17 ago 2015

Ma Baker, sus protegidos y sus peces gordos/ retrospectiva

Milenio Diario, 5 de septiembre del 2002
Columna Razones-Jorge Fernández Menéndez
  • ·      Ma Baker, sus protegidos y sus peces gordos

Ayer, la procuraduría del Estado de México anunció la captura de otros siete integrantes del llamado cártel de Neza, el comandando por la ahora detenida Diana Buendía, apodada Ma Baker. Entre los siete detenidos había algunos que se dedicaban a la venta de drogas, otros al secuestro y a algunos otros delitos. Y es que, en realidad, el caso de esta organización criminal está demostrando, mejor que cualquier argumento teórico, cómo se ha ido reconfigurando la delincuencia organizada en México y cómo la transformación de un país de tránsito a uno de consumo ha modificado, con ello, toda la estructura criminal.

Las investigaciones que se han realizado y que en realidad apenas comienzan sobre el caso de Ma Baker demuestran muchas cosas. Primero que nada, confirman el hecho de que estamos, quizás por primera vez en forma tan evidente, ante una organización criminal del narcotráfico de esta magnitud, que no está en absoluto involucrada en el envío de drogas a Estados Unidos, al contrario está, por completo, volcada al mercado interno: a la venta de drogas en toda el área metropolitana. Confirma también el hecho de que en distintas regiones del país –y en este caso en la capital– estas organizaciones tienen un creciente control que funciona de forma diferente al de los cárteles tradicionales, porque al volcarse al mercado interno, necesitan una red de protección mucho mayor, más aceitada e incluso mucho más involucrada no sólo en los ámbitos policiales sino también de la impartición de justicia. Demuestra, finalmente, la magnitud que ya alcanza el mercado interno de las drogas como para que este tipo de organizaciones pueda crecer, desarrollarse y manejar una influencia y una protección de esas dimensiones.

