17 abr 2008

La política tiene que abandonar la hipocresía: Uribe

“Derramar sangre ya nos cansó” Álvaro Uribe, Presidente de Colombia/entrevista
Pascal Beltrán Del Río
, director de Excelsior
Excelsior, 17/04/2008;
CANCÚN. “Pero, ¿qué pasa aquí?”, pregunta un sorprendido Óscar Arias cuando se asoma de la habitación del hotel Hilton destinada a las reuniones bilaterales del presidente costarricense, uno de los siete mandatarios invitados a la reunión latinoamericana del Foro Económico Mundial.
Frente al cuarto contiguo, el barullo crece. Es probable que las voces se cuelen a la junta que sostiene, puerta dentro, el Nobel de la Paz. Quizá por eso saca la cabeza por el quicio, visiblemente intrigado.
“¿Quién está ahí dentro?”, repone Arias, apuntando con el dedo a la siguiente puerta. Parece no dar crédito al relajo en el estrecho pasillo, donde luchan por el espacio un botones con su carrito de room service y varios reporteros y camarógrafos de televisión.
—Uribe, señor presidente le responde un espontáneo.
—Ahhhh, Uribe… suelta Arias, poniendo cara de con razón.
Álvaro Uribe es el personaje de este Davos regional que reúne a jefes de gobierno, empresarios y personalidades. Cuando pasa por el vestíbulo del hotel, parece que ocurre una manifestación.
Al presidente de Colombia todo mundo lo quiere ver. Reporteros de CNN y The Washington Post hicieron el viaje desde sus respectivas sedes en Estados Unidos para entrevistarlo. Su vocero, César Mauricio Velásquez, quiere que el mandatario atienda todas las peticiones de los medios, pero sabe que el tiempo es corto.
Uribe me recibe apenas termina una de sus muchas reuniones bilaterales del día. Ha dormido pocas horas, pero no lo abandona su característica postura erguida y su aire desafiante de siempre.
Parece que el mentón del mandatario jamás hace un ángulo agudo. Sus puños se abren sólo para saludar con extrema cortesía, por cierto o remarcar alguna opinión. Viste una impecable guayabera azul con mancuernillas doradas. Los mocasines le dan un aire juvenil. De por sí, este antioqueño nacido en 1952 aparenta menos años de los que tiene. Y los lentes discretos que completan el cuadro lo hacen ver como aquellos profesores que no se tientan el corazón para reprobar a todo el grupo.
Si su pose es actuada, entonces es actor de tiempo completo: Uribe ni siquiera cambia su voz tronante cuando Francisco Javier Álvarez, camarógrafo de Cadena Tres, le pide permiso para colocarle un micrófono inalámbrico. “¿Usted me va a alambrar?”, dice con un volumen apropiado para retar a duelo. Pero inmediatamente agrega: “Alámbreme, querido amigo”.
Y es que el hombre que ordenó hace mes y medio el bombardeo de un campamento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en suelo ecuatoriano sabe la diferencia entre tono y volumen.
Uribe tiene prisa. Y no tanto por su agenda saturada, que no dejan de recordarle sus asesores. Ha esperado pacientemente a que el iluminador de la televisión instale sus luces, y a que las cámaras estén listas. Desde que me invita a sentarme para comenzar la conversación, se ve que ansía entrar en materia. Quiere decir su verdad. Ha venido a Cancún, como dice él, a dar la cara. Hará lo que le toca para que no germinen las palabras que dejó sembradas su homólogo ecuatoriano, Rafael Correa, quien estuvo en México apenas cuatro días antes que él.
“La política tiene que abandonar la hipocresía”, dirá en la entrevista, cuando le pregunte por Correa. Hablará de él, pero nunca mencionará al presidente de Ecuador por su nombre.
Comienzo con el contexto. Su visita, le recuerdo, ocurre en un ambiente de crispación entre varias naciones latinoamericanas, ocasionado por su decisión de matar al líder real de las FARC, Raúl Reyes, mediante un bombardeo sobre territorio de Ecuador. Una muerte que, como demostró Excelsior con la publicación de una fotografía, sucedió cuando Reyes pisó una mina que las propias FARC habían plantado.
