‘EL
CHAPO’: QUÉ PASÓ DESPUÉS DEL TÚNEL (PARTE 1 y 2)/Carlos
Loret de Mola
La
investigación ha permanecido en secreto. La encabeza el Cisen, con la
participación de la PGR, la Marina y el Ejército. La supervisa el secretario de
Gobernación, Miguel Osorio Chong.
El
sigilo que se requiere para que la operación de recaptura de Joaquín El Chapo
Guzmán sea exitosa ha llevado al gobierno federal a no decir una palabra, a
resistir las críticas de que no hay avances en la indagatoria sobre la fuga.
Sin
embargo, el ministerio público federal ha recibido ya una línea de tiempo sobre
qué sucedió con el líder del cártel de Sinaloa a partir de esa noche. Esto ha
derivado en el arraigo de una decena de presuntos cómplices, más de cien
propiedades incautadas (muchas de ellas en el DF) y cuentas bancarias
congeladas a aproximadamente 35 personas y empresas.
Según
la investigación a la que tuve acceso, este es el derrotero de El Chapo Guzmán:
Al
salir del túnel en el predio a kilómetro y medio del penal del Altiplano,
abordó una camioneta que lo llevó por carretera hasta San Juan del Río,
Querétaro, custodiado por un par de vehículos más.
En
una pista clandestina de San Juan del Río lo estaban esperando dos avionetas.
Una abordaría él y la otra serviría como distractor por si lo seguían las
autoridades. Su piloto de confianza de toda la vida llevaba una, la que El
Chapo abordó, y él se encargó de contratar a quien comandó el vuelo de la otra:
Romano Lanciani Llanes, un piloto que estuvo varios días incomunicado dentro de
un hotel de la localidad, a quien le ofrecieron 20 mil dólares por el trabajo y
terminaron pagándole la mitad.
El
piloto de confianza del Chapo, Héctor Ramón Takashima Valenzuela, a quien la
agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) llevaba años buscando, fue capturado
y está arraigado. El otro piloto, Lanciani, fue consignado y a él se refirió la
procuradora Arely Gómez en su comparecencia ante el Congreso.
La
aeronave de Lanciani sufrió una avería, pero la que llevaba al capo más buscado
aterrizó sin contratiempos en la zona del Triángulo Dorado, donde se tocan
Durango, Sinaloa y Chihuahua. Ahí, las labores de inteligencia detectaron y
empezaron a inhabilitar un centenar de pistas clandestinas.
Cuando
las autoridades detuvieron a los dos pilotos, lograron hacerse de los planes de
vuelo digitales de la aeronave al servicio del capo: detectaron varios
traslados entre el Triángulo Dorado y otros puntos del país que —luego
supieron— fueron para llevar ropa, víveres y cosas que pedía el líder del
cártel de Sinaloa.
Con
esta información a la mano, se echaron a andar los operativos de las fuerzas
armadas de élite en la región.
Según
información que me revelaron fuentes de primer nivel, a El Chapo Guzmán
lograron verlo en una motocicleta de lujo y en un Ferrari, arropado por la
población local, que le tiene cariño y agradecimiento.
Otras
fuentes confiables me aseguran que elementos de la Marina tuvieron contacto
visual con él en Cosalá, Sinaloa, el viernes 9 de octubre. Estaba acompañado de
una niña que terminó disuadiendo el uso de armamento más poderoso. En la huida,
agregan, cayó estrepitosamente a un barranco, se lastimó la cara y posiblemente
se fracturó una pierna porque lo tuvieron que cargar sus guaruras. Todos
desaparecieron a pie por la sierra.
#
Ayer
en estas Historias de Reportero, bajo el título El Chapo: qué pasó después del
túnel, usted leyó que, según la indagatoria oficial, después de recorrer el
kilómetro y medio de túnel desde la celda 20 del penal del Altiplano hasta el
terreno aledaño donde desembocaba, Joaquín Guzmán Loera, el criminal más
buscado de México, fue trasladado por un convoy de camionetas hasta San Juan
Del Río, Querétaro, donde lo esperaban dos avionetas que lo volaron a su zona
de seguridad: el Triángulo Dorado donde se tocan Sinaloa, Durango y Chihuahua.
