“Ya
que la Iglesia es muy grande” el trabajo de la Congregación para la Doctrina de
la Fe debe ser desarrollado necesariamente “en equipo, es decir en diálogo, en
el intercambio entre las tendencias teológicas y la escucha del otro”. Así lo
explica el cardenal prefecto Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación
para la Doctrina de la Fe durante un discurso en la Universidad de Lovaina, en
el coloquio internacional Omnes Gentes.
El encuentro se celebra del 26 al 29 de
octubre y ha sido organizado por la Conferencia Episcopal de Bélgica, en
colaboración con Missio y las facultades teológicas del ateneo sobre el tema:
“Una Iglesia en diálogo, releer el Vaticano II”.
Durante
su discurso de apertura, el purpurado analizó el argumento de los trabajos a la
luz del carácter “dialógico” de los principales documentos conciliares. Tal y
como explica un artículo del Osservatore Romano publicado este miércoles 28 de octubre, el
cardenal se detuvo sobre la necesidad del diálogo en la Iglesia en general y en
sus instituciones particulares, describiendo como ejemplo la actividad de su
dicasterio, juzgado por muchos –observó el prefecto- como una instancia de no
diálogo y de rechazo del diálogo.
De
este modo, indicó que en práctica parece “que el magisterio haga imposible un
diálogo auténtico” y “que evocando constante y tenazmente el depósito de la fe,
el magisterio cierre definitivamente la puerta a las discusiones sobre
cuestiones pendientes, que ahoga el diálogo”.
Por
eso el cardenal Müller explicó que las cosas no son así, mientras presentó a
los participantes del encuentro el estilo de trabajo que caracteriza a la
Congregación. “Las cuestiones pendientes son analizadas continuamente por los
responsables de archivo (unas 40 personas procedentes de todos los continentes)
para ser tratadas con los superiores de la Congregación en una reunión
semanal”.
Por
otro lado, indicó que los casos más complejos “son transmitidos a unos 25
consultores que se reúnen regularmente para discutir desde un punto de vista
teológico”. Finalmente, “las decisiones fundamentales son tomadas por los miembros
–unos treinta entre cardenales y obispos- en la asamblea mensual” del
dicasterio. Y no solo eso, después son presentadas al Papa por parte del
prefecto durante una audiencia privada.
El
purpurado subrayó la colegialidad y el diálogo que caracterizan el trabajo de
la Congregación y citó las dos realidad que están estrechamente unidas a ella:
la Pontificia Comisión bíblica y la Comisión teológica internacional.
Como
conclusión de su discurso, el cardenal Müller afirmó que la Congregación para
la Doctrina de la Fe es “una estructura abierta y fundada en el diálogo”. No
podía ser de otra manera ya que -observó- la introducción de las grandes redes
de telefonía móvil nos han precipitado, en los últimos veinticinco año, en un
espacio de comunicación ilimitado y sincronizado” y “que la desaparición de las
fronteras relativas a nuevos medios técnicos ha llevado a un aumento sin
precedentes de la comunicación”. Y como consecuencia –explicó- la Iglesia no
puede no dialogar con el mundo que la rodea.
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