19 nov 2013

Cuando el papa Francisco lavaba la ropa de una comunidad de seminaristas


Cuando el papa Francisco lavaba la ropa de una comunidad de seminaristas/Chris Lowney es un antiguo seminarista jesuita y alguna vez el director administrativo de JP Morgan & Co. Él es el autor de Papa Francisco: Por qué dirige de la forma que dirige.
 CNN | 18 de noviembre de 2013
Cada día, millones de personas realizan una tarea que personifica el estilo de liderazgo del Papa Francisco: lavan la ropa.
Llegué a esa conclusión de cierto modo sorprendente mientras hablaba con el sacerdote jesuita que vivió con el futuro papa, en ese entonces conocido como reverendo Jorge Bergoglio, a inicios de los años 80. En ese entonces, ellos eran jóvenes seminaristas jesuitas y él era su “jefe”, el rector de su comunidad de 100 miembros.
“Él era muy exigente cuando se trataba de los estudios”, me dijo uno de ellos. “Haz lo que estás haciendo y hazlo bien”, solía decir
Pero el rector quería que los jesuitas incipientes aprendieran de la gente, no solo de los libros.
“Él solía enviarnos a la ópera y también nos ponía a limpiar los baños del seminario, porque quería que pudiéramos adaptarnos a todo tipo de situaciones”.

Todos los seminaristas realizaron trabajo voluntario en comunidades pobres y uno de ellos recuerda que Bergoglio les decía que “la cercanía con el pobre es importante para la formación del corazón de un sacerdote”.
Su mantra en ese entonces era: “van a aprender de estas personas, antes de que ustedes puedan enseñarles algo”, recuerdan los jóvenes jesuitas.
Pero cuando les pregunté a estos jesuitas qué aprendieron de Bergoglio sobre ser un buen líder, el primer recuerdo que compartieron no fue un discurso memorable o una iniciativa política.
En cambio, recordaron a Bergoglio lavando la ropa.
Bergoglio solía hacer hincapié en que los seminaristas eran una familia y en que cada persona tenía que hacer su parte de las tareas para apoyar a los otros miembros de la familia.
Aunque Bergoglio era su superior y tenía una gran carga administrativa y docente, él también contribuía, tomando el papel del lavandero de la comunidad.
Cualquier seminarista que se despertara a las 5:30 de la mañana podría encontrarlo en el sótano, metiendo fajos de ropa sucia en lavadoras industriales rígidas al estilo de los 80.
¿Por qué quedó impregnada la imagen en ellos por más de tres décadas?
Sospecho que es porque Bergoglio estaba personificando tres principios vitales de liderazgo que todo buen padre entiende por instinto, pero que muchos gerentes y ejecutivos olvidan.
No nos digan que nos valoran, demuéstrenoslo.
Muchos gerentes hablan sobre el respeto, pero tratan a los miembros del equipo más como herramientas que seres humanos. Si quieres ganar la credibilidad y confianza de tu equipo, demuestra con hechos que los valoras.
Tu oficina central tal vez no tenga una máquina para lavar ropa, pero estoy seguro que puedes idear otras formas para demostrar tu preocupación por el equipo.
No nos pidas que hagamos sacrificios que tú no estás dispuesto a hacer.
El entorno económico es duro para organizaciones de todo tipo. Con el fin de sobrevivir, los gerentes con frecuencia le piden a los miembros de su equipo que hagan sacrificios, ya sea asumiendo una mayor proporción de gastos de seguro médico, trabajando más horas o renunciando a aumentos.
Muchos trabajadores pueden aceptar estas realidades, excepto cuando los gerentes se eximen de los sacrificios que piden a otros. Muchos ejecutivos, por ejemplo, son recompensados con aumentos generosos extras aun cuando están recortando personal y reduciendo los paquetes de beneficios de los subordinados.
Ellos deberían mostrar un poco del liderazgo estilo Bergoglio. Si van a pedir que el equipo haga sacrificios o acepte tareas extras, ellos deberían demostrar su propia disposición a sacrificarse junto a ellos.
Envía el mensaje que estás aquí para servirnos, no que nosotros estamos aquí para servirte.
Poco tiempo después de su elección, el Papa Francisco dijo que “el poder auténtico es el servicio”, una simple pero profunda visión. Esos seminaristas que lo recuerdan lavando la ropa a las 5:30 de la mañana, vieron esa visión en acción: él está aquí para ocuparse de nuestras necesidades.
Con frecuencia, los gerentes envían la señal opuesta. Exprimen la información y el trabajo de sus subordinados, como el jugo de un limón. Pero muestran poco interés en reconocer y desarrollar el talento y el potencial de sus equipos o en garantizar que se satisfagan sus necesidades básicas.
Es un hecho, lavar la ropa siempre será una tarea un tanto cansada y los miembros de la familia continuarán dejando ropa sucia aquí y allá, inconscientes de cómo después está limpia.
Pero los lavanderos pueden tomar por lo menos un poco de consuelo que están difundiendo algunas lecciones importantes sobre la vida y el liderazgo y, por lo menos, en algunos casos, esas lecciones serán recordadas.

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