El
papa Francisco concedió una entrevista al periodista Juan Berretta del diario
argentino “La Voz del Pueblo”, de la ciudad bonaerense de Tres Arroyos
publicada con ocasión del 25 de mayo, aniversario del primer gobierno nacional.
Habló
de sus gustos y sus miedos, los temas de la realidad del mundo que le preocupan
y reveló detalles desconocidos de su vida diaria.
Entrevista
del diario argentino La Voz del Pueblo al papa Francisco.
La
Voz del Pueblo, BUENOS AIRES, 24 de mayo...
Esta
es la transcripción difundida por la agencia AICA....tomada de ACI prensa..
-¡¡¡Nunca!!!
Tampoco con ser presidente de la República o general del Ejército. Viste que
hay algunos pibes que sueñan con eso. Yo no.
-¿Pero
avanzando en el servicio episcopal tampoco fantaseó con esa posibilidad?
-Después
de que estuve 15 años en puestos de mando en los que me fueron poniendo, volví
al llano, a ser confesor, cura... La vida de un religioso, de un jesuita, va
cambiando según las necesidades. Y con respecto a la posibilidad, yo estaba en
la lista de los papables en el otro cónclave… Pero esta vez, la segunda, por la
edad, 76 años, y porque además había gente más valiosa ciertamente... Así que a
mí nadie me nombraba, nadie.
Además
decían que era un "kingmaker" (o hacedor de reyes, como se denomina
aquellos cardenales que debido a su experiencia y autoridad son más capaces que
otros para pesar en el resultado electoral), que podía influir en los
cardenales latinoamericanos para que votaran. Tanto era el asunto que ni una
foto mía salió en los diarios, nadie pensaba en mí. En las casas de apuestas de
Londres estaba en el número 46 (se ríe con ganas). Yo tampoco pensaba en mí, ni
se me ocurría.
-¿A pesar de
que en 2005 fue el segundo más votado luego de Ratzinger?
Esas
son cosas que se dicen. Lo cierto es que al menos en la otra elección estaba en
los diarios, aparecía entre los papables. Adentro era claro que tenía que ser
Benedicto y hubo casi unanimidad por él y eso a mí me gustó mucho. Era clara su
candidatura, en la segunda no había ningún candidato claro. Había varios
posibles, pero ninguno fuerte. Por eso me vine a Roma con lo puesto y con
pasaje para volver el sábado a la noche y poder estar en Buenos Aires en el
Domingo de Ramos. Incluso dejé hecha mi homilía sobre el escritorio. Nunca
pensé que iba a pasar.
¿Y
cuándo fue elegido qué sintió?
-Antes
de la elección definitoria sentí mucha paz. "Si Dios lo quiere...",
pensé. Y me quedé en paz. Mientras que se hacían los escrutinios, que son
eternos, yo rezaba el rosario, tranquilo. Tenía a mi lado a mi amigo el
cardenal Claudio Hummes, que en una votación anterior a la definitiva me decía,
"no te preocupes eh, que así obra el Espíritu Santo…" (vuelve a
reírse).
-¿Y lo asumió enseguida?
-Me
llevaron a la Sacristía, me cambiaron la sotana, y a la cancha. Y ahí dije lo
que me vino.
Fue algo
natural entonces.
Sí,
sentí mucha paz y dije lo que me vino del corazón
¿Reconoce el
magnetismo que genera en la gente? Lo digo por el plus que le da su figura a la
investidura papal.
Y,
sí... Sé que la gente... (duda, hace silencio) Primero no entendía por qué
ocurría eso. Y me cuentan algunos cardenales que la gente dice "le
entendemos". Claro, yo trato de ser plástico en las audiencias, en las
cosas que hablo, como hoy (por la audiencia pública del miércoles) que conté
una anécdota de cuando estaba en cuarto grado. Entonces es como que la gente
entiende lo que quiero decir. Como cuando hablé del caso de los padres
separados, que usan de rehenes a los hijos, algo muy triste, los victimizan, el
papá le habla mal de la mamá, o al revés, y al pobre chico se le arma un corso
a contramano en la cabeza. Trato de ser concreto y eso que vos llamás
magnetismo, ciertos cardenales me dicen que tiene que ver con que la gente me
entiende.
