Sin Embargo, 15 de septiembre de 2015..
Alemán
es periodista, y sabe que el periodismo cumple su función cuando lo que publica
tiene efectos al lograr mejores prácticas de Gobierno
Para
Ricardo Alemán:
Las
víctimas de los crímenes de Ayotzinapa, Tlataya, de la Narvarte, de Salvárcar y
los periodistas caídos en esta y otras administraciones, merecen respeto;
tienen derecho a la impartición de justicia, empezando por detener y procesar a
todos los responsables y sancionar a los que incurrieron en omisión y descuido
durante el cumplimiento estricto de sus funciones. También tienen derecho a la
reparación integral que establece la Ley General de Víctimas, y nadie debe
acusarlos de escandalosos.
Los
que exigimos que la justicia sea para todos lo decimos a través de los medios
independientes como SinEmbargo, Aristegui, y decenas de medios de comunicación
digitales o impresos que han conquistado una mayor libertad para publicar lo
que sus colaboradores escriben, sin censurarlos ni tirarles línea, porque la
tecnología y la lucha ciudadana han logrado esta posibilidad.
En
1968 no había más espacio que el que abríamos a golpe de volantes y pintas en
las paredes, y cuando charlábamos con algún periodista o editorialista amigo,
nos decían: “si quiero comer con manteca en mi casa sólo puedo escribir de Walt
Disney a la derecha”. Aun así, hoy algunos periodistas escriben como si
viviéramos cuando el jefe de prensa del Gobierno era el coronel García Valseca.
Ricardo
Alemán de El Universal escribe que quienes exigimos justicia para el
fotoperiodista Rubén Espinosa hemos urdido una “grosera patraña” sobre la
libertad de expresión, por exigir que se agoten fuera de toda duda el origen y
la mecánica del delito cometido en la colonia Narvarte, porque la
responsabilidad política del autoexilio del fotógrafo, no cabe duda que cae sobre
“mi gordo” Duarte.
Para él está muy claro que
fue un delito cometido por “policías y matarifes del narcotráfico” lo cual él
entiende como un delito municipal y estatal, en el que la Federación tiene nula
responsabilidad o competencia. Este sería un caso artificial que debería
quedarse en la frontera del fundo legal de Iguala, ¿ignorará Ricardo que el
narcotráfico y la delincuencia organizada son delitos federales y que la PGR
atrajo el caso, lo cual le da carácter de Autoridad Responsable?
Uno
puede tener diversas opiniones sobre los políticos y el Gobierno, pero cómo se
pueden justificar palabras que tienden a ocultar la comisión de delitos tan
graves como los homicidios de Iguala y los crímenes de la Narvarte, Tlatlaya y
Salvárcar.
No
es posible que pretenda que su opiniones sean compartidas por cientos o miles
de mexicanos, que esos mismos miles consideren que el derecho penal en México
permite cerrar casos tan graves sin agotar todas las investigaciones, ¿acaso
estos hombres ya están seguros de quienes fueron los asesinos de la Narvarte y
todos los implicados en Iguala, en Salvárcar y en Michoacán? ¿Sabrá el señor
Alemán quién ordenó sus muertes, quiénes los ejecutaron, quiénes son todos los
implicados? Porque nosotros los escandalosos sólo pedimos que se aclaren con
toda precisión, fuera de toda duda, y se castigue a los responsables.
Yo
convivo con las víctimas de Salvárcar, y claro que ellos odian a los criminales
que asesinaron a sus hijos y esposos; es un odio justificado y no hay mentiras
ni patrañas: ellos vieron como 20 asesinos llegaron a la fiesta y dispararon y
contra sus hijos estudiantes y los adultos que los quisieron proteger; son
testigos de que, de esas dos decenas que llegaron sólo han caído cuatro, y el
cabecilla, quien confesó ante la prensa que el ordenó el crimen, fue deportado
a Estados Unidos sin acusaciones por este crimen. Claro que hay odio de los padres
y familiares, al igual que lo hay en los demás casos.
Lo
sorprendente es que Alemán se escandalice por ese odio. Ya lo dijo la señora
Dávila ante Calderón: “Si fuera su hijo el asesinado, buscaría hasta debajo de
las piedras a los responsables”. Decir que las olas de indignación ciudadana de
denuncia y de crítica que se forman como reacción a las estupideces que cometen
algunos funcionarios, y que los obligan a renunciar, son una industria que da
beneficios es inaceptable.
Alemán
es periodista, y sabe que el periodismo cumple su función cuando lo que publica
tiene efectos al lograr mejores prácticas de Gobierno, y la renuncia de
ineficaces es una de las tareas de la denuncia pública, sin mentiras ni
calumnias.
¿Cuál
es su motivación para soñar que las voces que disentimos de las formas como se
hace la política y se gobierna México quedemos fuera de la industria de la
expresión pública? Palabras que él usa y, quiero entender, lo hace de la manera
más light posible, porque no quisiera pensar, que para él un tema público es
industria cuando significa ganar dinero extra al legalmente pactado con el
patrón.
Claro
que no va a debatir con nadie lo que escribe, porque simplemente lanza
palabras, percepciones y adjetivos, bien hilvanados, pero sabe, como todo
periodista experto, que los asuntos penales de tal magnitud deben investigarse
y agotarse al máximo, a menos que quiera encubrir a los culpables.
Sinceramente
Sr. Alemán debiera defender al funcionario que él cree fue removido
injustificadamente y ser crítico de Peña Nieto por haberlo despedido, si
alguien se movió de su puesto fue por órdenes del presidente, y si Ricardo cree
que el despido fue injusto, debe ser valiente y confrontar al presidente
incluso utilizando recursos jurídicos, en una nada y lo apoyamos.
¿Pero
en lugar de eso qué hace? Se lanza contra los que denunciamos a los
impresentables y paralelamente aprovecha para defender al verdugo de sus
amigos, ni siquiera es solidario, “es como los becerros mañosos los dejan mamar
a la vaca y a patadas tiran el balde del ordeñador”, dirían en San Agustín.
No
me explico cómo alguien escribe esa sarta de insultos y agresiones, contra los
que actuamos diferente a él, defiende a los deshechos públicos y pide que paren
las investigaciones, para llegar en la noche a su casa a hacerles cariños a sus
hijos y darles un beso en la frente para que vayan a dormir.
Lo
que sí le aseguramos a Ricardo Alemán es que tenemos 47 años exigiendo justicia
(desde 1968), en volantes clandestinos, en asambleas, en manifestaciones, en
las paredes de la ciudad, en mensajes escritos en los interiores de las celdas
y, ahora que tenemos espacios como SinEmbargo y las redes sociales a nuestra
disposición, no vamos a bajar la voz para que volvamos a los tiempos de Díaz
Ordaz.
Así
que, como decimos acá por Juaritos, “se aguanta sin llorar”.
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