29 feb 2016

La Iglesia (católica) ha cometido errores tremendos, dice el cardenal Pell.


La Iglesia ha cometido errores tremendos, dice el cardenal Pell, quién es 
acusado NO de haber cometido abusos, sino de posible encubrimiento de clérigos que abusaron sexualmente de menores; de comprobarse que el cardenal ocultó los crimenes deberá renunciar. El papa Francisco lo dijo apenas cuando regreso de México a Roma.  
El domingo 28 de febrero por la noche, vía web tuvo lugar la primera audiencia del cardenal con  La Royal Commission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse, la Comisión de investigación sobre respuestas de las instituciones a los abusos a menores que se registraron en Australia en los años 1970 y 1980.


Esta fue la primera de tres audiencias, que inició a las 22: 00 horas y concluyó a las 2:00 de la madrugada del domingo; La segunda audiencia será hoy a las 22:30 horas (hora italiana), nuevamente mediante video-conferencia desde el hotel Quirinale de vía Nazionale, en Roma.

 Pero, antes de comenzar, el cardenal prefecto quiso hacer una premisa: “Quiero decir esto, como una aclaración inicial, que yo no estoy aquí para defender lo indefendible. La Iglesia ha cometido errores enormes y está trabajando para remediarlos”.
 “La Iglesia –añadió Pell– en muchos lugares, ciertamente en Australia, ha gestionado de forma errónea las cosas y ha fallado con las personas. No estoy aquí para defender lo indefendible. Los errores han sido principalmente personales, fracasos personales más que de estructura. En Australia había en el pasado quejas razonables sobre los abusos, pero lo habitual era no informar a la policía”.
 La Royal Comisión había invitado a Pell a viajar a Australia para declarar, pero no pudo asistir por problemas de hipertensión y cardiopatía,según consta en certificado médico.
La audiencia con la Comisión ubicada en Ballarat, cerca de Melbourne, se desarrolló en una sala del conocido hotel de la capital italiana, preparado para el directo audio y vídeo. 
El cardenal habló de lo que recuerda de los años 70, cuando era vice párroco y uno de los consultores del obispos Ronald Mulkearns en la diócesis de Ballarat con la “responsabilidad de aconsejar al obispo sobre los nombramientos de los sacerdotes en las parroquias”. Después se pasó a 1987, cuando él fue nombrado obispo y al periodo de 1996-2001 con el encargo de arzobispo de Melbourne.
Victimas presentes:
En primera fila en el hotel en Roma, con camisetas rojas con una inscripción que decía “No more silence” (No más silencio), había un grupo de 15 personas. Son el “Ballarat Survivors Group”, víctimas de abusos por parte del clero, liderados por el portavoz Andrew Collins y acompañados de tres psicólogos encargados de asistirlos en una posible crisis emocional. 
Su viaje fue  financiado a través de una campaña de crowdfunding vía web, en la que se pedía recoger al menos 55 mil dólares australianos  para los gastos. Se  recaudaron 130 mil; el resto del dinero que sobre –informa la página web de la recogida de fondos– será dado en beneficiencia de un instituto para servicios de salud mental en la diócesis de Ballarat.
Precisamente la ciudad natal de Pell está en el ojo del huracán, en cuanto escenario de innumerables casos de abusos a menores cometidos entre los años 60 y 80 y los consecuentes suicidios entre las víctimas, 47 en total. En Ballarat solo el instituto de los “Hermanos Cristianos” ha sido llamado a responder de 850 crímenes, con 281 religiosos implicados. La institución hasta hoy ha tenido que pagar 37 millones de dólares de indemnizaciones. Pero, el grupo dice que esto no basta: estos muertos continúan pidiendo justicia.
Durante el interrogatorio, la jueza le preguntó al cardenal por el padre Gerald Ridsdale, el religioso bajo acusación por 138 casos de abusos sexuales con daños a 53 víctimas durante dos decenios y que actualmente está cumpliendo condena en la cárcel. Su nombre dio vueltas durante demasiado tiempo en las parroquias, y no en las oficinas de la policía, así continuó cometiendo crímenes en la diócesis.
