es un sendero de montaña, con cansancios y caídas,
siempre está la presencia y la compañía de Dios. La familia lo experimenta en
el afecto y en el diálogo entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre
hermanos y hermanas.
Además
lo vive cuando se reúne para escuchar la Palabra de Dios y para orar juntos, en
un pequeño oasis del espíritu que se puede crear por un momento cada día.
También está el empeño cotidiano de la educación en la fe y en la vida buena y
bella del Evangelio, en la santidad.
Esta
misión es frecuentemente compartida y ejercitada por los abuelos y las abuelas
con gran afecto y dedicación. Así la familia se presenta como una auténtica
Iglesia doméstica, que se amplía a esa familia de familias que es la comunidad
eclesial. Por otra parte, los cónyuges cristianos son llamados a convertirse en
maestros de la fe y del amor para los matrimonios jóvenes.
Hay
otra expresión de la comunión fraterna, y es la de la caridad, la entrega, la
cercanía a los últimos, a los marginados, a los pobres, a las personas solas,
enfermas, extrajeras, a las familias en crisis, conscientes de las palabras del
Señor: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20, 35). Es una entrega de
bienes, de compañía, de amor y de misericordia, y también un testimonio de
verdad, de luz, de sentido de la vida.
La
cima que recoge y unifica todos los hilos de la comunión con Dios y con el
prójimo es la Eucaristía dominical, cuando con toda la Iglesia la familia se
sienta a la mesa con el Señor. Él se entrega a todos nosotros, peregrinos en la
historia hacia la meta del encuentro último, cuando Cristo “será todo en todos”
(Col 3, 11). Por eso, en la primera etapa de nuestro camino sinodal, hemos
reflexionado sobre el acompañamiento pastoral y sobre el acceso a los
sacramentos de los divorciados en nueva unión.
Nosotros,
los Padres Sinodales, pedimos que caminen con nosotros hacia el próximo
Sínodo. Entre ustedes late la presencia
de la familia de Jesús, María y José en su modesta casa. También nosotros,
uniéndonos a la familia de Nazaret, elevamos al Padre de todos nuestra
invocación por las familias de la tierra:
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