Las
avionetas han sido históricamente el medio de transporte predilecto del líder
del Cártel de Sinaloa. Son perfectas para trasladarse con velocidad, lejos del
alcance de las autoridades, entre las zonas urbanas y una sierra, la del
Triángulo Dorado, que la organización criminal ha poblado de pistas
clandestinas.
De
acuerdo con algunos de los encargados de perseguirlo, muchas veces estas pistas
no se detectan en los sobrevuelos de las autoridades: son terrenos medio planos
que pasan por baldíos, espacios meramente deshierbados y las mejores, que son
las menos, son canchas de futbol o explanadas.
La
pericia de los pilotos es clave. Por eso Joaquín Guzmán Loera tenía un piloto
de confianza: Héctor Ramón Takashima Valenzuela. Los investigadores federales
han descubierto que es un piloto con habilidades extraordinarias.
La
investigación encabezada por el Cisen revela que la noche de la fuga, El
Cachimba, como le dicen parodiando su apellido, apalabró con una pareja de
empresarios que le rentaran su aeropista deportiva en San Juan del Río. Pero
les pidió extrema discreción. Les dijo que su jefe era un poderoso hombre de
negocios a quien le gustaba la discreción. Entonces no querían a nadie más en
la pista. A cambio de estos servicios exclusivos, ofrecieron 150 mil dólares.
De
sorpresa, la noche de la fuga, avisaron de urgencia que iban a despegar. Según
los testimonios recogidos por el Ministerio Público, no se prendieron las luces
de la pista, tampoco las de las dos avionetas.
Una
llevaba al Chapo. La otra era un señuelo. La del Chapo bajó en el Triángulo
Dorado. La segunda, que comandaba el piloto Romano Lanciani Llanes, aterrizó en
Culiacán y se salió de la pista en la maniobra. Para reparar las averías que
sufrió, El Cachimba, como jefe de la operación aérea de la fuga, llamó a un
mecánico de todas sus confianzas: su hermano, Julio César Takashima Valenzuela,
apodado El Gordo.
Con
herramientas tecnológicas empleadas por las autoridades mexicanas, los dos
pilotos y el mecánico fueron detenidos.
SACIAMORBOS.
A partir de hoy quien quiera puede consultar en mi página de internet www.carlosloret.com
el material de video con audio, íntegro, que tengo en mi poder de lo que pasó
en el penal de máxima seguridad del Altiplano la noche del 11 de julio de 2015
cuando se fugó Joaquín El Chapo Guzmán Loera. Son tres videos que en suma
significan poco más de dos horas de imágenes con sonido. Con esto cualquiera
podrá corroborar que lo presentado por un servidor en Televisa, Radio Fórmula y
este diario es una fiel síntesis de lo que ahí se ve y escucha.
#
UN CHANGO LOS LLEVÓ HASTA ‘EL CHAPO’ (PARTE 3 Y ÚLTIMA)/Carlos Loret de Mola
Se llama Botas. Es un changuito que Joaquín Guzmán Loera regaló a sus dos hijas más pequeñas, las gemelitas. Lo bautizaron como al mono que acompaña a Dora la Exploradora en las caricaturas infantiles. Según la investigación oficial, fue pieza clave para dar con el paradero de El Chapo tras su fuga del Altiplano.
Esta es la historia que se extrae de la investigación oficial, encabezada por el Cisen, coordinada desde Gobernación, y respaldada por la PGR, la Marina y el Ejército:
Cuando el capo fue capturado, su esposa Emma Coronel, sus hijas y la mascota se fueron a vivir cerca del penal del Altiplano, para aprovechar más las visitas al centro penitenciario.
