Marzo 12 de 2008
Así cayó 'Ríos'
En la muerte del miembro más joven del Secretariado de las Farc, lo mismo que en la de 'Raúl Reyes', fue clave la participación de un infiltrado.
A FINALES DE OCTUBRE PASADO, un hombre de aproximadamente 35 años, más bien bajo de estatura y mal vestido, se presentó en la sede del Programa de Desmovilización del Ministerio del Interior en Bogotá, y anunció que había abandonado el frente 47 de las Farc en el que había militado durante casi ocho años. Inicialmente, los funcionarios que lo atendieron creyeron que sería uno más de los 8,544 que han desertado de las Farc desde 2002, pero con el paso de los días se dieron cuenta de que tenía información valiosa para las Fuerzas Armadas.
El guerrillero fue dejado a disposición de Inteligencia del Ejército, que verificaron la información suministrada por el hombre y llegaron a la conclusión de que los podía conducir al campamento de Nelly Ávila Moreno, Karina, la temida comandante del frente 47 de las Farc o al refugio de Iván Ríos, miembro del Secretariado.
El guerrillero dijo que en la retaguardia de Karina estaba un amigo suyo, conocido con el alias de Rojas, y aseguró que podría convencerlo de que la entregara a cambio de la recompensa de 2,000 millones de pesos que por ella ofrecía el Gobierno. Convencidos de la autenticidad de la información, los militares autorizaron el regreso del desertor al frente 47 para que entrara en contacto con Rojas y se trasladaron a Medellín a la sede de Inteligencia Militar Estratégica Rime 6, en la VII División del Ejército, e iniciaron un cuidadoso y sofisticado proceso de investigación e infiltración que cinco meses después culminaría con la muerte de Iván Ríos, el miembro más joven del Secretariado de las Farc.
La infiltración
Ya en Medellín, los militares de Inteligencia pasaron varios días sin tener noticias del hombre y creyeron que la operación había fracasado. Pero a comienzos de noviembre, éste volvió a comunicarse para decirles que ya había conversado con Rojas -lo identificó como Pablo Montoya- y que lo tenía prácticamente convencido de dar la localización del campamento de Karina, con lo cual podría cobrar la recompensa. Además aseguró que Rojas era muy cercano a la escurridiza jefe guerrillera y que no tendría problemas para escapar de una eventual operación militar. Pero las cosas se complicaron porque el Ejército aumentó la presión sobre la zona controlada por Karina, quien entonces decidió enviar a Rojas cerca de Salamina y Aguadas, donde lo esperaba Iván Ríos para integrarlo a su guardia personal.
Cambio de planes
A finales de enero de 2007, Rojas buscó al informante, le advirtió sobre su traslado y mostró intenciones de cambiar de planes y entregar a Ríos que, según él, ya le tenía cierta confianza. Y le sugirió que informara de esto a los militares de Inteligencia que esperaban noticias suyas. A partir de entonces, el hombre empezó a comunicarse cada ocho días con los de Inteligencia para mantenerlos al tanto del plan de Rojas con quien tenía comunicación permanente. Pero la presencia y el acoso del Ejército en la zona donde operaba Ríos, lo obligaban a moverse constantemente e impedía que Rojas se reportara. La operación estuvo a punto de fracasar.
Sin embargo, tras varios encuentros con el desertor para analizar los problemas de Rojas, los militares optaron por una vieja pero poco usada estrategia: el asesinato del "objetivo" y la obtención de pruebas para confirmarlo. En un nuevo encuentro con el desertor, Rojas estuvo de acuerdo y se comprometió a buscar el momento propicio para matar a su jefe. Mientras tanto, los oficiales de Inteligencia empezaron a tener dudas sobre si el guerrillero tendría la suficiente sangre fría para ultimar a Ríos, recoger pruebas y salir con vida del campamento.
Las dudas quedaron disipadas al mediodía del viernes 7 de marzo. Rojas se presentó en la sede del Batallón Ayacucho en Manizales en compañía de su novia Angélica Ocampo, donde reveló que había cumplido su misión y que además había asesinado a la compañera de Ríos. Acto seguido entregó la mano derecha que le había cercenado al jefe guerrillero, los documentos de identificación y su fusil. El resto es historia. Rojas fue presentado como héroe y las Farc perdieron otro miembro del Secretariado en menos de una semana.
"Esta es una operación típica de penetración en la que quien ejecuta el golpe cumple una tarea más efectiva que meter 1,000 hombres a una zona de combate sin saber si van a triunfar o no", le dijo a CAMBIO un oficial de Inteligencia Militar que participó de cerca en la operación contra Ríos.