¿Disfruta
de la audiencia pública?
Sí,
lo disfruto en un sentido humano y espiritual, las dos cosas. La gente me hace
bien, me tira buena onda, como se dice. Es como que mi vida se va involucrando
en la gente. Yo, psicológicamente, no puedo vivir sin gente, no sirvo para
monje, por eso me quedé a vivir acá en esta casa (en la residencia de Santa
Marta). Esta es una casa de huéspedes,
hay 210 piezas, vivimos 40 personas que trabajamos en la Santa Sede y los otros
son huéspedes, obispos, curas, laicos, que pasan y se hospedan acá. Y eso a
mí me hace muy bien. Venir aquí, comer en el comedor, donde está toda la gente,
tener la misa ésa donde cuatro días a la semana viene gente de afuera, de las
parroquias… Me gusta mucho eso. Yo me hice cura para estar con la gente. Doy gracias
a Dios que eso no se me haya ido.
¿Qué
añora de su vida previa al papado?
Salir
a la calle. Eso sí lo añoro, la tranquilidad de caminar por las calles. O ir a
una pizzería a comer una buena pizza (se ríe).
Puede
pedir un delivery al Vaticano.
Sí,
pero no es lo mismo, la cuestión es ir allí. Yo siempre fui callejero. De
cardenal me encantaba caminar por la calle, ir en colectivo, subte. La ciudad
me encanta, soy ciudadano de alma. No podría vivir en una ciudad como la tuya
por ejemplo, me costaría mucho... No, Tres Arroyos no es tan chico, sí podría
vivir ahí. En el campo no podría vivir.
¿Acá
recorre la ciudad?
Noooo,
(otra vez se ríe con ganas). Voy a las parroquias... Pero no puedo salir.
Imaginate que yo salgo ahí (por la calle) y se arma. Un día salí en el auto
sólo con el chofer y me olvidé de cerrar la ventanilla, estaba abierta y no me
di cuenta. Y se armó un lío... Yo iba en el asiento del acompañante, teníamos
que ir ahí nomás, pero la gente no dejaba avanzar el auto. Claro, que el Papa
esté por la calle...
Eso
tiene que ver con su forma de ser
Es
verdad que acá tengo el apelativo de indisciplinado, el protocolo mucho no lo
sigo. El protocolo es muy frío, aunque hay cosas oficiales a las que me atengo
totalmente.
¿De
noche puede descansar, se desconecta?
Yo
tengo un sueño tan profundo que me tiro en la cama y me quedo dormido. Duermo
seis horas. Normalmente a las nueve estoy en la cama y leo hasta casi las diez,
cuando me empieza a lagrimear un ojo apago la luz y ahí quedé hasta las cuatro
que me despierto solo, es el reloj biológico. Eso sí, después necesito la
siesta. Tengo que dormir de 40 minutos a una hora, ahí me saco los zapatos y me
tiro en la cama. Y también duermo profundamente, y también me despierto solo.
Los días que no duermo la siesta lo siento.
¿Qué
lee antes de dormirse?
Ahora
estoy leyendo sobre San Silvano del Monte Athos, un gran maestro espiritual.
En
la visita que realizó a Manila en el verano, habló de la importancia de llorar.
¿Usted llora?
Cuando
veo dramas humanos. Como el otro día al ver lo que ocurre con los del pueblo
rohingya, que andan arriba de esos barcones en aguas tailandesas y cuando se
acercan a tierra les dan un poco de comida, agua y los echan otra vez al mar.
Eso me conmueve profundamente, ese tipo de dramas. Después, los chicos
enfermos. Cuando veo lo que acá llaman "enfermedades raras", que son
producidas por descuido del ambiente, se me revuelve todo. Cuando veo a esas
criaturas le digo al Señor: "Por qué ellos y no yo". Cuando voy a la
cárcel también me conmuevo.
