16 oct 2007

Derechos de las mujeres

Debate en el Senado. martes 16/10/2007;
EL C. SENADOR GABINO CUE: Con el permiso de la Presidencia.
Compañeras senadoras y compañeros senadores: El día de mañana diecisiete de octubre conmemoramos el quincuagésimo cuarto aniversario del otorgamiento del reconocimiento constitucional del derecho de las mujeres a votar y ser elegidos a cargos de elección popular, fecha que sin duda nos llena de regocijo, pero sobre todo nos invita a profundizar en la reflexión respecto de los avances reales que se han tenido en materia del reconocimiento y respeto pleno de los derechos fundamentales de las mujeres.
Día a día las mujeres trabajan para ganar un espacio en el complicado escenario de la vida pública. Ya sea en el terreno laboral, social, cultural, educativo, económico y político, las mujeres abren brecha dejando huella a su paso.

En cada oportunidad, demuestran sus capacidades y fortalezas; afrontando retos y buscando soluciones. En pocas palabras, se han incorporado a la cotidiana dinámica que mueve a nuestra gran nación. Desafortunadamente, esa incorporación no ha sido plena e inmediata y si muy dolorosa.
Esta realidad nos compromete a todos, hombres y mujeres a seguir trabajando y uniendo esfuerzos para lograr la equidad de género y acceso a las oportunidades en igualdad de condiciones.
Desde el nacimiento a la vida independiente de nuestro país, por poner un ejemplo, las mujeres han sido protagonistas fundamentales del cambio, sin embargo, los beneficios de las reformas constitucionales les han llegado a cuenta gotas; el común denominador ha sido la exclusión y el rezago. De ahí que, no fue sino hasta 1953 cuando se les otorgó el reconocimiento constitucional del derecho a votar y ser votadas.
Si bien fue hasta 1955 cuando las mexicanas ejercieron por primera vez el voto, fue en 1970 cuando se inició realmente su participación en la vida pública de forma relevante.
Así, el reconocimiento de la ciudadanía plena de la mujer, a través del derecho a votar y ser votada, fue el primer paso que se dio en la construcción de una democracia plena, lucha que aún no hemos concluido, nos queda un largo trecho por avanzar si queremos llegar a niveles aceptables de democracia. Este hecho marca el comienzo del largo camino que las mujeres han tenido que recorrer para acceder a cargos de elección popular y, comenzar a influir en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida pública.
La vida democrática exige el respeto irrestricto de los derechos humanos, así como el acceso en condiciones de equidad e igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres al crecimiento y desarrollo de una nación.
En concordancia con este principio los gobiernos deben procurar la plena incorporación de todos los sectores sociales, sobre todo de aquellos que por su condición física o histórica se encuentran en desventaja o rezago. Tal es el caso de las mujeres.
En México, los movimientos de mujeres han logrado impactar de manera distinta a las instituciones y los espacios de poder en los tres ámbitos y niveles de gobierno y, de manera significativa, a las organizaciones de la sociedad civil organizada.
Podemos señalar que justamente han sido las mujeres y hombres comprometidos con esta causa quienes han puesto énfasis en la necesidad de introducir, establecer, promover e implementar agendas con perspectivas de género en el quehacer legislativo y parlamentario nacional.
Compañeras y compañeros senadores: Hoy, debemos reconocerlo, estamos aún muy lejos de la equidad de género que el Estado mexicano está obligado a promover.
Para la conclusión de la democracia mexicana la inclusión en la agenda nacional de una verdadera perspectiva de género, así como una real equidad de oportunidades e igualdad de derechos entre hombres y mujeres es un reto impostergable.
Incuestionablemente hemos avanzado en el proceso de incorporación de las mujeres en la vida pública, sin embargo los avances han sido muy cortos y a un elevado costo para las mujeres.
En el grupo parlamentario de Convergencia estamos convencidos de que son muchas las voluntades que plantean hacer de la igualdad y equidad de género el eje rector de nuestra sociedad.
Pasemos del discurso a los hechos. Los miembros de esta sexagésima legislatura tenemos la oportunidad y compromiso de trabajar para lograr la incorporación de la perspectiva de género de manera transversal en todas las actividades de la vida pública, y eliminar la brecha de desigualdad que aún existe entre mujeres y hombres.