Conocida la macabra historia de Rojas se abrió un nuevo capítulo: el de la recompensa. El debate sobre la legalidad de entregársela a un hombre que asesinó a su compañero de armas para obtenerla, enfrentó a prestigiosos juristas.
OTRO CASO PARECIDO
Un episodio similar al que desencadenó la muerte de Iván Ríos a manos de uno de sus hombres más cercanos ocurrió a finales de 2005.
El 1˚ de agosto de 2005, una columna del frente 59 de las Farc al mando de Higuen Martínez Arias, El Indio, emboscó una patrulla de la Policía cerca de Valledupar, Cesar, y dio muerte a 15 agentes.
En respuesta, la Policía integró un equipo especial de investigadores para localizar al responsable y le puso precio a su cabeza: 800 millones de pesos.
Tres semanas más tarde los agentes encubiertos lograron contactar a uno de los hombres de confianza de El Indio y después de hablar con él durante varios días lo convencieron de colaborar en el desarrollo de una operación para detenerlo.
Luego de pensarlo por una semana, el guerrillero se reportó y dijo que estaba dispuesto a ayudar, pero se mostró pesimista porque no podía salir del campamento para dar la localización del subversivo y por lo tanto la Fuerza Pública no podía entrar a la selva a buscarlo.
Los policías sugirieron entonces la única opción posible en ese momento: que el guerrillero eliminara a El Indio y sacara pruebas suficientes para certificar su muerte. Aunque la operación resultaba muy riesgosa, el infiltrado se las arregló y a finales de diciembre de ese año asesinó a El Indio, le cercenó la mano derecha, tomó su fusil y sus documentos y logró escapar.
De acuerdo con monitoreos radiales de la época, el Secretariado de las Farc lamentó la muerte de El Indio y dispuso su sepultura en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. El cuerpo nunca fue hallado.
RECOMPENSA: ¿SÍ O NO?
NO Ramiro Bejarano Guzmán, Abogado y columnista.
- El Derecho es coherente y de sentido común. Una misma conducta no puede ser objeto de la sanción de un juez y, a la vez, merecer el premio de aquellos que pagan recompensas.
- La recompensa es un instrumento para fomentar y premiar la entrega de información que conduzca a la captura de un delincuente, no a su asesinato.
- No hay elementos jurídicos para concluir que el Gobierno puede pagarle la recompensa a Rojas.
- La recompensa no puede ser licencia para quienes creen que colaboran con el Estado matando a otros. El Estado no puede patrocinar el delito.
- La colaboración con el Estado no puede darse dentro de cauces ilegítimos. Significaría autorizar de manera extendida la pena de muerte, proscrita en la Constitución.
- Resulta una antinomia pagar recompensa y al mismo tiempo enjuiciar al beneficiario. Un acto ilegal para el Código Penal debe ser igualmente ilegítimo para los fines de pagar una recompensa.
- Un juez no podrá aplicar en ningún caso el principio de oportunidad a la persona que mató a otra y que dice que merece un beneficio precisamente por haber cometido un delito.
- El insólito argumento del Fiscal de que en las Farc la "vida no vale nada", no es una causal prevista para aplicar el principio de oportunidad.
- En ningún país del mundo tendría recibo la doctrina de que quien mata gana recompensa. El sistema de la seguridad democrática no puede estar montado sobre crímenes.
SÍ Jaime Bernal Cuéllar, Penalista Y Ex Procurador General.
- En épocas de anormalidad no puede hacerse una aplicación tradicional del Derecho. Deben valorarse las circunstancias de la colaboración con la Justicia y con las Fuerzas Armadas, en especial cuando hay confrontación bélica.
- La delación es un concepto que regula conductas que permiten la aprehensión de una persona sin condiciones de ninguna naturaleza.
- No se previó que el pago se cumpla solo si la colaboración con la Justicia no constituye delito. Quedó abierta la posibilidad de hacerlo aunque se cometan conductas reprochables, si cumple con la finalidad asignada legalmente.
- Los delatores ordinariamente pertenecen a la delincuencia organizada. Resulta exótico desconocerlo, compararlos con personas al margen del delito, y exigirles que cumplan su propósito dentro de reglas legales, éticas o morales.
- El ofrecimiento de recompensa no puede entenderse como una forma de instigación a delinquir.
- El reconocimiento de la recompensa por ningún motivo excluye la posible responsabilidad penal de la persona que colaboró delatando, si el medio utilizado por sí solo constituye infracción a la normatividad penal.
- La recompensa es distinta de la responsabilidad penal atribuible por emplear un mecanismo de delación ilegítimo, salvo que concurra causal de exclusión de responsabilidad o permita la aplicación del principio de oportunidad.
