Columna Intinerario Polítco/ Ricardo Alemán
Publicado en El Universal, 20 de julio de 2008;
PRD: guerra sucia
Han pasado cuatro meses de la elección del nuevo presidente del PRD —escandalosa no sólo por las marrullerías que mostraron las partes, sino por su poca seriedad—, y sin ganador oficial, intramuros del partido amarillo la guerra sigue a todo lo que da
A 4 meses del “cochinero”, sigue la pelea
En juego el 2012, intramuros del partido
Han pasado cuatro meses de la elección del nuevo presidente del PRD —escandalosa no sólo por las marrullerías que mostraron las partes, sino por su poca seriedad—, y sin ganador oficial, intramuros del partido amarillo la guerra sigue a todo lo que da.
“No voy a negociar nada”, denunció el líder de uno de los grupos más importante en pugna, Jesús Ortega, jefe del poderoso sector conocido como Los Chuchos, quien dejó ver que la guerra por el control del partido sigue vigente, y que para 2009 quien resulte ganancioso de la contienda de hoy mantendrá el control no sólo de San Lázaro, sino del partido a nivel nacional; es decir, de los candidatos a gobiernos municipales, a congresos y, por supuesto, a gobiernos estatales.
Todos saben que el 16 de marzo los perredistas acudieron a las urnas para elegir a su nuevo dirigente nacional. Que esa elección resultó un “cochinero” y que la pelea por el control del partido se la disputaron Los Chuchos, por un lado, y Andrés Manuel López Obrador, por el otro. Todos saben que el “cochinero” provocó el interinato del más poderoso de los grupos, Los Chuchos, cuyo cuadro más aventajado —no sólo por el placeo mediático al que fue sometido—, Guadalupe Acosta Naranjo, se quedó con el control del partido. Pero también todos saben que esa pelea no tiene para cuándo resolverse.
Por eso, porque es mucho lo que está en juego —además de millones de pesos en prerrogativas—, el partido amarillo vive una suerte de botín político y económico entre los dos grupos en pugna. Pero por extraño que parezca —a pesar de los intelectuales orgánicos que justifican todo, siempre y cuando sea a favor de AMLO—, eso que conocemos como la izquierda mexicana no pelea por cuestiones ideológicas ni por los principios del partido, y menos por mantener vigente su doctrina. No, la pelea es más elemental: es por dinero y poder.
LÍDERES EN PUGNA
Pero para tratar de entender lo que ocurre en el partido debemos acudir al origen de la pugna. ¿Qué pelean los jefes del PRD? Como dijimos, lo que está en juego no es la doctrina, la supervivencia del partido ni el reclamo siempre vital de gritar la paternidad de izquierda. Lo que pelean los dos jefes más encumbrados, López Obrador y Ortega, es lo que vulgarmente conocemos como el poder a secas. Es decir, el control del partido y de los millones de pesos que recibe del erario.
Muchos no creen que la pelea llegue a esos niveles de vulgaridad —sobre todo porque le acreditan dotes casi místicos al farsante de AMLO—, pero los que saben que la política cuesta, que no se mueve sin dinero y que los políticos siempre han vivido del dinero público —y cuando se habla de esto no precisamente se habla de cacahuates—, saben bien que uno de los motivos de la pelea es por dinero.
¿Cuánto vale el PRD? Esa interrogante se la han formulado no sólo los mexicanos, sino sobre todo los poderes económicos que conviven en México con los capitales nacionales. ¿Por qué es importante saber cuánto vale un partido político como el PRD, hoy la segunda fuerza electoral y parlamentaria del país? Elemental: porque tiene la posibilidad de manejar el poder y el dinero público. Y esos dos detalles son los que tienen a los dos jefes del partido en pugna.
