29 ene 2020

La pureza del Presidente

El “Reino del Terror” es una buena lección histórica para el Presidente de México...
Columna ESTRICTAMENTE PERSONAL/Raymundo Riva Palacio / 
El Financiero, 29 de enero de 2020
La pureza del Presidente
Desde el día que comenzó a gobernar el país de facto, la noche del 2 de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador se ha embarcado en un proceso político que podría describirse de “purificación”. Su retórica de lo blanco y lo negro, exitosa durante la campaña presidencial, la ha prolongado hasta estos momentos, sin señales de que vaya a ajustar el discurso. Al contrario.

El caballo de batalla es la corrupción, aunque su ataque sistemático al pasado, donde todo está podrido de acuerdo con su credo, quizás ya dio lo que tenía que dar, si se observan las encuestas de aprobación presidencial que lo mantienen de manera robusta entre la mayoría de los electores, pero en lento declive. El boquete en la quilla de López Obrador lo hizo el culiacanazo, pero el hoyo lo abrió el desabasto de medicinas.
Las dos variables estaban hundiendo la popularidad del Presidente hace 10 días, cuando sacó de su chistera la rifa del avión presidencial. Tuvo éxito en desviar la atención de la opinión pública, pero como se preveía desde el primer momento, sería efímero y los problemas de fondo no se resolverían.

