15 ene 2017

En el terreno diplomático impera la improvisación

En el terreno diplomático impera la improvisación/J. JESÚS ESQUIVEL
Revista Proceso # 2098, 15 de enero de 2017..
Washington.- Durante la LV Reu­nión anual de Embajadores y Cónsules que se realizó del lunes 9 al miércoles 11 en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), donde Luis Videgaray debutó como titular de esa dependencia, la presencia del panista Gerónimo Gutiérrez Fernández sorprendió a muchos funcionarios.

Se le asignó un lugar de primera fila en la inauguración del encuentro y posteriormente fue el único sin rango de subsecretario que compartió la mesa de honor con Videgaray en la comida que éste ofreció al cuerpo diplomático.
Amigo y asesor externo desde hace varios años de Videgaray, Gutiérrez Fernández fue subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte en el sexenio de Vicente Fox y ahora es director gerente del Banco de Desarrollo para América del Norte (BDAN).
Una fuente diplomática reveló al respecto: “Se rumoró al principio que Gutiérrez reemplazaría a Paulo Carreño King, quien esta semana sale despedido de Relaciones Exteriores, en la misma subsecretaría que ocupó en el sexenio de Fox, pero luego quedó claro que Videgaray lo invitó para pedirle que fuera embajador en Washington y le ayude a contener y modular los ataques de Trump a México”.