Es decir, Ortega y su grupo, AMLO y su claque pelean por mantener el control del partido por quedarse con la franquicia, por gastar a su antojo el dinero que los ciudadanos les damos a través de las llamadas prerrogativas. Pero también pelean por mantener el control de uno de los más importantes centros de poder: la Cámara de Diputados. En julio de 2009 los diputados deberán ser cambiados. El PRD de hoy, segunda fuerza parlamentaria, verá reducida su fuerza en casi 50% de sus representantes populares. Aun así, dinero y poder son dos fuentes de pugna, que nadie puede desestimar.
EL 2012 EN LA MIRA
Pero si somos estrictos, debemos coincidir en que la aduana electoral de 2009 no es más que un alto en el camino, porque lo que está en juego verdaderamente es la jugosa ganancia económica, política y electoral de 2012; meta de una buena porción de los políticos amarillos y de todos los profesionales de la política.
Y en esa lógica, la de 2012, se concentra buena parte de la actividad política de los amarillos. A los dos grupos les importa tener un mayor número de candidatos a puestos de elección popular, a disponer de la mayor cantidad de dinero público, y de centros reales de poder. Pero lo importante es mantener el control del aparato burocrático del partido. Quien tenga ese control en las elecciones de 2009 tendrá prioridad en la selección de los candidatos a esa contienda y el control del partido, del dinero público y, por supuesto, el control para 2012.
¿Qué podría hacer AMLO sin el control del partido? ¿Qué podrían hacer Los Chuchos sin la hegemonía del partido? Los dos liderazgos se verían severamente limitados no sólo en su ejercicio cotidiano de la política, sino en su capacidad real de ejercerla. Sin dinero y sin partido no hay nada. Por eso, los grupos en pugna siguen peleando por lo que queda del partido amarillo. Y todos saben que lo que queda es bien poco, pero aun así es suficiente para garantizar la supervivencia de cualquier político.
Todos recuerdan que desde su posición de poder como jefe de Gobierno desde diciembre de 2000, López Obrador no sólo cometió un parricidio político —al eliminar a su padre político—, sino que en los hechos se apoderó del control del PRD, al que puso a su servicio para su ambición más grande: ser presidente de todos los mexicanos.
Por la razón que se quiera —hoy no vamos a discutir si existió o no fraude—, el tabasqueño no llegó al poder presidencial. Pero empecinado como suele ser, pretende llegar de nuevo como candidato presidencial a la contienda de 2012. Y el ex candidato presidencial sabe bien que para llegar a esa fecha no existe más posibilidad que, por un lado, contar con una fuente de poder real o —como fue la jefatura del GDF—, por el otro lado, tener el control del partido.
Hoy AMLO no tiene ninguna de las dos opciones. La más cercana es la segunda: hacerse del control del partido. Pero resulta que se encontró con un adversario, Jesús Ortega, que dice no estar dispuesto a que por cuarta ocasión le arrebaten la dirigencia del partido. La disputa entre AMLO y Ortega, por cierto, no es ninguna novedad. En todo caso, lo novedoso es que hoy Ortega ha esgrimido la denuncia pública de acuerdos y negociaciones, como una herramienta fundamental para impedir que —otra vez— le arrebaten la dirigencia del PRD.
SUPERVIVIENTES
¿Quién va a ganar? Nadie sabe quién resultará ganancioso de esta pelea. Lo que sí se sabe, y todos en el partido amarillo saben, es que el liderazgo de AMLO ya no es el mismo que se conoció entre 2000 y 2006. Hoy muchos liderazgos emergentes se han desarrollado intramuros del PRD, y al cambiar tiempos, modos y realidad nacional, los aspirantes con posibilidades de llegar a la máxima magistratura son otros.
Desde 1988-1989, cuando nació ese formidable movimiento social que conocimos como FDN y luego como PRD —casi 20 años—, ese partido no ha conocido más que dos candidatos presidenciales: Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador. El primero compitió —sin éxito— en tres contiendas. El segundo sólo en una. La gran pregunta es si AMLO estará en condiciones de una segunda candidatura presidencial. Por supuesto que él quiere regresar. Pero los escenarios, la realidad, los tiempos son otros. Y claro, existen otros aspirantes. Al tiempo.
