6 dic 2013

Hacia una comisión vaticana para castigar abusos sexuales.


Recién concluyó en Roma el segundo encuentro de Consejo de los ocho cardenales –el denominado G8- reunidos en cónclave para analizar las reforma de la Curia vaticana. Durante tres días, el grupo analizó uno por uno los más importantes “ministerios” de la Santa Sede, evaluando propuestas para que sean más eficaces, y entre los puntos de la reforma destacan una reorganización de la Secretaría de Estado  que deberá convertirse en una “secretaría papal” y se espera la creación de una figura de coordinación entre los diferentes dicasterios curiales.
Otro tema es racionalizar las finanzas vaticanas: el denominado Instituto de obras de la religión el IOR, también conocido como “banco vaticano”, y el otro punto es combatir seriamente la pederastia en la institución que tanto daño les ha causado, tanto moral como económico.

En ese sentido Jorge Bergoglio  aprobó la creación de una Comisión especifica para proteger a menores ante abusos sexuales. Y lo hizo el mismo día que la directiva de Los Legionarios de Cristo  envían una carta  a todos los miembros de la congregación diciéndoles que no serán tolerados ningún abuso sexual y que, si se presenta una denuncia, se investigará y se llevará a sus últimas consecuencias.

En conferencia de prensa la mañana del día jueves 5 de diciembre el Cardenal Sean O’Malley explicó a periodistas que "aceptando una propuesta que fue presentada por el Consejo de Cardenales, el Santo Padre ha decidido establecer una muy específica comisión para la protección de los niños".
El Arzobispo de Boston, explicó en rueda de prensa que la propuesta surgió en el Consejo la noche del miércoles 4 y horas después fue presentada al papa: "la comisión aconsejará al Santo Padre sobre la protección de los niños y el cuidado pastoral de las víctimas de abusos", explicó.
Y entre las responsabilidades de la comisión estará el estudio de los actuales programas en curso para la protección de los niños y sugerir nuevas iniciativas por parte de la curia en colaboración de los obispos y las conferencias episcopales, dijo O’Malley.
Bienvenida la propuesta. Se han tardado..
O Malley informó que la composición y funciones de esta nueva comisión serán anunciadas próximamente con más detalles por papa a través de un documento apropiado: una motu proprio, quizá.
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El sacerdote jesuita Hans Zollner, Presidente del Comité Directivo del Centro para la Protección de los Menores de la Iglesia Católica (CCP), afirmó que el anuncio de la creación de una comisión vaticana sobre los abusos de menores ampliará significativamente la labor que la Iglesia ya cumple en este ámbito. “El trabajo de la nueva Comisión será mucho más amplio de lo que el Centro de Protección del Menor podría realizar jamás”, agregó Zollner el 6 de diciembre en declaraciones a ACI Prensa.
“Nosotros nos ocupamos de la propagación de un programa de prevención que se dedica a la formación de todo el personal pastoral y educativo, y en esta línea veo una primera posibilidad de colaboración con la Comisión”, añadió el P. Zollner.
Zollner señaló que el CPP, con sede en Múnich (Alemania), decidió hace tres meses su traslado a Roma al finales de 2014. “Algo que ciertamente abre las posibilidades para la sinergia de la que habla el Cardenal”, concluyó el sacerdote jesuita.
De esta manera, la nueva Comisión continúa una labor iniciada desde hace algunos años por Benedicto XVI, bajo cuyo pontificado se creó el CCP.
El 8 de febrero de 2013, el Vaticano presentó las "líneas guía" que aplica para erradicar los casos de abuso contra menores. El texto fue elaborado a raíz del Simposio internacional titulado “Hacia la Curación y la Renovación”, que reunió a obispos y expertos de todo el mundo en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma del 6 al 9 de febrero de 2012.
Francisco ha condenado en dos ocasiones los abusos sexuales a menores, una el pasado 5 de abril cuando solicitó a la Congregación para la Doctrina de la Fe "actuar con decisión" ante estos casos y otra  al pedir un compromiso "con claridad y coraje".