Así cayó 'Ríos'
En la muerte del miembro más joven del Secretariado de las Farc, lo mismo que en la de 'Raúl Reyes', fue clave la participación de un infiltrado.
A FINALES DE OCTUBRE PASADO, un hombre de aproximadamente 35 años, más bien bajo de estatura y mal vestido, se presentó en la sede del Programa de Desmovilización del Ministerio del Interior en Bogotá, y anunció que había abandonado el frente 47 de las Farc en el que había militado durante casi ocho años. Inicialmente, los funcionarios que lo atendieron creyeron que sería uno más de los 8,544 que han desertado de las Farc desde 2002, pero con el paso de los días se dieron cuenta de que tenía información valiosa para las Fuerzas Armadas.
El guerrillero fue dejado a disposición de Inteligencia del Ejército, que verificaron la información suministrada por el hombre y llegaron a la conclusión de que los podía conducir al campamento de Nelly Ávila Moreno, Karina, la temida comandante del frente 47 de las Farc o al refugio de Iván Ríos, miembro del Secretariado.
El guerrillero dijo que en la retaguardia de Karina estaba un amigo suyo, conocido con el alias de Rojas, y aseguró que podría convencerlo de que la entregara a cambio de la recompensa de 2,000 millones de pesos que por ella ofrecía el Gobierno. Convencidos de la autenticidad de la información, los militares autorizaron el regreso del desertor al frente 47 para que entrara en contacto con Rojas y se trasladaron a Medellín a la sede de Inteligencia Militar Estratégica Rime 6, en la VII División del Ejército, e iniciaron un cuidadoso y sofisticado proceso de investigación e infiltración que cinco meses después culminaría con la muerte de Iván Ríos, el miembro más joven del Secretariado de las Farc.
La infiltración
Ya en Medellín, los militares de Inteligencia pasaron varios días sin tener noticias del hombre y creyeron que la operación había fracasado. Pero a comienzos de noviembre, éste volvió a comunicarse para decirles que ya había conversado con Rojas -lo identificó como Pablo Montoya- y que lo tenía prácticamente convencido de dar la localización del campamento de Karina, con lo cual podría cobrar la recompensa. Además aseguró que Rojas era muy cercano a la escurridiza jefe guerrillera y que no tendría problemas para escapar de una eventual operación militar. Pero las cosas se complicaron porque el Ejército aumentó la presión sobre la zona controlada por Karina, quien entonces decidió enviar a Rojas cerca de Salamina y Aguadas, donde lo esperaba Iván Ríos para integrarlo a su guardia personal.
Cambio de planes
A finales de enero de 2007, Rojas buscó al informante, le advirtió sobre su traslado y mostró intenciones de cambiar de planes y entregar a Ríos que, según él, ya le tenía cierta confianza. Y le sugirió que informara de esto a los militares de Inteligencia que esperaban noticias suyas. A partir de entonces, el hombre empezó a comunicarse cada ocho días con los de Inteligencia para mantenerlos al tanto del plan de Rojas con quien tenía comunicación permanente. Pero la presencia y el acoso del Ejército en la zona donde operaba Ríos, lo obligaban a moverse constantemente e impedía que Rojas se reportara. La operación estuvo a punto de fracasar.
Sin embargo, tras varios encuentros con el desertor para analizar los problemas de Rojas, los militares optaron por una vieja pero poco usada estrategia: el asesinato del "objetivo" y la obtención de pruebas para confirmarlo. En un nuevo encuentro con el desertor, Rojas estuvo de acuerdo y se comprometió a buscar el momento propicio para matar a su jefe. Mientras tanto, los oficiales de Inteligencia empezaron a tener dudas sobre si el guerrillero tendría la suficiente sangre fría para ultimar a Ríos, recoger pruebas y salir con vida del campamento.
Las dudas quedaron disipadas al mediodía del viernes 7 de marzo. Rojas se presentó en la sede del Batallón Ayacucho en Manizales en compañía de su novia Angélica Ocampo, donde reveló que había cumplido su misión y que además había asesinado a la compañera de Ríos. Acto seguido entregó la mano derecha que le había cercenado al jefe guerrillero, los documentos de identificación y su fusil. El resto es historia. Rojas fue presentado como héroe y las Farc perdieron otro miembro del Secretariado en menos de una semana.
"Esta es una operación típica de penetración en la que quien ejecuta el golpe cumple una tarea más efectiva que meter 1,000 hombres a una zona de combate sin saber si van a triunfar o no", le dijo a CAMBIO un oficial de Inteligencia Militar que participó de cerca en la operación contra Ríos.