Por eso debemos promover avances reales en la materia. Por qué no introducir en nuestra legislación, en lugar del principio de 70 por ciento como máximo de postulaciones por género que los partidos están obligados a realizar, el que las candidaturas a puestos de elección popular sean en igualdad de condiciones: cincuenta por ciento para hombres y cincuenta por ciento para mujeres.
Esa sí sería una verdadera política de equidad que el pueblo de México agradecería.
Compañeras y compañeros legisladores: Les conmino a que todas las acciones legislativas que realicemos tengan un verdadero sentido de equidad entre hombres y mujeres, con el propósito de poder lograr una verdadera democratización de la vida política y social que la ciudadanía tanto ha demandado.
Y a mis amigas y compañeras senadoras, sólo les digo que este Senado carecería de fuerza si no contara con la inteligencia y sensibilidad política de ustedes, mujeres comprometidas con el México que anhela la mayoría de nuestro pueblo.
Muchas gracias. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: Gracias, senador Cué.
También para referirse al mismo tema, tiene la palabra la senadora Amira Gómez Tueme, del grupo parlamentario del Partido Revolucionario Institucional.
-LA C. SENADORA AMIRA GRICELDA GOMEZ TUEME: Buenas tardes. Gracias, senador presidente.
Compañeras y compañeros: Efectivamente, mañana 17 de octubre, celebramos un aniversario más del reconocimiento del derecho al voto de las mujeres.
Este no es un tema que nos interese sólo a las mujeres. Nosotros esperamos que más que un avance democrático, la incorporación de la mujer a la vida política, signifique un cambio cultural; una manera de reivindicar a la mujer en todos los ámbitos.
Quiero decirles, que es un honor pertenecer al PRI. Partido que desde 1935 reconoció la importancia de la participación de las mujeres en política y promovió su intervención en las elecciones internas. Decirles que nosotras las mujeres somos herederas de aquellas que han luchado y luchan, todavía, por el derecho al voto; por el acceso a la educación; a la salud; contra las violaciones y las agresiones sexuales; contra la violencia doméstica y por el reconocimiento del trabajo, por qué no, no bien remunerado y por una participación política en condiciones de igualdad.
Los esfuerzos sobrehumanos que las mujeres hacemos, para conciliar el trabajo con otras actividades, igualmente esenciales, como son: la actividad familiar, la actividad política o actividades culturales, no han sido en vano y han dado como resultado una mayor participación de las mujeres en la actividad económica.
Como dueñas o directoras de empresas. En las actividades públicas, como legisladoras o encabezando la toma de decisiones.
Otras, como dirigentes sindicales y la mayoría, también, en nuestro país, como cabezas de hogar. Reconozco que aún persiste limitantes y obstáculos que hacen palpables las diferencias e inequidades de género. El dolor cotidiano, la pobreza y la violencia, bajo la cual viven tantas mujeres, como aquí se ha dicho, nos dan el valor y la determinación para continuar luchando, para lograr el cambio. Interpelamos a los hombres y los invitamos a movilizarse para poner fin a la violencia hacia las mujeres, y a las desigualdades, producto de quienes, todavía, pretender ejercer una dominación basada en la diferencia de sexos. Que por fortuna, cada vez son menos. Debo reconocerlo. No estamos contentas en avanzar sólo en el reconocimiento de los derechos democráticos. Debemos de terminar con las desigualdades que hay entre ambos sexos en materia de acceso a la riqueza; con el propósito de que forjemos juntos, mujeres y hombres, un mundo igualitario.
Las mujeres sabemos estar a la altura de las circunstancias; afrontando los retos para lograr conquistas mayores. Estamos más que nunca resueltas a continuar juntas, comprometidas para ofrecer a las futuras generaciones, un país democrático, un país plural, y con amplias oportunidades para el desarrollo de todas y todos. Un país de igualdad plena, entre mujeres y hombres.
Compañeras y compañeros: Nuevamente me congratulo por este día. Felicidades a todos. Muchas gracias. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: Gracias, senadora.
