3 jun 2016

Desde el Vaticano, una respuesta global contra las mafias

 Desde el Vaticano, una respuesta global contra las mafias
El activista argentino por los derechos humanos, Gustavo Vera, explica detalles sobre el encuentro de fiscales y jueces del mundo que se reunirán estos días en el Vaticano para acordar una estrategia internacional contra la trata de personas y el crimen organizado
Vatican Insider, 02/06/2016/

ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
Bajo el signo de Francisco. Fiscales y jueces de todo el mundo se reunirán en el Vaticano este 3 y 4 de junio. ¿Objetivo? Compartir experiencias y unificar criterios contra las mafias trasnacionales del tráfico de personas, de armas, de drogas y de órganos. Ellos sesionarán en la sede de la Pontificia Academia para las Ciencias Sociales y escucharán un discurso del Papa, la tarde del viernes. Uno de los organizadores del encuentro, el referente de la organización argentina La Alameda y parlamentario Gustavo Vera, habló con el Vatican Insider sobre la reunión, la primera en su género. 

 ¿Qué significa este encuentro? 
Este es un encuentro sobre los dramas de la trata de personas, el crimen organizado, el trabajo esclavo, los tráficos de armas y órganos, el lavado de dinero, que son cuestiones que afectan la vida, la libertad y la dignidad de las personas. Todo esto es, como dice el Papa, el resultado de la cultura del descarte. Básicamente una sociedad que está organizada en torno al consumismo desenfrenado, a la máxima ganancia, que desarrolla asimetrías muy profundas entre el norte y el sur, que por la contaminación ambiental o las guerras provoca migraciones forzadas desde las periferias hacia el centro, desde los países pobres a los desarrollados. Esta gente hacinada en las grandes ciudades, en situación de vulnerabilidad, sin trabajo y sin perspectivas, es un caldo de cultivo detrás del cual el capitalismo –en su patio trasero- desarrolla formas de acumulación mafiosa mediante la explotación. Sobre este problema global, un delito de lesa humanidad, la justicia debe tener un protocolo de acción en común. 
 ¿Es enfrentar a las mafias en el terreno transnacional? 
Estos grupos del crimen trabajan en red, se llama crimen organizado porque para cometer estos delitos es necesario cierta complicidad corrupta del Estado, una logística trasnacional y territorios liberados, esto lo permite una red de complicidades privadas y estatales que la justicia debe enfrentar de la misma manera. Frente a mafias globales debe haber una respuesta global. Esto debe poner en el centro a las víctimas, investigar las redes, incautar sus bienes, reutilizarlos a favor de la sociedad civil, desmantelar un sistema que permite enorme rentabilidad. 
 ¿Cómo va a ser la dinámica del encuentro? 
El coloquio convoca a jueces y fiscales de Europa, Asia, América Latina, África y Norteamérica. La abrumadora mayoría de ellos han tenido en sus manos sentencias firmes sobre estos delitos. Entonces van a exponer las experiencias personales, cuáles son las virtudes, cuáles son las limitaciones, cuáles son los aspectos legislativos en los que se podría mejorar –tanto en el plano local como en el general- y con base en esta socialización global de experiencias se va a elaborar un buen protocolo de acción, una declaración de principios encaminada a establecer un lenguaje común a la hora de impartir justicia y combatir estos delitos. 
 ¿Cuál fue el criterio para elegir a los participantes? 
La discriminante fue la presencia de sentencias firmes en estos casos. Hay jueces muy comprometidos de México, de Colombia, de Italia, de Inglaterra, de Suecia y de Argentina. De muchos países. En Argentina despertó cierta polémica porque el Papa es argentino y todas las cosas que hace se leen en clave local, aunque no la tengan. En el listado de jueces argentinos algunos pertenecen (al colectivo) Justicia Legítima, otros al grupo exactamente opuesto y unos más están en el medio. No se trata de un criterio de agrupaciones. 
 ¿Por qué crecen las críticas de ciertos sectores al Papa en Argentina? 
Porque, supongo, el Papa es el argentino más importante a nivel planetario y reconocido como un mediador moral mundial, que está trabajando mucho para desarmar lo que él llama esta guerra mundial “en cuotas”. Entre otras cosas impidió la invasión en Siria, aportó al restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos, Irán y Cuba, además de acercarse con la Iglesia ortodoxa rusa. Como está teniendo una influencia muy importante, todo lo que él dice y hace en Argentina se recibe con mucho entusiasmo. Algunos gobernantes tienen temor que estas palabras suyas puedan significar que la gente razone en clave local y saque conclusiones sobre muchas medidas que se están aplicando en el país. 
 ¿Se trata de una diferencia de concepción? 
El Papa en la (encíclica) “Laudato Si” descree de la llamada “teoría del derrame”, dice que ese modelo económico de capitalismo salvaje ha fracasado en todo el mundo y lamentablemente Mauricio Macri (presidente argentino) cree que esa teoría puede funcionar, incluso con un contexto internacional difícil. Es un momento muy delicado para la Argentina, en el cual no la ideología sino el sentido común indican que sería necesario proteger el mercado interno, las pequeñas empresas, el trabajo y que, para esto, se debe concertar y dialogar, algo a lo que el gobierno actual no está habituado. Pero lo tendrá que hacer en el interés supremo de la patria.
 ¿El encono hacia la figura del Papa se va a mantener? 
Con el correr del tiempo el gobierno va a comprender la importancia de una justicia independiente, que actúe en tiempo pasado y presente, que luche contra el crimen organizado, un capítulo muy grave en la Argentina donde existe medio millón de personas esclavizadas desde el punto de vista laboral, donde funcionan más de ocho mil prostíbulos, un país que es el primer consumidor latinoamericano de cocaína, el tercer exportador mundial. Están pasando cosas muy graves y el gobierno debería comprender que Francisco tiene por interés supremo enfrentar estas mafias, fomentar el diálogo y proteger a los más frágiles. Si se dejan de lado los prejuicios, debería avanzarse hacia una concertación social, hacia un diálogo.
 ¿Cómo se daría este diálogo? 
El gobierno fue votado por una mayoría democrática pero también fue votado un parlamento donde tiene minoría, además de haberse elegido a intendentes y gobernadores de otros signos partidarios. Por lo tanto el panorama político creado en la Argentina es la forma en que la gente pide a los políticos sentarse a dialogar, dejando las cuestiones partidarias de lado, para forjar políticas de Estado en cuestiones más urgentes.

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