Eso sucedió, por lo que se radicalizó la estrategia con el ataque feroz a dos veteranos periodistas, Ciro Gómez Leyva y Héctor de Mauleón, a quienes ametrallaron vitriólicamente los francotiradores lopezobradoristas porque difundieron hechos factuales sobre el desabasto de medicinas. Los activistas Javier Sicilia y Adrián LeBarón fueron los siguientes objetivos, por ser los convocantes de una marcha por la paz y la justicia. La “purificación” nacional de López Obrador pasa por la extinción civil de los cuatro –y de muchos más en otro tiempo y espacio.
Los francotiradores de la maquinaria propagandística de López Obrador tuvieron que interrumpir su descanso de fin de semana para sumarse a la guerra en las redes contra ellos. El Presidente continuó con los ataques y descalificaciones. Hay que hacer purgas, como los dictadores, y controlar las ideas, porque las ideas son más peligrosas que las armas, y destruir la reputación de quienes piensan, como los militares golpistas hicieron en el pasado, al matar a quien no les tenía miedo: los defensores de derechos humanos, los periodistas y los activistas.
Pese a esos ataques, López Obrador tuvo que volver a sacar el recurso de la rifa del avión este martes y buscar desviar la conversación, ante el enfrentamiento que él y sus turbas alimentaron y que estaba desbordándose.
Macario Schettino, colega en El Financiero, escribió el lunes pasado una provocadora y persuasiva columna intitulada “Mala persona” (abajo), donde describió las acciones de López Obrador y las contradicciones entre su comportamiento antes y después de asumir la Presidencia.
Afirmaba que su único objetivo era concentrar todo el poder en su persona, y de ahí derivaban todas sus decisiones. Para hacerlo sin cuestionamientos, quiere eliminar a quien lo cuestiona. La 4T, como pomposamente llama a su gobierno, se ha convertido en un Comité de Salud, aquel instrumento de la Revolución Francesa que alcanzó poderes dictatoriales durante el “Reino del Terror”, y del cual Maximilien de Robespierre fue el más conspicuo.
Surgido en el contexto de conflictos internos y externos, el gobierno revolucionario instauró el terror como método de todo, actuando contra aquellos que identificaba como “enemigos de la revolución”.
Camille Desmoulins, colega de Robespierre y abogado que se ganaba la vida como periodista, se dedicaba a denunciar, en el periódico Revolutions de France et de Brabant, a los “aristócratas”, que decía, sólo defendían sus privilegios por el hecho de presentar oposición a los deseos del contrarrevolucionario, como Simon Schama llamó a Robespierre en Ciudadanos, un excepcional libro sobre la Revolución Francesa.
Las arengas de Desmoulins se convertían en sentencias de muerte, mediante una mecánica simple: construcción de estereotipo de los enemigos de Robespierre, acusaciones falsas –como hizo con los aristócratas, aunque varios de ellos pertenecían al mismo grupo del Terror–, juicios sumarios y la guillotina.
Las cabezas de sus adversarios fueron las primeras en caer. Pero después, en la obsesión y la ceguera del poder absoluto mediante el terror, siguieron sus viejos aliados, como el excepcional parlamentario, Georges Danton.
El “Reino del Terror” comenzó su proceso de antropofagia política. La enorme desconfianza, la inseguridad y el temor a perder por la vía revolucionaria, provocaron un fenómeno centrípeto, donde Robespierre mismo terminó en la guillotina.
El “Reino del Terror” es una buena lección histórica para el Presidente de México, porque esa descomposición que se llevó unos cuantos años dentro del grupo que a través del miedo controló a una nación, se ha visto aquí en meses.
La forma como descuartizaron al diputado Porfirio Muñoz Ledo, uno de los grandes luchadores por la transición democrática y la llegada de la izquierda al poder, es el ejemplo con una persona conspicua.
La sevicia con la que se atacan las plumas del régimen, antes en bloque y ahora fragmentadas, es otro ejemplo de la destrucción interna, reflejada de manera cristalina en el conflicto interno por la dirigencia de Morena. Es decir, la cacería de brujas no sólo es fuera, sino dentro del régimen.
La pureza de López Obrador es cosmética. Schettino abordó la contradicción de su comportamiento, y varios analistas, algunos incluso que votaron por él, han visto en ello señales ominosas. Durante la Revolución Francesa los radicales de Robespierre pidieron a la Convención Nacional colocar “el terror en la orden del día”.
Durante el primer año de López Obrador, las comparecencias públicas matutinas desde Palacio Nacional, pusieron “el terror en el orden del día”. Los señalamientos sobre su actitud vengativa no le afectan, lo envalentonan. En los meses que vienen, la eventual caída económica y los conflictos sociales, no lo harán cambiar. Lo radicalizarán. Sólo queda decir que ojalá nos equivoquemos.
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Mala persona/Macario Schettino
El Financiero, 27 de enero
Fuera de la Caja
En los últimos meses de la administración Peña Nieto, miembros del equipo de López Obrador tomaron control de Pemex, y exigieron que se cancelaran las importaciones de crudo ligero, y se redujeran las de gasolina para el fin de 2018, porque consideraban que se trataba de un elemento más en el debilitamiento de la empresa. El resultado fue que para mediados de diciembre de ese año, se agotaban las reservas de gasolina disponibles en el país. No había manera de conseguir el combustible, y tendrían que reconocer que se habían equivocado.
No fue así. López Obrador anunció que estaban luchando contra el robo de combustible, y por esa razón no habría suficiente gasolina en el cierre de 2018 e inicio de 2019. Concentró la escasez en el Bajío, que es dónde había perdido la elección. Envió a Marcelo a comprar un centenar de pipas, aunque las especificaciones contradecían la ley. Las instrucciones contradictorias, y la insistencia en no utilizar la fuerza pública, provocaron una tragedia en Tlahuelilpan, Hidalgo, donde murieron más de cien personas al explotar una fuga de combustible, producida por el intento de robo. No hubo mención alguna de la tragedia en días posteriores, aunque a un año se promovió un recordatorio de los muertos como mártires del nuevo gobierno. Durante 2019, en la tabla rasa que decidieron construir para enfrentar la “corrupción”, los funcionarios de López Obrador impidieron la compra de medicamentos y material de curación por parte de la Secretaría de Salud. Hubo una crisis por la falta de medicinas contra el cáncer, especialmente las utilizadas para niños. Nunca se reconoció, y se culpó a los padres de utilizar a sus hijos como arma política. A inicios de 2020, la crisis se ha extendido, y frente a la evidencia clara de incapacidad del gobierno, López Obrador decidió culpar a un médico, director del Hospital Pediátrico, del desabasto. El médico, el Dr. Nieto, ha recibido todo tipo de muestras de apoyo, porque su trayectoria no nació con la elección de 2018.
Después de la tragedia sufrida por miembros de su familia, los hermanos LeBarón promovieron una manifestación en la Ciudad de México, y este fin de semana, sumados a Javier Sicilia, y otros miembros de la sociedad civil, organizaron una marcha larga, desde Cuernavaca, para exigir a López Obrador atención al problema de inseguridad. El Presidente afirmó que no los recibiría, porque eso pondría en riesgo la solemnidad de la figura presidencial, que él ha arrastrado prácticamente todos los días, saturando de mentiras el evento llamado “mañanera”, si no es en giras en las que igual puede ponerse panes en la cabeza, que flores en todo el cuerpo.
Al llegar la manifestación al Zócalo de la Ciudad de México, Sicilia y los LeBarón se encontraron grupos de choque que intentaron impedir su presencia frente al Palacio Nacional, al grito “Obrador, Obrador”.
Son sólo botones de muestra de la actitud de quien gobierna México. Como lo dije en Twitter, pero quiero reiterar aquí, es una mala persona. Abundan todavía los incautos que creen que tiene buenas intenciones, pero falla en la implementación. No es así. López Obrador sólo tiene un objetivo: concentrar todo el poder en su persona. De ahí derivan todas sus decisiones: la mañanera para impedir la opinión de los demás, la destrucción de la administración pública en aras de evitar una depreciación del peso, el denuesto constante de sus opositores.
Quienes lo siguen apoyando a pesar de toda esta evidencia deben ser evaluados bajo la misma luz: pobres personas cuya vida depende de un poder derivado, a costa de lo que sea. No puedo escribir aquí el adjetivo que les corresponde, pero usted podrá hacerlo.



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