27 may 2015

EPN en las promulgación de la Reforma para Crear el Sistema Nacional Anticorrupción

Palabras del Presidente  Enrique Peña Nieto, durante la Promulgación de la Reforma Constitucional para Crear el Sistema Nacional Anticorrupción
Palacio Nacional, a 27 de mayo de 2015
Muchas gracias.

Muy buenas tardes a todas y a todos ustedes.
Saludo a los Presidentes de las Mesas Directivas del Senado de la República y de la Cámara de Diputados.
Al señor representante y Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Al señor Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Al señor Gobernador Presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores.
A los dirigentes de partidos políticos que hoy aquí nos acompañan.
A las y los Presidentes de organismos autónomos del Estado mexicano.
A las y los Legisladores Federales que están aquí presentes.
A representantes de la sociedad civil.

A dirigentes de organismos empresariales; de organizaciones de sociedad civil.
Al Presidente e integrantes del Tribunal de Justicia Fiscal y Administrativa de nuestro país.
A representantes de organismos de fiscalización de las distintas entidades federativas.
Muy distinguidos invitados.
Señores representantes de los medios de comunicación:
Como aquí se ha expresado, la corrupción es un mal que afecta la vida económica, política y social de cualquier Nación.
Es un flagelo, como lo he dicho en reiteradas ocasiones, que limita el crecimiento a las empresas, que socava la confianza en el servicio público y, sobre todo, que impide al ciudadano ejercer plenamente sus derechos.
En 2014, según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, México obtuvo una calificación de apenas 35, en una escala de 0 a 100. Prácticamente la misma que hace 20 años.
Con ella, nuestro país se ubicó en el lugar 103 entre 175 naciones.
Esto es inaceptable y es inaceptable que México tenga una evaluación tan baja. No sólo por la posición en sí misma, sino por la insatisfacción y desconfianza en las autoridades que ello refleja.
Por eso, la lucha contra la corrupción debe ser un desafío que nos convoque y nos comprometa a todos los mexicanos.
Para superar un problema estructural, requerimos, igualmente, una solución estructural. Necesitamos una respuesta institucional amplia y sistémica, permanente y decisiva.
Justamente, la Reforma Constitucional que este día, en un momento más habré de promulgar, ofrece una respuesta de esta magnitud al crear el Sistema Nacional Anticorrupción.
Esa es la trascendencia de este encuentro aquí, en Palacio Nacional.
Con ésta, la Reforma transformadora número 12, en ella se establecen las bases constitucionales para que los servidores públicos y los particulares que incurran en actos de corrupción, sean sancionados y obligados a resarcir el daño patrimonial causado.
Éste es un auténtico cambio de paradigma, para combatir con mayor eficacia el cohecho, la extorsión o el tráfico de influencias, entre otros actos indebidos.
En pocas palabras, es una reforma contra la impunidad.
Como Presidente de la República, estoy firmemente comprometido con el combate frontal a la corrupción y con el fortalecimiento de la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas.
Con esa misma convicción, el primer compromiso que firmé como candidato presidencial y la primera propuesta legislativa que impulsé como Presidente electo, estuvieron dirigidos, precisamente, en contra de la corrupción.
Las propuestas que presenté al Congreso, con el apoyo de distintos grupos parlamentarios, en noviembre del 2012, inició un intenso y enriquecedor debate que culminó en la reforma constitucional que hoy estamos haciendo realidad.
Soy el primero en reconocer que el resultado final es superior y más amplio que la iniciativa original.
De hecho, esta reforma implicó modificaciones a 14 artículos de nuestra Constitución.
Lo anterior, sin duda, fue posible gracias a los elementos contenidos en otras iniciativas presentadas por legisladores de distintos partidos políticos.
Este avance legislativo es una muestra de la nueva etapa que vive nuestra democracia, basada en el diálogo y la corresponsabilidad, en el entendimiento y los acuerdos.
Por eso, reitero mi mayor reconocimiento a las y los Senadores, a las y los Diputados Federales y locales, así como a los representantes de las principales fuerzas políticas por su trabajo comprometido.
Pero, sobre todo, también quiero destacar que esta reforma constitucional es fruto de una inédita y constructiva participación de la sociedad civil organizada, de académicos y de expertos en favor de la honestidad y la integridad en el servicio público.
Por su importancia para la vida de nuestra Nación, y para la vida cotidiana de los mexicanos, quiero señalar algunos de los puntos más significativos de esta reforma.
Primero. Se establece y articula todo un Sistema Nacional Anticorrupción.
Se trata de una moderna instancia de coordinación entre las autoridades locales y Federales, con atribuciones amplias para prevenir, detectar y sancionar irregularidades administrativas y delitos por actos de corrupción.
En su conjunto, este sistema también cuenta con facultades de coordinación en materia de fiscalización y control de recursos públicos, para garantizar que estos se utilicen única y exclusivamente en los programas, obras y acciones aprobados.
El nuevo Sistema velará porque el desempeño de los servidores públicos se apegue a los principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia.
Cabe destacar que el Sistema Nacional Anticorrupción tendrá un comité coordinador integrado por la Auditoría Superior de la Federación, el Tribunal Federal de Justicia Administrativa, la Fiscalía para el Combate a la Corrupción y la Secretaría de la Función Pública.
También formarán parte de este comité: el Consejo de la Judicatura Federal, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales y un representante del Comité de Participación Ciudadana del propio Sistema Nacional Anticorrupción.
Este comité será el encargado de coordinarse con los sistemas locales anticorrupción, que habrán de crearse en las 32 entidades federativas.
Con ello, haremos de la lucha contra la corrupción un gran esfuerzo nacional.