De
los tres Jueves Santos que tuve, dos fui a cárceles, una vez a una de menores y
la otra a la de Rebibbia. Y después en otras ciudades de Italia que visité fui
a la cárcel, almorcé con ellos, y cuando estaba charlando me venía a la cabeza:
"Pensar que yo podría estar aquí". Es decir, ninguno de nosotros está
seguro de que nunca va a cometer un crimen, una cosa digna de ser encarcelado.
Entonces me digo por qué Dios permitió que yo no esté aquí. Y siento dolor por
ellos y le agradezco a Dios no estar, pero a la vez siento que ese
agradecimiento es de conveniencia también, porque ellos no tuvieron la
oportunidad que tuve yo de no hacer una macana digna de estar encarcelado. Eso
me lleva al llanto interior. Eso lo siento mucho.
¿Pero
llega a llorar con lágrimas?
Públicamente
no lloro. Me pasó dos veces que estuve al límite, pero me pude frenar a tiempo.
Estaba demasiado conmovido, incluso hubo algunas lágrimas que se escaparon,
pero me hice el tonto y después de un rato me pasé la mano por la cara.
¿Por
qué no quería que lo vieran llorar?
No
sé, me pareció que tenía que seguir adelante.
¿Cuáles fueron
esas situaciones?
Recuerdo
una, la otra no. La que me acuerdo tuvo que ver con la persecución de los
cristianos en Irak. Estaba hablando de eso y me conmoví profundamente. Pensar
en los chicos…
¿A
qué le tiene miedo?
En
general no tengo miedo. Soy más bien temerario, me mando sin medir
consecuencias. Eso a veces me da dolores de cabeza porque por ahí se me va una
palabra de más (otra vez se ríe con intensidad). En cuanto a los atentados, yo
estoy en manos de Dios y en mi oración le hablé al Señor y le dije: "Mirá,
si eso tiene que ser, que sea, solamente te pido una gracia, que no me
duela" (se ríe), porque soy cobarde al dolor físico. El dolor moral lo
aguanto, pero el físico, no. Soy muy cobarde en eso, no es que le tenga miedo a
una inyección, pero prefiero no tener problemas con el dolor físico. Soy muy
intolerante, lo asumo como algo que me quedó de la operación de pulmón que me
realizaron cuando tenía 19 años.
¿Siente
presión?
Las
presiones existen. Toda persona de gobierno siente presiones. En este momento
lo que más me cuesta es la intensidad que hay de trabajo. Estoy llevando un
ritmo de trabajo muy fuerte, es el síndrome del fin del año escolar, que acá
termina a fin de junio. Y entonces se juntan mil cosas, y problemas hay... Y
después están los problemas que te arman, con que dije o no dije... Los medios
de comunicación también toman una palabra y por ahí la descontextualizan. El
otro día en la parroquia de Ostia, cerca de Roma, voy saludando a la gente, y
habían puesto a los ancianos y a los enfermos en el gimnasio. Estaban sentados
y yo pasaba y los saludaba. Entonces dije: "Miren qué divertido, acá donde
jugaban los chicos están los ancianos y los enfermos. Yo los comprendo a
ustedes porque también soy anciano y también tengo mis achaques, soy un poco
enfermo". Al otro día salió en los diarios: "El Papa confesó que
estaba enfermo". Contra ese enemigo no podés.
¿Y está encima
de todo lo que se publica?
No,
no. Diario leo solamente uno, La
Repubblica, que es un diario para sectores medios. Lo hago a la mañana y no
me lleva más de 10 minutos ojearlo. Televisión
no veo desde el año 1990 (se toma el tiempo para responder). Es una promesa que
le hice a la Virgen del Carmen en la noche del 15 de julio de 1990.
¿Por un motivo
en particular?
No,
no, me dije esto "no es para mí".
¿No ve los
partidos de San Lorenzo?
No
veo nada.
-¿Cómo se
entera de los resultados?
Hay
un guardia suizo que todas las semanas me deja los resultados y cómo va en la
tabla.
Usted,
entre los Papas, ¿sería un Messi o un Mascherano?
No
sabría decirte porque no sé distinguir el estilo de los dos porque no veo
fútbol. Messi vino dos veces acá y nada más, no lo he visto.
¿Navega
por Internet?
Nada.
