2 nov 2008

Los presuntos "narcoterroristas"

‘Regalan’ a la PGR a supuestos ‘Zetas’
Nota de María de la Luz González
El Universal Sábado 01 de noviembre de 2008
Llamada a SIEDO delató a atacantes de Morelia, a quienes encontraron amarrados
Una voz masculina con acento norteño avisó al número de denuncia ciudadana de la SIEDO el 24 de septiembre, a las 14:00 horas.
Dijo que en una casa con portón blanco de lámina, en la sierra de Antúnez, Apatzingán, estaban amarradas las personas que aventaron las granadas en Morelia el 15 de septiembre.
La voz tuvo tiempo de detallar las condiciones en que se encontraban Juan Carlos Castro Galeana, Julio César Mondragón Mendoza y Alfredo Rosas Elicea, dar su descripción física y hasta los apodos con los que supuestamente eran conocidos, así como instrucciones precisas para ubicar el inmueble.
“La casa está en construcción, se encuentra a un lado de un campo de futbol rápido y enfrente se ve una antena grandota, no hay pierde, nada más que vallan (sic) por ellos rápido, estos ‘güeyes’ son Zetas. A uno de éstos le dicen Juan Carlos Castro Galeana, alias El Grandote, éste aventó la granada que mató toda esa gente”, refirió el anónimo “ciudadano”.
La voz agregó que “sus compañeros los amarraron en esa casa para evitar que quieran desertar porque están arrepentidos de lo que hicieron”.
Según la transcripción de la denuncia, la única indicación en la pantalla del identificador de llamadas de la SIEDO, que cuenta con tecnología para desencriptar comunicaciones, era la palabra “externo”.
Al día siguiente, elementos de la AFI se trasladaron al inmueble y encontraron a los ahora arraigados quienes, coincidentemente, eran a quienes les había ordenado localizar y presentar.
En su parte informativo aseguran que Juan Carlos, Julio César y Alfredo confesaron ser los autores del atentado y dijeron que Los Zetas los tenían ahí “porque pensaron que nosotros desertaríamos de la organización y pondríamos en riesgo la identidad de varios otros integrantes del grupo”.
La SIEDO había resuelto el caso del acto terrorista del 15 de septiembre en Morelia.
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Estaban a 400 km del atentado, aseguran familiares y vecinos
María de la Luz González El Universal Sábado 01 de noviembre de 2008
El pasado 15 de septiembre por la noche, al menos una veintena de personas vio o conversó con Juan Carlos Castro Galeana, Julio César Mondragón Mendoza y Alfredo Rosas Elicea en diferentes puntos del municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán.
Según esos testigos identificados con nombre y domicilio, los tres acusados por la Procuraduría General de la República (PGR) de lanzar las granadas en la ceremonia del Grito de Independencia en Morelia, estaban a 401 kilómetros de distancia.
La defensa ofreció esos testimonios en escritos presentados el 30 de septiembre, 9 y 21 de octubre, pero asegura que no ha sido posible tomar las declaraciones porque el agente del Ministerio Público adscrito a la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) que lleva el caso asegura estar muy ocupado.
Antes del atentado, Juan Carlos, Julio César y Alfredo ni siquiera se conocían entre ellos, de acuerdo con sus testimonios entregados a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, a la SIEDO y en una carta al presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Las versiones de los tres sobre su detención coinciden: levantados afuera de sus domicilios entre el 18 y el 23 de septiembre, golpeados y torturados, fueron obligados a confesar que eran autores de las explosiones e integrantes de Los Zetas, sicarios del cártel del Golfo.
Vecinos, familiares y amigos que estuvieron con ellos el día del atentado dan cuenta de que los tres arraigados no se encontraban en la plaza Melchor Ocampo el 15 de septiembre y tampoco fueron secuestrados al día siguiente, como afirma el parte informativo de los agentes que supuestamente los detuvieron.
Antes de dejarlos en una casa ubicada en Apatzingán, sus captores los llevaron a la sierra y los forzaron a ensayar los movimientos del supuesto lanzamiento de las granadas, golpeándolos si se equivocaban.
Alfredo Rosas Elicea —el más torturado y a quien sus secuestradores le fracturaron cinco costillas y le dañaron el oído izquierdo— afirma que lo golpearon para que se echara la culpa de arrojar las granadas
Julio César, dedicado a la construcción y quien además trabaja para el ayuntamiento de Lázaro Cárdenas, fue levantado el 21 de septiembre y llegó a pedir a sus secuestradores que mejor lo mataran.
Su testimonio ante la CNDH dice que el 15 de septiembre cenó con su familia en la taquería Los Chilazos; ahí conversaron con él un matrimonio amigo, las propietarias del lugar y otras personas, entre las 21:20 y las 22:55 horas.
Alfredo Rosas llegó esa noche a su casa, con su esposa María Julia Sánchez Vargas alrededor de las 22:30 y le dijo que vería la pelea del Travieso Arce con unos amigos a la casa que estaba construyendo.
Sus vecinos, un matrimonio y su hijo lo vieron en el lugar. El menor, incluso le llevaba cervezas a quienes veía la pelea de box, la última vez casi a las 23:00 horas. En Morelia hacía una hora que habían ocurrido las explosiones.
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Desestimaron ‘levantones’ en el caso Morelia
Francisco Gómez El Universal Domingo 02 de noviembre de 2008
Desde antes de la captura de los tres acusados y hoy arraigados por los atentados con granadas en Morelia, Michoacán, el grupo especial de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) comisionado al caso en esa entidad tenía información de
que presuntos miembros del grupo conocido como La Familia Michoacana habían realizado varios levantones o secuestros en el puerto de Lázaro Cárdenas.
La captura de los tres inculpados del atentado, Julio César Mondragón Mendoza, Juan Carlos Castro Galeana y Alfredo Rosas Elicea, se produjo días después de que el citado grupo criminal había anunciado su intención de realizar una investigación propia para dar con los culpables de los atentados.
Incluso, precisamente el día en que se realizó el arresto de los tres inculpados de los atentados, se produjo la remoción del delegado estatal de la PGR en Michoacán, Rolando Herrera. Hay versiones que indican que por la forma y el sentido en que se hizo y se presentó la captura de los hoy arraigados del atentado, se generaron fricciones en la institución.
Los informes oficiales de la Procuraduría General de la República (PGR) sobre la captura, en la ciudad de Apatzingán, Michoacán, de los tres presuntos autores materiales, señalaron que Julio César Mondragón Mendoza, Juan Carlos Castro Galeana y Alfredo Rosas Elicea declararon ser quienes detonaron las granadas de fragmentación durante los festejos por la independencia nacional.
Incluso, la PGR difundió un video en los cuales dos de ellos relataban la forma en que realizaron el ataque. Con ello quedaban prácticamente cerradas las averiguaciones previas por los delitos de violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, delincuencia organizada, terrorismo y posesión de material de uso exclusivo del Ejército, Armada y Fuerza Aérea. Sin embargo, en esas investigaciones se dejó de lado la información sobre los levantados en Lázaro Cárdenas y que desde el principio se sospechó estaban vinculados al atentado.

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