Le pregunto si en vista de todo lo ocurrido, valió la pena atacar el campamento de las FARC, donde había cinco mexicanos, cuatro de los cuales murieron en el ataque.
“Quiero decirle que lo que ha pasado es para bien, porque el grupo terrorista de las FARC no podía seguir engañando a América Latina ni buscando violar territorios de otros países, para, desde ahí, asesinar a los colombianos, ponerle a las mujeres y a los niños de Colombia minas antipersonas que los han mutilado”, responde Uribe.
Continúa: “Yo creo que es momento para una reflexión en América Latina: comparar dos épocas históricas. Aquí hubo dictaduras, que en el concepto de muchos justificaron insurgencias. Ahora hay democracias, y en Colombia siempre la ha habido. Y profunda, y pluralista.
“Cuando hay grupos violentos como las FARC, máxime con asesinatos de mujeres y niños, poniendo carrobombas, además financiándose con el narcotráfico y atentando contra una democracia como la colombiana, esos grupos simplemente son terroristas. Defender a la democracia contra el terrorismo siempre vale la pena.”
—Presidente, en México el apoyo político a las FARC ocurre a la luz del día. ¿Le parece que falta información?
—Yo confío en que el pueblo mexicano está superando cualquier engaño de las FARC. Creo que el pueblo mexicano empieza a darse cuenta, primero, que en Colombia hay una gran democracia, que no puede justificar ningún grupo violento; segundo, que las FARC son el principal grupo proveedor de narcóticos del mundo. El presidente Calderón está dando una valerosa batalla contra el narcotráfico, con el apoyo del pueblo mexicano, y las FARC son enemigas del pueblo mexicano, como son enemigas del pueblo colombiano.
“Yo confío en que el pueblo mexicano ya sepa que las FARC son las que ponen los carrobombas, que mutilan niños y señoras, que matan a mujeres embarazadas, que tienen secuestrada a Ingrid Betancourt, que torturan a los secuestrados, que en los últimos diez años no han devuelto a 750 personas de todas las que han secuestrado. Eso es un grupo terrorista. No son unos guerrilleros con ideales, no son unos muchachos en armas que quieren transformar el mundo. Son unos terroristas atraídos por el poder del dinero, por la sangre y por la corrupción.”
Dice el comunicado de la Presidencia de México, emitido después de su encuentro con Felipe Calderón, que aún hay que aclarar los hechos del bombardeo del 1 de marzo. ¿Está usted de acuerdo?
—Primero, yo quiero decir que he encontrado al presidente Calderón, tanto personalmente como por teléfono, en una actitud de mucha preocupación y de dolor por la muerte de los muchachos mexicanos. También ha querido contribuir, se vio en el foro de República Dominicana, a que se normalicen las relaciones entre Colombia y Ecuador.
“Quiero reconocer eso. Yo le he dicho al presidente Calderón que nosotros ayudamos en cualquier investigación, pero también debo decir lo siguiente: lamento la muerte de los jóvenes. Ninguna muerte es buena. Me han preguntado si incluso la de Raúl Reyes. Pues ésa también es lamentable. Soy demócrata y cristiano. No participo de ninguna muerte distinta a la que sea por voluntad de Dios.
“¿Qué es lo que hemos tenido que hacer por defender la seguridad, que es un valor superior de un pueblo, en este caso, del pueblo colombiano? La seguridad no es de derecha ni de izquierda, sino un valor de la democracia. Por la seguridad que todos necesitamos, nosotros tuvimos que bombardear en la selva ecuatoriana un campamento de las FARC. Tuvimos el cuidado de que allí no hubiera campesinos, comunidades urbanas. Ahí había, simplemente, un campamento terrorista.
“Y estaban estos jóvenes mexicanos, cuya muerte deploramos. ¿Pero qué estaban haciendo? No eran rehenes de las FARC, no estaban en una misión humanitaria autorizada. Los videos que dieron a conocer las propias autoridades ecuatorianas muestran que estaban en unas relaciones de familiaridad con las FARC que prueban complicidad, que prueban integración a ese grupo terrorista.