Y dar entrevistas jamás, ahora se me ha dado, es el estado de gracia. Antes
enfrentarme a un periodista me daba pánico.
¿Cómo
ve a la Argentina desde el Vaticano?
Como
un país de muchas posibilidades y de tantas oportunidades perdidas. Como decía el
cardenal Quarracino. Y es verdad. Somos un país que ha perdido tantas
oportunidades a lo largo de la historia. Algo pasa, con toda la riqueza que
tenemos. Como el cuento de los embajadores de los países que se fueron a quejar
a Dios porque a los argentinos le habían dado tantas riquezas y a ellos
solamente una, o la agricultura o la minería. Dios los escuchó y les contestó:
"No, perdón, para balancear les di los argentinos".
¿Sigue
la evolución de la política en Argentina?
No,
para nada, corté acá la recepción de políticos porque me di cuenta de que
algunos usaban eso y mi foto, aunque también es cierto que algún otro ni dijo
que había estado conmigo y ni se sacó la foto. Pero para evitar eso, los
políticos en audiencia privada, no. Si vienen van a las audiencias generales,
los saludo. Pero no sé cómo van las elecciones ni quiénes son los candidatos.
Me imagino quiénes deben ser los principales, pero no sé tampoco cómo van las
tensiones. Sé que en las PASO de Buenos Aires ganó el PRO porque lo vi en el diario,
salió hasta en La Repubblica.
¿Le
gusta que lo cataloguen como el Papa pobre?
Si
ponen después otra palabra, sí. "Pobre tipo", por ejemplo... (se
vuelve a reír con ganas). La pobreza es el centro del Evangelio. Jesús vino a
predicar a los pobres, si vos sacás la pobreza del Evangelio no entendés nada,
le sacás la médula.
¿No
es utópico pensar en que se puede erradicar la pobreza?
Sí,
pero las utopías nos tiran para adelante. Sería triste que un joven o una joven
no las tuviera. Hay tres cosas que tenemos que tener todos en la vida: memoria,
capacidad de ver el presente y utopía para el futuro. La memoria no hay que
perderla. Cuando los pueblos pierden su memoria está el gran drama de descuidar
a los ancianos. Capacidad de hermenéutica frente al presente, interpretarlo y
saber por dónde hay que ir con esa memoria, con esas raíces que traigo, cómo la
juego en el presente, y ahí está la vida de los jóvenes y adultos. Y el futuro,
ahí está la de los jóvenes sobre todo y la de los niños. Con memoria, con capacidad
de gestión en el presente, de discernimiento y la utopía hacia el futuro, que
ahí se involucran los jóvenes. Por eso el futuro de un pueblo se manifiesta en
el cuidado de los ancianos, que son la memoria, y de los niños y jóvenes, que
son los que van a llevarla adelante. Los adultos tenemos que recibir esa
memoria, trabajarla en el futuro y darla a los hijos. Una vez leí algo muy
lindo: "El presente, el mundo que hemos recibido, no es sólo una herencia
de los mayores sino más bien un préstamo que nos hacen nuestros hijos para que
se lo devolvamos mejor". Si yo corto mis raíces y me desmemorizo me va a
pasar lo que le pasa a toda planta, me voy a morir; si yo vivo solamente un
presente sin mirar la previsión a futuro, me va a pasar lo que le pasa a todo
mal administrador que no sabe proyectar. La contaminación ambiental es un
fenómeno de ese estilo. Tienen que ir las tres juntas, cuando falta alguna un
pueblo empieza a decaer.
¿Cuáles
son los peores males que aquejan al mundo hoy?
Pobreza,
corrupción, trata de personas... Me puedo equivocar en la estadística, pero qué
me decís si te pregunto ¿qué ítem viene en gasto en el mundo después de
alimentación, vestido y medicina? El cuarto son los cosméticos y el quinto las
mascotas. Es grave eso, eh. El cuidado de las mascotas es como el amor un poco
programado, es decir, yo puedo programar la respuesta amorosa de un perro o de
una gatita, y ya no necesito tener la experiencia de un amor de reciprocidad
humana. Estoy exagerando, que no se tome textual, pero es para preocuparse.
¿Por
qué siempre repite "recen por mí"?