En declaraciones a Europa Press, el profesor de Teología de la Universidad de Navarra, Pablo Blanco, ha señalado que, al igual que Benedicto XVI fue "muy proactivo" en la lucha contra los abusos sexuales, -"quizá lo más urgente y lo que más clamaba al cielo"-, el Papa Francisco seguirá probablemente "en la misma dirección" de "purificación" en la Iglesia.
 "Se ha creado una cultura de tolerancia cero con estos temas, se han creado también unos instrumentos jurídicos para erradicarlo; yo no se si ahora es más o menos urgente pero el Papa Francisco quiere recordar que no podemos cantar victoria aunque se hayan tomado muchas medidas en este sentido, que la necesaria purificación tiene que seguir adelante, aclarar de modo definitivo estos temas y acabar con ellos", ha indicado, al tiempo que ha precisado que es un problema urgente no solo en la Iglesia sino también "en otros ámbitos".
Entre los pasos que deben darse ante estos casos, Blanco ha apuntado que la medida número uno es siempre "atender a las víctimas que han sido ultrajadas e incluso traumatizadas" para después "seguir con el procedimiento jurídico que es bastante inexorable". De hecho, ha recordado que "el Parlamento Inglés tomó como modelo y ejemplo las medidas que había asumido la Iglesia católica en este ámbito".
Por su parte, el profesor de Historia de la Iglesia de la Universidad de San Dámaso, Andrés Martínez, se ha mostrado convencido de que el papa Francisco seguirá la línea de "tolerancia cero" marcada por su predecesor, algo que se observa no solo en sus últimas declaraciones como Papa sino también en sus pronunciamientos sobre este asunto "en las congregaciones generales" diciendo "que era un escándalo para la Iglesia".
 Sobre el hecho de que Benedicto XVI tardara más de un año en pronunciarse públicamente sobre los abusos sexuales frente a la rapidez de Francisco, Martínez ha explicado que se trata de "dos momentos distintos" pues cuando fue elegido Benedicto XVI se estaba iniciando el proceso y era necesario un "tiempo de prudencia hasta saber qué es lo que había" mientras que en la actualidad ya se han realizado todas las investigaciones.
Martínez ha apuntado que las medidas que han de adoptarse ante estos casos han de ser "siempre preventivas para no llegar a lo que se ha llegado" y, por ello, confía en que se cuidará mucho más la formación en los seminarios y se tendrá "un cuidado extremo" en todo lo referido a la vida sacerdotal.
En la misma línea, la catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad de La Rioja, Ana Vega, considera que, con sus condenas públicas, el Papa Francisco está trasladando al mundo gracias a su "marketing mediático" que todo lo que ha hecho en este sentido Benedicto XVI "va en serio".
A su juicio, el Papa Emérito dio "una respuesta rotunda jurídicamente" y ha demostrado "una voluntad clara de transparencia" con intervenciones "más rápidas, más incisivas y más eficaces". Igualmente, tiene constancia de que el Papa Francisco, ya como cardenal, ha sido "duro" con estas conductas apoyando todas las reformas introducidas por su predecesor.
Entre las reformas que se han adoptado, Vega ha destacado el hecho de que se pueda juzgar a cardenales, patriarcas y obispos que incurran en estas conductas directamente, la ampliación hasta 20 años del plazo para la prescripción de estas acciones y el hecho de que puedan formar parte de los tribunales no solo sacerdotes sino también laicos.
Para la catedrática, la falta de información en el pasado puede haberse debido a la forma "tan descentralizada" de organizar la Curia, algo que hacía que "la información pudiera quedar atascada en cualquiera de los peldaños --la parroquia, la diócesis--" pero ha indicado que las reformas harán que ahora estos casos "salten directamente a Roma".
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 El papa Francisco impulsa la cruzada contra la pederastia
El Vaticano investigará los antecedentes de los religiosos que trabajen con niños
PABLO ORDAZ Roma EL Pais, 5 DIC 2013
A partir de ahora, los sacerdotes y religiosos que vayan a trabajar con niños no solo tendrán que estar en paz con Dios, también deberán tener un pasado legal y psiquiátrico intachable. El papa Francisco —según ha anunciado hoy el arzobispo de Boston, Sean Patrick O’Malley, uno de los ocho cardenales encargados de reformar la curia— ha instituido una comisión específica para luchar contra la pederastia en el seno de la Iglesia. Algunas de las medidas apuntadas por el cardenal O’Malley, como la de colaborar con la Justicia o asistir a las víctimas, parecen de sentido común, pero suponen un giro de 180 grados con respecto a lo que, históricamente, ha venido haciendo el Vaticano.
