El papa Francisco, dedicó la Misa de este martes 17 de febrero a los 21 cristianos coptos egipcios asesinados por el Estado
Islámico (ISIS),.
El papa Francisco ofreció la Misa de este martes en la Casa Santa Marta por los 21 cristianos coptos egipcios, asesinados por el Estado Islámico en Libia “solamente por el hecho de ser cristianos”, y pidió a Jesús que “los acoja como mártires”.
''Ofrecemos esta Misa por nuestros 21 hermanos coptos, degollados solamente por el hecho de ser cristianos. Recemos por ellos, para que el Señor los acoja como mártires, por sus familias y por mi hermano Tawadros que sufre tanto'', en referencia al líder de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto.
Un día antes el Pontífice telefoneó al Patriarca para expresarle su profunda participación en el dolor de la Iglesia Copta por el bárbaro asesinato de cristianos coptos a mano de los fundamentalistas islámicos.
Francisco también le aseguró sus oraciones y hoy se ha unido espiritualmente a la oración y al dolor de la Iglesia Copta en la celebración de la Eucaristía matutina.
En Santa Marta, el Santo Padre pronunció como antífona de entrada el Salmo 31 ''Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve; pues mi roca eres tú, mi fortaleza, y, por tu nombre, me guías y diriges''.
“El
hombre es capaz de destruir todo aquello que Dios ha realizado”, advirtió el
Papa, que desarrolló su homilía basándose en el paso dramático del Génesis que
muestra la ira de Dios por la maldad del hombre y que preludia el diluvio
universal. El hombre “parece ser más potente de Dios”, es capaz de destruir las
cosas buenas que Él ha realizado.
Recordó
que en los primeros capítulos de la Biblia hay varios ejemplos, como “Sodoma y
Gomorra, la Torre de Babel, en los cuales el hombre muestra su maldad”. Un mal
que se anida en lo íntimo del corazón.
“¡Pero
padre, no sea tan negativo!, dirá alguien. Pero ésta es la verdad. Somos
capaces de destruir también la fraternidad: Caín y Abel en las primeras páginas
de la Biblia. Destruir la fraternidad. Es el comienzo de las guerras, ¿no? Los
celos, las envidias, tanta a avidez de poder, de tener más poder. Sí, esto parece
negativo pero es realista. Tomen un diario, cualquiera: de izquierda, del
centro, de derecha…cualquiera. Y verán que más del 90% de las noticias son de
destrucción. Más del 90 por ciento. Y esto lo vemos todos los días”.
“Pero
¿qué sucede en el corazón del hombre?”, se preguntó Francisco. Jesús nos
recuerda que “del corazón del hombre nacen todas las maldades”. Nuestro corazón
débil – prosiguió – “está herido”.
Indicó
que existe siempre un “deseo de autonomía”: “¡yo hago lo que quiero y si tengo
ganas de esto, lo hago! ¡Y si por esto quiero hacer una guerra, la hago!”.
“¿Pero
por qué somos así? Porque tenemos esta posibilidad de destrucción, éste es el
problema. Luego, en las guerras, en el tráfico de armas…‘pero ¡somos
comerciantes!’ Sí, ¿de qué? ¿De muerte?
Y están los países que venden las armas a éste, que está en guerra con éste y
las venden también a éste, para que así continúe la guerra. Capacidad de
destrucción. Y esto no viene del vecino ¡viene de nosotros! ‘Cada íntima
intención del corazón no era otra cosa que mal’. Nosotros tenemos esta semilla
adentro, esta posibilidad. ¡Pero tenemos también al Espíritu Santo que nos
salva, eh! Pero debemos elegir, en las pequeñas cosas”.
El
Papa también advirtió contra las habladurías, de quién habla mal del vecino:
“también en la parroquia, en las asociaciones”, cuando hay “celos” y “envidias”
y quizás se va a hablar mal con el párroco. “Esta es la maldad, ésta es la
capacidad de destruir que todos nosotros tenemos”. Y sobre esto “la Iglesia a
las puertas de la Cuaresma nos hace reflexionar”.
Francisco
dirigió una mirada al Evangelio del día en el cual Jesús reprocha a los
discípulos que pelean entre ellos porque se habían olvidado de traer el pan. El
Señor les dice que “estén atentos”, que tengan cuidado de la “levadura de los
fariseos, de la levadura de Herodes”. Simplemente, pone el ejemplo de dos
personas: Herodes que es “malo, asesino y los fariseos hipócritas”. Jesús les
recuerda cuando ha partido los cinco panes y los exhorta a pensar en la Salvación,
a aquello que Dios ha hecho por todos nosotros.
Pero ellos, recuerda el Papa, “no entendían porque su corazón estaba
endurecido por esta pasión, por esta maldad de discutir entre ellos y ver quién
era el culpable de aquel olvido del pan”.
Debemos
tomar en serio el mensaje del Señor, dijo el Papa, “éstas no son cosas
extrañas, esto no es el discurso de un marciano”, “el hombre es capaz de hacer
tanto bien”. Y citó el ejemplo de Madre Teresa, “una mujer de nuestro tiempo”.
Dijo
que todos nosotros “somos capaces de hacer tanto bien, pero todos nosotros
somos capaces también de destruir; destruir en lo grande y en lo pequeño, en la
misma familia; destruir a los hijos” no dejándolos crecer “con libertad, no
ayudándoles a crecer bien; anular a los hijos”. Tenemos esta capacidad y por
esto “es necesaria la meditación continua, la oración, la confrontación entre
nosotros, para no caer en esta maldad que todo destruye”:
“Y
tenemos la fuerza, nos recuerda Jesús. Acuérdense. Y hoy nos dice: ‘Acuérdense.
Acuérdense de Mí, que he donado mi sangre por ustedes; acuérdense de Mí que los
he salvado, los he salvado a todos; acuérdense de Mí que tengo la fuerza para
acompañarlos en el camino de la vida, no por el camino de la maldad sino por el
camino de la bondad, del hacer el bien a los otros; no por el camino de la
destrucción, sino por el camino del construir; construir una familia, construir
una ciudad, construir una cultura, construir una patria, siempre más”.
“Pidamos
hoy al Señor, antes de comenzar la Cuaresma esta gracia: de elegir bien siempre
el camino con su ayuda y no dejarnos engañar por las seducciones que nos
llevarán por el camino equivocado”, concluyó.
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