Conocida la macabra historia de Rojas se abrió un nuevo capítulo: el de la recompensa. El debate sobre la legalidad de entregársela a un hombre que asesinó a su compañero de armas para obtenerla, enfrentó a prestigiosos juristas.
OTRO CASO PARECIDO
Un episodio similar al que desencadenó la muerte de Iván Ríos a manos de uno de sus hombres más cercanos ocurrió a finales de 2005.
El 1˚ de agosto de 2005, una columna del frente 59 de las Farc al mando de Higuen Martínez Arias, El Indio, emboscó una patrulla de la Policía cerca de Valledupar, Cesar, y dio muerte a 15 agentes.
En respuesta, la Policía integró un equipo especial de investigadores para localizar al responsable y le puso precio a su cabeza: 800 millones de pesos.
Tres semanas más tarde los agentes encubiertos lograron contactar a uno de los hombres de confianza de El Indio y después de hablar con él durante varios días lo convencieron de colaborar en el desarrollo de una operación para detenerlo.
Luego de pensarlo por una semana, el guerrillero se reportó y dijo que estaba dispuesto a ayudar, pero se mostró pesimista porque no podía salir del campamento para dar la localización del subversivo y por lo tanto la Fuerza Pública no podía entrar a la selva a buscarlo.
Los policías sugirieron entonces la única opción posible en ese momento: que el guerrillero eliminara a El Indio y sacara pruebas suficientes para certificar su muerte. Aunque la operación resultaba muy riesgosa, el infiltrado se las arregló y a finales de diciembre de ese año asesinó a El Indio, le cercenó la mano derecha, tomó su fusil y sus documentos y logró escapar.
De acuerdo con monitoreos radiales de la época, el Secretariado de las Farc lamentó la muerte de El Indio y dispuso su sepultura en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. El cuerpo nunca fue hallado.
RECOMPENSA: ¿SÍ O NO?
NO Ramiro Bejarano Guzmán, Abogado y columnista.
- El Derecho es coherente y de sentido común. Una misma conducta no puede ser objeto de la sanción de un juez y, a la vez, merecer el premio de aquellos que pagan recompensas.
- La recompensa es un instrumento para fomentar y premiar la entrega de información que conduzca a la captura de un delincuente, no a su asesinato.
- No hay elementos jurídicos para concluir que el Gobierno puede pagarle la recompensa a Rojas.
- La recompensa no puede ser licencia para quienes creen que colaboran con el Estado matando a otros. El Estado no puede patrocinar el delito.
- La colaboración con el Estado no puede darse dentro de cauces ilegítimos. Significaría autorizar de manera extendida la pena de muerte, proscrita en la Constitución.
- Resulta una antinomia pagar recompensa y al mismo tiempo enjuiciar al beneficiario. Un acto ilegal para el Código Penal debe ser igualmente ilegítimo para los fines de pagar una recompensa.
- Un juez no podrá aplicar en ningún caso el principio de oportunidad a la persona que mató a otra y que dice que merece un beneficio precisamente por haber cometido un delito.
- El insólito argumento del Fiscal de que en las Farc la "vida no vale nada", no es una causal prevista para aplicar el principio de oportunidad.
- En ningún país del mundo tendría recibo la doctrina de que quien mata gana recompensa. El sistema de la seguridad democrática no puede estar montado sobre crímenes.
SÍ Jaime Bernal Cuéllar, Penalista Y Ex Procurador General.
- En épocas de anormalidad no puede hacerse una aplicación tradicional del Derecho. Deben valorarse las circunstancias de la colaboración con la Justicia y con las Fuerzas Armadas, en especial cuando hay confrontación bélica.
- La delación es un concepto que regula conductas que permiten la aprehensión de una persona sin condiciones de ninguna naturaleza.
- No se previó que el pago se cumpla solo si la colaboración con la Justicia no constituye delito. Quedó abierta la posibilidad de hacerlo aunque se cometan conductas reprochables, si cumple con la finalidad asignada legalmente.
- Los delatores ordinariamente pertenecen a la delincuencia organizada. Resulta exótico desconocerlo, compararlos con personas al margen del delito, y exigirles que cumplan su propósito dentro de reglas legales, éticas o morales.
- El ofrecimiento de recompensa no puede entenderse como una forma de instigación a delinquir.
- El reconocimiento de la recompensa por ningún motivo excluye la posible responsabilidad penal de la persona que colaboró delatando, si el medio utilizado por sí solo constituye infracción a la normatividad penal.
- La recompensa es distinta de la responsabilidad penal atribuible por emplear un mecanismo de delación ilegítimo, salvo que concurra causal de exclusión de responsabilidad o permita la aplicación del principio de oportunidad.
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