Durante décadas, la jerarquía de la Iglesia católica miró hacia otro lado ante el más sucio de los crímenes, encubrió a sus autores y despreció a las víctimas. Solo en febrero de 2012, el papa Benedicto XVI organizó un simposio en Roma para romper públicamente el silencio cómplice del Vaticano ante los miles de casos de abusos sexuales hacia menores de edad —4.000 denuncias en los últimos 10 años— cometidos por sacerdotes y religiosos. Joseph Ratzinger, ya acosado por las guerras de poder que provocarían su renuncia justo un año después, pidió entonces una “profunda renovación en todos los niveles” de la Iglesia para combatir la “tragedia” de la pederastia y obligó a los superiores de 30 órdenes religiosas y a los representantes de 110 conferencias episcopales a escuchar en directo el sufrimiento de Marie Collins, una mujer irlandesa que padeció de niña los abusos de un sacerdote. Aquel simposio fue la primera ocasión en que la Iglesia miró cara a cara a las víctimas, la primera vez que un Papa lanzaba el mensaje de “tolerancia cero” contra los abusos. Ahora se trata, según explicó el cardenal Sean Patrick O’Malley, de buscar herramientas concretas para no repetir un pasado tenebroso.
 Paso a paso
 Benedicto XVI (2005/2013) protagoniza un papado marcado por el goteo de casos de pederastia en el seno de la Iglesia. Entre ellos, el escándalo por un informe que detallaba en 2009 décadas de violencia sexual a menores en los orfanatos, reformatorios y escuelas de propiedad o dirigidas por miembros de la Iglesia católica en Irlanda.
El Papa emérito decreta la tolerancia cero con los abusos tras ser acusado de encubrir a sacerdotes pederastas durante sus años como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cargo para el que fue nombrado por Juan Pablo II en 1981.
En 2010, el Vaticano publica su guía interna contra los abusos. En vigor desde 2003, exhorta a los obispos a denunciar a los pederastas a la justicia ordinaria.
El Vaticano reúne en Roma en febrero de 2012, en un simposio sin precedentes, a superiores de órdenes religiosas, representantes de conferencias episcopales y algunas de sus víctimas. “Las mismas manos que abusaban de mí me daban de comulgar”, dijo ante la jerarquía católica Marie Collins, una irlandesa agredida a los 13 años.
Al poco de iniciar su pontificado, en julio de 2013, Francisco cambia con un motu proprio —documento que solo pueden emitir los papas— el reglamento jurídico del Estado Ciudad del Vaticano. Entre otras cosas, endurece las penas para los casos relacionados con abusos de menores.
Ayer, el Papa y los ocho cardenales que le asesoran en la reforma de la curia anunciaron la creación de una comisión para luchar contra la pederastia.
La primera es que el papa Francisco no está solo en el empeño. Es más, según dijo el arzobispo de Boston —una de las diócesis más golpeadas por las denuncias de pederastia—, se trata de un encargo realizado al Papa por el llamado G-8, la comisión de ocho cardenales encargados de reformar la curia: “Todos los cardenales estábamos muy entusiasmados con la propuesta y muy contentos por la respuesta positiva del papa Francisco”. La segunda es que ya no se trata de golpes de pecho más o menos sinceros. La comisión —cuya composición y competencias concretas serán especificadas por Jorge Mario Bergoglio— pretende crear una red mundial para detectar, denunciar y evitar este tipo de delitos.
 “La Santa Sede”, según el arzobispo de Boston, “pedirá a las conferencias episcopales que formulen sus propuestas concretas”. Pero el objetivo parece claro: la comisión tendrá que informar a Francisco sobre la situación actual del problema —con especial atención a las víctimas— y establecer reglas muy concretas sobre la prevención y el castigo de los clérigos pederastas en todo el mundo. El cardenal O’Malley se refirió durante el anuncio —estuvo acompañado por el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi— a algunas de las posibles medidas: “En Boston dieron resultados importantes los cursos de formación para las personas que vayan a trabajar con menores; y también fue muy útil para reconocer a las víctimas de forma rápida el estudio de los precedentes penales de las personas que vayan a tratar a los niños”.