Segundo punto. Se fortalecen y amplían las facultades de fiscalización de la Auditoría Superior de la Federación.
Con el fin de investigar y sancionar con más eficacia los actos irregulares, esta autoridad podrá realizar auditorías en tiempo real; es decir, aún cuando el ejercicio fiscal esté en curso y no sólo eso, además podrá efectuar revisiones a periodos fiscales anteriores.
También, por primera vez, tendrá atribuciones para vigilar el destino final de las participaciones federales que reciben estados y municipios, así como los recursos federales que se entregan a fideicomisos públicos y privados.
Igualmente podrá supervisar en qué se gasta la deuda pública que contratan los gobiernos locales, cuando ésta sea garantizada por la Federación.
De este modo, la Auditoría Superior de la Federación se consolida como el máximo órgano de fiscalización al tener la capacidad de auditar la totalidad del gasto público federal y las participaciones federales que van a las entidades federativas y a los municipios.
Además de otorgarle nuevas facultades a esta Auditoría, la reforma eleva a rango constitucional su mandato para promover responsabilidades ante las autoridades competentes, a efecto de que sean sancionados, tanto servidores públicos, como particulares.
Tercero. Se crea un innovador y moderno esquema de justicia administrativa.
Como parte de este proceso, surge un nuevo Tribunal Federal de Justicia Administrativa, con atribuciones para imponer sanciones a los servidores públicos y a los particulares que cometan faltas administrativas graves.
Este órgano jurisdiccional contará con plena autonomía para asegurar la certeza jurídica y para que prevalezca el interés general de los mexicanos, por encima de presiones, influencias o consideraciones de cualquier otro tipo.
Y algo muy importante: se amplía a nivel constitucional de tres a siete años la prescripción de faltas administrativas graves, dotando a la justicia de un alcance transexenal.
Cuarto punto. Se fortalece la corresponsabilidad entre los Poderes Públicos para combatir la corrupción.
A partir de esta reforma, el Senado de la República ratificará el nombramiento del Titular de la Secretaría de la Función Pública.
Por su parte, los responsables del control interno de los organismos autónomos deberán ser designados por la Cámara de Diputados, garantizando que cuenten con la imparcialidad necesaria para cumplir sus funciones.
Y quinto punto. Se establece una hoja de ruta para la legislación secundaria del nuevo marco constitucional.
La reforma faculta al Congreso de la Unión para expedir, en un plazo máximo de un año, la ley general que establezca las bases de coordinación del nuevo Sistema Nacional Anticorrupción.
También faculta a los Diputados Federales y Senadores para definir las competencias de cada autoridad en el combate a la corrupción, así como las responsabilidades administrativas de los servidores públicos de todos los órdenes de Gobierno.
En síntesis.
La Reforma Constitucional, que crea el Sistema Nacional Anticorrupción, es un paso histórico en favor de una nueva cultura de la legalidad.
Señoras y señores:
Hace apenas unas décadas, gran parte de la sociedad mexicana dudaba que en nuestro país pudieran celebrarse auténticas elecciones libres y democráticas, en las que se respetara la voluntad ciudadana.
En aquel entonces, se veía muy remota la posibilidad de que México pudiera contar con instituciones electorales autónomas, que aseguraran la certeza, legalidad, independencia e imparcialidad de los comicios.
En ese tiempo, incluso algunos llegaban a pensar o hacían impensable una alternancia en la Presidencia de la República.
Sin embargo, gracias a una sociedad más participativa, gracias a las instituciones que entre todos hemos construido, y gracias a una creciente cultura democrática, hoy nuestra Nación ha demostrado que esas creencias del pasado eran falsas.
En el México de la actualidad, hay elecciones libres, tenemos instituciones electorales fuertes e independientes; y la alternancia, en todos los órdenes de Gobierno ya es parte de nuestra normalidad democrática.
Esta experiencia de cambio institucional, de cambio de mentalidad, pero sobre todo, de cambio cultural, nos demuestra que sí es posible evolucionar, que sí es posible transformar a nuestro país cuando hay voluntad política y un esfuerzo ciudadano que se da de manera sostenida.
La misma incredulidad que en su momento generó la transición democrática, es la que hoy existe en torno a nuestra capacidad como Nación de combatir la corrupción.
Pero estoy seguro de que así como los mexicanos hemos logrado consolidar nuestra democracia, así también habremos de vencer este desafío.
Al igual que hace décadas, la exigencia de la sociedad llevó a cambiar las instituciones políticas.
Hoy la exigencia ciudadana también está transformando las instituciones en favor de la transparencia y la honestidad.
Hoy, México tiene en las reformas constitucionales en materia de Transparencia y de Combate a la Corrupción, dos pilares para lograr una gestión pública basada en la integridad y en la rendición de cuentas.
Con estas reformas que se han logrado alcanzar en materia de Transparencia y en este Sistema Nacional Anticorrupción, se logran dos importantes objetivos:
Por un lado, obligar a todos los poderes y órdenes del Estado mexicano a hacer más transparente su diario actuar y, por otro lado, se crean mecanismos que establecen un mayor control sobre el ejercicio del gasto público.
Eso es lo que hoy estamos logrando a través de estas dos importantes reformas, que estoy seguro, habrán de calar, como deseamos calen en el ánimo y en el ambiente de nuestra sociedad, para ir generando una nueva cultura en favor de la transparencia, de la honestidad y de la legalidad.
Aún es mucho lo que nos falta por construir, pero si mantenemos el impulso transformador y la corresponsabilidad entre autoridades y ciudadanos, México logrará superar y vencer este gran flagelo de nuestro tiempo, que es la corrupción.
Tengamos confianza en nosotros mismos; tengamos confianza en nuestro gran país y en su capacidad de ser mejor cada día.

Muchas gracias.

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