El cardenal  –que conocía al sacerdote desde tiempos del noviciado y que lo acompañó también en la primera audiencia de su proceso en el año 93– afirmó que no sabía en aquella época de los horrores cometidos por Ridsdale. Pero admite que “fue una catástrofe” no tomar acciones contra él y también creer en la versión de los sacerdotes culpables en vez de creer en las víctimas que les acusaban. “Debo decir que en esa época, si un sacerdote negaba este tipo de comportamientos, yo me sentía fuertemente inclinado a creerle”.
Después se nombró al padre Paul David Ryan, pero el prefecto para la Secretaría de la Economía aclaró: “Yo no estoy seguro de que Ryan fuera un pedófilo, yo no soy experto sobre Ryan. No tuve mucho que ver con su historia”. 
Después se le preguntó sobre monseñor John Day. Al respecto el cardenal Pell dijo que “la Iglesia ha estado influenciada por el hecho que algunas de las acusaciones hacia él habían sido retiradas”. Finalmente se habló del caso de  Edward Dowlan,  profesor del St. Patrick College. El cardenal negó haber ignorado las acusaciones contra él. “Había escuchado algunas voces de comportamientos inadecuados” en los años sesenta, y “llegué a la conclusión de que se referían a comportamientos inadecuados”. 
Pero Pell dijo que nunca supo el nombre de las víctimas ni que hubiera un alto número de víctimas y que los abusos de Dowlan,  ya juzgado culpable de haber cometido abusos sexuales a veinte niños y condenado a seis años de prisión, fueran de dominio público en la escuela.
La audiencia proseguirá.
Cabe recordar que las acusaciones de encubrimiento al cardenal Pell en torno a los casos de abusos contra menores en Australia no es algo nuevo. El primero en hacer declaraciones públicas fue Peter Saunders, víctima de abusos y uno de los miembros iniciales que compuso la Comisión pontificia para la protección de los menores. Recientemente,  Saunders salió de dicha comisión por considerar que no es suficiente el trabajo para prevenir, sino que debería haber más empeño en castigar los casos pasados.
El cardenal ya ha declarado personalmente en el 2014 en una Investigación de una comisión parlamentaria de Victoria y dos veces ante la Real Comisión, durante las visitas públicas que ha realizado en Sídney.
Fuente: Zenit
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Pederastia; Pell: «La Iglesia ha cometido errores tremendos»
Vatrican Insider, 29/02/2016/ANDREA TORNIELLI
Fue la primera de tres o cuatro audiciones, que se llevarán a cabo en estos días: el cardenal George Pell, Prefecto de la Secretaría para la Economía y miembro del consejo de cardenales que colabora con el Papa para la reforma de la Curia compareció frente a la comisión gubernamental australiana que investiga sobre los abusos contra menores cometidos por sacerdotes, religiosas o personas relacionadas con la Iglesia. Como se sabe, debido a sus condiciones de salid que no le permiten afrontar el largo viaje transoceánico, el purpurado pidió poder ofrecer su testimonio mediante una video-conferencia, desde el hotel Quirinale de Roma. Estaban presentes algunos seminaristas australianos y una representación de las víctimas de los abusos, que organizaron una colecta de fondos para estar presentes, en vivo, frente a Pell.
Hasta ahora, ha surgido un escenario parecido entre el caso australiano y los de otros países y de otras situaciones: sacerdotes pederastas que en lugar de ser detenidos o procesados, fueron simplemente cambiados de parroquia pos sus obispos, y pudieron continuar con sus inmundas acciones en otras sedes. Las víctimas y sus familiares, en lugar de haber sido escuchadas, apoyadas, protegidas, acompañadas, indemnizadas… han sido alejadas, no se les ha creado y han sido tratadas como una amenaza para el prestigio de la Iglesia.
El cardenal Pell fue ordenado sacerdote en la diócesis australiana de Ballarat, en 1966, y durante su servicio fue uno de los consejeros del obispo Ronald Austin Mulkearns, que hoy tiene 85 años, acusado de haber ocultado las acusaciones de pederastia contra algunos sacerdotes de su diócesis y de haber destruido documentos relacionados con estos casos. En 1987, Pell fue nombrado obispo auxiliar de Melbourne y nueve años más tarde se convirtió en su arzobispo. La Comisión gubernamental recuerda que él tenía responsabilidades, como auxiliar, sobre la zona de la arquidiócesis a la que fue transferido uno de los sacerdotes pederastas. La opinión pública en Australia es bastante negativa para con el cardenal, porque, repiten sus acusadores, «no podía no saber» lo que estaba pasando. Pell siempre se ha defendido negando cualquier conocimiento de los abusos y de los cambios de parroquia de los abusadores.