También para referirse al mismo tema, se concede la palabra a la senadora Claudia Corichi García, del grupo parlamentario del Partido de la Revolución Democrática.
-LA C. SENADORA CLAUDIA SOFIA CORICHI GARCIA: Gracias, senador presidente.
Senadores y senadoras: Mañana miércoles, como ya lo han dicho aquí, Blanca Judith y también Amira, celebramos todas las mujeres y hombres de nuestro país el 54 aniversario de la conquista del derecho al sufragio femenino.
Aunque la lucha por el reconocimiento al derecho al sufragio, se remonta hasta finales del siglo pasado, evolucionando con las asociaciones feministas, emanadas de la Revolución Mexicana, no fue sino hasta 1935, cuando sectores significativos de mujeres del país, agrupados en aquel entonces en el Frente Amplio Pro-Derechos de la Mujer, exigieron abiertamente el derecho al sufragio.
Lo que no se concretó hasta 1953, siendo México uno de los últimos seis países en América Latina, en reconocer el derecho de sufragio de las mujeres. Aunque no podemos negar que éste fue un avance significativo en la ciudadanización de las mujeres, no basta con el derecho a votar. Los obstáculos de la sociedad patriarcal, para que las mujeres podamos acceder a puestos de elección popular, continúan, hasta en este momento, de muy distintas maneras.
Han transcurrido 54 años, desde que se ejerció por primera vez este derecho; 54 años en que la actividad política de las mujeres se ha enfrentado a la oposición, a veces moderada, a veces burlona, a veces férrea de varios sectores de la sociedad, que no ven con buenos ojos nuestra participación en la toma de decisiones en este país; que no ven con buenos ojos el empoderamiento de las mujeres.
El lograr nuestro derecho al voto, fue producto de una lucha larga, de una exigencia, por muchos años no escuchada. Resulta paradójico que poco más de medio siglo después sigamos pugnando por nuestros más elementales derechos en los hechos.
Ayer fue el derecho al voto; hoy es el derecho por la igualdad de oportunidades; el derecho a estar proporcionalmente representadas en los espacios de toma de decisiones.
Y a pesar de las reformas al Cofipe de los últimos años, y que somos más de la mitad de los electores del país; para darnos idea de la disparidad existente, con respecto a la Cámara de Diputados, solamente 23.4 por ciento de los escaños son para mujeres. En esta Cámara de Senadores, solamente somos 23 mujeres que representamos el 18 por ciento del total de 128 senadores, como lo dijo Blanca Judith, de las 57 Comisiones ordinarias solamente cinco están presididas con mujeres, y con todo respeto, compañeras senadoras y senadores, incluso en la Junta de Coordinación Política de este Senado, no hay ninguna sola senadora mujer, la Mesa Directiva tiene nada más dos integrantes, por cierto, del PRD.
Con respecto a las 32 entidades federativas sólo hay en un récord histórico que pareciera que es algo así como una sesión de ciertos derechos dos mujeres gobernadoras, en cuanto al gabinete solamente de las 19 secretarías, cuatro están representando mujeres, de los once ministros de la Suprema Corte solamente dos son mujeres y finalmente a nivel municipal y según cifras del INEGI hasta el año 2006 sólo el 3.5 por ciento de los municipios o delegaciones se encontraban gobernados por una mujer, y aunque las mujeres siempre hemos estado presentes en la toma de decisiones, nuestro papel siempre estaba oculto a la luz pública y circunscrito al ámbito de lo privado y si bien en nuestro país no existe discriminación real, constitucional o legal en las leyes, en la Constitución, en lo escrito, sí existe una larga cadena de ataduras culturales que inhiben la postulación de mujeres a cargos de elección popular, a ocupar cargos de relevancia en las administraciones locales y federales e incluso en el sector privado son contadas con los dedos de una mano las mujeres que tienen un puesto de primer nivel, las acciones afirmativas han sido y son para muchas de nosotras fundamentales, incluso en mi partido acabamos de lograr, con mucho esfuerzo la aprobación de la cuota paritaria de género, 50, 50. Pero no es suficiente, hace mucho para revertir la culpa y la subordinación, el rincón del silencio y el patrón cultural al que hemos sido confinadas generalmente y que muchas no estamos destinadas a tener.