Han pasado cuatro meses de la elección del nuevo presidente del PRD —escandalosa no sólo por las marrullerías que mostraron las partes, sino por su poca seriedad—, y sin ganador oficial, intramuros del partido amarillo la guerra sigue a todo lo que da
A 4 meses del “cochinero”, sigue la pelea
En juego el 2012, intramuros del partido
Han pasado cuatro meses de la elección del nuevo presidente del PRD —escandalosa no sólo por las marrullerías que mostraron las partes, sino por su poca seriedad—, y sin ganador oficial, intramuros del partido amarillo la guerra sigue a todo lo que da.
“No voy a negociar nada”, denunció el líder de uno de los grupos más importante en pugna, Jesús Ortega, jefe del poderoso sector conocido como Los Chuchos, quien dejó ver que la guerra por el control del partido sigue vigente, y que para 2009 quien resulte ganancioso de la contienda de hoy mantendrá el control no sólo de San Lázaro, sino del partido a nivel nacional; es decir, de los candidatos a gobiernos municipales, a congresos y, por supuesto, a gobiernos estatales.
Todos saben que el 16 de marzo los perredistas acudieron a las urnas para elegir a su nuevo dirigente nacional. Que esa elección resultó un “cochinero” y que la pelea por el control del partido se la disputaron Los Chuchos, por un lado, y Andrés Manuel López Obrador, por el otro. Todos saben que el “cochinero” provocó el interinato del más poderoso de los grupos, Los Chuchos, cuyo cuadro más aventajado —no sólo por el placeo mediático al que fue sometido—, Guadalupe Acosta Naranjo, se quedó con el control del partido. Pero también todos saben que esa pelea no tiene para cuándo resolverse.
Por eso, porque es mucho lo que está en juego —además de millones de pesos en prerrogativas—, el partido amarillo vive una suerte de botín político y económico entre los dos grupos en pugna. Pero por extraño que parezca —a pesar de los intelectuales orgánicos que justifican todo, siempre y cuando sea a favor de AMLO—, eso que conocemos como la izquierda mexicana no pelea por cuestiones ideológicas ni por los principios del partido, y menos por mantener vigente su doctrina. No, la pelea es más elemental: es por dinero y poder.
LÍDERES EN PUGNA
Pero para tratar de entender lo que ocurre en el partido debemos acudir al origen de la pugna. ¿Qué pelean los jefes del PRD? Como dijimos, lo que está en juego no es la doctrina, la supervivencia del partido ni el reclamo siempre vital de gritar la paternidad de izquierda. Lo que pelean los dos jefes más encumbrados, López Obrador y Ortega, es lo que vulgarmente conocemos como el poder a secas. Es decir, el control del partido y de los millones de pesos que recibe del erario.
Muchos no creen que la pelea llegue a esos niveles de vulgaridad —sobre todo porque le acreditan dotes casi místicos al farsante de AMLO—, pero los que saben que la política cuesta, que no se mueve sin dinero y que los políticos siempre han vivido del dinero público —y cuando se habla de esto no precisamente se habla de cacahuates—, saben bien que uno de los motivos de la pelea es por dinero.
¿Cuánto vale el PRD? Esa interrogante se la han formulado no sólo los mexicanos, sino sobre todo los poderes económicos que conviven en México con los capitales nacionales. ¿Por qué es importante saber cuánto vale un partido político como el PRD, hoy la segunda fuerza electoral y parlamentaria del país? Elemental: porque tiene la posibilidad de manejar el poder y el dinero público. Y esos dos detalles son los que tienen a los dos jefes del partido en pugna.
Es decir, Ortega y su grupo, AMLO y su claque pelean por mantener el control del partido por quedarse con la franquicia, por gastar a su antojo el dinero que los ciudadanos les damos a través de las llamadas prerrogativas. Pero también pelean por mantener el control de uno de los más importantes centros de poder: la Cámara de Diputados. En julio de 2009 los diputados deberán ser cambiados. El PRD de hoy, segunda fuerza parlamentaria, verá reducida su fuerza en casi 50% de sus representantes populares. Aun así, dinero y poder son dos fuentes de pugna, que nadie puede desestimar.
