28 ago 2008

Hunter S. Thompson

El Paraíso Gay: PERSONAJE
Y al quinto verano resucitó el escritor Gonzo
ANDREA AGUILAR 24/08/2008
Puso el periodismo patas arriba. Hunter S. Thompson vivió al límite y creó el estilo ‘gonzo’,
donde el autor es el protagonista. A los cinco años de su muerte, dos libros y un documental redimen al autor de ‘Miedo y asco en Las Vegas’.
El 20 de agosto de 2003 se descubrió un extraño monumento en uno de los valles de Woody Creek, Colorado (Estados Unidos). Una torre de 45 metros de altura apareció coronada con un puño rojo con dos pulgares y un círculo verde en el centro. Mientras sonaba la canción de Bob Dylan Mr. Tambourine Man se accionó un mecanismo que propulsó las cenizas de Hunter S. Thompson desde el centro del puño. Aquello fue una ceremonia excéntrica, ruidosa y chocante, plagada de celebridades políticas como John Kerry y actores como Sean Penn. Estuvo a la altura del mítico periodista y escritor que se había pegado un tiro seis meses atrás en su casa, a pocos metros de allí.
Sus restos cayeron como una nube sobre los cerca de 150 invitados, reunidos para celebrar el último homenaje a uno de los personajes más salvajes y heterodoxos de la cultura norteamericana. El padre del periodismo gonzo había planeado hasta el último detalle de la ceremonia tiempo atrás, y su amigo Johnny Depp se hizo cargo del montaje y de los gastos, que ascendieron a unos 2,5 millones de dólares. No faltaron el whisky, ni unos versos de Coleridge.
¿Pero fue aquello realmente una despedida o sólo el principio de una nueva fiebre gonzo? Excesivo, irritable, amante de las armas de fuego, de las motos, del whisky, de la marihuana y las drogas alucinógenas y de las mujeres jóvenes y bellas; Hunter S. Thompson no dejó indiferente a nadie. No cabe duda de que su carisma de gamberro insaciable creaba adicción, y, cinco años después de su muerte, un coro de voces recuerda la figura del irrepetible autor de Miedo y asco en Las Vegas en el documental dirigido por Alex Gibney, Gonzo: la vida y obra del doctor Hunter S. Thompson y en el libro Gonzo. Una biografía oral, compilado por Corey Seymour y el mítico editor de Rolling Stone Jann S. Wenner. Outlaw journalist (Periodista proscrito), de William McKeen, completa la lista de homenajes póstumos en lo que la revista New York ha calificado de “verano gonzo”.
Hunter entraba a las reuniones con los editores de revistas con un cajón repleto de pelucas que se iba poniendo según avanzaba la conversación. Siempre mostró una especial debilidad por las muñecas hinchables, que sacaba a la sala de estar cada vez que un periodista iba su casa a entrevistarle. Bebía cantidades ingentes de alcohol sin despeinarse. Aterrorizaba al mismísimo Jack Nicholson, uno de sus vecinos en el valle de Colorado, poniendo a todo volumen cintas con grabaciones de animales gimiendo. Además, cambió la forma de hacer periodismo.
Thompson siempre acababa siendo un personaje central en sus crónicas. Cómo conseguir la historia era la historia en sí misma. Mezclaba con soltura realidad y ficción y tiró abajo el muro que hasta entonces separaba al lector del escritor. En este empeño le acompañaron los grandes autores del llamado Nuevo Periodismo. Guy Talese, Tom Wolfe, Terry Southern, George Plimpton, Barbara Goldsmith o Joan Didion fueron algunos de los mejores ejemplos de aquella mítica cosecha de los sesenta, descendientes directos de Truman Capote, Norman Mailer y John Hersey. El gonzo fue la versión más radical y alucinada de todo aquello. “Como periodista, de algún modo, he conseguido romper casi todas las reglas y triunfar”, declaró en 1993.
Nació en 1937 en Louisville, Kentucky, tierra de plantaciones de tabaco y destilerías de whisky. Fue el mayor de tres hermanos. Perdió a su padre a los 14 años y se desesperó con la afición a la bebida de su madre. A los 11 años publicó su primera nota en Southern Star, un periódico de barrio. En ella hablaba sobre su heroísmo en un épico partido de baloncesto. Su aversión a la autoridad y a los límites fue una constante. Tras un primer encontronazo con la justicia se alistó en el Ejército, donde pulió su estilo como periodista deportivo en una gaceta del cuerpo de aviación, Command Courier.