El ingreso de la mujer a la política aportó a la agenda local nuevas preocupaciones compartidas como la de la salud reproductiva, los derechos de los hijos dentro y fuera del matrimonio, la lucha contra la violencia de género, la lucha contra la violencia de poder y el abuso sexual contra la trata de personas y muchos temas más.
Queremos políticas de género transversales, presupuestos transversales con una visión de género, vamos a ver cuánto se asigna en el presupuesto en políticas de género, cuánto asignan nuestros compañeros diputados con el respaldo de los compañeros y compañeras senadoras, porque lo que no se refleje en el presupuesto es pura demagogia, compañeros y compañeras.
Vamos a ver si de verdad el tema de las mujeres es un tema de discurso o un tema de verdad, nuestro país es otro, nuestras prácticas políticas tienen que adecuarse a la realidad que vivimos, que este aniversario no sea solamente para festejar o para que podamos hablar y subir a hablar alguna de nosotras en esta tribuna, hablar de la disparidad o de lo que nos falta por hacer, que sea una disparidad para la reflexión de esta soberanía en la práctica cotidiana, en el ejercicio de la política, además en el ejercicio del trato hacia las mujeres, no solamente las senadoras. Yo decía un día, si las senadoras a veces, difícilmente podemos acceder a espacios, podemos acceder a un trato justo y equitativo, qué esperan las ciudadanas, las mujeres comunes, las mujeres olvidadas, las mujeres del rincón del silencio. No hay democracia con exclusión, no hay cambio social sin cambios individuales y culturales, al final de cuentas, el futuro de las mujeres que es el de la mayoría de la población es el futuro de nuestra nación, tenemos mucho por hacer, yo diría muy poco por festejar. Muchas gracias.
-EL C PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: Gracias, senadora.
Para referirse al mismo tema, tiene la palabra la senadora Ludivina Menchaca Castellanos, del Partido Verde Ecologista de México.
-LA C. SENADORA LUDIVINA MENCHACA CASTELLANOS: Gracias senador, Presidente.
Compañeras y compañeros:
Históricamente las mujeres hemos tenido que hacer frente a situaciones complejas derivadas de la discriminación que se vive al interior y al exterior de la familia, de la marca división sexual, del trabajo, de la lenta y tardía inserción en la vida laboral, política, cultural, económica, educativa y durante muchas décadas el rol de la mujer se limitó a las laborales familiares y domésticas que sin en cambio los cambios sociales y económicos nos impulsaron a salir del hogar y hoy muchas mujeres ejercen la jefatura de familia desempeñando una doble o una triple jornada, debido a que no hemos creado las condiciones necesarias para logra r un reparto equitativo al interior del hogar.
Muchas mujeres han dado una lucha constante para mejorar nuestras condiciones de vida, para abrir espacios y los ámbitos públicos y privados, y una de las luchas más largas fue para que se reconocieran nuestros derechos políticos.
Sabemos que dentro de las bases sociales de la Constitución del 17, la mujer continúo en el anonimato, en el anhelo de las mujeres para conquistar sus derechos políticos, se demostró en una gran lucha efectuada fundamentalmente en el periodo comprendido entre 1910 y 1953 que comprendió labores de ligas feministas, congresos estatales, nacionales, partidos localistas, clubes, etcétera.
Y fueron años de intensos esfuerzos que se consolidaron de manera paulatina en los diferentes estados de la República hasta que por fin, en 1947 se adicionó un artículo, el artículo 115 Constitucional para otorgar el voto municipal a la mujer y la posibilidad de ser votada, pero fue hasta 1953 cuando se reformó el artículo 34 constitucional que reconoce los derechos políticos de la mujer.
El reconocimiento del derecho al voto de la mujer siguió en 1974, una reforma a los artículos 4º, 5º, 30, y 123 de la Constitución para establecer que el varón y la mujer son iguales ante la ley.
La exposición de motivas de la iniciativa referida señaló lo siguiente, la elevación a norma constitución de la iniciativa presentada servirá de pauta para modificar leyes secundarias, federales y locales que incluyen para las mujeres modos sutiles de discriminación, congruente con todas las condiciones de desigualdad que éstas sufren en la vida familiar y colectiva.