Unos días antes del 11 de julio, sabiendo que Joaquín Guzmán Loera se fugaría, Emma Coronel y las niñas también cambiaron de domicilio. Se mudaron a Sinaloa y dejaron atrás a Botas.
La familia completa se reencontró poco después en el Triángulo Dorado, en la comunidad de Bastantitas de Abajo, municipio de Tamazula, Durango. Los empleados del cártel habían construido ahí un complejo de cabañas de madera. La de él, la menos austera, con televisión, baño, drenaje y agua caliente. La de sus guaruras, apenas para la supervivencia. Héctor Ramón Takashima alias El Cachimba, piloto de confianza del narcotraficante, lo llevó en avioneta primero a él y luego a su familia.
Durante su estancia, de acuerdo con la información a la que tuve acceso, las hijas pidieron a papá que rescatara a Botas. El Chapo encargó a sus cercanos la misión de traerlo por aire.
Los encargados de la indagatoria detectaron entonces una serie de intentos por conseguir los permisos sanitarios para que el chango volara a Culiacán: en Semarnat, en veterinarias, en Aeroméxico. Pero nadie les firmó los papeles, así que no les quedó más que trasladarlo en carretera y un buen día, me confían fuentes involucradas, los investigadores descubrieron a Botas en Sinaloa, a bordo de un Mustang rojo de súper lujo. Sabían que la mascota los podía llevar hasta su objetivo. Fue pista contundente para luego lanzar las operaciones de la Marina en la sierra.
El Mustang era de Édgar Coronel Aispuro, veinteañero, cuñado del capo, hermano predilecto de Emma, quien entró al túnel la noche de la fuga y salió con El Chapo, abordó con él un vehículo y luego una avioneta.
Para los investigadores, Édgar fue el representante de los intereses familiares en la operación de evasión de reo. Pero mucho más relevante fue el papel que jugó otro hombre:
El licenciado Óscar Manuel Gómez, jefe del cuerpo de abogados que defiende al líder del Cártel de Sinaloa y a sus secuaces, es considerado el principal coordinador del escape de El Chapo. Fue detenido ayer, al salir del Altiplano, donde representa a otros internos, con ocho teléfonos celulares que están siendo analizados por los expertos de cibernética.
Cuando estaba recluido Guzmán Loera se reunió por horas con su abogado. Aunque estas audiencias son grabadas, fuentes involucradas me revelan que muchas de sus conversaciones han resultado inaudibles o indescifrables. Incluso en ocasiones el narcotraficante escribía las instrucciones en la mesa del locutorio para que no las captara la cámara pero las registrara el licenciado Gómez.
Tras el escape, las labores de seguimiento de los investigadores federales detectaron que este abogado, así como integrantes del primer círculo de Guzmán Loera, conversaban recurrentemente sobre “la trilladora” y el túnel.
Dedujeron de bote pronto que se trataba de alguna maquinaria de construcción empleada para construir el pasadizo. Pero no. Después supieron que La Trilladora es el apodo de un empresario poblano: Manuel Rodolfo Trillo Hernández, acusado de ser quien financió la fuga, a petición de El Chapo y por intermediación del abogado.
Propietario de restaurantes, casas de cambio, vinculado con la famosa cadena de cafeterías The Italian Coffee Company, añejo amigo de El Chapo (aparentemente fue su piloto en alguna época y era dueño de una aeropista en Atlixco), Trillo Hernández usaba tres identidades falsas. Con ellas pudo tener una cara socialmente aceptada y otra en el bajo mundo.
El abogado, de acuerdo con la indagatoria, contactó a otro hombre mucho más relevante, que era de los más deseados por la DEA: Lázaro Araujo Burgos, el verdadero Señor de los Túneles, la mente maestra detrás de todas las construcciones del Cártel de Sinaloa, señalado de ser el ingeniero de un sinfín de subterráneos fronterizos usados para pasar droga de México a Estados Unidos.
