21 oct 2015

Familia; el Sínodo de los pastores

Vatican Insider, 21 de octubre de 2015..
ANDREA TORNIELLI, periodista.
Familia; el Sínodo de los pastores
El Papa en el Sínodo sobre la familia(©Ansa)
Leyendo las relaciones de los círculos menores, surgen la petición al Papa par que profundice la cuestión de los divorciados que se han vuelto a casar, algunas propuestas de un discernimiento caso por caso, la atención por una mayor inclusión (por ejemplo, en relación con la posibilidad de que sean padrinos y madrinas), el problema de los catecúmenos, es decir personas no bautizadas que encontraron la fe cristiana después de haberse unido por lo civil con una persona divorciada
Desde el panorama variado de las relaciones de los grupos lingüísticos, los trece «circuli minores» del Sínodo, dedicadas a la tercera parte del documento preparatorio (el «Instrumentum laboris»), surge un enfoque significativo sobre los problemas de los divorciados en segundas nupcias. Papa Francisco ha insistito en varias ocasiones (la última vez fue cuanto intervino en el aula sinodal el pasado 6 de octubre para tranquilizar a los cardenales que sospechaban posibles manipulaciones y que le habían enviado una carta) que no hay que concentrarse en el tema de la confesión y de la comunión para los fieles que se han unido por lo civil con otra persona después de la ruptura de un matrimonio sacramental.