Pero peso a ello, sabemos que la discriminación y violencia contra la mujer continúa, pues tienen que ver con patrones socioculturales de las conductas de mujeres y de hombres que es necesario modificar.
Y en las últimas décadas de la lucha para conquistar sociedades más justas, democráticas e igualitarias continúa, advertimos que se han dado paulatinamente cambios sociales, jurídicos y culturales que han permitido avanzar en algunas conquistas trascendentales de la población femenina en esta lucha por alcanzar la plena igualdad de nuestros derechos, prueba de ellos es la creación de la Comisión de Equidad y Género en el Instituto Nacional de las Mujeres, la Ley General para Igualdad entre los Hombres y Mujeres y la recién aprobada Ley General de acceso a las mujeres a una vida libre de violencia.
No obstante, no debemos perder de vista, que no hemos logrado alcanzar la igualdad entre los hombres y mujeres, entre los géneros, en el ámbito político no fue sino hasta 1992 cuando se aprobó una reforma en materia electoral para establecer cuotas de género y participación política, esta ley obliga a los partidos políticos, como aquí ya bien se dijo, a incluir un porcentaje mínimo del 30 por ciento de candidaturas a un mismo género.
Así, durante los últimos 10 años, pues la presencia femenina en el Poder Legislativo ha representado entre el 13 y 17 por ciento y las estadísticas en otros cargos públicos pues tampoco son alentadoras, permítanme recordarles que solamente hemos tenido ocho secretarias de estado, cinco gobernadoras y una jefa de gobierno.
En las agrupaciones sindicales la situación no cambia, no cambia demasiado, se observa que pese a la masiva incorporación de la mujer en los sindicatos, el sector productivo, la mujer . . .
(Sigue 24ª parte)
… en los sindicatos, el sector productivo la mujer sigue teniendo poca participación en los cargos directivos de los sindicatos, aunque tiene una amplia participación en la base.
Y esos ejemplos nos hacen recapacitar en los factores que inhiben la participación de la mujer en la política formal y que lamentablemente seguimos tropezando con los patrones socioculturales que la consideran inferior y la única depositaria de las labores familiares y domésticas.
Compañeros, las mujeres hemos dado muestra de eficacia, de capacidad y responsabilidad en los ámbitos privados y públicos.
Sin embargo, hemos tenido que trabajar el doble para ganar credibilidad y espacios en la vida pública. Y por ello, si hoy queremos hablar de equidad y género y plena vigencia de los derechos humanos debemos crear los mecanismos adecuados para lograrlo. Por ello aprovecho esta ocasión, como bien también aquí aprovechó nuestra compañero Judith, a exhortar a esta Legislatura para que se siga dando muestra de compromiso para alcanzar la equidad y género.
No deja de ser doloroso para la población femenina de este país que la participación de la mujer en la vida política y de la nación, y en otros ámbitos, debe estar anunciada textualmente en nuestra legislación, ya que de lo contrario pues no hay forma de que se respeten nuestros derechos al parecer en el entendido de la exclusión de las mujeres por consigna y su inclusión por excepción.
Al incremento de la participación de la mujer política va más allá de la entidad ciudadana, va más allá de su derecho de sufragio. Se hace necesario un cambio político institucional con una gran transformación cultural que abran nuevos horizontes de igualdad.
No basta con modificar leyes, debemos impulsar políticas públicas tendientes a modificar esos patrones socioculturales que existen en el espacio privado; se deben modificar las relaciones de poder al interior de los hogares que le impiden a la mujer desarrollarse plenamente.
Y es necesario también destacar que no se trata una razón del género de privilegiar a la mujer, se trata de proporcionar el equilibrio que refleje la composición de la sociedad, incluyendo la visión de la mujer en la toma de decisiones en la vida pública de nuestro país.
Porque sin la participación activa de la mujer y la incorporación del punto de vista a todos los niveles del proceso de adopción de decisiones, no se podrá lograr los objetivos de igualdad, de desarrollo, de paz, de democracia y vigencia plena de los derechos humanos.
Por su atención, muchas gracias. (Aplausos)

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