La medida del gobierno de Berlusconi es supuestamente para combatir la criminalidad, pero no, ¡es fundamentalmente en contra de los indocumentados! procedentes de Africa.
A partir del lunes 4 de agosto las principales ciudades de Italia son custodiadas por 3,000 militares; dos mil serán desplegados en las zonas que registran índices más elevados de criminalidad. La mitad de éstos supervisarán los centros temporales de permanencia para inmigrantes y sus alrededores. Los 1,000 militares restantes patrullarán las calles en función de las necesidades.
El mayor despliegue se realiza en Roma, Milán y Nápoles.
Los soldados patrullan junto a las fuerzas del policía y vigin objetivos sensibles, como embajadas o monumentos, y centros de identificación de inmigrantes ilegales.
Los 3 mil militares pertenecen al Ejército, la Marina, Carabineros y la Aeronáutica militar.
La presencia del Ejército en las calles fue incluida en una enmienda aprobada por el Parlamento al decreto de ley sobre seguridad redactado por el Gobierno conservador de Silvio Berlusconi. Esta medida se suma a la de declaración del estado de emergencia, decretado la semana pasada, en vista del aumento del flujo de inmigración ilegal, que da a las autoridades más poder para afrontar este problema.
La medida tendrá una vigencia de seis meses, y después de una evaluación se decidirá si se prorroga medio año más.
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EDITORIAL
Italia se militariza
La presencia del Ejército en las calles fue incluida en una enmienda aprobada por el Parlamento al decreto de ley sobre seguridad redactado por el Gobierno conservador de Silvio Berlusconi. Esta medida se suma a la de declaración del estado de emergencia, decretado la semana pasada, en vista del aumento del flujo de inmigración ilegal, que da a las autoridades más poder para afrontar este problema.
La medida tendrá una vigencia de seis meses, y después de una evaluación se decidirá si se prorroga medio año más.
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EDITORIAL
Italia se militariza
Periódico El País, 6/08/2008;
El Ejército vigila desde el pasado lunes diversos lugares estratégicos de las principales ciudades de Italia con la intención, según sus autoridades, de luchar contra la delincuencia y la inmigración ilegal. Embajadas, estaciones ferroviarias y de metro, así como los centros de acogida temporal de sin papeles serán protegidos por patrullas durante los próximos seis meses en Roma, Milán y otras siete poblaciones.
En total, 3.000 soldados han sido destinados a este menester. La medida es uno de los compromisos de Berlusconi antes de llegar al Gobierno en abril. Aunque legalmente es irreprochable, pues fue aprobada por el Parlamento en julio, es bastante discutible para la imagen del país, sienta un precedente inquietante y plantea dudas sobre su eficacia.
¿Por qué no dotar con más medios materiales y humanos a las fuerzas del orden público como sostiene con sensatez la oposición de izquierdas? ¿Qué efecto hace ver a un uniformado armado con un subfusil vigilando áreas tradicionalmente protegidas por la policía y los carabineros? En principio, poco tranquilizador. Puede asustar al ciudadano en general o a tantos turistas que visitan Italia. Lo más sorprendente es que no pocos han recibido el desembarco con simpatía. En ello tiene bastante que ver la política demagógica y gestual de Il Cavaliere, que piensa que a base de golpes efectistas e inmediatos puede solucionar de un plumazo problemas nacionales de gran calado.
La inseguridad pública y el crimen organizado son uno de esos tumores que Italia -donde precisamente abunda la profusión por la calle de uniformes de fuerzas del orden- arrastra hace años. En 1992, las autoridades enviaron a Sicilia 7.000 soldados para combatir a la mafia tras el asesinato de los jueces Falcone y Borsellino. No lograron acabar con la Cosa Nostra. Apenas investido como jefe de Gobierno, Berlusconi decidió combatir la crisis provocada por la no recogida de basuras en Nápoles incrementando la presencia de agentes del orden y eventualmente de militares. Asegura ahora que el mal ha sido solventado; hasta que la próxima crisis le contradiga.
Pero lo más inquietante de esta aparición del Ejército en las calles es que parece destinada sobre todo a la caza del gitano, africano o rumano sospechoso. Berlusconi debe de pensar que con la militarización lo resuelve todo. Y no es así.
En total, 3.000 soldados han sido destinados a este menester. La medida es uno de los compromisos de Berlusconi antes de llegar al Gobierno en abril. Aunque legalmente es irreprochable, pues fue aprobada por el Parlamento en julio, es bastante discutible para la imagen del país, sienta un precedente inquietante y plantea dudas sobre su eficacia.
¿Por qué no dotar con más medios materiales y humanos a las fuerzas del orden público como sostiene con sensatez la oposición de izquierdas? ¿Qué efecto hace ver a un uniformado armado con un subfusil vigilando áreas tradicionalmente protegidas por la policía y los carabineros? En principio, poco tranquilizador. Puede asustar al ciudadano en general o a tantos turistas que visitan Italia. Lo más sorprendente es que no pocos han recibido el desembarco con simpatía. En ello tiene bastante que ver la política demagógica y gestual de Il Cavaliere, que piensa que a base de golpes efectistas e inmediatos puede solucionar de un plumazo problemas nacionales de gran calado.
La inseguridad pública y el crimen organizado son uno de esos tumores que Italia -donde precisamente abunda la profusión por la calle de uniformes de fuerzas del orden- arrastra hace años. En 1992, las autoridades enviaron a Sicilia 7.000 soldados para combatir a la mafia tras el asesinato de los jueces Falcone y Borsellino. No lograron acabar con la Cosa Nostra. Apenas investido como jefe de Gobierno, Berlusconi decidió combatir la crisis provocada por la no recogida de basuras en Nápoles incrementando la presencia de agentes del orden y eventualmente de militares. Asegura ahora que el mal ha sido solventado; hasta que la próxima crisis le contradiga.
Pero lo más inquietante de esta aparición del Ejército en las calles es que parece destinada sobre todo a la caza del gitano, africano o rumano sospechoso. Berlusconi debe de pensar que con la militarización lo resuelve todo. Y no es así.
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