El viernes 13 la SRE difundió que el presidente Peña Nieto someterá a consideración del Senado el nombramiento de Gutiérrez Fernández como embajador en Estados Unidos. Sustituirá en ese cargo a Carlos Manuel Sada Solana, quien a su vez llega a la Subsecretaría para América del Norte, en lugar de Carreño King, a partir del lunes 23.
El nuevo embajador mexicano ante el gobierno de Trump es licenciado en economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México y maestro en administración pública por la Escuela de Gobierno John F. Kennedy, de la Universidad de Harvard. De 1992 a 1994 fue director en la Coordinación de Asesores del Secretario de Hacienda y Crédito Público y asesor de Banobras.
El comunicado de la SRE destaca que Gutiérrez Fernández también ha sido subsecretario para América Latina y el Caribe en la propia dependencia, así como subsecretario de Gobierno en la Secretaría de Gobernación durante la administración de Felipe Calderón.
El BDAN, que dirigía Gutiérrez Fernández, tiene su sede en San Antonio, Texas, y fue creado para atender temas del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El nombre de Gerónimo Gutiérrez se había mencionado anteriormente en la SRE para esa embajada. En marzo de 2015 se le consideró posible sucesor de Eduardo Medina Mora, quien dejó la representación diplomática para convertirse en ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Finalmente el designado fue Miguel Basáñez Ebergenyi, amigo de la familia del presidente de México desde hace años.
En cuanto a Sada Solana, el comunicado de la cancillería dice que tiene amplia experiencia en la defensa de los intereses de México en el exterior, particularmente la protección de los derechos de los connacionales en América del Norte, pues ha sido cónsul general en ciudades estadunidenses como Los Ángeles, Nueva York, Chicago y San Antonio, lo mismo que en la canadiense Toronto.
Además, enfatiza la SRE, el nuevo subsecretario para América del Norte “tuvo un destacado desempeño como ministro de Asuntos con el Congreso en la Embajada de México en Washington, función que le permitió relacionarse y entender la operación de los órganos legislativos de esa nación”.
La dependencia aclaró que Sada Solana asistirá a la toma de posesión de Trump como presidente el próximo viernes 20, en Washington.
La falta de una estrategia sólida del gobierno mexicano ante el de Estados Unidos se refleja en el hecho de que en sólo 15 meses ha cambiado dos veces de embajador en Estados Unidos. En abril del año pasado Peña Nieto removió a Basáñez a los siete meses de haberlo designado y nombró a Sada Solana; ahora Gutiérrez Fernández llega al puesto como pieza clave de Videgaray, a quien Trump reconoció como el interlocutor para su visita a Los Pinos en agosto de 2016.
Agenda de “generalidades”
Mientras tanto, Trump se alista para cumplir sus promesas de campaña. Además de construir un muro fronterizo que pague México y de sancionar a las empresas estadunidenses que trasladen capitales al sur de la frontera, el magnate hotelero y de la construcción ganó votos ofreciendo la creación de más empleos, además de atacar el programa de salud de su antecesor, el “Obamacare”.
Sin embargo, a unos días de que asuma el mandato, Trump no ha concretado sus propuestas. La oficina de relaciones públicas de Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, explicó a este semanario mediante un correo electrónico: “No tenemos nada sobre sus propósitos económicos, estamos esperando un proyecto de ley coherente… Es preocupante que el presidente Trump siga haciendo promesas sin presentar los programas para lograrlas, especialmente en los rubros económico y de salud pública”.
El miércoles 11 Trump convocó a una rueda de prensa, que en vez de disipar las dudas, las amplió. Por ejemplo, afirmó que desde el arranque de su administración revocará el Obamacare, pero no fijó plazos ni habló de enviar al Congreso alguna propuesta para reemplazar ese plan.
El mismo día, para atenuar esa laguna, senadores republicanos aprobaron un plan para iniciar la anulación del Obamacare, con el que se subsidiarían temporalmente algunos gastos médicos para ciudadanos que padecen enfermedades muy graves y costosas.
En cuanto a los nuevos empleos, Trump afirma que para conseguirlos aplicará en la industria farmacéutica la fórmula que ha seguido en el ramo automotriz: amenazar con imponerles altos aranceles a los productos que empresas como Carrier, General Motors y Ford Motor Company fabricaran en México. La amenaza también alcanzó a Fiat Chrysler y a Toyota.
Además, se propone anular el TLCAN, deportar a unos 11 millones de migrantes indocumentados, reducir impuestos a las grandes empresas y quitarle a los estadunidenses más pobres los subsidios de salud, desempleo, jubilación y vivienda que les otorgó el gobierno de Obama. No obstante, ni el presidente electo ni su equipo han detallado cómo lo harán.
“Son muchas las generalidades que ha dado el presidente Trump, pero tenemos confianza de que en las próximas semanas, ya que esté en la Casa Blanca, formule un plan de acciones específicas para cada tema de la agenda nacional”, respondió a pregunta expresa de Proceso, también por correo electrónico, la oficina de prensa del líder republicano y presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.
Por mandato constitucional, Trump debe presentar al Capitolio un proyecto de presupuesto con planes específicos para el primer año de su administración.
Para evitar el cierre de actividades del gobierno federal, a más tardar en abril el Capitolio debe aprobar dicho proyecto de presupuesto o al menos algunos acuerdos urgentes. Por ser mayoría en el Congreso, los republicanos pueden sacar adelante cualquier iniciativa de Trump y se prevé que la minoría demócrata sólo consiga concesiones secundarias.
No obstante, dada la personalidad de Trump, es previsible que recurra a las órdenes ejecutivas en algunos asuntos, como el Obamacare y las relaciones exteriores, a fin de evitar la demora de los procesos legislativos.
Además del endurecimiento hacia México, en la agenda internacional de Washington se encuentran la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la estabilización del Medio Oriente. Trump amenaza con imponer sanciones económicas a Irán y anular el acuerdo alcanzado por Obama para garantizar, bajo supervisión de la ONU, que no desarrolle armamento nuclear.
El nuevo presidente de Estados Unidos puede levantar las sanciones a Rusia por el presunto espionaje cibernético durante el reciente proceso electoral, y afirma que anulará con una orden ejecutiva aquella otra con la cual Obama pretendía normalizar las relaciones con Cuba.
Trump también prometió tratar con mano dura al terrorismo internacional, en especial al Estado Islámico en Siria. Aunque no ha informado de planes específicos, como candidato y presidente electo ha dicho que no dudará en usar armas de destrucción masiva ni en enviar fuerzas terrestres, aun con el riesgo de provocar una nueva carrera armamentista y tensiones con Rusia y Corea del Norte.

“Serán tiempos muy difíciles, pero tenemos confianza en que bajo el escrutinio del Congreso, el presidente Trump pueda cambiar algunas de sus ideas, que en términos pragmáticos carecen de viabilidad”, señala al respecto la oficina de la legisladora Pelosi.

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