 La Iglesia pretende que de los trabajos de la comisión —de la que también podrán formar parte laicos de reconocido prestigio— desemboquen en un manual muy claro para proteger a los niños. Y también para que, en el caso de que esos controles fallen, jamás se vuelva a mirar para otro lado. Al igual que ha empezado a suceder con los asuntos relativos al manejo irregular de los fondos del Vaticano, Jorge Mario Bergoglio se muestra partidario de una colaboración sincera con las autoridades. La comisión, según añadió el arzobispo de Boston, tendrá que poner los hechos punibles en conocimiento de la justicia civil y también de los obispos de las respectivas diócesis, además de ofrecer apoyo psicológico a las víctimas y también a los agresores. El objetivo final es crear un “ambiente de seguridad” para los niños.
 No son pocos quienes todavía recelan de la autenticidad del compromiso del papa Francisco con la renovación de la Iglesia. ¿Cuándo pasará Jorge Mario Bergoglio de las palabras a los hechos?, se preguntaban los escépticos. La renovación del Instituto para las Obras de Religión —IOR, el banco del Vaticano— y, ahora, la apuesta decidida por luchar contra la pederastia parecen indicar que la época de los hechos ya ha comenzado. Durante el vuelo de regreso del viaje a Río de Janeiro, el papa Francisco estableció muy claramente la frontera de lo admisible y lo inadmisible. “Una cosa es perdonar un pecado de juventud”, dijo al referirse a la supuesta conducta desordenada de uno de sus colaboradores, “y otra cosa es un delito. Y la pederastia es un delito muy grave”.
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El Papa pide una “profunda renovación en todos los niveles”
PABLO ORDAZ Roma 7 FEB 2012 - 00:22 CET66
El Vaticano parece dispuesto a terminar de una vez con el “silencio cómplice” de la Iglesia católica con respecto a la pederastia. Los superiores de una treintena de órdenes religiosas y representantes de 110 conferencias episcopales de todo el mundo participan desde el lunes hasta el jueves en un simposio, organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, para prevenir y atajar los abusos a menores por parte de los clérigos. Nada más llegar, recibieron un mensaje muy contundente del Papa. Les decía que la pederastia es “una tragedia”, que la curación de las víctimas tiene que ser la “preocupación prioritaria” de la comunidad cristiana y que la Iglesia necesita “una profunda renovación en todos los niveles”. Hay además dos señales que subrayan hasta qué punto Benedicto XVI parece implicado en la batalla. La primera es la participación en su nombre del cardenal William J. Levada, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, quien admitió: “En los últimos diez años nos han llegado 4.000 denuncias de abusos, que han puesto de manifiesto la inadecuada e insuficiente respuesta canónica”. Otro aspecto importante es que el primer testimonio será el de Marie Collins, una mujer irlandesa que padeció de niña los abusos de un sacerdote. Será su sufrimiento el que abra el simposio.
 El cardenal Levada abre la jornada con una irlandesa que fue vejada
Durante décadas, la Iglesia ha amortajado con el silencio el más sucio de los crímenes. El que un adulto, protegido además por una sotana y la confianza de los que le rodean, comete sobre un menor inocente e indefenso. Los casos de Holanda —más de 20.000 víctimas desde 1945—, Irlanda —más de 25.000 entre los más desfavorecidos— o Alemania —los niños del coro de Ratisbona sufrían acosos de forma sistemática— constituyen solo un doloroso ejemplo de una realidad terrible y mundial. Benedicto XVI, según señalan los organizadores del simposio, está decidido a fijar como una prioridad de su pontificado la “tolerancia cero” contra los abusos. Un empeño difícil por cuanto existen todavía príncipes de su Iglesia —entre ellos el cardenal español Antonio Cañizares— que en declaraciones públicas no muy lejanas sitúan la pederastia casi como una anécdota —“lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios”— en comparación con “los millones de vidas destruidas por el aborto”.