A su vez, Lázaro Araujo tocó la puerta de Rigoberto Martínez Dávalos para cobrarle, a nombre de El Chapo, un viejo favor: Guzmán Loera lo ayudó a salir de la cárcel en la década de los 90 y ahora debía pagar: le encomendaron comprar a Calixto Estrada Carrillo el terreno en donde desembocaba el túnel. Presuntamente ambos aceptaron hacer una maniobra financiera ilegal para el traspaso de la propiedad.
Lo demás fue trabajar bajo la tierra de mayo a julio.
Trillo puso el dinero, Lázaro a los albañiles, Rigoberto consiguió el terreno, Calixto lo vendió, Édgar entró por El Chapo al penal, Cachimba lo voló, el piloto Lanciani sirvió de distractor y el abogado Gómez los articuló a todos.
SACIAMORBOS. En estas tres entregas de Historias de Reportero usted ha leído de todos estos personajes.
Desde hace meses la PGR arraigó y desde ayer consignó al piloto Cachimba, al cuñado Édgar Coronel, al constructor Lázaro Araujo y al intermediario Rigoberto Martínez. La víspera detuvo y ya consignó al abogado Gómez y a Calixto, el dueño original del predio. El otro piloto, Lanciani, ya estaba consignado. El empresario Trillo Hernández y el hermano mecánico del Cachimba habían sido arraigados.
Esta narrativa se desprende de las investigaciones oficiales y la averiguación previa. La culpabilidad de los presuntos involucrados deberá ser probada en el juzgado.
historiasreportero@gmail.com
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UN CHANGO LOS LLEVÓ HASTA ‘EL CHAPO’ (PARTE 3 Y ÚLTIMA)/Carlos Loret de Mola
Se llama Botas. Es un changuito que Joaquín Guzmán Loera regaló a sus dos hijas más pequeñas, las gemelitas. Lo bautizaron como al mono que acompaña a Dora la Exploradora en las caricaturas infantiles. Según la investigación oficial, fue pieza clave para dar con el paradero de El Chapo tras su fuga del Altiplano.
Esta es la historia que se extrae de la investigación oficial, encabezada por el Cisen, coordinada desde Gobernación, y respaldada por la PGR, la Marina y el Ejército:
Cuando el capo fue capturado, su esposa Emma Coronel, sus hijas y la mascota se fueron a vivir cerca del penal del Altiplano, para aprovechar más las visitas al centro penitenciario.
Unos días antes del 11 de julio, sabiendo que Joaquín Guzmán Loera se fugaría, Emma Coronel y las niñas también cambiaron de domicilio. Se mudaron a Sinaloa y dejaron atrás a Botas.
La familia completa se reencontró poco después en el Triángulo Dorado, en la comunidad de Bastantitas de Abajo, municipio de Tamazula, Durango. Los empleados del cártel habían construido ahí un complejo de cabañas de madera. La de él, la menos austera, con televisión, baño, drenaje y agua caliente. La de sus guaruras, apenas para la supervivencia. Héctor Ramón Takashima alias El Cachimba, piloto de confianza del narcotraficante, lo llevó en avioneta primero a él y luego a su familia.
Durante su estancia, de acuerdo con la información a la que tuve acceso, las hijas pidieron a papá que rescatara a Botas. El Chapo encargó a sus cercanos la misión de traerlo por aire.
Los encargados de la indagatoria detectaron entonces una serie de intentos por conseguir los permisos sanitarios para que el chango volara a Culiacán: en Semarnat, en veterinarias, en Aeroméxico. Pero nadie les firmó los papeles, así que no les quedó más que trasladarlo en carretera y un buen día, me confían fuentes involucradas, los investigadores descubrieron a Botas en Sinaloa, a bordo de un Mustang rojo de súper lujo. Sabían que la mascota los podía llevar hasta su objetivo. Fue pista contundente para luego lanzar las operaciones de la Marina en la sierra.