Nadie lo ha dicho, pero ¿cuánto costaba, semanalmente, la red de protección de la organización de Ma Baker? ¿Cuáles eran sus utilidades? Sólo como un ejemplo: está comprobado que al sicario que mató a Robles Liceaga, un jefe policial del DF, asesinado por este grupo, se le pagó 200 mil pesos y se le entregaron ocho AK-47 para realizar la acción. ¿Cuántos miles había que distribuir cotidianamente para garantizar, primero la protección y el no involucramiento de fuerzas policiales y de seguridad en los lugares de venta? ¿Cuánto para los ministerios públicos en caso de que hubiera una detención de los innumerables vendedores callejeros? ¿Cuánto si alguien no podía zafar el comparecer ante un juez? Los tiempos en que se decía, con Díaz Ordaz, que México era el trampolín de las drogas pero Estados Unidos la alberca han quedado atrás: hoy está comprobado que ya somos ambas cosas: trampolín y alberca, y que el mercado interno ha transformado esa alberca en un mar.
Ello se está poniendo de manifiesto con otra información que comienzan a procesar las autoridades: la banda de Ma Baker, como alguna vez dijimos en este mismo espacio, difícilmente tendría relación con grandes cárteles nacionales como los Arellano Félix (como incluso se declaró y publicó) porque sus objetivos eran otros: no estaban dedicados a exportar drogas, sino a distribuirlas en el país. Y las investigaciones oficiales están indicando que la organización de Neza estaba relacionada directamente con sus proveedores colombianos, sin pasar por redes nacionales: establecieron sus contactos con grupos de Colombia (el contacto para ello sí podría ser un cártel de los menos conocidos públicamente, pero al que las autoridades le están prestando cada vez más atención, el de los hermanos Valencia) y la droga les llegaría por vía marítima, a través de Michoacán y Colima. Los innumerables hechos de violencia que se han dado en las últimas semanas sobre todo en el estado gobernado por Lázaro Cárdenas Batel tendría relación con este hecho, y si bien las redes son anteriores a su toma de posesión, obligará a prestar atención sobre muchos de los funcionarios que llegaron a Morelia desde distintos estamentos de gobierno en la capital del país.
Evidentemente, el caso Ma Baker dará aún mucho de qué hablar. Todo indica que la red de protección resultó tan eficiente que esa organización (cuyos restos subsisten y siguen siendo comandados por Carlos Morales, apodado El Águila y que no fue detenido por las autoridades) había logrado hacer crecer sus contactos bastante más allá de los tradicionales grupos policiales. Ese entramado se construyó y consolidó mucho más rápido de lo que estimaba originalmente, aprovechando, sobre todo, el cambio de administración federal y local, y fue, es de tal magnitud, que la propia organización comenzó a vender protección a distintos grupos del crimen organizado. No todos los grupos que están apareciendo ligados a la organización de Neza eran, en realidad, partes de ésta, simplemente contrataban su protección, bajo el paraguas de ese grupo: en otras palabras, Ma Baker y El Águila le cobraban por la protección policial, política y jurídica a otras organizaciones. ¿Recuerda usted El Padrino I, cuando el personaje de Vito Corleone, jefe no sólo de una de las familias de la mafia dedicada originalmente a la prostitución, el alcohol y el juego, sino también de la principal red de protección en la ciudad de Nueva York, intenta ser asesinado porque no quería “rentar” esa protección a los traficantes de droga, a las otras familias de la mafia local?, bueno, en otro sentido, pero exactamente así funcionaba la red de protección de Ma Baker: se rentaba a otros grupos que en ocasiones nada tenían que ver con las drogas.
Por esa razón, cada vez más aparecen dos vertientes de este caso: por una parte, quizás por primera vez, se pudiera, en un caso de narcotráfico, llegar a niveles realmente altos de protección (parecería que los propios involucrados en esa red se cuidaron menos por tratarse de una organización dedicada al mercado interno que si fuera uno de los grandes cárteles y podrían pagar las consecuencias). Por la otra se comenzará a ver, involucrados en la investigación, a organizaciones de secuestradores, de sicarios (asesinos a sueldo) y bandas de ladrones de tráilers, además de las cerca de 40 bandas que, en menor escala, venden droga en el DF, y muchas de la cuales aparecían bajo el paraguas de protección de la organización de Ma Baker. Es más, toda la investigación parecería demostrar que, por ejemplo, el primero de los principales asesinatos de esta organización: el realizado contra uno de los principales mandos de la fiscalía antidrogas, Mario Roldán Quirino, no fue instrumentado directamente por esa banda, sino por una de las que protegía la organización de Neza, porque la protección no había funcionado adecuadamente. A partir de allí se desató la guerra porque se demostró, dicen los investigadores oficiales, que el paraguas de protección de Ma Baker tenía fisuras, y trataron de cerrarlas a sangre y fuego.
En síntesis, el caso da y dará para mucho más, pero sobre todo puede ser un verdadero estudio de caso para saber cómo está operando el crimen organizado en la actualidad y para saber qué características, nuevas, adquiere en la búsqueda de control sobre territorios e instituciones.
Archivos recuperados…
No querían llamar la atención pero inevitablemente lo hacían: en un tradicional restaurante del centro histórico, muy cerca de las oficinas del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador, ayer comía éste con Manuel Ángel Núñez Soto, el influyente gobernador del estado de Hidalgo. Y ambos tenían un invitado: el ex regente Manuel Camacho, ex jefe político del titular de la secretaría de seguridad pública capitalina, Marcelo Ebrard. No creo que hablaran de la campaña de futbol del equipo Pachuca, pero probablemente tampoco de cuando Andrés Manuel le hacía plantones en el zócalo a su casi tocayo, tomando plataformas petroleras en un Tabasco donde ya se sentía la presencia de Roberto Madrazo (plantones que el gobierno del DF, solucionaba, enviando en cómodos autobuses a los manifestantes de regreso a Villahermosa) mientras su otro medio tocayo, el ahora gobernador de Hidalgo, se encargaba de buena parte de las arduas negociaciones comerciales con Estados Unidos y Canadá para darle forma al TLC. Han pasado, desde entonces, casi diez años: todos, o por lo menos ellos tres, han cambiado demasiado.

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