El círculo Gallicus A escribió que espera «una palabra» del Papa para ayudar a los pastores y a las familias, y subrayó que no se había mencionado el catecumenado, es decir a las personas que «encuentran la fe en edad adulta» y se encuentran en situaciones matrimoniales irregulares: «nosotros creemos que no está bien rechazar que estas personas entren a la Iglesia…». El círculo Gallicus B invitó a profundizar las «formas de participación en la vida de la comunidad cristiana», y los padres se preguntaron si es oportuno y necesario «mantener ciertas limitaciones actuales», como las que se relacionan con las lecturas en la Iglesia o la exclusión de los consejos pastorales. También los obispos del círculo Anglicus A, después de haber afirmado que la mayor parte, pero no la unanimidad de los participantes, reafirma la actual enseñanza sobre los sacramentos a los divorciados, y que esta misma mayoría no unánime está en contra de transferir a las Conferencias Episcopales competencias al respecto, escribieron que «los pastores deben acompañarlos con comprensión, siempre listos a extender la misericordia de Dios a los que la anhelan y cuando la necesitan».El círculo Anglicus B insiste en la comunión espiritual, notando que algunos divorciados que se han vuelto a casar «podrían no ser subjetivamente culpables de un estado continuo de pecado». De este grupo, a pesar de los dos años de trabajo y de los dos Sínodos, surgió la petición al Papa de establecer, durante el Jubileo, «una especial comisión para estudiar la disciplina de la Iglesia sobre la indisolubilidad y aplicarla a las situaciones de personas en uniones irregulares, incluidas las de la poligamia». El Anglicus C declara abiertamente la división en su interior sobre el argumento de la readmisión a los sacramentos y la necesidad de «estudiarla más». 
En el Italicus A todos están de acuerdo con la «exigencia de afrontar» estos casos «teniendo particular atención a la hora de distinguir la variedad de situaciones, promoviendo, como sea, itinerarios de fe, de reconciliación y de integración en la comunidad eclesial. Se ha afirmado la importancia de que estos itinerarios incluyan un atento y prudente discernimiento pastoral bajo la autoridad final del obispo; las Conferencias episcopales son llamadas ha madurar criterios comunes adecuados para las situaciones de las respectivas Iglesias particulares». Mientras que el Italicus B afirma: «El ansia del pastor es la de identificar y encontrar cualquier medio doctrinal válido para ayudar a quien ha experimentado el fracaso a volver a encontrar la vía hacia el abrazo pleno con la Iglesia». Añade este círculo que «sobre la disciplina relacionada con los divorciados que se han vuelto a casar, hasta el momento, no es posible establecer criterios generales que incluyan todos los casos, a veces muy diferentes entre sí. 
Hay divorciados que se han vuelto a casar que se aplican para caminar según el Evangelio, ofreciendo testimonios significativos de caridad. Al mismo tiempo, no se puede negar que, en algunas circunstancias, se presentan factores que limitan la posibilidad de actuar de manera diferente. Como consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no podría ser asumido en el juicio sobre la ‘imputabilidad’ subjetiva. Los límites y los condicionamientos se convierten entonces en un llamado al discernimiento, principalmente del obispo, atento y que respetuoso de la complejidad de tales situaciones».También en este caso se pide mayor reflexión y se extiende otra petición al Papa para «evaluar la conveniencia de armonizar y profundizar la materia compleja (doctrina, disciplina y derecho) sobre el sacramento del matrimonio, que considere también la acción pastoral en relación con los divorciados que se han vuelto a casar». Como si fuera un «texto único» sobre el argumento. 
También el Italicus C sostiene que hay que cancelar «algunas formas de exclusión litúrgica, educativa, pastoral, todavía existentes», y que hay que «promover caminos de integración humana, familiar y pastoral por parte de los sacerdotes, parejas expertas y asesores», para impulsar la participación en la comunión. A pesar de no cambiar la doctrina actual, hay que «discernir en el fuero interno bajo la guía del obispo y de los presbíteros designados las situaciones particulares con criterios comunes según la virtud de prudencia, educando a las comunidades cristianas a la acogida». También en este caso se encomienda al Papa la profundización «de la relación entre el aspecto comunional y medicinal de la comunión eucarística, en referencia a Cristo y a la Iglesia». 
En el Hibericus A se observa que «no basta hablar de caminos de misericordia y de cercanía» sin llegar a «propuestas concretas», para no quedarse en palabras «buenas pero vacías». También aquí se observa que los divorciados que se han vuelto a casar según las normas actuales no pueden ser padrinos o madrinas ni hacer catecismo. «Debemos demostrar haber escuchado el grito de muchas personas que sufren y gritan pidiendo participar lo más plenamente posible en la vida de la Iglesia». Mientras que en el Hibericus B se invita a no concentrarse en el acceso a los sacramentos: «Creemos que la mejor oferta que podemos hacer al Papa es la de señalar» dudas y cuestiones, para dejarle la decisión a él.Para concluir, el Germanicus, en el que trabajan hombro con hombro los cardenales Walter Kasper (autor, en febrero de 2014, de la propuesta de conceder, bajo ciertas condiciones y en ciertos casos, los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar), Reinhard Marx, Christoph Schönborn y Gerhard Ludwig Müller (este último es el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y se ha expresado en contra de cualquier posibilidad de cambios en relación con la disciplina y la praxis vigente.Pero justamente este círculo, en el que parecían convivir los opuestos, dio una enorme lección de unidad. Todos, sin exclusión, estuvieron de acuerdo en que «no existen soluciones simples y generales», y que se necesitan «algunas aclaraciones y profundizaciones para examinar mejor la complejidad de tales cuestiones a la luz del Evangelio, de la doctrina de la Iglesia y con el don del discernimiento». Pero los padres del circulo de lengua alemana indican «algunos criterios» que ayudan a discernir. «El primo de estos fue dado por Papa san Juan Pablo II, en la ‘Familiares consortio’, cuando en el n. 84 dice: ‘Que sepan los pastores que, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. Hay, efectivamente, una diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y fueron abandonados de manera injusta, y los que por grave culpa han destruido un matrimonio canónicamente válido. Están también los que han contraído una segunda unión en vista de la educación de los hijos, y, a veces, están subjetivamente seguros en conciencia de que el primer matrimonio, irreparablemente destruido, nunca había sido válido’».«Es, por ello, tarea del pastor cumplir con la persona interesada este camino de discernimiento. Para tal fin puede ser útil dar juntos, con un sincero examen de consciencia, los pasos de la reflexiones y de la penitencia». Así, por ejemplo, «los divorciados que se han vuelto a casar deberían preguntarse cómo se comportaron con sus hijos cuando la comunión matrimonial sufrió la crisis. ¿Se intentó la reconciliación? ¿Cuál es la situación del ‘partner’ abandonado? ¿Cuáles son los efectos de la nueva relación sobre la familia más extendida y sobre la comunidad de los fieles? ¿Cuál es el ejemplo ofrecido a los más jóvenes que deben decidir por el matrimonio? Una reflexión sincera puede reforzar la confianza en la misericordia de Dios, que no debe ser negada a nadie que lleve frente a sí los propios fracasos y las propias necesidades». Un discernimiento caso por caso, con el confesor, según las líneas guía fijadas por el obispo, porque no todas las situaciones son iguales.Leyendo las relaciones, a pesar de que son muy variadas y que tienen diferentes propuestas y enfoques, se tiene la impresión de que el Sínodo de los pastores está más atento y es más abierto que el «Sínodo mediático», que en estas semanas ha presentado el espectáculo de los periodistas en la Sala de prensa vaticana examinando sobre la doctrina a los obispos. Parece, además, evidente que con el método de trabajo y con la manera en la que ha procedido la asamblea, bajo la guía del Pontífice, surge un enfoque más atento a la realidad concreta de la vida de las personas, con participación de sus sufrimientos, incluso de los que están convencidos que que no puede cambiarse nada o poco en relación con la disciplina sacramental. Es decir, un enfoque alejado años luz del enfoque de los ruidosos grupúsculos mediático-eclesiásticos y de los «repetidores» de sentencias, que normalmente confunden la doctrina con ciertas posturas teológicas.

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