 De ahí que, como primera medida, el Papa haya ordenado a los suyos romper el silencio. El encuentro de Roma es sin duda la mejor prueba. El poderoso cardenal estadounidense William J. Levada tiene la misión de recordar a los participantes en el simposio —titulado Hacia la curación y la renovación— que fue el Pontífice quien, en una carta cursada el 16 de mayo de 2011, reclamó a todas las conferencias episcopales del mundo medidas para atajar el problema. Porque, como declaró el lunes a Radio Vaticano el arzobispo Charles Scicluna, la Iglesia tiene “el deber” de colaborar con las autoridades para combatir la pederastia. El maltés Scicluna, promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se muestra tajante: “Los abusos a menores no solo son un pecado, sino también un delito. Y además de colaborar con las autoridades, tenemos que asegurar la mejor protección a los menores. Lo primero que hay que hacer es comprender bien el problema, el triste fenómeno de esos abusos sexuales contra los más pequeños, para actuar con determinación”. El mensaje del Papa incidía en la protección a los menores: “Todo acto de caridad, incluso hacia el más pequeño de nuestros hermanos, es un acto de caridad hacia Dios”.
 Representantes de órdenes religiosas pedirán perdón públicamente
Exactamente lo contrario, al menos hasta ahora, de lo que ha venido haciendo la Iglesia. De hecho, miles de víctimas se han ido a la tumba en silencio, después de vivir toda la vida con su secreto, guardándolo como una vergüenza, porque en muchos de los casos sus victimarios les trasladaron la responsabilidad del pecado. Según ha trascendido, Marie Collins, la mujer irlandesa víctima de abusos en su niñez, se mostró en principio reacia a participar en un seminario organizado por el Vaticano a través de la Pontificia Universidad Gregoriana. Pero luego pensó que, entre sus oyentes, no solo estarían sacerdotes llegados de todo el mundo y expertos en psicología o derecho. Sino también altos representantes de la curia. Como muestra de que el propósito de enmienda es real y no fingido, los representantes de algunas órdenes religiosas en cuyo seno se han cometido abusos pedirán durante el simposio público perdón a las víctimas.
 Unas víctimas que, desgraciadamente, no son patrimonio del pasado. El propio arzobispo Scicluna ha advertido de que “el problema sigue siendo muy extenso, también en África o en Asia, donde no hay sensibilidad social para rechazar los abusos”. “Nuestro objetivo”, señala un responsable de la organización, “es combatir la pederastia en la Iglesia desde el frente más eficaz y también más doloroso: desde dentro de la propia Iglesia”.
 Una lacra mundial
 Francia. Jean-Lucien Maurel, director de una escuela en Aveyron (Francia) entre 1994 y 1996, fue condenado por violar a tres niños en marzo de 2000.
Reino Unido. El líder de la Iglesia católica en Inglaterra y Gales, el arzobispo Cormac Murphy-O’Connor, reconoció su error en julio de 2000 por autorizar que el pedófilo Michael Hill trabajara como obispo. En 1997, Hill fue encarcelado por abusar de nueve niños durante dos décadas.
Estados Unidos. Polémica en 2004 tras conocerse el informe sobre abusos encargado por la Conferencia de Obispos Católicos. Más de 10.600 personas formularon denuncias. Las archidiócesis de Los Ángeles y Chicago acordaron pagar casi 500 millones de euros a más de 500 víctimas desde 1940.
Irlanda. Mayo de 2009. Un informe detalla décadas de violencia sexual a menores en los orfanatos, reformatorios y escuelas propiedad o dirigidas por miembros de la Iglesia católica.
Alemania. Marzo de 2010. El arzobispo de Ratisbona informa de las vejaciones de cuatro educadores durante 15 años a miembros del coro de voces blancas que dirigió Georg Ratzinger, hermano del Papa, entre 1964 y 1993.
Holanda. Un informe concluyó en 2011 que entre 10.000 y 20.000 menores fueron abusados por la Iglesia católica desde 1945.
España. Hay ocho curas condenados y al menos 12 denunciados.
Bélgica. Dos exobispos son sospechosos de abusos continuados.

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