Porque
lo necesito. Yo necesito que me sostenga la oración del pueblo. Es una
necesidad interior, tengo que estar sostenido por la oración del pueblo.
¿Cómo
le gustaría que lo recuerden?
Como
un buen tipo. Que digan: "Este era un buen tipo que trató de hacer el
bien". No tengo otra pretensión.
¿Qué recuerdos
tiene del fútbol y de San Lorenzo en su infancia?
Me
acuerdo como si fuera hoy la campaña del 46, nosotros íbamos al Gasómetro todos
los domingos. Íbamos en familia, hasta ese momento iba mi mamá también. Después
del partido salíamos y comprábamos caracoles en salsa, unas cuantas pizzas y
volvíamos a casa. Era todo una fiesta familiar. Lo seguíamos de local nada más,
y algunas veces cuando jugaba en Ferro, pero si no, a otras canchas no íbamos.
¿Le gustaría
que Marcelo Tinelli, vice de San Lorenzo, sea presidente de la AFA?
A
Tinelli lo vi dos veces. Una sin saber que era él, no lo conocía, lo saludé en
el amistoso Argentina-Italia, y después me dijeron: "Ese que saludó
tercero es Tinelli". Y la segunda vez que lo vi fue cuando me trajo la
Copa. Pero no sé cómo está la situación allá, no tengo idea qué pasa.
¿Qué opinión
tiene de lo que pasó en el Boca-River?
Fue
una pena. Son esas salvajadas propias de la persona que la pasión lo desborda,
y también la prepotencia y la no sociabilidad, la incapacidad de vivir en
sociedad. La verdad que es lamentable que en nuestro pueblo existan cosas como
las barras bravas, sé que en otros países también existen. Acá en Italia
también hubo problemas entre barrabravas, que no necesariamente luchan por el
club, la mayoría son mercenarios. Es lamentable. Yo viví el tiempo del fútbol
amateur, en la campaña del 46 yo tenía 9 años y siempre iba a la tribuna, nunca
a la platea. Lo peor que se le decía al árbitro era vendido, infeliz, idiota, y
de ahí no subía. O patadura a alguno que no había agarrado bien la pelota, o
dormido... No es esa catarata tan colorida de insultos de ahora. Ha cambiado el
ambiente y es lamentable.
Los
chirlos de cuarto grado
Durante
la audiencia general del miércoles por la mañana, en la que se refirió a los
valores de la familia y a la educación de los hijos, Francisco contó en
italiano una anécdota de cuarto grado. Por la tarde, la repitió en castellano
en la entrevista con el periodista de La Voz del Pueblo: "Yo estaba en la
preadolescencia, tenía unos 10 u 11 años, y la maestra no recuerdo qué dijo y
yo largué un término que no correspondía. Y me escuchó. Cuando salimos al
recreo me dijo: 'Eso no se dice, así que te voy a mandar una nota para que
venga tu mamá mañana'".
"Mi
mamá fue, la maestra salió del aula y me mandaron a llamar. Y mi mamá muy
tranquila me comentó: 'Lo que le dijiste a la maestra no se dice, ella trabaja
para enseñarte, para hacerte hombre, así que pedile perdón'. Le pedí perdón a
la maestra, me dio un beso y me dijo que volviera al aula. Y un poco dije, 'ya
está, la pasé'. Pero ése fue el primer capítulo, el segundo fue cuando llegué a
casa. Ahí sí cobré lindo...
"Y
es verdad, hoy día los métodos de castigo a los chicos cambiaron, hay otra
sensibilidad. En aquella época te daban dos cachetazos y listo. Siempre digo:
'Nunca le den un cachetazo en la cara a un chico porque la cara es sagrada,
pero dos o tres palmadas en el traste no vienen mal'. Eso mismo lo dije en la
audiencia una vez y algunos países me criticaron. Son países que tienen leyes
de protección al menor muy estrictas... El Papa no puede decir eso. Pero
curiosamente esos países, que incluso castigan al padre o a la madre que le
pega al menor, tienen leyes que les permiten matar a los chicos antes de que
nazcan. Esas son las contradicciones que vivimos ahora".
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