17 oct 2011

El adiós de un profesional

El adiós de un profesional
Columna El hijo desobediente/Juan Ramón Bustillos
Impacto Diario, 17 de octubre de 2011
“Ésta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.
Con 77 golpes en la computadora, Miguel Ángel Granados anunció el viernes pasado que moría. El domingo por la tarde, a las 19.50 horas, el periódico Reforma, en donde publicaba su columna “Plaza Pública”, anunció que el fin se presentó más o menos a las 17:45 horas.
La falta de precisión en la hora habría molestado al periodista.
El hecho es que mañana no habrá “Plaza Pública”.
Por esas causalidades de la vida, la última fue dedicada a los esfuerzos del senador Manlio Fabio Beltrones por instaurar los gobiernos de coalición. El coordinador de los senadores priístas que de vez en vez era motivo de crítica del periodista fue de los más entusiastas promotores en el otorgamiento de la Medalla ‘Belisario Domínguez’.
No militamos en su club de admiradores ni gozamos de sus simpatías, pero Miguel Ángel fue, es, el periodista más respetado y más completo de los últimos tiempos, por encima de Manuel Buendía y Julio Scherer, con el debido respeto a éste.
Ausencias como la suya da paso a los consabidos lugares comunes; prefiero imaginarlo divertido por el contexto de su despedida: el cardenal Norberto Rivera en sonoro reclamo del derecho de la Iglesia a meterse en política (“puede y debe”), y el PRI anunciando su amenaza de llevar a tribunales al Presidente Calderón por decir a ‘The New York Times’ lo que mediante comunicado dijo no haber dicho.
Dos hechos sobre los que habría bordado con la precisión y honradez intelectual que lo distinguió y que le mereció la Medalla ‘Belisario Domínguez’, la presea que otorga año tras año el Senado de la República.
Nadie como Granados Chapa en el periodismo (considerado como subgénero literario) para manejar el lenguaje; no es casual que fuese electo miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua. Sus textos rayaban en la perfección, algo inusual en un oficio en el que se tunde a la máquina contra reloj.
Humberto Musacchio, que lo acompañó en su vida profesional, escribió el libro “Un periodista en contexto”, editado por Planeta en mayo de 1810. Es una especie de biografía autorizada que retrata de cuerpo entero a la persona y al profesional.
Veamos la capacidad de trabajo:
“…cuando iba a salir de vacaciones… solía escribir en un día o dos, sin desatender otras funciones, las 10, 15 o 20 Plazas Públicas suficientes para llenar su espacio en ausencia. Y lo hacía tan bien, que los lectores no podían suponer que el hombre andaba de viaje y que el texto que leían había sido escrito semanas antes… sólo así se puede aceptarse que haya sido capaz…. de dictarle su tesis profesional a una secretaria a la que no permitió tomar sus palabras en taquigrafía ni hacer un borrador, sino que directamente, en la máquina de escribir, la puso a picar los esténciles con los que habría de imprimir en mimeógrafo su tesis…”
Este periodista capaz de escribir con dos dedos los 6,500 caracteres diarios de su Plaza Pública se despidió con apenas 77 el viernes pasado.
Sí, el periodismo mexicano está de luto.

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