Hunter buscó el ritmo de su prosa en las novelas de Scott Fitzgerald, Faulkner y Hemingway que copió una y otra vez en su máquina de escribir. Los Ángeles del Infierno le proporcionaron el salto a la fama. Un periodista del San Francisco Chronicle le presentó a la banda de moteros. “Estuvo empotrado con ellos”, recuerda divertido Wolfe en el documental. Tras un primer reportaje en 1965 para la revista The Nation –que contaba en su nómina de colaboradores con Albert Einstein, Gore Vidal, Trotsky y Sartre–, Thompson logró un contrato para escribir un libro. Con el adelanto se compró una moto. Unas cuantas millas recorridas después, se convirtió en el punto de conexión entre beatniks, hippies y Ángeles. Neal Cassady y Allen Ginsberg conocieron a los temidos moteros a través de él. Fue en una fiesta de ácido en la que todos se reunieron donde Thompson vio cómo los moteros abusaban en grupo de una de las invitadas. Poco después presenció una pelea entre un ángel y su esposa, y acabó con un ojo morado. “Era un gran escritor, pero un gilipollas”, ha repetido en más de una ocasión el entonces líder de la banda, Sonny Barger.
Osado, impertinente, arrogante, lúcido y provocador, Thompson conseguía descolocar a cualquiera. Cubrió la convención demócrata de 1968 y quedó horrorizado con la brutalidad de las cargas policiales. Aquello fue un detonante para lanzarse a una nueva aventura: entrar en política. En 1970 se presentó a las elecciones de sheriff en Pitnik County, Colorado. La crónica de su campaña fue su primera colaboración para la entonces revista emergente Rolling Stone. “Aquello puso un foco en Hunter y la política de Aspen. A partir de entonces sentí que habíamos empezado una cruzada con Hunter. Era una locura muy seria”, recuerda Jann Wenner. En su programa, muy acorde con la sintonía hippy del momento, el periodista prometía que ninguna droga digna de ser tomada se vendería por dinero, y enfatizaba la necesidad de defender la zona de los rampantes especuladores. A sus seguidores no dudó en calificarlos como voto de base freak, y gracias a ellos estuvo muy cerca de ganar. Esta decepción no le alejó completamente de la política. Toda una generación luchaba a favor de los derechos civiles y clamaba contra la guerra de Vietnam. Thompson no fue una excepción.
El modelo ‘Gonzo’ acabó de depurarlo en la delirante crónica El derby de Kentucky es decadente y depravado, en la que la carrera era un ruido de fondo. “Al contrario que el resto del palco de prensa, no nos importaba una mierda lo que pasaba en la pista. Habíamos ido para ver a las verdaderas bestias en acción”, decía el artículo. Aquel encargo marcó un antes y un después. Fue el primer trabajo que realizó junto al dibujante galés Ralph Steadman. Juntos formaron un inolvidable dúo. Steadman descubrió el ácido y cambió radicalmente su trabajo. “Al principio me dijo, ‘quisiera que dejaras de hacer eso’. Yo le dije, ‘¿el qué?’. Y me contestó, ‘esa cosa tan fea que tienes de pintarrajear a la gente”, recuerda Steadman.
Hunter, el hombre que logró mantener en vilo a todos los editores para quienes trabajó estirando al máximo la hora de entrega, sudó al escribir aquella pieza. No encontraba la coherencia. Desesperado, mandó las hojas desordenadas, con sus propias notas. Pensó que jamás lo publicarían, pero se equivocó. “La gente me llamaba y escribía para decirme que aquello era un punto de inflexión en el periodismo, una pincelada de genio. Y pensé: qué narices, si puedo colar esto, ¿por qué intentar escribir como The New York Times?”, dijo Thompson en una entrevista tiempo después.
El gonzo había nacido en Kentucky, pero en Nevada alcanzó la madurez con el mítico Miedo y asco en Las Vegas. Le seguiría Miedo y asco en la campaña, el libro que recopiló la serie de artículos sobre la campaña presidencial de 1972. Thompson no paró de sorprender y escandalizar. Nixon se convirtió en su bestia negra, y McGovern, que exigía la retirada inmediata de Vietnam, en su candidato ideal. “Hacía las preguntas más inesperadas”, recuerda el político en el documental.
El caso Watergate le enfureció, pero en Jimmy Carter encontró un nuevo héroe al escuchar un mítico discurso sobre la corrupción del sistema judicial en el que citaba a “un gran poeta, Bob Dylan”. ¿Qué pensaría de Obama? Su primera mujer, Sandy Thompson, dice en el documental que el suicidio fue un acto de cobardía. “Ahora Hunter tendría mucho que cambiar y hacer”.

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