Ya llegaron los Rurales; "los imprescindibles!

Imprescindible

Columna TOLVANERA / Roberto Zamarripa

Reforma, 12 May. 2014

 Michoacán está quieto. Sí. Puede transitarse por sus carreteras y viajar en los autobuses foráneos. Tan quieto que sus minas ya ni producen. Las controlaban los Templarios y ahora están a la deriva. El turismo se vino para abajo. La agricultura sobrevive.

 La economía no parece repuntar no obstante las nuevas operaciones del gobierno federal. A pesar de los anuncios, el dinero federal no llega para las obras prometidas.

 Ya llegaron los Rurales. Pues que se vayan los urbanos. Puede presumirse que han disfrazado con uniformes policiacos a dos centenas de personas que antes andaban armadas pero vestidos de civil; hacían justicia por su propia mano y combatían a los Templarios, el azote michoacano.

 Al institucionalizar a los alzados, el gobierno federal simplemente abdica de sus obligaciones. La nueva Fuerza Rural mezcla a líderes de bandas criminales que han operado por años en la zona de la Tierra Caliente, matones a sueldo, sicarios, traficantes, y también algunos ciudadanos inconformes con el estado de terror que impusieron los Templarios.

Michoacán no necesitaba de un rearme sino de incorporar a sus pobladores a la vida productiva trozada por el crimen. La situación ha tocado un punto límite. Y tiene enfrente la elección de renovación gubernamental el próximo julio de 2015. Para encauzar un proceso electoral y tratar de restablecer una vida política ajena a los intereses criminales, la entidad no necesita a un policía en la guía del poder.

 Es hora de la política.

 El comisionado federal Alfredo Castillo no es un hombre ni de la política ni de la conciliación. Es un pragmático que está dispuesto a devolverle a una familia criminal como la de Los Farías el poder político en Tepalcatepec, la cabecera de la Tierra Caliente michoacana, con tal de uniformar a las autodefensas.

 No le importó pasar por encima del gobierno electo y burlarse del edil Guillermo Valencia ahora autoexiliado en Estados Unidos.

 Prefiere a narcos que a políticos civiles. Prefiere a delincuentes adocenados que a políticos críticos.

 Castillo fracturó a las autodefensas. Llevó a la cárcel a Hipólito Mora a quien antes consintió. Amenazó ya a José Mireles de encarcelarlo por presunta responsabilidad en un múltiple homicidio. La prisa de Castillo le ha llevado al montaje de una fuerza policiaca de dudosa probidad, capacidad y lealtad.

 Durante la ceremonia de investidura de las autodefensas (gavillas criminales, paramilitares reconvertidos), Alfredo Castillo cerró su discurso con la cita de Bertolt Brecht, el poeta y dramaturgo estalinista, ícono del comunismo alemán y de la lucha antifascista: "Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan muchos días y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda su vida y esos son los imprescindibles".

 Luego de la cita señaló: "los imprescindibles son ustedes y esta nueva Fuerza Rural Estatal de Michoacán".

 El despropósito corrió a cargo de Castillo. La estrofa contenida en "Elogio a los Combatientes", de la obra La Madre que Brecht escribió en 1930, difícilmente podría pensarse que era aplicable para levantar la moral a las huestes de Papá Pitufo o a Juan José Farías, El Abuelo, mucho más vinculadas a hechos criminales que a luchas antifascistas.

 Castillo debe hacerse a un lado. Hizo lo que pudo y deshizo lo que quiso. De seguir en lo suyo y de acendrarse su ruta profundizará la colisión, atizará el enfrentamiento fratricida de las autodefensas, y estimulará la consolidación de un nuevo cártel criminal con disfraz de policía.

 Cumplió una parte de la encomienda, a pesar del tiradero. Pueden darle una medalla pero no el honor de volver a descomponer a Michoacán cuyos asuntos, por cierto, también son de los michoacanos, no solo de los mexiquenses. Y un asunto de civiles, no de grupos armados.

 "El que no conoce la verdad es un ignorante; pero el que la conoce y la desmiente, es un criminal", escribió también Brecht en homenaje a Galileo (1938). Castillo podría memorizar también esa frase. Antes que se la recuerden a la hora del balance michoacano.

 tolvanera06@yahoo.com.mx