“Me decía el presidente Calderón que él lo deploraba además porque eran estudiantes de la UNAM, institución respetabilísima. Yo soy hijo de una universidad pública, de una universidad estatal de mi provincia, pero también quiero hacer llegar este mensaje: los estudiantes son la esperanza de todas las sociedades, son los que agregan valor científico, crítica social. Nadie puede pedir a los estudiantes que renuncien a la crítica, todavía más en sociedades con pobreza, con inequidad. Nosotros reconocemos el valor de los estudiantes y reconocemos la libertad de cátedra. La libertad ayuda a construir ciencia. Pero los estudiantes no pueden pasar del ejercicio de esas prerrogativas y de esos deberes, a la violencia.
“En este caso, se fueron a un grupo terrorista. Y cuando el estudiante abandona sus deberes e incursiona en el terrorismo, le mata la esperanza a la sociedad. Y en lugar de crearle las posibilidades de bienestar, le crea las posibilidades del asesinato, de drogas ilícitas, de terrorismo. Por eso mi llamado a todos los jóvenes para que hagan ciencia y defiendan la libertad de pensamiento, pero no se dejen seducir por la violencia”.
—Con Ecuador las cosas no se arreglaron con el abrazo de usted y el presidente Correa. ¿Qué hace falta para componerlas?
—Mire, es muy sencillo. Colombia ha sufrido este problema durante 50 años. Yo creo que se ha cometido el error de pensar que el problema es que Colombia hubiera entrado al territorio de otro país, cuando que el que violó ese territorio fue el grupo terrorista de las FARC. Es una reflexión que tiene que hacer este continente. Las FARC invadieron el territorio (ecuatoriano) y cometieron muchos delitos; ahí y desde ahí plantaban minas antipersonas en el territorio colombiano y, como sucedió a finales de febrero, las accionaban desde territorio ecuatoriano y mataron a miembros de las fuerzas armadas colombianas y a personal colombiano que participaba en la erradicación normal de la droga, que habíamos aceptado Colombia y Ecuador.
“Ahora, ¿Colombia qué va a hacer? Queremos cumplir lo acordado en la OEA, que es que los países no alberguen estos grupos terroristas. Colombia no ha sido un país belicista. ¿Cuál es el problema? Que durante 50 años hemos tenido que soportar este problema. Que durante 50 años 50% de las familias colombianas han sufrido el terrorismo en sus diferentes manifestaciones: masacres, carrobombas, minas antipersonas.
“Mi país, que ha progresado mucho, hemos pasado de tres mil a 250 secuestros al año; de 35 mil a 16 mil asesinatos al año… No estamos conformes, pero vamos en una tendencia de mejoramiento. Lo que le pedimos a nuestros vecinos es: ‘Por favor, no le crean a las FARC, no dejen que las FARC se alberguen en su territorio’. Somos una democracia y sólo pedimos esa solidaridad a nuestros vecinos, porque el pueblo colombiano ha derramado mucha sangre. El terrorismo no respeta fronteras. Ellos han secuestrado y asesinado en Venezuela y Ecuador.”
En la víspera de la entrevista, Lucía Morett, la estudiante mexicana sobreviviente del bombardeo, declaró a la televisión ecuatoriana que el gobierno de Colombia quería silenciarla porque había presenciado el asesinato de heridos en la incursión del 1 de marzo y que ella misma había sido víctima de hostigamiento sexual por parte de soldados colombianos.
—¿Qué le diría usted a ella?
—Colombia nunca ha silenciado. Si usted revisa a los medios de comunicación colombianos, verá que Colombia es un país de libertades. Incluso, este país que valora la seguridad también valora las libertades democráticas. Muchos de mis críticos antes vivían en el extranjero y ahora viven en Colombia rodeados de libertades.
“Esta señora (Lucía Morett) tiene que tener en cualquier país las garantías del debido proceso. Nosotros sí creemos que se le debe juzgar su conducta, por estar en un campamento terrorista y esas relaciones de familiaridad con los terroristas, pero por supuesto con el debido proceso.”
—Ya ha vencido el plazo de 48 horas que dieron las autoridades ecuatorianas a su gobierno para probar que el presidente Correa desautorizó a sus fuerzas armadas de perseguir a las FARC. A usted, evidentemente, no le preocupó ese ultimátum…
El gesto de Uribe se endurece.