El cardenal «ministro de la Economía» del Vaticano no minimizó el fenómeno y admitió el menosprecio general típico de la curia durante las décadas del pasado. «No estoy aquí para defender lo indefensible», dijo al principio de su deposición; «la Iglesia ha cometido errores enormes y está trabajando para remediarlos». Añadió que la Iglesia «ha gestionado erróneamente las cosas y ha fracasado con las personas».
Durante esta primera audiencia, las preguntas de la abogada de la comisión, Gail Furness, se concentraron principalmente sobre la red de conocimientos del cardenal: cuáles personas estaban a su alrededor en Ballarat y Melbourne, cuánto sabía efectivamente sobre los abusos y cuándo lo supo. Se habló también sobre los casos específicos de mons. John Day y, mucho más famoso, del padre Gerald Ridsdale, que en la actualidad se encuentra en la cárcel.
Con respecto al primero, Pell dijo que supo de las acusaciones de abusos contra menores pero también dijo que sabía que Day las había negado. En relación con el caso de Ridsdale, con quien vivió durante algunos meses en el presbiterio, Pell afirmó que nunca se enteró de las acusaciones en su contra. Y también negó con firmeza haber tratado de comprar el silencio del sobrino del sacerdote, que había sufrido abusos.
El cardenal fue muy duro con el obispo emérito de Ballarat, mons. Mulkearns, y sobre cómo se ocupó del caso del sacerdote pederasta Ridsdale, cuya actitud, dijo, era «una catástrofe para la iglesia». Pero también reconoció que había cometido el error de creer en la versión de los religiosos acusados de haber abusado de menores en lugar de haberle creído a las víctimas que los acusaban. «Debo decir —precisó Pell— que en aquella época, si un sacerdote negaba este tipo de comportamientos, yo me inclinaba fuertemente a creerle».
Un tercer caso específico es el de los abusos en las escuelas administradas por los Hermanos Cristianos en Ballarat. El cardenal negó haber ignorado las acusaciones en contra de Edward Dowlan, profesor en el St. Patrick College. «Había escuchado algunos rumores sobre comportamientos inadecuados», en los años setenta, y «había allegado a la conclusión de que tenían que ver con comportamientos pederastas». Pero Pell dijo que nunca había sabido el nombre de las víctimas ni que hubiera un elevado numero de víctimas o que los abusos de Dowlan, culpable de haber abusado de veinte chicos y condenado a 6 años de reclusión, fueran de dominio público en la escuela. Tuvo que admitir, frente a las preguntas de Gail Furness, que el número de personas que sabían todas estas cosas era bastante significativo. El cardenal también añadió que fue advertido por los parroquianos de que uno de los Hermanos Cristianos, Leo Fitzgerald (que nadaba con los estudiantes), solía besar a los niños. Pero dijo que no creía que besar fuera un acto sexual: «Es ciertamente inusual, pero nadie nos dijo que tupiéramos que hacer algo al respecto».
Durante toda la audición, el Prefecto de la Secretaría para la Economía siempre estuvo calmado. En una declaración, el mismo Pell manifestó su apoyo al trabajo de la Comisión gubernamental y se dijo dispuesto a encontrarse una por una con todas las víctimas que habían viajado a Roma desde Australia. El cardenal siguió defendiendo su comportamiento cuando era obispo auxiliar y arzobispo de Melbourne, a pesar de haber expresado también su tristeza por la manera en la que había recibido las peticiones de las víctimas y de sus familiares: «Yo y otros en la Iglesia fracasamos en nuestra responsabilidad moral y pastoral» hacia las víctimas.
La segunda audiencia será hoy a las 22.30 (hora italiana), nuevamente mediante video-conferencia desde el hotel Quirinale de Roma.

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