16 mar 2008

Hacia la reunión ministeria del la OEA

Comisión para vigilar cumplimiento de los acuerdos en la frontera colombo-ecuatoriana recomienda la OEA
Estas son las otras cinco recomendaciones que -según El Tiempo-, serán entregadas a los cancilleres de la región;
1.- Restablecimiento de las relaciones y de los mecanismos de consulta política existente.
2.- Fortalecimiento de mecanismos de cooperación y diálogo fronterizo así como el estudio de un eventual mecanismo de alerta temprana.
3.- Desarrollar programas de cooperación e integración fronteriza incluyendo proyectos en el área medio ambiental con e
l apoyo de organismos multilaterales como el BID, la CAF y El PNUD.
4.- Incentivar el diálogo entre la sociedad civil de ambos países.
5.- La intensificación de las relaciones entre entidades empresariales de ambos países con el propósito de desarrollar medidas para fortalecer el comercio bilateral y fronterizo.
El equipo de la OEA, encabezado por el Secretario General José Miguel Insulza, y los embajadores de Brasil, Panamá, Argentina, Ecuador, Perú y Bahamas, recoge la versión de los hechos presentada por las partes en conflicto sin hacer juicios o valoraciones.
Diplomacia en frágil equilibrio/Olga Pellicer
Tomado de la revista Proceso, 1637, 16/03/2008;
La intensidad del conflicto en la región andina, así como su rápida desactivación, permitirían pensar que se trató de un incidente entre países proclives a las manifestaciones teatrales que pueden, cuando así lo desean, cambiar el escenario y bajar el telón. Desafortunadamente, el problema en esa región es más serio; están presentes diversos factores que no aseguran allí tranquilidad ni estabilidad a largo plazo.
Los factores más perturbadores son la presencia de una lucha interna en Colombia que lleva varias décadas sin resolverse y se ha desbordado hacia los países fronterizos, el protagonismo y las provocaciones impredecibles del presidente venezolano, y las presiones de Estados Unidos, cuya influencia en Colombia y enemistad con el presidente venezolano son bien conocidas. Para México, todo ello coloca retos a su diplomacia en varias pistas, donde las respuestas pueden ser contradictorias entre sí y obligan, por lo tanto, a un frágil equilibrio.
En la primera pista se requiere encontrar un equilibrio entre el deseo de normalizar relaciones con Venezuela, lo que se ha logrado a juzgar por el gusto con que el presidente venezolano entona canciones mexicanas, y la necesidad de mantener la buena relación con el presidente de Colombia, amigo y personalidad cercana a la ideología y objetivos del presidente Calderón. A pesar de los gestos afectuosos de reconciliación entre Colombia y Venezuela, expresados durante la reunión del Grupo de Río en Santo Domingo, y no obstante la decisión venezolana de retirar los batallones que se habían movilizado hacia la frontera con Colombia, es evidente que las dificultades no han terminado. Por un lado, están pendientes las acusaciones sobre el financiamiento a las FARC por parte de Hugo Chávez y, por el otro, hay motivos para pensar que a este mandatario le conviene un conflicto externo para ganar puntos al enfrentar la difícil situación interna.
La segunda pista donde será necesario mantener el equilibrio es la próxima reunión de la OEA. La resolución aprobada allí el 5 de marzo fue en realidad un documento de transición hacia la convocatoria a la Reunión de Cancilleres que tendrá lugar el próximo día 17. Allí se presentarán los resultados de la Comisión encabezada por el secretario general, José Miguel Insulza, quien informará sobre su visita al lugar de los hechos y sus pláticas con altos mandatarios de Colombia y Ecuador.
El sentido común recomendaría que Insulza recoja los ánimos conciliadores expresados en Santo Domingo y que no profundice ya en acusaciones y contra-acusaciones. No es seguro que así sea. Colombia ha guardado la comentada información que se encontraba en computadoras pertenecientes a las FARC y que involucra seriamente a Hugo Chávez en el apoyo a esa organización. Está por verse si se quieren archivar tales acusaciones, lo que deberá tomar en cuenta la opinión de Estados Unidos (quien no es miembro del Grupo de Río pero sí de la OEA). De proseguir el espíritu de conciliación, México se sumará a las líneas de la OEA, como lo hizo ya en Santo Domingo. Pero, si las discusiones suben de tono y el texto final de la reunión es más controvertido, la búsqueda del equilibrio se hará más compleja.
La tercera pista tiene que ver con uno de los temas más espinosos de este conflicto, que es la posición a tomar frente a las FARC. Este grupo, cuyos orígenes se remontan varias décadas atrás, ha sufrido transformaciones importantes, pasando de un grupo guerrillero que podía identificarse con los ideales sandinistas o del FMLN a un grupo que obtiene financiamiento del narcotráfico y ha hecho un negocio de los secuestros.
Para unos, las FARC pertenecen a la categoría de terroristas, con todas las implicaciones jurídicas y políticas que esto conlleva; así lo piensan Estados Unidos, Colombia y la Unión Europea. Para otros, como Brasil, Argentina, Chile, México, las FARC no son terroristas, lo que no significa avalar su asociación con el narcotráfico o la práctica de los secuestros.
La presencia de cinco jóvenes mexicanos en el campamento de las FARC que fue bombardeado, de los que sólo hay una sobreviviente, ha dado lugar a comentarios diversos en los medios de comunicación nacionales e internacionales. Ahora bien, más allá de la polémica que suscite, el hecho alienta a Colombia y Washington a ejercer presión sobre México para una condena más enérgica de esa organización. En entrevista de prensa, el vicepresidente colombiano insistió en alertar a México sobre el peligro de las FARC, organización financiada por los narcotraficantes, cuyas redes se han infiltrado ampliamente en México “quién sabe con qué fines”.
Durante una visita a Washington, el procurador general (Eduardo Medina Mora), García Luna (Sic), se refirió a las FARC como “organización del narcotráfico”. Tal definición da un giro a las referencias a las FARC en comunicados oficiales anteriores, donde se refieren a ellas como “fuerzas irregulares”. No parece factible que México se sume a los países que tienen a las FARC en la lista de organizaciones terroristas, aunque las presiones para que lo haga seguramente se van a ejercer. En todo caso, su definición será significativa para las dos tendencias hacia donde se quiere llevar la lucha entre el gobierno de Colombia y las FARC: seguir debilitándolas militarmente, tendencia favorecida por el presidente Álvaro Uribe, o propiciar desde ya un diálogo que conduzca a la liberación de rehenes, favorecida por personalidades tan distintas como Hugo Chávez o el presidente Sarkozy. Cualquiera que sea la opción que se escoja, la terminación de esa lucha no está a la vista.

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