El
Papa: “hay una guerra mundial para destruir el matrimonio”
Francisco:
«no se destruye con las armas, sino con las ideas. Hay colonizaciones
ideológicas. Un gran enemigo es la teoría de género»
ANSA
El
Papa se encuentra con los religiosos en la Iglesia de la Asunción de Tiflis
ANDREA
TORNIELLI
ENVIADO
A TIFLIS
«Hoy
hay una guerra mundial para destruir al matrimonio». Papa Francisco habla a los
religiosos y a los seminaristas en la iglesia de la Asunción de Tiflis, pero
las palabras más fuertes las pronunció al responder al testimonio de una madre
de familia, Irina, que citó la teoría de género.
«
El matrimonio es la cosa más bella que Dios haya creado —afirmó Francisco. La
Biblia nos dice que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen, es decir que
el hombre y la mujer que se hacen una sola carne son la imagen de Dios».
Bergoglio después se refirió a las «dificultades que tantas veces surgen en el
matrimonio (las incomprensibles, las tentaciones, resolvemos todo con el
divorcio y así yo busco a otro, él busca a otra y empezamos de nuevo…). Irina,
¿tú sabes quién paga los gastos del divorcio? Dos personas pagan. ¿Quién paga?
(Los dos) ¿Los dos? Más. Paga Dios, porque cuando se divorcia una sola carne
ensucia la carne de Dios. Y pagan los niños, los hijos. Ustedes no saben,
queridos hermanos y hermanas, cuánto sufren los niños, los hijos pequeños cuando
ven las peleas y las separación de los padres».
«Hay
que hacer de todo —prosiguió— para salvar el matrimonio. Pero es normal que en
el matrimonio haya peleas, es normal. Suceden, a veces vuelan los platos. Pero
si es verdadero amor, ahí, se hace la paz inmediatamente. Yo le aconsejo a los
matrimonios: peleen todo lo que quieran, pero no acaben el día sin hacer la
paz. ¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día después es peligrosísima.
Cuántos matrimonios se salvan si tienen el valor de, al final del día, no hacer
un discurso, sino una caricia, y se hace la paz».
«Es
cierto —dijo Papa Francisco—, hay situaciones más complejas, cuando el diablo
se mezcla y pone a una mujer ante el hombre, que le parece más bella que la
suya. O cuando pone a un hombre frente a una mujer, que le parece más bueno que
el suyo. Pidan ayuda inmediatamente, cuando venga esta tentación, pidan ayuda
inmediatamente. Y esto, lo que decías de ayudar a las parejas, ¿cómo se ayuda a
las parejas? Se las ayuda con la acogida, la cercanía, el acompañamiento, el
discernimiento y la integración en el cuerpo de la Iglesia. Acoger, acompañar,
discernir e integrar. En la comunidad católica hay que ayudar a salvar el
matrimonio». Después recordó las «tres palabras de oro» en la vida matrimonial:
«‘Y cuando hay algo que uno hace por el otro, ¿saben decir gracias? Y si alguno
de los dos hace alguna diablura, ¿saben pedir perdón? Y si ustedes quieren
sacar adelante un proyecto o un día en el campo, ¿saben pedir la opinión del
otro?’ Tres palabras: ¿qué te parece, puedo?; gracias; perdón”».
«Si
en los matrimonios se usan estas tres palabras —dijo Francisco—, el matrimonio
saldrá adelante, ¿eh? es una gran ventaja. Tú, Irina, mencionaste a un gran
enemigo hoy del matrimonio: la teoría de género. Hoy hay una guerra mundial
para destruir al matrimonio. Hoy hay (pero no se destruye con las armas, sino
con las ideas) colonizaciones ideológicas que destruyen. Por lo tanto, hay que
defenderse de las colonizaciones ideológicas, si hay problemas, hacer la paz lo
más pronto posible antes de que termine la jornada, y no se olviden de las tres
palabras: permiso, gracias, perdón».
Bergoglio,
retomando la pregunta de un sacerdote y de un seminarista, también habló sobre
la importancia de mantener viva la fe escuchando a los abuelos y
transmitiéndola a los hijos. Recordó la importancia y la fuerza de las
mujeres georgianas en la transmisión de la fe. Citó a la Madre de Jesús y a la Esposa
de Jesús, la Iglesia, para afirmar que la Iglesia «es mujer»: « Parece que el
Señor tiene una preferencia por las mujeres para sacar adelante en la fe». A
los consagrados aconsejó no volver atrás «cuando hay dificultades», porque
todos «somos pecadores, todos necesitamos confesarnos, pero la misericordia, el
amor de Jesús es más grande que nuestros pecados».
Al
concluir, habló sobre el ecumenismo. «Nunca pelar. Dejemos que los teólogos
estudien las cosas abstractas de la teología. ¿Qué tengo que hacer con un
amigo, un vecino, una persona ortodoxa? Ser abierto, ser amigo. Pero ¿tengo que
forzarlo para convertirlo? Hay un gran pecado contra el ecumenismo: el
proselitismo. ¡Nunca hay que hacer proselitismo con los ortodoxos! Son hermanos
y hermanas nuestros, discípulos de Jesucristo». Entonces, no hay que condenar,
sino mostrar «amistad, caminar juntos, rezar unos por otros, rezar, y hacer
obras de caridad juntos, cuando se puede. Es este el ecumenismo. Pero nunca
condenar a un hermano o a una hermana, nunca dejar de saludarlo porque es
ortodoxo».
Y
por último, un consejo: «les pido por favor que nos defiendan de la mundanidad.
Jesús nos habló muy fuerte contra la mundanidad. En el discurso de la última
Cena, le pidió al Padre: defiéndelos de la mundanidad, defiéndelos del mundo».
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