“Yo no voy a aprovechar el territorio de México, la hospitalidad de México para referirme a esos temas. La política tiene que abandonar la hipocresía. Esos temas no son para abordarlos a distancia ni para usar a terceros países. Esos temas se tratan frente a frente. Lo que queremos es que otro plazo, los 50 años que Colombia ha padecido el terrorismo, finalmente termine.”
Europa fue una de las bandas que tocó el conflicto desatado con el bombardeo en Sucumbíos, Ecuador. En la edición más reciente de la revista alemana Der Spiegel, Fabrice Delloye, ex esposo de Ingrid Betancourt y padre de sus hijos, declaró que la muerte de Reyes “dificultó enormemente el diálogo” para liberar a la ex candidata presidencial colombiana. Y reprochó a Uribe no creer realmente en los beneficios de concluir ese secuestro.
Durante varios días, un avión hospital enviado por el presidente francés Nicolas Sarkozy se quedó en una pista, esperando el momento de llevar auxilio a la política francocolombiana, cuya imagen demacrada había dado la vuelta al mundo. Las FARC dijeron que nunca se enteraron de la petición francesa y que, a falta de Reyes, no hay quien pueda negociar la situación de Betancourt. Ahora, en unos días, Uribe recibirá en Colombia al canciller francés, Bernard Kouchner, para retomar el tema.
—¿Usted está haciendo todo lo posible por liberar a Ingrid Betancourt?
—Todo lo posible. Hemos liberado a 122 integrantes de las FARC, entre ellos un terrorista bien importante, Rodrigo Granda, a pedido del presidente Sarkozy. Permitimos las liberaciones unilaterales, que se hicieron en consideración al gobierno de Venezuela.
“Todo lo posible hemos hecho. Pero también estamos en la acción militar de localización humanitaria. Colombia tiene en selva 578 mil kilómetros cuadrados, y solamente en selva amazónica, 460 mil kilómetros cuadrados, pero nuestras fuerzas armadas, que han mejorado tanto la seguridad de Colombia y con gran respeto a los derechos humanos, están haciendo todo el esfuerzo por localizar a los secuestrados. Una vez que los tengamos localizados, la idea es rodear el sitio, y llamar a los organismos humanitarios nacionales e internacionales a que entren a hacer la liberación humanitaria.
—¿La muerte de Raúl Reyes no dificulta la liberación de Betancourt, como sugiere su ex esposo?
—La verdad es que cuando el terrorismo no rectifica, el deber del Estado es combatirlo. Le voy a contar esto: mi predecesor, el presidente Pastrana, de muy buena fe, le entregó la zona de despeje de 42 mil kilómetros cuadrados a las FARC, es una zona del tamaño de Suiza, del doble del tamaño de El Salvador. Y las FARC demostraron que lo que querían era abusar de la buena fe del presidente Pastrana; no hacer la paz, sino avanzar hacia la imposición en Colombia de un régimen terrorista y dictatorial del narcotráfico, la toma violenta del poder. Raúl Reyes fue patrocinador de esa tesis. Pudo hacer la paz y no la dejó hacer.
“Hoy tenemos una determinación: Colombia se cansó de derramar sangre durante 50 años. No puede ser que Colombia derrame sangre, y en la comunidad internacional se legitime a las FARC. Que nosotros tengamos una democracia, y en la comunidad internacional se piense que las FARC son unos idealistas. A las FARC hay que presentarlos y recibirlos en la comunidad internacional como lo que son: unos terroristas sanguinarios como los que más. Entonces, eso es lo que ha ocurrido en Colombia: una rebelión contra un sufrimiento de nuestro pueblo durante 50 años, que lo han causado Raúl Reyes y compañía.
“La determinación de Colombia es derrotar a los terroristas. En Colombia, desde que hace cinco años y medio llegó este gobierno, se acabó el paraíso de los terroristas. No hemos ganado, pero estamos ganando y tenemos toda la determinación. Y en la historia no hay un solo caso en el cual el terrorismo le haya ganado a un Estado democrático y de buena fe.”

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