18 ago 2008

La de Creel, una de las perores masacres

Dan el tiro de gracia a un bebé de un año
Carlos Coria, reportero.
Nota de Excelsior (www.exonline.com.mx), 18 de agosto de 2008;
El Ejército implementó un operativo especial para buscar a los autores de la masacre en Bocoyna
CREEL, Chih.— Los 13 ejecutados el sábado cuando iban a una fiesta recibieron el tiro de gracia, incluido un niño de apenas un año de edad. Once de los asesinados eran jóvenes estudiantes y el otro era su maestro, que al momento de ser acribillados con armas AK-47 tenía a su hijo en brazos. Para los elementos de las policías municipal y estatal, e incluso del Ejército, ésta ha sido una de las peores masacres que ha vivido la entidad, dentro de la guerra que se libra contra el crimen organizado.
Autoridades desplegaron un operativo por aire y tierra con 300 elementos de seguridad. Ante la gravedad de los hechos, la procuradora de Justicia del estado, Patricia González Rodríguez, se trasladó en helicóptero a este pintoresco poblado del municipio de Bocoyna, enclavado en plena Sierra Madre Occidental.
La matanza tuvo lugar entre las 17:00 y las 18:00 horas del pasado sábado, en las afueras de un salón de fiestas en la calle Uki, de la colonia Profortarah, donde casi una veintena de jóvenes se divertían bebiendo cerveza y jugando a las carreras bajo la lluvia, antes de irse a festejar a una quinceañera.
El director del Centro de Inteligencia Policial (Cipol) de la Secretaría de Seguridad Pública estatal, Saúl Hernández, manifestó su indignación por la masacre, “estos cabrones ya se salieron...”, expresó. Ante la gravedad de los hechos, la procuradora de Justicia del estado, Patricia González Rodríguez, se trasladó en helicóptero al poblado de Creel, en el municipio de Bocoyna, enclavado en plena Sierra Madre Occidental. Los asesinatos tuvieron lugar entre las 17:00 y las 18:00 horas del sábado, en las afueras de un salón de fiestas, en la calle Uki, de la colonia Profortarah, donde casi una veintena de jóvenes se divertía bebiendo cerveza, jugando a las carreras bajo la lluvia, antes de irse a festejar a una quinceañera.
Al lugar llegaron tres camionetas tipo Suburban, de las cuales descendieron varios hombres, quienes acribillaron a los jóvenes y al maestro junto con su bebé en brazos, y les dieron a todos el tiro de gracia. El resto alcanzó a huir. El hecho consternó a la población, sobre todo al conocerse que uno de los ejecutados, el profesor Édgar Alfredo Loya Ochoa, no soltó de los brazos a su hijo Édgar Arnoldo cuando recibieron los disparos, por lo que ambos murieron abrazados. Esto ocasionó que sus familiares decidieran sepultarlos en el mismo féretro, justo como murieron, uno junto a otro, el padre protegiendo a su hijo.
La tragedia alcanzó al presidente seccional de Creel, Eliseo Moya Ochoa, ya que en la masacre fueron asesinados su hijo, su hermano y su sobrino. Un día después de la masacre, el gobierno del estado desplegó un operativo aéreo y terrestre con dos helicópteros y 300 elementos entre municipales, estatales y militares para buscar a los asesinos en los poblados cercanos a Creel.
Las personas muertas fueron René Lozano González, de 17 años; Édgar Alfredo Loya Ochoa, de 33 y quien era profesor; su hijo, de un año; Fredy Horacio Aguirre Orpinel, de 34; Luis Daniel Armendáriz Galdeán, de 18; Óscar Felipe Lozano Lozano, de 19; Alberto Villalobos Chávez, de 26; Alfredo Caro Mendoza, de 36; Juan Carlos Loya Molina, de 21; Fernando Adán Córdova Galdeán, de 19; Daniel Alejandro Parra Mendoza, de 20; Cristian Loya Ortiz, de 22, y Luis Javier Montañez Carrazco, de 26 años.

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