El Mustang era de Édgar Coronel Aispuro, veinteañero, cuñado del capo, hermano predilecto de Emma, quien entró al túnel la noche de la fuga y salió con El Chapo, abordó con él un vehículo y luego una avioneta.
Para los investigadores, Édgar fue el representante de los intereses familiares en la operación de evasión de reo. Pero mucho más relevante fue el papel que jugó otro hombre:
El licenciado Óscar Manuel Gómez, jefe del cuerpo de abogados que defiende al líder del Cártel de Sinaloa y a sus secuaces, es considerado el principal coordinador del escape de El Chapo. Fue detenido ayer, al salir del Altiplano, donde representa a otros internos, con ocho teléfonos celulares que están siendo analizados por los expertos de cibernética.
Cuando estaba recluido Guzmán Loera se reunió por horas con su abogado. Aunque estas audiencias son grabadas, fuentes involucradas me revelan que muchas de sus conversaciones han resultado inaudibles o indescifrables. Incluso en ocasiones el narcotraficante escribía las instrucciones en la mesa del locutorio para que no las captara la cámara pero las registrara el licenciado Gómez.
Tras el escape, las labores de seguimiento de los investigadores federales detectaron que este abogado, así como integrantes del primer círculo de Guzmán Loera, conversaban recurrentemente sobre “la trilladora” y el túnel.
Dedujeron de bote pronto que se trataba de alguna maquinaria de construcción empleada para construir el pasadizo. Pero no. Después supieron que La Trilladora es el apodo de un empresario poblano: Manuel Rodolfo Trillo Hernández, acusado de ser quien financió la fuga, a petición de El Chapo y por intermediación del abogado.
Propietario de restaurantes, casas de cambio, vinculado con la famosa cadena de cafeterías The Italian Coffee Company, añejo amigo de El Chapo (aparentemente fue su piloto en alguna época y era dueño de una aeropista en Atlixco), Trillo Hernández usaba tres identidades falsas. Con ellas pudo tener una cara socialmente aceptada y otra en el bajo mundo.
El abogado, de acuerdo con la indagatoria, contactó a otro hombre mucho más relevante, que era de los más deseados por la DEA: Lázaro Araujo Burgos, el verdadero Señor de los Túneles, la mente maestra detrás de todas las construcciones del Cártel de Sinaloa, señalado de ser el ingeniero de un sinfín de subterráneos fronterizos usados para pasar droga de México a Estados Unidos.
A su vez, Lázaro Araujo tocó la puerta de Rigoberto Martínez Dávalos para cobrarle, a nombre de El Chapo, un viejo favor: Guzmán Loera lo ayudó a salir de la cárcel en la década de los 90 y ahora debía pagar: le encomendaron comprar a Calixto Estrada Carrillo el terreno en donde desembocaba el túnel. Presuntamente ambos aceptaron hacer una maniobra financiera ilegal para el traspaso de la propiedad.
Lo demás fue trabajar bajo la tierra de mayo a julio.
Trillo puso el dinero, Lázaro a los albañiles, Rigoberto consiguió el terreno, Calixto lo vendió, Édgar entró por El Chapo al penal, Cachimba lo voló, el piloto Lanciani sirvió de distractor y el abogado Gómez los articuló a todos.
SACIAMORBOS. En estas tres entregas de Historias de Reportero usted ha leído de todos estos personajes.
Desde hace meses la PGR arraigó y desde ayer consignó al piloto Cachimba, al cuñado Édgar Coronel, al constructor Lázaro Araujo y al intermediario Rigoberto Martínez. La víspera detuvo y ya consignó al abogado Gómez y a Calixto, el dueño original del predio. El otro piloto, Lanciani, ya estaba consignado. El empresario Trillo Hernández y el hermano mecánico del Cachimba habían sido arraigados.
Esta narrativa se desprende de las investigaciones oficiales y la averiguación previa. La culpabilidad de los presuntos involucrados deberá ser probada en el juzgado.
historiasreportero@gmail.com
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