EL 2012 EN LA MIRA
Pero si somos estrictos, debemos coincidir en que la aduana electoral de 2009 no es más que un alto en el camino, porque lo que está en juego verdaderamente es la jugosa ganancia económica, política y electoral de 2012; meta de una buena porción de los políticos amarillos y de todos los profesionales de la política.
Y en esa lógica, la de 2012, se concentra buena parte de la actividad política de los amarillos. A los dos grupos les importa tener un mayor número de candidatos a puestos de elección popular, a disponer de la mayor cantidad de dinero público, y de centros reales de poder. Pero lo importante es mantener el control del aparato burocrático del partido. Quien tenga ese control en las elecciones de 2009 tendrá prioridad en la selección de los candidatos a esa contienda y el control del partido, del dinero público y, por supuesto, el control para 2012.
¿Qué podría hacer AMLO sin el control del partido? ¿Qué podrían hacer Los Chuchos sin la hegemonía del partido? Los dos liderazgos se verían severamente limitados no sólo en su ejercicio cotidiano de la política, sino en su capacidad real de ejercerla. Sin dinero y sin partido no hay nada. Por eso, los grupos en pugna siguen peleando por lo que queda del partido amarillo. Y todos saben que lo que queda es bien poco, pero aun así es suficiente para garantizar la supervivencia de cualquier político.
Todos recuerdan que desde su posición de poder como jefe de Gobierno desde diciembre de 2000, López Obrador no sólo cometió un parricidio político —al eliminar a su padre político—, sino que en los hechos se apoderó del control del PRD, al que puso a su servicio para su ambición más grande: ser presidente de todos los mexicanos.
Por la razón que se quiera —hoy no vamos a discutir si existió o no fraude—, el tabasqueño no llegó al poder presidencial. Pero empecinado como suele ser, pretende llegar de nuevo como candidato presidencial a la contienda de 2012. Y el ex candidato presidencial sabe bien que para llegar a esa fecha no existe más posibilidad que, por un lado, contar con una fuente de poder real o —como fue la jefatura del GDF—, por el otro lado, tener el control del partido.
Hoy AMLO no tiene ninguna de las dos opciones. La más cercana es la segunda: hacerse del control del partido. Pero resulta que se encontró con un adversario, Jesús Ortega, que dice no estar dispuesto a que por cuarta ocasión le arrebaten la dirigencia del partido. La disputa entre AMLO y Ortega, por cierto, no es ninguna novedad. En todo caso, lo novedoso es que hoy Ortega ha esgrimido la denuncia pública de acuerdos y negociaciones, como una herramienta fundamental para impedir que —otra vez— le arrebaten la dirigencia del PRD.
SUPERVIVIENTES
¿Quién va a ganar? Nadie sabe quién resultará ganancioso de esta pelea. Lo que sí se sabe, y todos en el partido amarillo saben, es que el liderazgo de AMLO ya no es el mismo que se conoció entre 2000 y 2006. Hoy muchos liderazgos emergentes se han desarrollado intramuros del PRD, y al cambiar tiempos, modos y realidad nacional, los aspirantes con posibilidades de llegar a la máxima magistratura son otros.
Desde 1988-1989, cuando nació ese formidable movimiento social que conocimos como FDN y luego como PRD —casi 20 años—, ese partido no ha conocido más que dos candidatos presidenciales: Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador. El primero compitió —sin éxito— en tres contiendas. El segundo sólo en una. La gran pregunta es si AMLO estará en condiciones de una segunda candidatura presidencial. Por supuesto que él quiere regresar. Pero los escenarios, la realidad, los tiempos son otros. Y claro, existen otros aspirantes. Al tiempo.
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