La
noche de Iguala: Tara de los tiempos de Díaz Ordaz/Ricardo Alemán
La
libertad de expresión es la joya de la corona en democracia.
La Silla Rota, 2015-10-21
La
sorpresa no es la aparición de una película o un documental como la Noche de
Iguala.
Tampoco
sorprende que una tragedia como la de
Iguala sea llevada al cine.
Y menos
es novedad que se trate de una película mediana, lejos de las cinco estrellas
que califican un filme de excelencia.
No, lo
que asombra es que los prejuicios y las taras propias de una dictadura o de un
gobierno represor como el de Gustavo Díaz Ordaz, aún estén presentes en el
México democrático de hoy.
Taras
como aquella que supone que una película o un documental es o debiera ser una
calca de los hechos.
Tara
como aquella de prohibir una cinta como la Noche de Iguala con argumentos
aniñados de que engaña a la sociedad y ofende a los padres de los normalistas.
Tara
como la de suponer que la película fue ordenada por el gobierno federal para
justificar la “versión oficial”.
Tara
como aquella de que un grupo social –plagado de prejuicios, de intereses
engañosos- tiene la superioridad moral o ética para decirle a la sociedad lo
que debe ver o frente a lo que debe cerrar los ojos.
Tara
como aquella de que ese mismo grupo social –que se dice impoluto-, asuma la
“chabacana” posición de que tiene la verdad absoluta.
Tara
como aquella de llamar al “México bueno” a iniciar una campaña de linchamiento
contra los que piensan distinto, opinan diferente o creen en otra verdad.
Tara como
la de los opositores a la Noche de Iguala, que exhiben de cuerpo completo no
sólo el fanatismo que los mueve sino la ignorancia que los arrincona.
Tara
como la fobia que muestran los opositores a la Noche de Iguala, que no se
cansan de enseñar desde todos los ángulos su rechazo a la vida democrática y al
pensamiento libre.
Tara
como la de aquellos “dizque intelectuales” que enarbolan la bandera de las
libertades pero que todos los días destruyen libertades fundamentales en
democracia y defienden dictaduras tan rancias como la cubana, la venezolana y
otras.
Y taras
como las de aquellos que nunca han entendido que la libertad de expresión es la
joya de la corona en democracia.
Lo
cierto es que nos guste o no, sea buena o mala película la Noche de Iguala,
tanto su director –Raúl Quintanilla-, como su guionista -Jorge Fernández
Menéndez-, tienen todo el derecho de ofrecer su visión, su interpretación y su
investigación sobre un hecho que lastima a todos.
Y
precisamente ese derecho y el valor de asumir una posición políticamente
incorrecta merecen el reconocimiento y el respeto en una democracia como la
mexicana.
Al
tiempo.
@RicardoAlemanMx
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